La “Masacre de Curuguaty” y el golpe de Estado en Paraguay – PARTE I
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Por:
Antonio Guillermo García Danglades
“La Policía Nacional masacró a la gente, y es una verdadera vergüenza porque esta tierra le pertenece a los campesinos”, decía un habitante de Curuguaty, al este de Paraguay, junto a los cuerpos abandonados de dos dirigentes campesinos asesinados en los sucesos violentos conocidos como la “Masacre de Curuguaty”, donde 11 campesinos y 6 policías fueron asesinados y decenas de personas resultaron heridas.
Por
estos hechos fue juzgado y destituido una semana más tarde, el 22 de
junio de 2012, el presidente de izquierda Fernando Lugo, en un
“juicio exprés” que llevó a cabo congreso de ese país dominado
por los partidos de la oligarquía conservadora paraguaya, y que con
el apoyo de la prensa corporativista y el auspicio de Washington,
emulaba el golpe de Estado “bueno” ejecutado tres años antes en
Honduras.
Conociendo
el largo historial de autoatentados y campañas mediáticas de
Washington para justificar sus intervenciones extranjeras y,
particularmente, su participación en las experiencias golpistas en
Venezuela (2002), Haití (2004) y Honduras (2008), la escenificación
de una emboscada que propiciara un enfrentamiento entre las fuerzas
de orden público y familias campesinas, con un saldo lamentable de
muertes en ambos grupos, constituía un evento trágico ideal para la
ejecución de un golpe de Estado “bueno” en Paraguay.
Un
cable oficial de la Embajada de Estados Unidos en Asunción de fecha
28 de marzo de 2009, revelado por Wikileaks (28 de noviembre de
2010), implicaba al fallecido general golpista y líder del partido
reaccionario Unión Nacional de Ciudadanos Éticos (UNACE) Lino
Oviedo, y al ex presidente Nicanor Duarte, en la preparación de un
plan conspirativo para derrocar al presidente Lugo, que consistía en
capitalizar cualquier paso en falso que éste diese para
inhabilitarlo en el Congreso y “asegurar su propia supremacía
política”. No obstante, era muy poco lo que estos siniestros
personajes habían podido conseguir porque, a juicio del Departamento
de Estado, “Lugo había sido cuidadoso en no proveer una soga
política o legal para que fuera ahorcado, lo que había despojado a
Oviedo y Duarte de los números en el Congreso para su supuesto golpe
democrático”. Sin embargo, la Embajada advertía que “nada es
imposible en Paraguay” y, en lugar de seguir esperando por ese
“paso en falso” que no llegaba, los golpistas forzaron el evento
para provocarlo.
Dos
contundentes informes, uno elaborado por la FIAN Internacional y La
Vía Campesina (2014), y el otro por el activista de derechos humanos
Aitor Martínez (Octubre de 2012) para la Plataforma de Estudio e
Investigación de Conflictos Campesinos (PEICC), revelan de manera
detallada y descarnada lo que realmente ocurrió en Curuguaty.
El
15 de junio de 2012, a las siete de la mañana, 11 campesinos y 6
policías (1) fueron asesinados durante un operativo de desalojo
ejecutado por unas 324 fuerzas militares y policiales contra poco más
de 50 hombres, mujeres y niños de familias campesinas que habían
ocupado tierras del distrito de Curuguaty, reclamadas por la familia
del terrateniente paraguayo Blas N. Riquelme, empresario y ex
presidente del Partido Colorado. Siendo que esta ocupación no se
producía en las tierras en disputa, el juez del caso había
impartido una orden de allanamiento, la cual fue desoída por la
policía y fuerzas militares que procedieron más bien a ejecutar un
desalojo, utilizando para ello una fuerza descomunal y
desproporcionada.
Agentes
policiales del grupo antimotines emplazaron a estos campesinos a que
se retiraran de las tierras de manera pacífica, como había ocurrido
en otras ocasiones, pero en medio de la negociación, se desató una
ráfaga de balas creando el caos y la muerte.
Imágenes
de video filmadas por la propia policía muestran minutos antes de la
masacre, al grupo antimotines de la policía dando la orden de sólo
llevar “balines de gomas” y “agresivos químicos” durante el
desalojo, y garantizar los derechos humanos de los campesinos. Sin
embargo, estas mismas imágenes revelan que algunos agentes de la
policía que ejecutaban el desalojo sí estaban armados. Asimismo,
las imágenes muestran a las fuerzas policiales y militares
organizadas en dos columnas ofensivas en forma de tenazas que
sirvieron para rodear a los campesinos, dejándolos sin salida, por
lo que era imposible que éstos fueran a emboscar a las fuerzas de
orden público, aunque la versión oficial asegure que un helicóptero
que sobrevolaba la zona antes de la masacre, pudo divisar a unos 17
campesinos armados, sin identificar el tipo de armas. Las imágenes
que debió tomar la aeronave sobre este hallazgo nunca aparecieron,
supuestamente porque la cámara no funcionaba.
Las
mismas imágenes y testimonios de policías sobrevivientes demuestran
que al menos 10 efectivos tácticos estaban armados con fusiles
automáticos de asalto y en posición de ataque apuntando a los
campesinos. Incluso, varios policías y campesinos aseguran en
declaraciones tomadas por la fiscalía que habían francotiradores
apostados en lugares estratégicos que dispararon “metralletas”
indiscriminadamente contra las fuerzas policiales y campesinos por
igual.
Precisamente,
el video captado por la propia policía revela que luego de unos tres
tiros aislados, posiblemente de escopetas de salva, se produjo una
ráfaga de disparos continuados con una cadencia perfecta de 15 tiros
por segundo, provenientes de armas automáticas, específicamente,
según expertos en armas, M16 o M4 estadounidenses.
Diversas
fuentes incluso relatan que inmediatamente después de los sucesos,
se produjeron torturas y ejecuciones, y una cacería humana contra
los sobrevivientes de la masacre, aprovechando que no existía ningún
operativo oficial para custodiar la zona, presuntamente para permitir
la fuga de los verdaderos responsables.
Llegados
a la capital Asunción los primeros reportes de Curuguaty, el
presidente Lugo se apresuró a manifestar en un breve comunicado su
“absoluto respaldo” a las fuerzas de seguridad, extendiendo el
pésame a los familiares de los policías caídos. Sin embargo, en la
medida en que los detalles de la matanza comenzaban a ser conocidos,
crecía la indignación de la opinión pública.
Abrumado
por los irrefutables hechos, Lugo designó a un nuevo ministro del
Interior, el ex Fiscal General del Estado, Rubén Candia Amarilla, y
reemplazó al comandante de la Policía Nacional. Asimismo, anunció
la creación de una comisión especial para investigar lo ocurrido en
Curuguaty con el apoyo a la OEA. Pero no fue suficiente. Al igual que
sucedió en Honduras, Lugo fue sometido a un proceso de
inhabilitación parlamentaria exprés que culminó con su destitución
el 22 de junio de 2012.
Esto
provocó el rechazo abrumador de toda América Latina. La Unión de
Naciones Suramericanas (Unasur) lo condenó categóricamente, al
tiempo que el Mercado Común del Sur (Mercosur) suspendía al
Paraguay de su participación en este esquema de integración. Por su
parte, los países del ALBA, conjuntamente con Argentina y Brasil, no
dudaron en calificar lo sucedido en Paraguay como un claro golpe de
Estado.
Como
era de esperarse, Estados Unidos evitó condenar el golpe en
Paraguay, expresando de manera muy tibia su preocupación por el
“rápido” proceso de inhabilitación de Lugo. La portavoz del
Departamento de Estado, Victoria Nuland, dejó claro que Estados
Unidos no condenaría el golpe ni tomaría acciones apresuradas, sino
que evaluaría la situación “lenta y cuidadosamente”. No por
casualidad, la misma posición fue asumida por el entonces Secretario
General de la Organización de Estados Americanos (OEA), José Miguel
Insulza, quien manifestó que, a diferencia de Unasur y Mercosur, la
OEA no condenaría el golpe ni suspendería a Paraguay de la
organización porque “crearía más problemas en el país y lo
aislaría regionalmente”, aunque la ruptura de su orden democrático
y constitucional fuera más que evidente.
En
su trabajo “Un Golpe por la Tierra”, el periodista británico
Benjamin Dangl (16 de julio de 2012), asegura que detrás de los
acontecimientos de Curuguaty que condujeron al golpe de Estado, “hay
un conflicto por el acceso a la tierra, la cual representa el poder y
el dinero para las elites, la supervivencia y la dignidad para los
pobres, y ha estado en el centro de importantes batallas políticas y
sociales en Paraguay durante décadas”, y que para entenderlo, “hay
que echar un vistazo a la historia de la guerra por los recursos
naturales de Paraguay, por la tierra (…) y a la historia de la
resistencia de una comunidad agrícola (…)”.
Dangl
afirma que desde los años ochenta, grupos militares y paramilitares
vinculados a terratenientes y grandes empresas habían desalojado por
la fuerza a más de 100 mil pequeños agricultores e indígenas, y
asesinado a cientos de líderes campesinos con total impunidad en el
país más pobre de Suramérica y con las más altas tasas
desigualdad, particularmente en lo correspondiente a la tenencia de
la tierra.(2)
En
este contexto de exclusión y desigualdad, el ex sacerdote de
izquierda y defensor de la Teología de la Liberación, Fernando
Lugo, llegaba al poder con la promesa de realizar una necesaria
reforma agraria. Fue democráticamente electo presidente en 2008,
poniendo fin a más de seis décadas de dominación del oligárquico
y reaccionario Partido Colorado. No obstante, el ex sacerdote nunca
contó con el apoyo de una organización política estructurada, lo
que incidió a que se aislara progresivamente de las decisiones
políticas de gran envergadura. A diferencia de los procesos
constituyentes que se realizaron en Bolivia, Ecuador y Venezuela, que
garantizaron la continuidad de un proyecto de desarrollo volcado
hacia la justicia social, Lugo mantuvo intacta la estructura del
Estado burgués y permitió la participación en el gobierno de la
vieja clase política conservadora encarnada en su vicepresidente
Francisco Franco y en los ministros del Partido Liberal Cándido Vera
Bejarano en Agricultura y Ganadería, Blas Llano en Justicia y
Trabajo y Martín Heisecke en Industria y Comercio, los
socialdemócratas Alejandro Hamed como Canciller del Partido del
Movimiento al Socialismo (PMAS) y Rafael Filizzola en Interiores del
Partido Democrático Progresista (PDP), y el general Luis Nicanor
Bareiro Spaini en Defensa y Horacio Galeano Perrone en Educación,
ambos del Partido Colorado que además gozaba de la mayoría absoluta
en el Congreso.
El
aislamiento de Lugo en el ejercicio efectivo del poder, conllevó a
que su gobierno siguiera los lineamientos del Fondo Monetario
Internacional y Banco Mundial y continuara con los procesos de
privatización, entre otras medidas de corte neoliberal. Incluso
llegó a dictar una “ley antiterrorista” bajo el asesoramiento
del gobierno colombiano dirigido por el entonces presidente Álvaro
Uribe, conocido por sus nexos paramilitares. En este contexto, Lugo
solo estuvo en capacidad de maniobrar para evitar que algunas nuevas
políticas neoliberales pudieran ser aplicadas en detrimento de la
población. En este sentido, rechazó el uso de pesticidas,
agroquímicos y semillas transgénicas por parte de corporaciones
multinacionales, particularmente del gigante corporativo Monsanto, lo
que algunos analistas atribuyen como el disparador que finalmente
activó el golpe en su contra.
Entretanto,
la prometida reforma agraria se estancaba en un letargo burocrático
que le impedía avanzar, al tiempo que la derecha enquistada en el
gobierno comenzaba a ejercer una política de represión y
criminalización de los movimientos campesinos, haciendo que Lugo
también se alienara de la clase social que lo había llevado al
poder con los votos.
Las
abrumadoras evidencias demuestran que, efectivamente, la “Masacre
de Curuguaty” no fue un montaje. La misma tuvo su origen en la
confrontación histórica entre la clase oligárquica paraguaya y los
“condenados de la tierra” como bien los llamaba el pensador
revolucionario martiniqueño Frantz Fanon. No obstante, sería un
error afirmar que esta disputa de tierras fue el motivo principal del
golpe, aunque sí constituyó el evento catalizador de la derecha
oligárquica paraguaya para sacar del poder a un presidente soberano
que representaba un obstáculo a la creciente ocupación militar de
Estados Unidos en América Latina y el Caribe en su ofensiva
hegemónica.
Notas
(1) Entre los 6 policías asesinados, se
encontraba el comisario Erven Lovera, hermano del teniente coronel
Alcides Lovera, jefe de seguridad del presidente Lugo.
(2) De acuerdo al experto brasilero João
Pedro Stedile (18 de Julio de 2012), del Movimiento Sin Tierras,
“Paraguay es el país de mayor concentración de la tierra en el
mundo. De sus 40 millones de hectáreas, más de 31 millones son de
propiedad privada, donde apenas el 2% de los propietarios son dueños
del 85% de las tierras, mientras que la población campesina solo
cuenta con el 6%. El informe “Sector Rural Paraguayo: Una visión
general para un diálogo informado” del Programa para el Desarrollo
de Naciones Unidas (PNUD), indica que el coeficiente Gini de
concentración de tierras en Paraguay es del 0.94, lo que se traduce
en prácticamente total desigualdad de la tierra.
Referencias
Dangl, Benjamin (16 de julio de 2012) “A
Coup Over Land: The Resource War Behind Paraguay’s Crisis”.
Upsaide Down World.
http://upsidedownworld.org/main/paraguay-archives-44/3758-a-coup-over-land-the-resource-war-behind-paraguays-crisis
EA (8 diciembre de 2010) “Políticas
de Seguridad y Derechos Humanos en el Gobierno de Fernando Lugo”.
http://ea.com.py/v2/politicas-de-seguridad-y-derechos-humanos-en-el-gobierno-de-fernando-lugo/
FIAN Internacional y La Vía Campesina
(2014) “Conflictos Agrarios y Criminalización de Campesinos y
Campesinas en Paraguay: El Caso Marina Kue y la Masacre de Curuguaty”
(Serie Tierra y Soberanía en las Américas, No. 6) Oakland, CA: Food
First/Institute for Food and Development Policy y Transnational
Institute.
http://viacampesina.org/es/images/stories/pdf/Curuguaty-FIAN-FoodF.version%20final.pdf
Fuentes, Federico (15 de julio de 2012)
“Paraguay: US makes gains from coup against Lugo”. Green Left
Weekly. https://www.greenleft.org.au/node/51636
Irala, Abel (2010) “Los Nuevos Rostros
de la Militarizacion”. Servicio Paz y Justicia Paraguay, SERPAJ-PY.
http://www.serpajpy.org.py/wp-content/uploads/2013/04/Los-nuevos-rostros-militarizacion.pdf
Kozloff, Nikolas (8 de julio de 2012)
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https://en-maktoob.news.yahoo.com/behind-paraguayan-coup-203039785.html
Martínez, Aitor (Octubre de 2012)
“Informe: Masacre de Curuguaty”. Plataforma de Estudio e
Investigación de Confl ictos Campesinos (PEICC)
Méndez Grimaldi, Idilio (27 de junio de
2012) “Monsanto golpea en Paraguay: Los muertos de Curuguaty y el
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http://www.rebelion.org/docs/151721.pdf
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http://www.counterpunch.org/2015/03/18/u-s-interventions-in-venezuela-peru-and-paraguay/
Wikileaks (28 de noviembre de 2010), “US
Embassy Asuncion cable dated 28 March 2009, 09ASUNCION189, Paraguayan
Pols Plot Parliamentary Putsch”. 28 de marzo de 2009.
https://wikileaks.org/plusd/cables/09ASUNCION189_a.html
Publicación Barómetro 04-07-16