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martes, 5 de abril de 2011

Sobre Pocaterrerra y el mundo de nuestro porvenir


 Mario Torrealba Lossi
        José Rafael Pocaterra, ilustre escritor nacido en Valencia en 1889, y fallecido en Montreal, en 1955, hubo de distinguirse entre las personalidades más ilustres de la nacionalidad, debido a sus múltiples  condiciones de narrador, poeta, ensayista, historiador y diplomático, como antes no los hubo a través del proceso nacional.
        Como hubo de ocurrir con Juan Vicente Gómez el valenciano fue un acérrimo opositor a su larga y cruel dictadura, como les ocurriera a los más diversos personajes de fines de siglo XIX. La Muerte de Gómez ocurriría el 17 de diciembre de 1935. Por una desgracia  para nuestro Libertador, el célebre personaje de La Mulera, también habría de nacer y morir en las mismas fechas, cuestión que hubo de acontecer en las situaciones relacionadas con el creador de nuestras repúblicas.
        Si hablamos de los personajes que aparecen en la amplia bibliografía de Pocaterra, y tuviéramos que mencionar a los más ilustres, entre quienes aparecen los más destacados, como Enriqueta Arvelo Larriva, Antonio Arráiz , Rufino Blanco Fombona, Pedro Emilio Coll, José Gil Fortoul, Enrique Bernardo Núñez, Teresa de la Parra, Arturo Uslar Pietri y muchísimos sobrantes, mediante los cuales por lo que deberíamos hacer una inmensa lista que supere, la época de Cipriano Castro. La obra publicada exalta a Política Feminista (1913), Cuentos Grotescos (1922), El Doctor Bebé (1913), La Casa de los Abila (1946) y sin lugar a dudas, Memorias de un Venezolano de la Decadencia (1927), de mayor significado, producido por Pocaterra para enfrentársele a Cipriano Castro y mucho tiempo después a Juan Vicente Gómez. Con este hubo de sufrir entre los personajes más funestos que pudieran señalarse en la historia más ingrata de los últimos siglos del ser nacional.
II
        Además de Memorias de un Venezolano de la  Decadencia (varias ediciones) esta gran obra escrita por Pocaterra  tuvo mucho eco para su tiempo y fueron muy distinguidos los críticos que escribieron – elogiándola – por su calidad y contenido.
        Empezando por el comienzo – dejamos dicho que los Prólogos – fueron muchos, muchísimos y los personajes – la crítica, entiéndase, que habría de elogiar a dicha obra tan dolorosa y tan cargada de genialidad.
        Además de las cartas que le escribieron a Pocaterra, Francisco Tosta García – su gran amigo- podríamos citar muchísimas en las cuales, no solo nos hallamos con venezolanos de sumo valor, sino de extranjeros, como Robert Bontini, Cuninghan Graham y muchos más, de gran personalidad  intelectual, como muy pocos.
        Entre los grandes, además de los elogios que le hicieron, un fuerte número de personajes, cruzabanse misivas, entre otros, Aldo Baroni, Luz Machado, Teresa de la Parra, Francisco García Calderón, Julio Planchart, Eduardo Santos, Rómulo Gallegos, Diego Córdoba, Enrique Bernardo Núñez, Mario Briceño Iragorry, Jesús Antonio Cova, Luis Fernando Álvarez,  Enrique Labrador Ruiz, Juan Liscano – muy joven todavía –Régulo Burelli y centenares de firmas provenientes de América y del mundo.
        Había cartas provenientes de Barcelona (España), de Portugal, de Madrid, del Marqués de Sabur, Ricardo León y de distintas procedencias. En una de esas cartas, Régulo Burelli Rivas nunca se cansó de elogiar al carabobeño, al que escribía de diversas formas; al destacarlo por otros escritores un estilo sin igual, muy distinto al de los escritores de otro continente. En cuanto a Pocaterra, sus amigos, como Gil Fortoul,  nunca se cansaban de elogiarlo.
        En lo referente a Blanco Fombona, el estilista caraqueño, nunca dejaba de preguntar: ¿Y porqué llama Ud. A su novela "La Mitra en la Mano", de ese modo tan raro?  Pienso que Ud. escribía con gran rapidez, con un estilo parecido al de nuestro Libertador. A veces me lo pierdo de vista, y me pregunto ¿Qué se hizo nuestro amigo? ¿Sería que se le torció un dedo o una mano, ¿O será que le dieron un martillazo por el meñique, para que no escribiera mas?
III
        Tanto las cartas que escribió Pocaterra, como las que le escribieron a su persona, no todas fueron de suma importancia, no sólo en su época sino en la actualidad.
        Este escritor dominaba todos los estilos y siempre gozó de mucha fama. Por la calidad de otro estilo que lo enaltecia sabia demasiado y siempre hubo de ser respetado por todos los de su generación, puesto que, además de ser conocido por toda América sus viajes elevaron mucho su calidad de escritor y de pensador. Aunque discrepó bastante del compadre de Capacho, fue mucho más distante del gomezalato, cuya crueldad no solamente habría de perjudicarlo, como ocurriera con Blanco Fombona, sino con la mayor parte de la juventud del 20 y del 28.
        Casi todas las esquelas que Pocaterra recibiera de sus amigos que tuvieron necesidad de peregrinar por el exterior, destacaban por el talento que hubo de darle una extraordinaria inteligencia, que hubo de superar a todos los escritores de su tiempo.
        Cuanto libro escribía Pocaterra como Vidas Oscuras y los demás, era recibido con suma admiración. "Le Confesare" – escribía el escritor hispano don Ricardo León – cómo su obra además de lo dolorosa que hubo de ser tenía una fuerza grande, que no sólo lo exaltó y vigorizó su espíritu, sino que se caracterizaba por la calidad de estilo que lo enaltecía.
        "Por lo demás le insisto que nada tiene usted que aprender de los nuevos escritores, porque además, tiene grandes dotes de analista y de observador.
        La fidelidad de las destrucciones son garantías de su capacidad como las tienen otros valiosos intelectuales.
        Huelga decir cómo al igual de León Lameda, Enriqueta Arvelo y tantos otros personajes extraordinarios, éstos mantuvieron y seguirán manteniendo, después de muertos, una expresión viva de su género como escritor, entre los que lo elogiaron, venezolanos y extranjeros de todas las partes del mundo.
        Así pues que para concluir sobre este genio de la prosa, algún día volveremos sobre un  tema tan importante que hubo de interesarnos a todos nosotros, los connacionales y también los otros grandes del continente. Seguiremos próximamente.

      

viernes, 25 de marzo de 2011

Un libro de Pálmenes en nuestros corazones


Mario Torrealba Lossi
I
Según aparece en el Diccionario de la Literatura Venezolana – realizado y editado en la universidad de Mérida, durante los años 1.971 1.972 – en la nota liminar de dicho libro, un tomo que prometía siendo dos, se señalan esenciales detalles de cuanto han sido los escritores – e intelectuales en general – que hubieron de realizar labor significativa para entonces, tanto en la lírica, la prosística, como en el resto de las artes y de las letras; de cuyo contenido sólo recordábamos las de algunos personajes pertenecientes al siglo XIX.
Se trataba, según dejan constancia de ello, los redactores Lubio Cardozo y Juan Pinto, empeñados como lo estuvieron en la realización de una antología, como no se había hecho hasta entonces, que comprendiera la vastedad de las letras nacionales, especialmente a los textos prosísticos, y más a los que se revelaron para comienzos del siglos XX, algo singular, mucho más si se trata o incluía en el volumen a los conspicuos representantes de nuestras letras contemporáneas.
Fue el tiempo cuando se comenzó a rendirle pleitesía al proceso contemporáneo de la selección antológica, referida a cuanto al llamado el moderno y el actual, en cuyo labor descollaron intelectuales de la talla de Arturo Uslar Prietri, Julián Padrón y otros muchos en la narrativa de aquellos años.
Aunque todavía habíamos escrito poco (en lo personal), hubimos de ser merecedores de una singularisima obra, escrita por Pálmenes Yarza, quien por entonces se había desposado con nuestro fraternal amigo Rubén Ángel Hurtado.
Se trataba del libro de Pálmenes Al Paso Del Tiempo; allí se recogían más de cuarenta textos que habrían de conformar a igual numero de escritores. Pálmenes era una joven, esbelta y bella para entonces, y no sólo llegamos a admirarla sino que la tuvimos como tutora y guía junto con Don Ángel Rosenblat, durante aquellos meses primaverales – se entiende – del Liceo de Aplicación, anexo a la casona que bien titulamos después Entre Los Muros De La Casa Vieja.
Lastima que ya Pálmenes Yarza se encuentra más allá del muro al que aludía Don Fernando Paz Castillo en uno de sus grandes poemas, tan dolorosos en el campo filosófico. ¡Para morir el tiempo no requiere de ningún descanso!
II
En sus figuras relevantes Al Paso Del Tiempo, Pálmanes hizo elogio a los grandes poetas vernáculos, desaparecidos en su mayoría; solamente mencionamos a Alirio Díaz, a Pedro Díaz Seijas, al “viejo” Don Eloy Guillermo González y muy particularmente a Don Ángel Rosenblat. Los restantes son como una estela de luminosidad increíble, si a ver vamos.
Respecto a Alirio Díaz, de origen campesino, la autora hizo gala de su nombre e igual ocurriría con el vallepascuense Díaz Seijas, también de origen campesino. Pedro Díaz fue presidente de la Academia de la Lengua, en dos ocasiones y ya se ha retirado de dicho sanedrín, por causas que algún día sabrán quienes ignoran cuantos se empeñaron en destruir a los legítimos directivos institucionales.
No faltará tiempo para que todos sepamos la verdad verídica. Cuando, en alguna ocasión Don Pedro Grases le preguntara a Pedro Díaz Seijas lo que él sería como académico, dijo así: “Yo voy a dedicarme en especial al estudio de la literatura venezolana”. Así fue; Pedro sabe tanto o más que mucho de nuestros especialistas en Filología. Tanto como otros que dominan dicha materia. Hasta nosotros, con esa cara de “viejos”, fuimos sus alumnos durante algunos meses. Pedro era muy memorioso y gozaba de un gran aprecio de Picón Salas y del soliloquiante y medio genial compañero, el gran Felipe Massiani.
Rosemblat nos vino casi de forma imprevista, luego de estudiar en la Sorbona y de andar, como un gran Quijote, por estos mundos de la América Hispana. El creía que todos éramos excelentes alumnos. Pero de Luis Quiroga hablaba de maravillas, como no lo hacia de otros. Quiroga, Maria Teresa Rojas y Marco Antonio Martínez brillaron como sus grandes discípulos. Nosotros anduvimos tras el maestro. Sin embargo nuestros saltos fueron a discreción. Siempre marcándole los pasos, como Quevedo y Villegas parafraseaba a Luís de Góngora. El día que murió el trotamundos, asentado para siempre en Venezuela, nos apretó la mano derecha y dijo: “Siga luchando, que usted llegara…”.
III
Pero regresando a Pálmenes, por poco nuestra procasamentera ella se sintió triste los últimos días de su muy larga vida. Amó mucho de lo posible y también de lo imposible. Cuando hablaba lo hacia en monosílabos, como si renunciara, sin razón, a la palabra. Como siempre ocurre, nadie quiere a nadie y más si uno tiene conciencia de los valores que en realidad posee.
Seres de sandalias de infinito, emblemas visibles de una poderosa fuerza que lucha desde lo hondo por concretar su mensaje; vivenciando en sus fisonomías al Todo y al Uno. Las ideas, la ética, el modo de concebir el bien; la vida y la suma belleza, fluyen de ellos en una magnánima dádiva hasta la mano levantada del peregrino que la espera…”
Aunque reducido el número de autores presentados en este volumen, en dejarlo igual caras perseguimos representar diversas manifestaciones del desenvolvimiento cultural de Venezuela. En consecuencia, intentamos encarnar en sus sectores, una y otra porción de nuestra tierra, en sus revelaciones más conspicuas: Estados de ánimo, genio, estilos nuestros, quedan manifiestos en cada una de las vocaciones.
En fin Al Paso del Tiempo es como un vademécum de figuras relevantes de la cultura de Venezuela. Lástima nos dá el que Pálmanes Yarza no haya podido decir más. Sin embargo, al pasar por nosotros estas brillantes páginas, nos convencemos de que, desde Miguel Acosta Saignes, hasta Pascual Venegas Filardo, pasando por Carlos Augusto León, Marcos Ramírez Murzi, Ada Pérez Guevara y tantos más, se nos llena el espíritu de grata alegría.

¡Tantos han sido los personajes de hoy, ayer y anteayer, que nos llena de fe nuestro espíritu!

Venezuela es, amigos y amigas, un emporio que nos llena de luz.

Pálmanes Yarza, la yaracuyana de por vida, vivirá eternamente en nuestros corazones. ¡Salud!

viernes, 18 de marzo de 2011

¡La Verdad que no entienden los cobardes!…


Mario Torrealba Lossi

Cada vez que llega a nuestra mente la formidable figura de Juan Bosch – y también los innumerables hechos que le dieron honor a su vida – nuestra mente se ve iluminada , debido a las grandes virtudes que a tan insigne dominicano le habría de conceder la patria suya; y también la de tantos otros seres que ahora le dan mucho más brillo a los extraordinarios personajes que lucharon en pro de la independencia caribeña, tan sometida como lo ha estado y la que sigue estando, primero en contra de los españoles y después – y por desgracia – bajo la bota de un imperio tan rechazado por los pueblos libres de hoy, como nos resulta la tal Gringolandia.
Siendo todavía muy jóvenes, nosotros tuvimos el honor de conocer y tratar a Bosch; y fueron Pérez Jiménez, Llovera Páez y Delgado Chalbaud – éste último acribillado a balazos – según supimos entonces – como una consecuencia lejana del asalto a Cumaná, en donde hubo de morir su padre.

Por lo general, a los tres militares mencionados los llamaron Los Tres Cochinitos, y se autodesignaron, luego de la caída de Gallegos, como unos entes individuales de aquella época.

Pero la verdad es – para que lo sepan – que siempre hubo asesinatos y desaparecidos, inclusive durante la época de Raúl Leoni, quien no fuera tan santo ni tan bendito, que se diga. Las victimas de aquel tiempo aciago fueron muchas, muchísimas; y conocemos de innumerables casos lanzados desde helicópteros. A todo se los tragó la tierra, pues jamás aparecieron. Eran aquellos trágicos años – recordados por el propio Bosch – cuando nuestro distinguido dominicano se distinguiera por las luchas en pro de Quisqueya.

Bosch fue derrocado por los yanquis y sufrió largas presiones. En otras palabras, su caso, guardando las distancias, fue parecido al de Salvador Allende y a otros victimados.

Respeto a Bosch, él siempre hubo de estar por encima de sus desgracias. Como tal, su recia voluntad – su talante, en fin – lo hicieron llegar lejos, más el cenit de su patriotismo y de sus valores físicos y éticos, como ningunos otros.

Si establecemos ciertos parentesco entre los libaneses y los demás pueblos que son parientes, habremos de mencionar a los maronitas, suníes y a otros que en aquel país se practica la justicia desde hace tiempo. Por lo general, el pueblo del Líbano, aunque es un amante de la verdad, su comportamiento nunca se deja violentar, así no dejen de perjudicarlo sin razonamiento alguno. Citamos ahora El Libro Menor, de la Academia Venezolana de la Historia, que tantas obras ha realizado en bien del país. La última obra se publicó (la 193) explica bien el tema.

II

Según lo acabamos de expresar (en otro texto), la lectura de dicho libro acerca a los árabes y su idiosincrasia; nos recuerda cierta conferencia que hace algunos años tuvimos el honor de dictar a la colonia de libaneses, quienes fueron vilmente masacrados por los sionistas, con la maldita ayuda de los americanos y; además, amparados por los ingleses de la pérfida Albión.

Indudablemente que en la historia de los arábigos – y tal como lo comentaba el propio Bosch, existe un conjunto de pueblos de ese origen, entre coexisten algunos (o muchos) franceses de una cultura refinada cuyas características vienen de antaño.

Por lo general, los libaneses – aunque amantes de la verdad – siempre hubieron de caracterizarse por sus muchas cualidades. Son superiores en conocimientos y en buen saber, así como en otras formas propias de lo que si es realmente culto. Saben mucho del pasado ancestral y se desenvuelven bastante bien en todos los valores propios de la contemporaneidad. Además, cuando valorizan ese pasado no comenten las pifias que todos conocemos sobre las reacciones del resto de los pueblos; en verdad, que lucen y son más ilustrados.

III

Empero regresando al comienzo de esta breve glosa, la importancia que tienen los libaneses, también son propias de la fortaleza de su pasado histórico, que nunca igualan los sionisnias, muy parecidos a los otros judíos más que a otros de esas viejas camadas culturales. Por otra parte, los libaneses y los árabes, en general, se caracterizan por ser muy comprensibles con los pueblos restantes que, como ellos, pues provienen de un tronco bastante común.

Por lo menos no tienen a menos de ser hijos de Jehová y no practican el rencor delos otros hebreos; especialmente de quienes siempre provinieron del centro y del norte de Europa, casi todos superiores en su modo de vida.

Más si volvemos al ensayo de Bosch; según asienta el tan distinguido historiador y político de la República Dominicana, tanto los árabes como los demás – palestinos, iraquíes. Iraníes y el resto de los otros pueblos árabes de un origen común – tienen creencias y costumbres diferentes a la de los occidentales. El gran juez de todo cuanto se dice y se hace es Mahoma; y es costumbre el que las mujeres lleven cubierto el rostro, aunque por las dificultades que les ha creado la guerra, ésta, en vez de sentir devoción por tantas cosas, ya han aprendido a inmolarse; y hoy por hoy son capaces de desaparecer en defensa de su fuero, de sus principios y de sus creencias.

La mujer palestina, tan sufrida como ha sido, tiene una concepción vital que la burla y la desentiende de la propia muerte.

Su llanto es tan doloroso y profundo que ya han aprendido a colocarse por encima de todos los sufrimientos. Mientras se las tortura y se las malta, la mujer palestina, árabe o lo que sea, siempre está dispuesta a superar la muerte física, así como lo hacen hoy día los jóvenes suicidas, que se enfrentan al holocausto y resisten todo antes de morir, mucho más cuando superan cualquier alternativa.

Algunos elevan sus ojos en dirección de la Meca, y a los pocos instantes se convierten en cenizas. Ese es el momento cuando creen superar la eternidad.

Y nos preguntamos, ¿tienen los gringos y los judíos tanto dominio para alcanzar esta cruda experiencia del sufrimiento de convertirse en nada, más allá del dominio psíquico?

Mucho hubo de gustarnos el libro Breve Historia de los Pueblos Árabes. Juan Bosch dio en el clavo al escribir esa tan magnífica obra.

En síntesis, deducimos de estas páginas que con coraje y sufrimientos supremos, también se puede llegar al Cielo. ¿Acaso no es una verdad que nunca podrán entender los cobardes?

N.B.- Como frase concluyente y distinta: Si la guerra la hacen los capitalistas, como ya ha ocurrido dos veces y más, nuestra esperanza consiste en que los humanos hagamos por vencer las debilidades que nos atan y nos convierten en instrumentos impropios del ser humano. Solo de ese modo ganaremos, amigos y amigas, el Reino de los Cielos. Esta es la verdad que no entienden los cobardes. Vale

viernes, 11 de marzo de 2011

La defensa del idioma o un ineludible deber


Mario Torrealba Lossi   


Nuestro ya desaparecido amigo, Augusto Germán Orihuela, cumplió varios años cuando hubo de situarse más allá del muro de la ausencia física de la que nos hablaba Don Fernando Paz Castillo. Ello es cierto, y recordamos – cómo Don Fernando, al hablar de los ausentes - habría de hablar de la “talanquera”, pues la vida hubo de crear la imagen del muro, y según lo saltáramos o no, tal lo añadiría nuestro gran poeta, uno se quedaba, para la eternidad, del otro lado, sin ningún derecho al regreso y sin ninguna esperanza de ir al Cielo, como se dice que decían San Pablo y el creador de la Divina Comedia.
Augusto, a quien llamábamos hipocorísticamente, “Augustus Germánigus” hubo ciertamente de escribir poco, pero cuándo lo hizo lo hacia bien. Tenia el dominio de una prosa engalanada, como siempre lo comentábamos en las reuniones de la comisión de Lexicografía. Por algo, fue durante años profesor distinguido en el Instituto Pedagógico Nacional.
El libro suyo, que ahora recordamos, se llama “La Identidad por el Idioma”, volumen que tuvo bastante éxito. Guillermo Morón, en aquel tiempo director de publicaciones de la Academia de la Historia, nos hizo publicar nuestra obra “ El Poeta del Fuego y otras escrituras”. A través de éste último texto, ponderábamos, entre otras cosas, la calidad lírica de Luis Enrique Mármol, poeta de la generación del año Veinte, fallecido en plena juventud.
También aprovechábamos para dar énfasis, en muchos tópicos de filología, gramática comparada y literatura europea y nacional. Hoy día deberían ser revisados esos temas, que mucho interesan a los sanedrines académicos, tanto los de Venezuela, como los de España y los del resto de América del sur y del Caribe. De más esta decir, que estamos en deuda con esa obligación, que nunca podremos dejarla al margen. Y mucho menos eludirla.
II

Según acabamos de leerlo en cierta crónica (viejísima), escrita por el guariqueño José Sánchez Torrealba - ¿pariente, acaso?-, las cosas relativas a la crisis del idioma, andan medio torcidas y como loqueando desde cuando se quitaron la máscara o se la pusieron los imperialistas.
Gringolandia debió sopesar lo cierto y lo falso que debe manejarse y que debemos colegir sobre el uso y el abuso idiomático, por culpa de aquellos “señorones de Washington” y de sus adlateres de siempre.
Estamos sufriendo por culpa de una subcultura dirigida por lacayos.
Corremos el riesgo de que perdamos nuestra personalidad, como entes, si ese fenómeno de un inglés tiranizado se impone sobre el español o el castellano. En tal sentido, hemos entregado al público nuestro libro de glosas “Retazos y Retozos del Idioma”, que ya va por varias ediciones.
Como se han pronunciado muchos escritores del continente, los americanos del norte del río Bravo, se dispusieron, luego de la guerra del 98, alzarse con el predominio del inglés, que lo vemos tan campante por todas partes, además de agresivo.
Pero en tanto que los mexicanos y los hispanohablantes en general, se entregan idiomáticamente al manierismo en boga, los puertorriqueños se empeñan en la defensa del español, aunque lo hablen y escriban con su particular forma tan plagada de baches, como ese muy conocido de “baquear” un automóvil, queriendo utilizar la morisqueta de echarlo para atrás, sea decir, en retroceso.
La cultura de Puerto Rico ha dado muchas figuras ilustres y brillantes, como Don José de Diego, fundador con Palés Matos del “Diepalismo”, movimiento literario basado en lo onomatopéyico. Además de destacados escritores, Puerto Rico, no sólo ha sido un emporio de creación de belleza, sino un ejemplo de rechazo a la seudo cultura yanki, que tanto daño le ha hecho a ese pequeño país desde el año noventa y ocho. Edna Coll fue, como académica, una grandiosa mujer protestataria.
III

Con todo ello, los puertorriqueños han sido vetados para la libertad, desde los tiempos de Harry S. Truman. Hoy cuentan con destacadas figuras que emulan su gentilicio. Por desgracia, su bolivarianismo no pueden pregonarlo abiertamente, debido a la ambigüedad de su estatus político y social; y tal la dialéctica existente, Pedro Albizu Campos fungió, hace cierto tiempo de ser su auténtico libertador.
Pero si le damos conclusión a ésta glosa volandera tendríamos que aceptar que se hace necesario el que el castellano existente en Venezuela y en el resto de América se mantenga vibrante, como una expresión invalorable y fiel del espíritu boricua y de su nacionalidad.
Según lo escribió alguna vez Uslar Pietri, estamos como infestados de una subcultura dominante, que se mueve, lejos de ser ciertamente idiomática y popular, para no ir mas allá, dentro del populacherismo.
Según el mismo Uslar, el término “cultura” no es más que un neologismo relativo y precisa librarnos de ese cartesianismo de que nos habló en una época Baltasar de Castiglioni. La palabra “cultura”, prosiguiendo con Uslar, no es más que una acepción plutarquiana de los hombres del Renacimiento.
Si vamos al fondo del asunto, Spengler usó una acepción evidente y antropológica. Más que las maneras ejemplares y dignas de imitación al buen decir, era la forma inmediata y fiel de conducirse que las sociedades diferentes tenían para expresarse .
Pero hace pocos días, cuando elogiáramos el ejemplo de Gandhi, el apóstol de la India que hubo de luchar pacientemente hasta lograr la independencia de su pueblo, desarrollamos la tesis de que no hay nada mejor que sentirse elegido, cuando necesitamos concebir y llevar a cabo una obra suprema en defensa de la humanidad. Así será como cambiaremos el curso de la vida cultural actual.
Nada, por consiguiente, resistirá el duro empeño para lograr el cambio de la esclavitud de los pueblos, los cuales todos aspiran a la independencia y a ser libres definitivamente.
En fin, y como dice el vulgo que el pez muere por la boca, el dominio de la lengua, su conservación y su creciente progreso nos salvarán de sufrir el golpe artero de los agresores y los decadentes. Por eso, tal presagiaba Augusto Germán, como no tendremos libertad, hagámosnos los mudos y renunciemos a una identidad a la fuerza, porque habremos perdido el idioma, forma indubitable y desgraciada para ser borrados del mapa. Decimos esto, porque la palabra – el pensamiento, en suma- , deben ser eternos para todos. ¡ Seguro que si! .

viernes, 4 de marzo de 2011

¿De dónde viene el Himno Nacional?

Mario Torrealba Lossi
I
Antes que dediquemos nuestra atención a los personajes más importante de nuestra historia – en primera instancia a los del siglo XIX, para no irnos más lejos – bueno es que mencionemos a los más grandes personajes que a lo largo de ese importantísimo lapso, no solamente desarrollaron sus valores intrínsecos sino a los que le dieron el gentilicio una significación extraordinaria, gracia a cuanto esto significaron, y ahora más todavía, dentro del proceso tan complejo que desarrollaron a través del tiempo.

Decíamos lo anterior arrancando desde la Independencia y culminando – ahora más – con motivo de las circunstancia que nos une al siglo XXI

Sí comenzamos con los pendones de Bolívar, de Miranda y del Mariscal Sucre, y culminamos con otras grandes figuras de nuestra historia, tendríamos que concluir en que nos faltarían solamente las de Bello y de Simón Rodríguez para completar la quinaria de los personajes sublimes de la nacionalidad.
Cada un de ellos hubo de cumplir una función excepcional dentro del complejo mundo de la hispanoamericano.

En verdad que desde los días primigenios de nuestro países, Venezuela fue – más que otras naciones – la que hubo de marcar la ruta de los otros pueblos continentales, dando los hombres de mayor brillantez, sin excluir a San Martín, O Higuins y al resto de los que ya hemos mencionado.

En sí, que no existen otros personajes cuya participación – tan singular, lo decimos – haya tenido una mayor tesitura dentro del conjunto de nuestros pueblos y cuya importancia hubo de haber dejado imborrables huellas.

Bastaría establecer las comparaciones que unen al Zeus supremo – Simón Bolívar – con Miranda y con el Mariscal Sucre, en el campo militar; y a don Andrés Bello y a Simón Rodríguez tan diferentes en cuanto al carácter, pero tan geniales el uno y el otro en lo que concierne a las personalidades que hubieron de corresponderles a los extraordinarios humanistas citados en cuarto y quinto puestos.

Cuantas veces hacemos mención de los nombres del Libertador, de Miranda y de Sucre nos sorprendemos de su grandeza. Pero es raro como Bolívar, siendo de carácter propenso a la exaltación pudo congeniar su idiosincrasia con ambas figuras. Como bien decía Blanco Fombona, Simón Bolívar parecía un fulminante rayo y su estilo, como su modo de ser y sentir, no tendían a ser calmos y accesibles para vadear cualquier situación Sucre, en cambio, fue muy distinto.

Sí revisamos la formula que el genio caraqueño trazó del cumanés, observaríamos que ellos discreparon en cuanto a la forma de reaccionar ambos.

Sus caracteres fueron diferentes, puesto que sí Blanco Fombona pintaba a nuestro Libertador como un personaje de movimientos y acciones rápidos, aunque propios de una hiperquinesis que le venía desde (la niñez), el gran estratega de Ayacucho fue distinto en cuanto a otros modos de comportamiento y psiquis.

En la biografía de borrones y tachados que el caraqueño le entregara a uno de sus secretarios – como lo fuera el Coronel Juan José Santana – se nota que el texto inicial de aquella exaltación hecha por el Libertador, con le propósito de elevar la psicología del sucrense, aparecen los borrones que acostumbraba a diario Simón Bolívar, cuando sus pareceres no se amoldaban al estilo “volador” de que siempre habló Rufino en uno de sus libros, visto por sí mismo.

Por desgracia, nunca supimos cómo era el timbre de voz de Bolívar, ni tampoco cuál era su manera de caminar, de leer y de repetir ciertos idiolectos o modos de su habla y en fin de otros caracteres propios de su personalidad. Sabemos que era inquieto y que gozaba de mucha rapidez para caminar, correr y saltar por sobre el lomo de un caballo, por lo que sabemos que lo hacía bastante bien.

Según contaba Páez en su autobiografía – y también lo corroboraba Soublette, el Libertador no daba paso atrás sí tomaba una decisión. Siempre las meditaba, como se vio obligado a hacerlo con Piar.

Cuando ocurrió la ejecución de este, Bolívar se asomó discretamente al sitio del pelotón y – según se cuenta – se le salieron al Libertador varias lágrimas.

Con ello indicaba el gran dolor que sentía. Y mucho más fue su pena cuando supo del vil asesinato de Sucre, que lo mantuvo muy triste por varios días. “Ha muerto el Abel de Colombia”, se limitó a exclamar sumamente consternado.

El libertador sentía muchas muestras de dolor, y para él la amistad – mucho más lo ocurrido por el sicariato de Berruecos, y también por el avance su enfermedad ya crónica, lo hacía cambiar y llorar como expresión propia de su estado de animo. El supremo héroe fue demasiado humano. Siempre fue así.

II

Hablando de otro modo, ojalá poseyéramos una noción más profunda de la psicología de Bolívar, así como de los dolores que hubo de experimentar a lo largo de su vida. Tan bien llamado “el hombre de las dificultades” Bien es sabida la serie de cartas y otros documentos que se perdieron a causa del hundimiento del barco “Ville de Havre” en donde iba, además, como pasajero – 23 de noviembre de 1873 – Felipe Larrazábal, quien fuera una de las fatales víctimas de aquella tragedia. Larrazábal, biógrafo del Libertador, viajaba con el propósito de editar partes de las cartas y otros ensayos que se perdieron, para siempre, del Padre de la Patria. ¡Cuántos valores del gran personaje se fueron a pique ; y nunca más ninguna generación sabrá que se perdieron para siempre en dicho accidente; en especial las cartas de amor y los recuerdos que el historiador caraqueño también conoció , sin que las nuevas generaciones pudieran percatarse de los tesoros que había en el alma bolivariana, tan pletórica de secretos insondables. Sería muy probable que hoy conociéramos, más a fondo los ideales del guardián de nuestras nacionalidades.

No obstante y como hemos visto a través de la pluma de Larrazábal, tan admirador como lo fuera del padre del bolivarianismo, el libro de Literatura, de Ciencias, y de Bellas Artes, que ya hemos leído varias veces, nos diría mucho más de cuanto sabemos del supremo Zeus de la patria mestiza.

Por lo demás, Bolívar debió conocer a fondo las características de la Sociedad Patriótica y especialmente de cuanto en su corta vida supo de nuestra patria, en especial, lo referente a los intríngulis de la independencia del país, que fue difícil.

Según se supone – y refiriéndonos al Gloria Bravo Pueblo - nada tuvo que ver con don Andrés Bello con la letra de ese Himno. Nada, por lo que sabemos que el autor de las Silvas pudiese haber escrito la letra de dicho canto, supuesto negado. Ambos personajes – Vicente Salias y Juan José Landaeta - murieron fusilados poco después de haber realizado su hazaña. ¡Cómo lamentamos tamaña crueldad!.

El Gloria al Bravo Pueblo fue el fruto de la nacionalidad indenpendentista. Además, el estilo poético de Bello era de otra naturaleza y nada tuvo que ver con ciertas versiones que no cuadran, ni en forma alguna, ni en estilo. Por otra parte, los Salias pagaron caro con sus vidas el derecho a la libertad, lo mismo que hubo de ocurrir con Juan José Landaeta, víctima, como otros muchos, de su patriotismo. ¡En otro artículo insistiremos en las cuestiones inherentes al problema planteado. ¡Salud, amigas y amigos!

viernes, 25 de febrero de 2011

¡Gandhi por los siglos de los siglos…!


Mario Torrealba Lossi
I
Los libros sobre Gandhi, sus antologías y palabras, en general, serían objetos para llenar una enorme biblioteca; y cabria preguntarse si es verdaderamente útil añadirle un volumen de mayor trascendencia, en donde podemos contarle al mundo entero cuanto habría de ser este hombre de nuestro tiempo, que empezó siendo diferente - hasta en su delgadez física y su fisionomía, desde cuando hubo de expresar: puedo decir sin arrogancia y con toda humildad que mis mensajes y mis métodos de lucha y de vida, no valen nada por mi mismo, sino para ser destinados al mundo entero.
En las paginas que siguen a continuación, no sólo aparecen las manifestaciones de su agitada vida – forjada en África del Sur -; y por más dilatadas - que hayan sido sus múltiples peripecias humanas – y también divinas el Mahatma fue un personaje cuyas ideas serían para perdurar, por cuanto su personalidad hubo de tener un mayor interés histórico que anecdótico y académico.
Cuando procuramos asimilar el pensamiento de Jean Herbert, uno de los más conspicuos de sus biógrafos aceptamos que su vida fue una verdadera escuela de heroísmo, como así, hubieron de atestiguarlo las campañas no violentas, todas conocidas.
Afirmamos solemnemente – dijo – que en el caso de que estas formas de liberación de nuestro pueblo, lleguen a proyectarse en leyes, o hasta que se convierten en un fracaso, negaremos la violencia civil a esas normas y a todas aquellas que un comité, que sea designado, pueda juzgarse inadmisible; y además afirmamos que, en esta lucha seguiremos fielmente la verdad y que no usaremos violencia contra las vidas, los individuos y los bienes…
Empero el gran maestro de la India habría de sostener cómo el problema referido al califato, traería consecuencias graves al gobierno inglés, llegaría a decepcionarnos. En una causa tan importante como la antes dicha, no deberíamos responder con la no cooperación. Gandhi intuyó cómo las autoridades religiosas, y los demás eran una sola.
El maestro siguió su moral en las palabras de Ramakrisna, en cuanto a que no deben existir tantas religiones como individuos, por que en el fondo todas son una sola. “Nacen de la misma fuente, del mismo Dios y las concibe el pueblo”.
II
Gandhi se nos presenta siempre como un factor excepcional del más allá. Pero luego que hubo de hacer sus entrevistas con los imperialistas ingleses los bichos comprenderían cómo éstos no estaban en la verdad, porque nunca comprendieron cómo ellos – los Imperialistas – jamás fueron superiores a dicho maestro. Debemos practicar – decía el profeta y vidente – cómo la intrepidez y las otras virtudes constituyen mucho más que lo superfluo.
Los temas reales y verdaderos terminan, por si mismos, en cuanto sean superiores a todos los valores restantes. Nada, en absoluto, es nuestro; ni la riqueza, ni la propia familia, ni la inteligencia. Nada.
¿Para qué amilanarse frente a las cosas banales? Gandhi diría, en cierta ocasión, en una mesa redonda el 8 de Octubre de 1.931: “No hay jamás motivos, puesto que al fracasar se empieza de nuevo. Tarde o temprano triunfaremos” Por tanto, no existen motivos – diría – para que no tengamos miedo. Sólo hace falta que nos desembaracemos, resistiendo siempre cualesquiera dificultades que nos vengan de afuera. Pero debemos tener cuidado con nuestros enemigos y detener las pasiones bestiales que, por lo demás, tratan de encolerizarnos y llevarnos a la derrota. También era enemigo de los vicios, como el alcohol, los juegos de envite y azar y tantos otros, todos perjudiciales.
Empero el sublime maestro de la India habría de sostener cómo este problema – el referente al califato – debía ser visto con mucho cuidado. Nada de decepciones, decía Si actuamos con plena conciencia. De lo que antecede, el tuvo que intuir cómo las autoridades – Las religiosas y las otras – fueron siempre una sola verdad y había que imponerlas por encima de todas las demás. Sólo lo bueno y lo útil es lo perdurable, dijo.
Por otro lado, Gandhi se nos presentó siempre como un ente, divino y excepcional, para quien la verdadera bondad fue, en si, un signo supremo, como de los dioses en suma.
III
En el fondo, muy pocos conocieron su profundidad y mucho menos su sabiduría, que hubo de llevarlo a la muerte, como fue tan violenta la suya. Según el mismo Jean Herbert autor de la biografía que ahora glosamos, Gandhi está más allá de todo, lo inefable, tanto en la vida de su profundo ser interior.
Conoció en profundidad a su pueblo; lo amo entrañablemente, y es por eso que su vida, imborrable e imperecedera, es la de un personaje eternal.
El legado Gandhiano resulta hoy, como si fuera el libertador de un continente, si no la expresión inacabada de todo lo hermoso y profundo que nos ha dado el ser vital.
De estar vivo Simón Bolívar le lloverían las virtudes para este personaje tan profundo como lo dijo sin ningún rubor, la traductora francesa Victoria Hontanar.
No obstante, el futuro de tan grande personaje superará el ser y el sentir de los siglos venideros. Estemos seguros de que, en el fondo, fueron los ingleses asociados con el imperialismo de los gringos, quienes se encargaron de liquidarlo (con los lacayos de siempre), a esta tan venerable figura de los tiempos modernos y contemporáneos. En verdad que Gandhi fue como la misma unción del Rabí de Galilea. Pero él se llamo Mohandas Karamchand, apóstol nacional y religioso indio, alias El Mahatma, como todos lo conocemos. Lo asesinó un fanático que no merece ser nombrado. Gandhi había nacido en Porbandar, en 1869. Tal decía su biógrafo, fue la figura más brillante de procedencia india de todos los tiempos.
Algún día hablaremos de él como bien se lo merece su excelso nombre. Fue gran nacionalista y gran líder de la libertad de los hombres y los pueblos ¡Salud, salud! amigos y amigas ¡Salud!.
Honores hoy para su majestuosa figura
¡Por los siglos de los siglos!

martes, 15 de febrero de 2011

Muy Elogiable la Revista “Las Tres Américas”


                                       Mario Torrealba Lossi
     La revista “Las Tres Américas”- lo repetimos ahora- fue y sigue siendo una publicación de carácter periodístico mensual, que se editó en Nueva York entre los años 1893 y 1896. Según escribía Augusto Germán Orihuela, uno de sus redactores, fue el escritor y periodista Nicanor Bolet Peraza, notable venezolano cuya vida transcurrió entre 1838 y 1906. Tan grandiosa figura fue una de las más importantes del siglo XIX durante los últimos pocos lustros de dicho siglo y el veinte, como ocurriera con algunos otros. Fue una publicación de carácter costumbrista y hubo de brillar por los valores fundamentales que habría de darle a Venezuela dentro de dicho lapso.
A este fin recuérdese Mentecardiasis, famoso relato escrito por Bolet Peraza. El solo nombre ya indica los propósitos que pretendía el autor: “hacer befa de las letras en general”; viajó, de joven, a los Estados Unidos, y allí se hizo grande debido a las intenciones que le dieron sus escritos. Bolet Peraza -ducho en la escritura- orientaría su talento hacia la burla, por cuanto así lo quiso el festivo autor. Pero Bolet, en el fondo, movió su obra periodística hacia la superación, mucho más que a lo burlesco. También su voluntad contribuyó a crear un carácter y una tendencia que se adaptaron a la América nuestra, más allá de los famosos adelantos que nos llegaron luego, con “Las Tres Américas”, revista que fuera muy elogiada por aquella época.  
El gusto por la guasa habría de convertir a Bolet Peraza- gran escritor-  que le dio luces a ciertas adjetivaciones de un relevante carácter, propio para comunicarles a unas gentes, agostadas y empobrecidas, dignas de los méritos que estas poseyeron después.
La prosa de Lucila Palacios y de Enrique Bernardo Núñez, según lo advertía Picón Salas, propendieron a darle a “Las Tres Américas” un autentico sentido de don creador.  Como bien hemos de juzgarla, la figura de Bolet Peraza sería por demás alabada, durante el curso de nuestras letras. Ahora la seguimos elogiando.   

martes, 1 de febrero de 2011

Acerca de la Sabiduría del Maestro Rosenblat

Mario Torrealba Lossi
I
Sobre don Ángel Rosenblat antes de ser jubilado del Ministerio de Educación, y actuando entre las máximas figuras de nuestro instituto, tuvimos la grata satisfacción de presenciar, junto con Pedro Felipe Ledezma - el Director – y Luis Luzón Hernández – el gran homenaje que de rendírsele a don Ángel el viejo Instituto, al que lo calificábamos todavía de “Entre los muros de la casa vieja”.
Rosenblat Había llegado de la Argentina, y estaba cumpliendo setenta años de edad, que para entonces eran bastantes por haber realizado un gran periplo educacional; sus alumnos nos sentíamos eufóricos, debido a que dicho maestro se hallaba mas allá – diríamos – de la brillante labor que, dentro de pocos años, lo pasaría a retiro dentro de las normas pedagógicas establecidas.
Gran pedagogo y filólogo, Rosenblat brillaba todavía con autentico magister al que se le reconocían todas las virtudes del saber, como no los hubo otros durante aquellos años. Además de radicarse en Venezuela, optaría por contraer matrimonio con quien siempre se sintió feliz y mimbrado por haber escogido para vivir a nuestra tierra.
Rosenblat era sumamente inteligente, y hasta siendo todavía muy joven recordaba a su país de la Europa Central, con no poca nostalgia. Pero según su hablar de perseguido, nos decía a sus alumnos: “Yo aquí me quedo”. Y seria hasta la muerte. Por lo demás, el maestro era pausado al hablar pero – no obstante – lucho en contra de la dictadura de Pérez Jiménez, que tantas desgracias le trajo al país.
Quizás (y sin quizás) entre los innumerables libros escritos por Rosenblat, el más alabado habría de ser el “Sentido mágico de la palabra” al cual, entre otras cosas, lo llamaba potencia benéfica que sirve para todo, puesto que tenía un inmenso poder, ante cuyo imperio nada ni nadie pudo sustraerse.
Polifemo imploraba a Poseidón, su padre, que lo condenara a no ver jamás a Ítaca, o a regresar tarde y desdichado luego de haber perdido a todos sus compañeros.
II
Indudablemente - y como lo repetía don Ángel – lo mágico de la palabra constituye una serie de valores en donde se funden diversos contextos y formas expresivas que comprenden: el sentido mágico; el fetichismo de la letra; El Castellano de España y El Castellano de América; Lengua y Cultura de Hispanoamérica y sus tendencias actuales. A estos títulos se unen la “Lengua Literaria y Lengua popular en América”; “Además del criterio de corrección lingüística”; “La gramática y el Idioma; y finalmente “El futuro de nuestra lengua, unido al cómo se hablaba y cómo si se trata de arcaísmos e innovaciones en todas sus formas. Finalmente, - dijo lo logro Rosenblat – como se decía y escribía durante los siglos anteriores de nuestra lengua.
La primera tendencia, la constituye la visión que tiene un turista del idioma y la manera como el aprendizaje de los niños esta en relación con la edad y con el proceso automático que es una forma ascendente, que comienza sin utilizar para nada la conciencia, pero que no obstante la mecanización de las palabras constituye un proceso repetitivo de cada pueblo.
Cada uno de nosotros – decía nuestro gran filólogo – desarrolla, desde sus comienzas, los mecanismos del habla, pero lo hace inconscientemente, por simple repetición y habito.
Existe un purismo lingüístico que no predican los púberes, pero que, no obstante, no vale sino para los principiantes. Pero, con todo, y si hablamos del castellano de España o en las diversas regiones de Venezuela, coexiste cierta unidad y diferenciación proclive al buen expresarse.
Todo el que se acerca a dicha unidad y diferenciación del idioma, establece como el estudioso, poco a poco, ira encontrando variaciones entre el hablar puro, el vulgar y en la propensiones al macarronismo a que se referían los hablantes o los diletantes antes de los siglos XVI, XVII y XVIII.
Así como se proclama que la lengua es un pasatiempo común, existe, así mismo, su fuero familiar, su diversidad léxica y su unidad dinámica y variada.
Si examinamos algunos signos ortográficos que aparecen en la gran novela de García Márquez, Cien años de soledad, determinemos que el célebre autor casi no usa acentos para los adverbios y es partidario que cada escritor respete ciertas reglas de ortografía, pero sin que se le suba lo normativo a cuanto no se debe hacer. García Márquez, ciertamente, ha sido un gran escritor, pero se ha comportado irreverentemente; e imitando a Unamuno, ha reaccionado en muchas de sus novelas, creyéndose un sabelotodo, con pleno derecho a pensar en cuanto le venga en ganas. Con la gramática y la ortografía hace todo lo que quiere. No para mientes en nada.
III
Empero volviendo a Rosenblat, El Sentido Mágico de la Palabra, resulta para nosotros como su mejor obra. La hemos releído varias veces y nos sentimos súper satisfechos.
Los dioses antiguos – escribía don Ángel – fueron muy admirados, especialmente por los griegos. Estos usaban epítetos y su discurso era sumamente variado. Al nombrar a los faraones, los llamaban “gavilanes”. La lengua hablada – advertía el maestro Rosenblat – tiende siempre a mirarse en el espejo de lo real y todo lo usual lo hace por asociaciones lógicas. No improvisaban.
Mas como lo pensaba Bernard Shaw, la lengua común – la del vulgo – nunca esta excenta de conflictos y hasta de incomplexiones. En Puerto Rico – escribimos cierta vez – usaban. Para imitar al imperialismo yanqui, el verbo “baquear” (echar hacia atrás o como retroceder) que si se usaba en castellano.
En nuestra lengua son innumerables las palabras en las cuales, el ingles se ha impuesto a las “machas”, por que los del “norte” creen que seguimos sieddo pendejos, tal decía Uslar Pietri, Todas esta cosas bien lo conocía Rosenblat.

lunes, 10 de enero de 2011

Jesús Semprúm o el valor de la Grandeza…


Mario Torrealba Lossi.
I
Entre los escritores que hubieron de vivir en el Valle y que murieron en esta parroquia – como se la llama ahora – no dejamos de dedicarle estas páginas introductorias a Jesús Semprúm, quien nació un 26 de Septiembre en Santa Barbará y habría de perecer un 13 de Enero de 1931, luego de haber realizado una obra sostenida y portentosa, superior – sin quizás -  a la de su grupo literario de los años veinte tal como hubo de comprobarlo Pedro Díaz Seijas, al cual nosotros añadimos un trozo exegético, escrito  por el maestro y critico zuliano Humberto Cuenca. Con este mantuvimos una larga amistad, desde cuando estudiáramos en el Pedagógico, tan vinculado a las letras nacionales. Cuenca también había nacido en el Zulia, pero desde su juventud vino a Caracas, en donde estudiara abogacía y letras.  Desde joven hubo de distinguirse, por ser escritor del paisaje, con tendencias que fueron tan comunes para entonces.
Aprovechamos en comandita,  Humberto y nosotros, para hacer un viaje a Cuba y supimos, por entonces, que nuestro amigo, además de escribir un valioso ensayo sobre “Baralt por dentro”, ejerció la cátedra de Literatura Venezolana. Cuenca habría de morir relativamente joven y fue  - como nos consta – profesor de Derecho Procesal en la Universidad (Facultad de Humanidades), y tanto en el Liceo Andrés Bello como en el Instituto Pedagógico.
Siendo casi un púber, estuvo preso por causas políticas durante los últimos años de la dictadura gomecista, Sin embargo , además de ejercer el periodismo combativo fue entrañable cofrade de José Rafael Pocaterra y distinguido por la escritura “Biografía del paisaje”, tan elogiada por aquella época.
Nuestro viaje a Cuba – el primero – seria para comienzos del año cincuenta y nueve, un año después del triunfo de la revolución, cuando, se produce el trasiego entre la caída de Pérez Jiménez y la entrada en la Habana de los revolucionarios. Para entonces Cuenca (el joven) escribiría varios artículos acerca de La Imagen Literaria del Periodismo (1961), que mucho le interesaron a los jóvenes.
En cuanto a nosotros, ya pensábamos en redactar nuestro Bolívar en Diez Vertientes y Los Años de la Ira, con los cuales cumplimos un ciclo trifásico con Esquiles, Sófocles y Eurípides, que ahora nos llenan por demás, debido a las publicaciones de que fuimos objeto, según opinaron varios exégetas y comentaristas de Caracas y del exterior.
II
Empero regresamos al zuliano Jesús Semprúm, sobre quien – por lo que dijimos – habría que vivir en El Valle de Caracas, al igual que Fermín Toro y que otros personajes de aquella época, tan renombrados por la crítica literaria y por la historia.
 De todos en su esencia, fue conocido Semprúm y por los diferentes asuntos que el crítico del Zulia hubo de imaginar. El maestro dominaba todos los tópicos que hubo de concebir su genio creador. Si se trataba del criollismo, `el no se quedaba atrás, debido a cualquier asunto. El lo glosaba a sus anchas. Dominaba las distintas manifestaciones del idioma, y aprendió a usar el término castellano mucho  más que el español que le resultaba impropio y disonante.
Al referirse al criollismo y a sus formas elocutivas nadie había quien lo igualara. Y al referirse como lo hemos dicho, al, criollismo decía: Lo cierto es que se diferencian en cuanto a lo concerniente que las distintas formas creativas, que según él, deben ser utilizadas.
Prefería no, hablar del florecimiento de los dialectos; ni tampoco confesar como el paisajismo hubo de mantenerse despertando y excitando las tonalidades que nuestra lengua hubo de usar “El Criollismo prospera probablemente – decía – cuando atienda más a la cuestión exigida por el idioma, mucho mas que cuanto acontezca con el catalán y con otras lenguas.
El criollismo, en su esencia, llegara cuando haya que expresarlo, pero atendiendo siempre a lo que se piense, se siente y se hable, y respetando los valores cultos por encima de los otros valores incultos.
Releyendo los versos de Lazo Martí y estableciendo comparaciones con el Tabaré de Zorrilla de San Martín, Semprúm se pronunciaba por el cantor de nuestros llanos que tenía un gran parecido con el linaje de algunos españoles del renacimiento. “¿Dónde está Dios? Se preguntaba el marabino. La duda por la cual no lo veo, ultraja y perturba mi razón”. Por tanto, Semprúm  tenía mucho de descreído, como Santo Tomas, aquel del “ver y tocar para creer”.
III
Empero,  por lo que señalaban  Díaz Seijas y más el hijo adoptivo del mismo Semprúm, llamado Luis, la de vida del zuliano, antes de su llegada a Caracas (1903) ebullia como un volcán que echaba llamas por todas partes. Como también al parecer fue el mismo del poeta que muriera ahogado a la orilla del lago por entre varias razones, la del cantarle a la medianoche a la claridad de la luna como quiso hacerlo el poeta Yepes y quizás por lo distraído que fuera el creador de Anaida y de Los Ecos del Zulia, y La parábola del Tiempo, tan nombrada por la exaltación que le hiciera el parnaso venezolano en 1892.
Nadie, según lo insinuáramos ya hubo de escribir con tanto sentido de  lo creado, como le ocurriera al maestro de la crítica, nacido entre las orillas del Catatumbo y del Escalante, el maestro de maestros. Tal lo citaba el mismo de la crítica, él escribió de todo lo existente, hasta de las mujeres de Yoncalla, pueblo exuberante del estado de Oregón las cuales destacaron por la belleza que las consagrara y además por lo masculino que por lo femenino.
También era propio de tales damas, cómo las palabras suyas – las de ellas -  siempre se imponían a la de los hombres a los cuales se les consideraba, apenas, si violentos para hacer el amor. Pero para nada más.
Entre los académicos que propusieron a Semprúm para que fuese ubicado como individuo correspondiente de la Real Española, figuraba don Julio Calcaño, quien siempre habló maravillas del zuliano.
Y cuando el poeta cumanés, Juan Arcia, le comentó sus deseos fallidos de no haber sido el escogido para tan alto destino, Semprúm se ofreció a cederle su puesto con suma espontaneidad, cuestión que no pararía en nada, porque Don Jesús fue una especie de azorada maquinita para escribir, pero nunca quiso superar, en ningún género literario, a nadie.
Para concluir acerca de la idiosincrasia del tan grande Zuliano, cabria agregar cómo su prosa gustaba a todos los lectores, aunque nunca se sentía atraído por el espíritu prejuicioso de quienes repetía burlonamente aquella canción que reza: “Todo el que va a Nueva York / se pone tan embustero / que si allá lavaba platos/aquí dice que es platero…
En Nueva York no tardó tanto Semprúm; y prefirió regresar a Caracas para convertirse en medico de pobres de solemnidad. Moriría en El Valle bastante olvidado, en 1931.
Pero concluyamos, porque don Jesús fue un maravilloso intelectual – fuera de serie – y fue dueño de un estilo superior no comparable con ningún otro intelectual del siglo XX. Por esos meritos, lo ponderamos por haber sido grande entre sus conterráneos y de sumo valor para su tiempo. Dominaba a perfección el difícil arte de la escritura, aunque todavía no se le ha hecho justicia.
N.B:
Los venezolanos debemos estar alertas – “moscas” – sobre las proyectadas bases, concebidas entre los gringos y lo cachacos. Andan  detrás de nuestras soberanías y quieren liquidarlas. No olviden que a Santander se le señalaba como uno de los causantes de la muerte del Libertador. Pero se equivocan, porque, como decía Uslar Pietri, no somos ningunos pendejos. ¡Atrévanse!  .  Vale

lunes, 3 de enero de 2011

Arturo Uslar Pietri más allá del porvenir…


Mario Torrealba Lossi

I
Nuestras relaciones con don Arturo Uslar Pietri arrancan desde el año de 1945, recién llegados nosotros a Caracas, cuando hicimos accidentalmente nexos con este gran personaje de nuestras letras, recién llegados nosotros de Altagracia de Orituco.
Empezamos a conocerlo y le manifestamos que veníamos en busca del Instituto Pedagógico, con el propósito de continuar con nuestros estudios superiores; andábamos buscando rumbos con el fin de dedicarnos al profesorado y accidentalmente, Uslar Pietri venia solo con el Presidente Medina, puesto que ambos acostumbraban hacer breve pasada – antes de llegar a Miraflores – en una de las fuentes de soda que estaban cercanas al palacio presidencial. Todavía – y para entonces – no existía el Palacio Blanco, construido un poco después.
Al mencionar nuestro lugar de origen, Medina se quedo observando nuestro aspecto y luego de decirnos que él conocía nuestro pueblo ; y que justamente el Primer Magistrado visitaría al Pedagógico, con el propósito de borlar a la primera promoción de alumnos en esa Casa de Estudios. Al observar nuestro aspecto de desvalidos, el Presidente, le ordenó al recién encargado del Ministerio, nuestro caso, puesto que, desde el Táchira ya tenían conocimiento de que los guariqueños habían dado grandes figuras de las letras y de las ciencias. En especial, el Dr. José Francisco Torrealba, con quien – el Presidente y el Ministro – mantenían nexos, debido a la sabiduría de Torrealba, en su especialidad del Mal de Chagas. El mal hubo de hacer tantos daños como el paludismo, tal fue la realidad.
La celeridad y el desparpajo, mediante los cuales hablamos, influyeron, y estamos seguros, para que esta improvista entrevista terminara felizmente. Tuvimos demasiada suerte con respecto a aquel hecho fortuito y accidental. De allí en adelante, aprendimos a conocer la idiosincrasia del ilustre tachirense, que andaba solo y sin tener necesidad de ninguna compañía. Como han cambiado los tiempos, don Simón, tal hablaban con propiedad los expertos de la lengua coloquial. Nuestro oficio – de muchacho – consistía en vender las hallacas que hacia nuestra abuela. Entre los burlistas de aquel tiempo, cuando voceábamos nuestra sabrosa mercancía, no faltaba quien contestara: Hallaca “hago yo”, como pronunciando dicha frase con cierta dosis o tono escatológico.

II
Pero refiriéndonos – proseguimos – con Uslar Pietri; su padre fue jefe de edecanes o cuidadores del caudillo de La Mulera, razón por lo cual habría de comportarse con cierta pudibundez o prudencia durante los hechos del 28. Siempre, al referirse a aquel periodo, manifestaba su discreción ante tales hechos. El progenitor de Uslar se llamaba Arturo Uslar Santamaría, y su madre Helena Pietri de Uslar, muy vinculada – al igual que su esposo – con lo más granado de Maracay y Caracas.
De allí el que siendo dicho progenitor de Uslar jefe de los edecanes de dicho caudillo gomero, y conociendo éste la idiosincrasia del joven (su actitud) por lo que hemos dicho, debió ser manejada con sumo cuidado, hasta el punto de que los líderes de aquel movimiento, que tantas situaciones hubo de contraer, hicieron que Betancourt, Jovito Villalba, Miguel Otero y tantos otros de los comprometidos en los Actos de Febrero, mantuvieran con Arturo Uslar cierto distanciamiento, tanto por repetir con “Papa Gómez” cómo lo llamaban muchos, por las relaciones de dependencia que había entre el padre y el tirano de los Andes, quien tantos males le hiciera al país. Hay una profunda diferencia entre el proceder de Cipriano Castro y la conducta ejercida por el gomezalato, desde 1898 hasta 1935, lapso cuando La Rotunda y la práctica del “vidrio molido” se hicieron demasiado evidentes dentro de la crueldad política de aquellos años.
Tenía que producirse la muerte del General Gómez para que Uslar Pietri enrumbara su conducta por otros caminos. Pero – repetimos – nunca se trató ni de cobardía ni de tendencias reprochables, sino del respeto que tan grande escritor – más prestado a las letras que a la política - según lo hemos comprobado en el tiempo.
III
Además de todo lo que antecede,  las cualidades de Uslar como personaje de estilo realmente excepcionales, pues, la publicación de obras suyas tan valiosas como “Al alfarero de repúblicas”; “Antología del Cuento Moderno Venezolano”; “Apuntes Para Retratos”; “Bello y los temas de su tiempo”; “Del hacer y deshacer de Venezuela”; “Lecturas para Jóvenes Venezolanos”; “Las mejores páginas de Simón Bolívar”; “La Novela en Venezuela”; “Las Lanzas Coloradas”; “Un retrato en la Geografía”; “El Camino del Dorado”; “Las visiones del camino”; “De una a otra Venezuela”; “Letras y hombres de Venezuela”; “Tiempo de contar”; “Historia y critica de la novela en Venezuela”; “El Dios invisible”; “Treinta hombres y sus obras”; todas fueron realmente extraordinarias.
Eran tan prodigiosas sus obras, que, tanto la novela, como el cuento, la ensayística y el teatro encontraron en él fuentes muy valiosas para la imaginación. Sin lugar a dudas que, entre los escritores mayores del siglo XX vernáculo, nunca supieron de otro igual. Desde Juan Liscano, pasando por Pedro Díaz Seijas, Gustavo Díaz Solís, José Santos Urriola, Pálmenes Yarza,  Luz Machado, Ana Enriqueta Terán, Pedro Grases, Pedro Sotillo, Segundo Serrano Poncela, Juan Sánchez Peláez, Guillermo Meneses y otros muchos que se nos escapan de la memoria, elogiaron la obra de Uslar, debido a la calidad y la fluidez de su estilo. También Otto D`Sola y otros tantos se acercaron a Uslar para conocerlo a fondo y averiguarlo en la profundidad de su estilística. El móvil de Arturo Uslar se caracterizaba por ir a las distintas fuentes de la creatividad y magnificar su escritura.
La última intervención suya en la Academia de la Lengua fue, sin dudas, un dechado de inspiración y de sabiduría. Cuando lo vimos y el nos distinguió a lo lejos; comprendimos que jamás tuvimos en el presente siglo un personaje de tanta calidad intelectual y humana como Uslar Pietri. Hasta nuestro Presidente lo alabó en demasía.
En cuanto pasan los años que devienen siguiendo el curso del ayer, la obra de Uslar Pietri – si pensamos solo en ella -, habrá de tornarse en un fenómeno incomparable, que resalta por encima de los grandes del pensamiento de Venezuela y de Hispanoamérica.
Bastaría con que miráramos a través de este postigo de luz para observar a Uslar como un privilegiado. Fue realmente grande, aunque algunos nieguen el que fuera un divino de la creación. Su voz era grandilocuente y hablaba con una sencillez impresionante. No hubo otros como él.
 N.B
Pero no obstante a su perfectismo, su estilo no tuvo paragones. Siempre leyó a Marx, aunque metiéndose en las faltriqueras sus eternas dudas. Fue no obstante, un incrédulo que no creía en la vida del mas allá; y nunca se arrodillaba para hablarles a los curas de sus pecados – los suyos – puesto que el propio vivir era ya signo inequívoco del pecar. Mas allá de lo que hizo como escritor, su tesitura estética estaba por encima de todo lo posible y realizable. No seguía a nadie, pero admiraba la inteligencia que tiende a confundirse con el genio. Sus héroes literarios fueron, Cervantes, Miguel de Unamuno y Ortega y Gasset, a quienes mucho se parecía. Tenemos la impresión de que viviría tanto como para llegar a la eternidad, valor en el cual no creyó nunca. Vale.