Por Emilio Marìn: Ucrania, un conflicto gravísimo donde EE UU pierde posiciones
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 11 febrero, 2015 a las 18:06
Hollande
y Merkel desarrollaron gestión mediadora
La
reciente gestión de Francois Hollande y Angela Merkel para
encarar una gestión de paz en Ucrania y Rusia. Alegaron que hay
posibilidades una guerra, que puede extenderse y generalizarse, lo
que sería una perspectiva muy negativa. Por lo tanto tratan
de interesar al presidente ucraniano, Petro Poroshenko, y al ruso
Vladimir Putin, en un acuerdo negociado, logrando una reunión de
Hollande, Merkel, Putin y Poroshenko en Ucrania, para profundizar el
tema.
Toda
gestión de paz debe ser bienvenida. Eso no significa que el galo y
la germana sean palomas de la paz ni candidatos al Premio que
entrega la academia sueco-noruega. La Unión Europea que ellos
representan viene tomando nota que las sanciones económicas que
votó promediando contra Moscú en 2014 como castigo por su rol en
la crisis ucraniana, fueron como un bumerán.
Se
los había anticipado el primer ministro Dmitri Medvedev: como Rusia
había respondido cortando compras a Europa, ésta tendría un
perjuicio de 50.000 millones de dólares en 2014 y de 62.000
millones en 2015. Y así viene ocurriendo. Francia y Alemania son
imperiales pero no tontas. Ahora con esta gestión diplomática ven
si puede haber algún arreglo: sus economías no están como para
ignorar el impacto de ese menor comercio y provisión a Rusia.
Lo
segundo que conviene precisar es que los viajeros llevaron un
borrador de nueve puntos que no les pertenece. El autor es Putin,
quien logró formar en setiembre de 2014 un grupo de contacto en
Minsk entre las partes en pugna en Ucrania. Allí se firmó un
primer compromiso favorable, proclamándose un alto al fuego y el
retiro de las armas pesadas de la zona este. O sea en las regiones
de Donetsk y Lugansk, donde se han proclamado desde abril sendas
repúblicas populares y opuestas al gobierno central de Kiev.
El
problema es que lo de Minsk no fue respetado. Cada parte le echó la
culpa a la otra. Cuando se reanudaron las hostilidades, los
regimientos del gobierno central llevaron la peor parte. Los
federalistas les impusieron numerosas bajas. De allí el apuro del
presidente ucraniano por ingresar a la OTAN y tener mayor apoyo
militar de sus socios, especialmente de Estados Unidos.
Lamentablemente
para Poroshenko no todo el poder estadounidenses estuvo de acuerdo
con la provisión bélica que pedía. Hasta el momento Barack Obama
fue reticente, aunque hay una fuerte presión para que revise la
postura. Los republicanos y parte de los demócratas votaron en
diciembre pasado un paquete de ayuda por 350 millones de dólares
para el gobierno central de Ucrania. Y varios están dispuestos a
entregar sistemas antitanque y antiaéreos, radares y drones por
3.000 millones de dólares
División
muy pronunciada
Estuvo
en Kiev el secretario de Estado John Kerry, a quien Poroshenko y el
primer ministro Arseni Yatseniuk apremiaron con su pedido de armas.
Kerry dijo que Obama está a punto de tomar una decisión al
respecto. Como corroborando esa posibilidad, en una reciente
audiencia en el Senado norteamericano, el candidato a nuevo jefe del
Pentágono, Ashton Carter, dijo: “me inclino por abastecerlos con
armas, incluidas las que seguramente abordaba su pregunta: armas
letales”.
La
teoría justificatoria de estos segmentos más belicistas es que en
el este ucraniano no están enfrentando rebeldes autonomistas sino
lisa y llanamente a las tropas rusas camufladas con armamento
propio. No pueden admitir que sean los rebeldes quienes les hayan
obligado a huir varias veces de la zona, con muchas bajas (hasta el
momento hay unos 5.500 muertos en total, pero últimamente la mayor
parte corresponde a soldados ucranianos).
El
gobierno de Kiev viene haciendo los deberes tal como lo solicita la
Unión Europea y la OTAN. En diciembre modificó la Constitución,
donde en 2010 el anterior presidente Viktor Yanukovich había
estampado una definición estatal como nación “No Alineada”. Al
derogarse esa ley el país quedó en condiciones de pedir su ingreso
a la OTAN, pero no hay unanimidad en darle la membresía. Es que
desde Moscú se advirtió que ese ingreso revocaría los acuerdos de
la entidad atlántica con Rusia, firmados en 1997, y que se
romperían relaciones con todo estrépito. Los rusos no quieren
tener el filo de la organización militar liderada por EE UU en sus
fronteras...
Las
sanciones europeas, lejos de disuadir a los rusos y hacerlos
prescindentes en la crisis ucraniana, los deben influir en sentido
contrario, no tanto por solidarios sino por su propia seguridad
nacional.
No
hay militares rusos en aquellas dos regiones que bregan por su
autonomía. Sí los hay en Crimea, la única región -de origen
ruso- que plebiscitó y votó al principio de esta crisis salirse de
Ucrania y volver al seno ruso. Allí sí hay bases, armas y soldados
rusos; en los otros frentes de este conflicto Poroshenko y sus
aliados europeos y yanquis no han podido demostrar la existencia de
una sola unidad rusa.
Y
allí se produce una falta de sintonía entre estadounidenses y
europeos, o al menos con franceses y alemanes. Éstos últimos no
están de acuerdo en profundizar las sanciones contra Moscú y menos
aún encarar un camino de mayor confrontación bélica. De allí que
retomaran el plan de 9 puntos auspiciado por Putin en Minsk, cuyo
aspecto central satisfaría a Kiev al contemplar la integridad
territorial de Ucrania, pero a su vez concedería mayor autonomía a
las zonas insurrectas de Donetsk y Lugansk.
No
se puede dar una opinión definitiva sobre si ese arreglo pacífico
será eficaz. Por lo pronto ya capotó una vez en setiembre pasado.
En principio el cronista descree de esa perspectiva unificadora en
Ucrania, porque son muy opuestas las posiciones políticas y de
clase entre Poroshenko-Yatseniuk y los líderes de las repúblicas
populares del Este. Los primeros están con el FMI y el Banco
Mundial, aplican sus recetas y quieren entrar a la OTAN; los otros
se oponen firmemente a esas políticas. Y encima tales diferencias
se han regado con mucha sangre, floreciendo odios ancestrales.
Pieza
importante
¿Que
tiene de importante Ucrania, que hace de este conflicto armado un
asunto de gran interés internacional?
Se
dijo que es un país fronterizo con Rusia, con la que formaba parte
de la URSS en tiempos más felices para esos países. Contra todo lo
que se diga de José Stalin, ya en 1921, o sea antes de la fundación
de la URSS, abogaba por tener más flexibilidad y no rusificar
Ucrania, que tenía cada vez más rasgos propios, decía.
Es
uno de los principales productores y exportadores mundiales de maíz,
trigo y otros cereales, y cuenta con 32 millones de hectáreas de
superficies cultivables, lo que supone un tercio del total de
tierras cultivables de la Unión Europea.
Desde
la debacle del socialismo en el Este, pero sobre todo tras el
derrocamiento de Yanukovich, a principios de 2014, por negarse a
firmar un pacto leonino con Europa, el país se desbarrancó hacia
el capitalismo y los negocios con las multinacionales, todo en línea
con la receta fondomonetarista. Hay informaciones de que Cargill,
Monsanto y DuPont han entrado a pisar fuerte en el agro-business del
país.
Una
nota de Frederic Mousseau publicada el 3/2 por IPS, ejemplifica con
Cargill, “que ha adquirido una participación en UkrLandFarming,
la mayor compañía agroindustrial del país”. Añade: “Cargill
posee ahora cuatro elevadores de granos y dos plantas procesadoras
de aceite de girasol, y en diciembre de 2013 adquirió 25 por ciento
de una terminal en el puerto de Novorossiysk, en el mar Negro, con
capacidad para procesar 3,5 millones de toneladas anuales de
granos”.
Debe
ser por esa importancia geopolítica y económica que una parte de
la clase dominante norteamericana y europea está dispuesta a
guerrear con Moscú. Esas voces retumbaron en Bruselas en la última
reunión de ministros de Defensa de la OTAN. El secretario general
de la entidad, el noruego Jean Stoltenberg, impulsó llevar de
13.000 a 30.000 el número de integrantes de una fuerza de
despliegue rápido, con un componente de 5.000 hombres que se
podrían emplear a dos días de comenzado un conflicto armado.
Stoltenberg blanqueó que esa creación militar “es una respuesta
a las acciones agresivas de Rusia, que violó la ley internacional y
anexó Crimea”.
Las
6 estaciones de mando de tal fuerza estarán todas en ex países
socialistas de Europa Oriental: Bulgaria, Estonia, Letonia,
Lituania, Polonia y Rumania. Pero los soldados estarán en el sector
occidental, para no dar argumento a Moscú a romper las relaciones
por violación al acuerdo mencionado de 1997.
Más
allá de esos subterfugios atlantistas, el conflicto armado en el
este de Ucrania comenzó con el golpe de Estado de febrero pasado
contra Yanukovich y por la negativa de las autoridades golpistas a
atender los reclamos federalistas del este y sur de Ucrania.
Las
brechas y diferencias al interior de las autoridades de EE UU y
entre éstas y sus socios de Francia y Alemania son un factor
favorable para que Poroshenko no pueda aplastar la rebelión de
Donestk y Lugansk.
Los
intimida que el Ejército ruso sumará 24 sistemas de misiles
balísticos intercontinentales Yars este año y piensa fabricar en
2020 un nuevo misil, superior, llamado Sarmat. El miedo no es
zonzo...
ortizserg@gmail.com