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sábado, 11 de octubre de 2014

Miguel Guaglianone: Matrices y mitos mediáticos


Miguel Guaglianone: Matrices y mitos
mediáticos

Realidad virtual y manipulación
Hegemonía mediática, manipulación y dominación

Uno de los graves problemas de nuestros tiempos está centrado en el papel de los medios de comunicación de masas en la sociedad actual, los cuales se han constituido en herramientas de los poderes establecidos para mantener la dominación sobre grandes grupos humanos. 

El sistema en que los medios generan dominación se apoya en lo que podemos llamar “hegemonía mediática”. Siete grandes corporaciones transnacionales generan hoy entre el 80%  y el 90% de toda la “información” que despliegan y manejan los medios de comunicación en todo el mundo. Estas corporaciones que aparentemente serían competidoras, en realidad están hermanadas por objetivos e intereses comunes. Comparten no solo criterios y métodos, sino también formatos informativos y están íntimamente relacionadas entre ellas a nivel corporativo. Y a diferencia de lo que pareciera, no son corporaciones especializadas. Cuando se las investiga, cada una de ellas muestra vínculos con los demás sectores corporativos. Un ejemplo es la Casa Disney, que aparenta ser una corporación de comunicación y entretenimiento, pero que tiene intereses directos entre otros en fábricas de armas, de productos de consumo y en transnacionales petroleras. Cuando esa hegemonía realiza su sistemática y cotidiana repetición, no solo de información sino además de opiniones, creencias, hábitos y valores, va generando una visión del mundo o cosmovisión (Weltanschauung, dirían los filósofos alemanes) que imponen a nivel global.
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La Guerra de Cuarta Generación
Este proceso de conquista de las almas, las emociones y los pensamientos de las gentes es tan concreto, que los propios teóricos de los poderes centrales lo han considerado como una nueva cara de la guerra global (en la cual están empeñados esos países, sobre todo los EEUU). En 1989 especialistas del Ejército y la Infantería de Marina de los EEUU en el Pentágono emitieron un documento  que llamaron “El rostro cambiante de la guerra, hacia la cuarta generación”. Dos años después el profesor Martín Van Creved de la Universidad Hebrea de Jerusalén, complementó el modelo teórico en un libro llamado “La transformación de la guerra”. 

En la Guerra de Cuarta Generación “Las tácticas y estrategias militares son sustituidas por tácticas y estrategias de control social, mediante la manipulación informativa y la acción psicológica orientada a direccionar la conducta social masiva. Los blancos ya no son físicos, sino psicológicos y sociales. El objetivo no apunta a la destrucción de elementos materiales e infraestructuras, sino al control de cerebro humano… Las grandes unidades y equipos militares son sustituidos por un gran aparato mediático compuesto por las grandes cadenas y estudios de prensa, radio y televisión.  Las consignas e imágenes sustituyen a las bombas, misiles y proyectiles….” 

La realidad virtual
Para lograr esta conquista a nivel psicológico y emocional, uno de los recursos que la hegemonía mediática emplea es no solo la manipulación interesada de la información (que ella mismo genera), sino la creación de un discurso coherente que implica además de los elementos informativos, también aquellos que tienen que ver con creencias, saberes, conocimiento, valores y pautas de conducta social. El objetivo que logran es generar a través de los medios, una “realidad” que no es real, sino producto de la producción mediática (que llamamos “realidad virtual”). Este es un proceso de alta complejidad, que no solo se realiza a través del uso de tecnologías de última generación, sino que implica una planificación y producción altamente tecnificada. Un famoso ejemplo entre muchos otros de creación de realidad virtual fue la invasión realizada por los EEUU a Somalia en 1992, cuyo desembarco fuera grabado por CNN como una producción de Hollywood, y que tal como en una de ellas tuvo que repetir el movimiento de las tropas, porque un súbito cambio de clima alteró las condiciones de iluminación y estropeó las primeras tomas.

Matrices y mitos mediáticos
Uno de los principales elementos para poder crear esa realidad virtual es la elaboración de matrices y mitos por parte de los “creadores” de la comunicación hegemónica. ¿A que nos referimos con esto? A que se elaboran como “verdades” informaciones, conceptos, opiniones e ideas que se presentan como realidades, y que se convierten en ellas a través de la repetición sistemática. Se usa el principio que “Una mentira mil veces repetida se transforma en una verdad” (frase atribuida a Joseph Goebbels, Ministro de Propaganda del régimen hitleriano de la Alemania nazi, pero que en realidad nunca pronunció, aunque sí sentó sus principios). Se crean así “matrices de opinión” que se presentan como verdades evidentes (se dice, los expertos dicen, el mundo sabe, etc.). Ellas van a determinar los conceptos y juicios que los receptores desprevenidos usarán para “entender” el mundo que le presentan los medios corporativos. Complementan las matrices conceptos más puntuales, los “mitos mediáticos”, que también se comunican como verdades evidentes.

Algunos ejemplos
Vamos a analizar a vuelo de pájaro algunos ejemplos para hacer más clara su existencia y su uso y mostrar como algunas de las ideas y conceptos que representan se concatenan para formar una especie de red que en gran medida define una realidad virtual.
•             La “Comunidad Internacional” Según las cadenas de medios, el mundo en que vivimos está organizado coherentemente en una Comunidad Internacional que incluye a la mayor parte de los estados del mundo. Su opinión sería por supuesto la de la Humanidad en su conjunto. Esto permite le permite determinar quienes están dentro de sus criterios y quienes están afuera. Este abstracto organismo tiene el poder de representar la opinión mundial. Aunque ella sólo se expresa a través de los medios de comunicación, dónde desde los informativos hasta los “expertos” se erigen como sus voceros autorizados. La Organización de las Naciones Unidas (ONU) sería el organismo seno de esta Comunidad. Todo esto es falso. No existe una Comunidad Internacional organizada. La ONU es una organización manejada realmente por su Consejo de Seguridad, dónde cinco naciones (Estados Unidos, Inglaterra, Francia, Rusia y China) solamente tienen poder de veto. No pueden tomarse decisiones internacionales si esas cinco naciones no están de absoluto acuerdo. La Asamblea General de la ONU que reúne a más de 190 países, y que sería realmente quien representaría esa comunidad, no tiene ningún poder real sobre lo que sucede en el mundo. Sus resoluciones son meramente declarativas, y no se cumplen si no interesa a los países centrales (Recuérdese las múltiples resoluciones sobre Israel y Palestina, o sobre el bloqueo que hace más de medio siglo EEUU mantiene sobre Cuba, y etc., etc.). La verdad de este mito mediático es que la famosa Comunidad Internacional no responde más que a las necesidades y a los intereses de los EEUU y sus países adláteres (Europa, Japón y algunos más). Sirve para justificar realmente las necesidades de la política exterior de los Estados Unidos.

•             Los “Derechos Humanos” Se supone que la sociedad actual está regida por ciertos principios comunes, que comienzan por el respeto a los Derechos Humanos. Los Derechos Humanos son una idea surgida en la Europa del siglo XVIII en la Revolución Francesa, y existe una Declaración de los Derechos Humanos de la ONU realizada apenas finalizada la Segunda Guerra Mundial. En nombre de los derechos humanos se interviene política, económica o militarmente en aquellos países o Estados que se dice “no los respetan o los violan”. Esto también es falso, los Derechos Humanos no pasan de ser una declaración o una aspiración que en los hechos no tiene peso real. La verdad es que no se respetan en la mayoría de los lugares del planeta. Aún aquellos Estados que tienen una legislación expresa para defenderlos, permiten que los gobiernos los violen cuando existen “Razones de Estado”. La verdad es que los principales países que “defienden e imponen” los derechos humanos, son quienes en realidad no los cumplen. Baste recordar como ejemplos que en los propios EEUU sigue vigente (aunque poco se hable de ella) la Ley Patriot, que viola expresamente con el pretexto del terrorismo, todos los derechos humanos de sus ciudadanos; o que la Cárcel de Guantánamo y las demás prisiones secretas de la CIA tienen institucionalizada la tortura. O que aún la respetable España, en nombre de “la ley” impide a sus ciudadanos ejercer su derecho a expresar colectivamente su opinión. Estos son solo algunas muestras de una interminable lista que prueba la no vigencia de los tan mentados Derechos Humanos y la falsedad de su mito.

•             La “Democracia” También se supone que la mejor forma de gobierno, a la que toda la Humanidad debería acceder es La Democracia, así con mayúsculas según los medios. En su nombre se tumban gobiernos, se hacen guerras, se desestabilizan países y se intervienen otros, para imponer “la democracia que los pueblos reclaman”. La verdad es que la democracia a la que se refieren es una versión actual de la democracia liberal de partidos que fue inventada también en la Revolución Francesa. El sistema de gobierno de la “libertad, igualdad, fraternidad” y “del pueblo, por el pueblo y para el pueblo” se ha convertido en el monopolio de una clase política, que en general solo permite la consulta electoral cada cierto tiempo de los candidatos que ella misma elige, y que por ejemplo hoy en Europa ha impuesto el más crudo sistema neoliberal beneficiario de los grandes capitales financieros que está acabando con todas las conquistas sociales logradas durante más de un siglo y medio de luchas sindicales y políticas. En los propios Estados Unidos, que se supone la “gran democracia del Norte”, los ciudadanos tienen casi nulo poder de decisión sobre la elección de sus mandatarios. Un bipartidismo cerrado impone sus candidatos producto del equilibrio de fuerzas de capitales y grupos de poder internos, como única opción de participación popular cada cuatro años. Con el tiempo, sus candidatos constituyen una dosis de lo mismo. La mejor prueba es que los gobiernos del demócrata Obama han ido más allá en la violación de todos los acuerdos y legislaciones internacionales (y haciendo guerras) que los del Republicano (y supuestamente más de derecha) George W. Bush. Este mito se hace tan fuerte, que se pretende imponer un sistema moderno inventado en Occidente, a culturas mucho más antiguas a las cuales el sistema les es absolutamente ajeno.
•             La “Demonización” Otro de los sistemas de matrices que utiliza sistemáticamente la hegemonía mediática es el de la Demonización. A los enemigos de los países centrales se les convierte en “el malo de la película”. Desde George W. Bush creando el “eje del mal”, hasta los actuales “Estados Forajidos”, los medios convierten a los adversarios políticos de los poderes centrales en demonios que el mundo tiene la obligación de combatir. Así se ha hecho en Latinoamérica con los gobiernos de Venezuela, Bolivia y Ecuador, todos ellos producto de elecciones populares, pero ello no importa para calificarlos de “despóticos” o “populistas”. En el caso particular de Venezuela, todavía los medios corporativos usan el mito de que sus gobiernos son “dictatoriales”, aún cuando hayan sido producto de ganar en 15 años 18 de 19 elecciones, avaladas como transparentes por organismos internacionales neutrales. Igualmente con el gobierno de países emergentes, como Rusia o China, a los cuales se presenta como “no democráticos, crueles, etc.”. El caso particular más grueso en la actualidad es el de la demonización del Islam. Un serio estudio de cómo funciona esta puede consultarse en el artículo Fundamentalismo islámico: una creación mediática, del escritor y periodista Marcelo Collussi.  Incluida la demonización de algunos como el Estado Islámico cuya peligrosidad es evidente, pero cuya realidad los medios se han empeñado en ocultar bajo la matriz de “grupo terrorista” que no nos permite llegar a entender el proceso social que produce no sólo sus desconcertantes triunfos militares, sino el atractivo que ejerce sobre jóvenes de Occidente que intentan incorporarse a su lucha. La demonización crea entonces matrices de opinión descalificantes y mentirosas de los adversarios, y si bien esto ha sido parte en otras épocas de la propaganda de guerra, lo preocupante es que su institucionalización cotidiana avala un estado de guerra continua y sin fin en la que nos han sumergido los poderes centrales.

En  definitiva, esperamos haber logrado mostrar someramente como la manipulación que ejercen los medios utiliza estos falsos elementos para modificar nuestra percepción del mundo y sus acontecimientos y la gravedad del asunto.
miguelguaglianone@gmail.com 


domingo, 28 de septiembre de 2014

Miguel Guaglianone: Estados Unidos: apagando el fuego con gasolina

Miguel Guaglianone: Estados Unidos: apagando el fuego con gasolina
Enviado por Barometro Internacional el domingo, 28 septiembre, 2014 a las 11:53

Ahora Estados Unidos, acompañado por una nueva “coalición” inventada para la situación (que incluye a varios países árabes del Golfo y que mientras esto se escribe nos enteramos que contará con la colaboración del Reino Unido), está realizando bombardeos en el Norte de Siria, con el pretexto de combatir al Estado Islámico. Otra vez se repite la huida hacia adelante: a los graves problemas en el Medio Oriente (la mayoría de los cuales son responsabilidad de la injerencia estadounidense) se responde con una única fórmula, más bombardeos por aquí y por allá, como si las bombas y los cohetes fueran capaces de solucionar conflictos que van mucho más allá de lo meramente militar.
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Mientras tanto en la Asamblea General de las Naciones Unidas la condena a esta política exterior de guerra generalizada y sin sentido es mayoritaria, la Casa Blanca sigue con sus oídos sordos a cualquier reclamo o crítica.
Cristina Fernández, Dilma Roussef, Evo Morales, Nicolás Maduro (Michel Bachelet en forma más “ligth”) desde nuestra Latinoamérica, fueron unánimes en condenar la intervención de los Estados Unidos en los críticos sucesos del Medio Oriente y Ucrania.
Por su parte, en una excelente intervención, el presidente de Irán Hassan Rouhani responsabilizó directamente a Estados Unidos por haber propiciado, junto a otros países de Occidente y algunos países árabes, el surgimiento del “terrorismo” (léase fundamentalmente el Estado Islámico). Dijo: "Ciertas agencias de inteligencia han puesto navajas en manos de locos que hoy día no perdonan a nadie", y acusó: "Todos aquellos que desempeñaron un papel para fundar y apoyar a estos grupos de terror deberían reconocer sus errores". Igualmente condenó los bombardeos a Siria (ya hace unos días el ayatolá  Alí Jamenei, máxima autoridad de la dirigencia iraní, había explicado que estos bombardeos eran parte de una estrategia de los EEUU para intervenir a su gusto en Siria e Irak, y que Irán se oponía firmemente a ella).
Pero nada detiene a Barak Obama (ni a los poderes reales que están detrás de él) en su desenfrenada agresión hacia el resto del mundo. Sin tener para nada en cuenta leyes y tratados internacionales (la jurisprudencia internacional es en gran medida un mito mediático) y violando soberanías, sin tener la anuencia del gobierno de Damasco (al que –reafirmado por declaraciones de Obama en estos días– pretenden tumbar), los Estados Unidos realizan bombardeos (puntuales) en territorio sirio.
Curiosamente, la mitad de estas acciones militares se realizan sobre instalaciones petroleras que están en poder del Estado Islámico, con la excusa de dejarlos sin recursos para su financiamiento, pero ¿quiénes son los mayores beneficiarios del cese de actividad de estas instalaciones? “Casualmente” las dos grandes compañías petroleras norteamericanas que operan en la región, manejando los pozos que Estados Unidos le quitara al gobierno de Irak, la Chevron y la Exxon. De la misma forma que los bombardeos de los Estados Unidos en el territorio de Irak están orientados sobre todo a evitar que el Estado Islámico se apodere de las instalaciones en poder de sus corporaciones, en el lado sirio los bombardeos eliminan competidores directos.
Y lo más grave es que estos bombardeos que EEUU califica de “limpios”, dejan siempre, inevitablemente víctimas civiles, de las cuales no sólo es de lamentar la pérdida de vidas humanas inocentes, sino que sus sobrevivientes se van a transformar en gran medida en futuros combatientes contra los propios Estados Unidos.
Así ha sucedido sistemáticamente en todo Medio Oriente con las agresiones militares y los asesinatos selectivos de Washington, El propio Osama Bin Laden cambió de bando y se trasformó en enemigo cuando familiares y allegados suyos fueron muertos por acciones estadounidenses. Y el recién nombrado Califa del Estado Islámico, Abu Bakr al-Baghdadi, estuvo diez años prisionero de la CIA, y es uno de los torturados en la famosa prisión de Abu Graib.
No solamente los Estados Unidos han creado, propiciado y financiado a grupos extremistas que luego se convirtieron en sus enemigos y llevan adelante su propia agenda, sino que han venido sembrando la región de muertos, heridos y torturados (numerosas veces inocentes), que se han convertido por esto (ellos y sus familiares) en sus más feroces adversarios.
Pero como ya analizáramos en otras ocasiones, esta disparatada política exterior sigue ciegamente adelante (sobre todo en los períodos presidenciales de Barak Obama) a pesar de dejar resultados contraproducentes a sus propias intenciones y objetivos. Hemos manejado la hipótesis que la razón de esta sinrazón es fundamentalmente la desesperación que produce la progresiva pérdida del poder hegemónico de los Estados Unidos en el mundo, y el ascendente protagonismo de nuevos actores en el panorama geopolítico global que no obedecen a sus intereses ni sus órdenes. Y que quede claro que esa pérdida de poder hegemónico no es solamente una opinión nuestra (y de otros numerosos analistas), sino que el propio Henry Kissinger –al que nadie se atrevería a catalogar como adversario de los Estados Unidos– se encarga de mostrar en profundidad en su último libro.
Sea ésta o no la razón de la progresiva siembra de caos y desolación a lo largo y ancho del planeta, lo cierto es que no parecen dispuestos ni a detenerse ni a cambiar de rumbo. Sólo siguen ofreciendo más de lo mismo: guerra, devastación y muerte.
Lo del título: los Estados Unidos están intentando apagar los fuegos (que ellos mismos encendieron), echándoles gasolina.
miguelguaglianone@gmail.com

domingo, 21 de septiembre de 2014

Miguel Guaglianone: El enigma del EIIL

Miguel Guaglianone: El enigma del EIIL

Enviado por Barometro Internacional el domingo, 21 septiembre, 2014 a las 16:13
Un nuevo protagonista ha surgido en el Medio Oriente: el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL en español, ISIS en inglés, Dahesh en árabe). Un protagonista que tiene de cabeza a la mayor parte de los gobiernos del mundo, sobre todo aquellos que pretenden ser los conductores de la geopolítica mundial.
Si uno se guía por lo que dicen los medios privados corporativos y varios de los gobiernos de esas naciones, en Irak y Siria apareció (como surgido de la chistera de un mago) un nuevo grupo “terrorista” que asola estas regiones y se comporta con un inusitado nivel de salvajismo, asesinando personas, abusando de las mujeres e intentando imponer una forma de vida y unas costumbres (las del Islam tradicional) absolutamente retrógradas y bárbaras.

El deber entonces del mundo civilizado es combatirlos (destruirlos ha dicho la Casa Blanca). Es sorprendente la unanimidad de opinión que su presencia y acción despiertan. Naciones enfrentadas como Irán o Rusia y China con los Estados Unidos y la UE, coinciden absolutamente en que el EIIL y el Califato Islámico que ha instituido en los territorios que viene ocupando son un peligro para el mundo. Treinta naciones reunidas en Europa han decidido que es necesario tomar acciones para detenerlo. Aparentemente nos encontramos frente a un peligroso virus social que amenaza a la humanidad entera.

Sin embargo, si lo vemos con seriedad, sería necesario saber algo más de todo el asunto que lo que nos dicen los medios o declaran los gobiernos. Si el EIIL es realmente un enemigo de la humanidad, es necesario saber a que nos estamos enfrentando.

Võ Nguyên Giáp, el legendario general vietnamita explicó en una entrevista que le realizara la TV francesa hace unos 25 años, que los norteamericanos habían perdido la guerra de Vietnam porque “Nunca habían leído el Sun Tzu”. El legendario “Arte de la Guerra” chino dice que para pelear es necesario conocer y entender al enemigo. Giáp expresaba: “Nosotros estudiamos y conocimos a los estadounidenses, ellos no lo hicieron con nosotros y nunca nos entendieron.” Sería entonces de sentido común tratar de saber qué es lo que está sucediendo realmente en el Medio Oriente y sobre todo de que se trata el proceso social y político que crea la existencia y genera el protagonismo del EIIL. Quién y qué es realmente el Estado Islámico de Irak y el Levante.

Precisiones y preguntas
En primer término, resulta que el EIIL tiene raíces antiguas. Desde 1991 Estados Unidos viene promoviendo, financiando y ayudando a grupos integristas islámicos, primero para controlar Afganistán, luego para atacar en Irak a Saddam Hussein, cuando dejó de ser un aliado para convertirse en un enemigo. Es allí que nace el EIIL, ayudado por EEUU. O sea que su aparición no es producto de la generación espontánea actual, sino que tiene toda una historia detrás.

La otra precisión es su relación con Al-Qaeda. La organización fundamentalista que fuera alentada y financiada en su momento por los EEUU, y convertida en un monstruo en medida de su propia agenda, comenzó a enfrentar a sus creadores (con Osama Bin Laden a la cabeza). Su imagen es usada en todo Occidente como un paradigma del mal, y por lo tanto la lógica mediática dice que si el EIIL es su aliado, también es parte del mal. La realidad es que hace ya mucho tiempo las relaciones que en algún momento tuvieron ambas organizaciones se disolvieron y hoy el EIIL y Al-Qaeda no tienen ni agendas ni lazos comunes.

El otro asunto delicado es la calificación unánime del EIIL como un grupo terrorista. La verdad es que sería un grupo terrorista bastante sui generis. En primer término, los grupos terroristas son organizaciones clandestinas que como máximo combaten al estilo guerrilla y que se caracterizan por generar atentados puntuales donde normalmente mueren civiles y cuyo objetivo es la siembra del temor en la población.

Pero resulta que este grupo se comporta como un ejército tradicional, que ataca y conquista militarmente objetivos específicos,  consolidando el territorio ocupado, en una clásica maniobra de expansión geográfica. No se ha destacado (con toda intención) a nivel mediático que el propio Pentágono y el Departamento de Estado han reconocido ya que se trata de algo más que un grupo terrorista, que son en realidad un verdadero ejército regular (que hace un uso “muy creativo” de los blindados, han afirmado ambas fuentes).

Sus éxitos militares en corto tiempo han sido poco menos que notables, en una especie de blitzkrieg han sido capaces de infligir derrotas al ejército sirio que durante tres años ha sido victorioso ante todos los intentos de Occidente de tumbar el gobierno de Damasco con la acción de mercenarios, y ha derrotado también a las milicias kurdas iraquíes, que fueron capaces de contener a Saddam Hussein en el apogeo de su poder.

Todo esto no se explica simplemente diciendo que son un grupo terrorista.
Hay otro aspecto y es el de la demonización. Los medios corporativos se han cuidado mucho de difundir (con muy escaso material de respaldo) que las acciones del EIIL son bárbaras, que asesinan gente, que raptan mujeres, y sobre todo que imponen la ley islámica a las poblaciones que conquistan. Siendo sinceros, si bien todo esto puede ser muestra de terror y barbarie, no se trata de actos mucho peores que las acciones de los “civilizados” israelíes en Gaza, o los “civilizados” ataques con drones ordenados sistemáticamente por presidente de los EEUU sobre Pakistán, en el cual dejan un trágico saldo de civiles muertos (niños, mujeres y ancianos sin distinción) calificados luego como  meros “daños colaterales” inevitables para “mantener la civilización”.

En definitiva, todo el Medio Oriente es una zona donde no existen por ninguna parte los famosos Derechos Humanos (tampoco existen demasiado en el resto del mundo) y adjudicar la barbarie exclusivamente a una facción es como mínimo una manipulación intencionada.

Y tampoco se explica con esta imagen que muestran los medios como un grupo como éste (según la propia CIA) ha logrado en tres o cuatro meses multiplicar sus efectivos de combate por lo menos en un 300%, llegando a tener un contingente que oscila entre los 30.000 y 50.000 soldados. Que desde todas partes (y sobre todo desde los países centrales) continúen llegando contingentes de jóvenes “civilizados” que se unen el EIIL. ¿Cuál es el factor social, cultural o político que explica este violento crecimiento? Nadie habla de ello, más aún, nadie parece interesado en analizar estas cuestiones.

Finalmente, nadie parece tampoco muy interesado en estudiar las comunicaciones que genera el EIIL. Las tres “decapitaciones” de periodistas que han difundido son por lo menos unos claros videos montados, en los que se ha utilizado una escenografía diseñada (las dunas y el cielo del fondo), unos personajes definidos (el condenado vestido de naranja y el verdugo de acento británico encapuchado y de negro), dónde se ha desarrollado un guión (es notable la recurrencia de los diálogos) y donde se han utilizado los más sofisticados recursos de post producción. No se trata de meras miradas descriptivas e informativas de los hechos, estos videos son verdaderas “representaciones” teatralizadas. Su intención parece ser rescatar una vieja forma de la guerra psicológica (que Occidente tiene medio abandonada desde los horrores de la Primera Guerra Mundial) para provocar terror en el enemigo.

Recuérdese por ejemplo las ejecuciones de los españoles en la América colonial con desmembramientos y cabezas fritas en aceite y atravesadas en picas, o al ejército otomano (en pleno siglo XX) con los empalamientos o las pirámides de calaveras.  Estos videos no aparentan ser así un mero síntoma de barbarie, sino que traslucen una intención detallada y programada. Las propias agencias de inteligencia occidentales han expresado sus dudas sobre la realidad de estos videos, considerando las razones que hemos expuesto.

Y su última producción que es por lo menos desconcertante, un video de un minuto y veinticuatro segundos de duración, que se titula –en inglés– “Flames of War” (Llamas de la Guerra) donde aparecen secuencias de imágenes de alta calidad, de Obama, de la Casa Blanca y de acciones de guerra en el desierto, con una edición de primera línea, con el uso de disolvencias y cámara lenta al mejor estilo Hollywood, y en el que se incluye la frase (también en inglés) “Fighting has just begun” (La lucha acaba de comenzar) y que culmina –al mejor estilo de un tráiler de película– con la frase “Coming Soon” (muy pronto) también en árabe. ¿Qué hay detrás de todo esto? ¿Será que el EIIL sí ha estudiado bien al enemigo?

Algunas apreciaciones
Esto hechos nos muestran primero, que nos encontramos ante un proceso social y político producto de condiciones culturales e históricas diferentes a las de Occidente,  caracterizadas por un crecimiento viral. No hay dudas de que puede convertirse en un problema grave para nuestro globalizado planeta, al constituir un nuevo factor político que no responde a las lógicas geopolíticas establecidas y por lo tanto se vuelve no solo impredecible sino también un peligro potencial. Quizás esto explique la unanimidad de su condena.

También muestra que su propuesta (sea esta la que sea realmente) produce un efecto de “encantamiento” que moviliza grupos humanos hacia él. Quizás se trate de una propuesta trascendente (aunque sea errada) aparecida en un mundo en el cual hace mucho tiempo que no las tiene y que promete llenar el vacío producido por el pragmatismo universal reinante. Si esto es así, habrá que ajustarse los cinturones para poder ofrecer (sobre todo a los jóvenes hastiados del capitalismo de consumo) una alternativa diferente a la propuesta integrista islámica.

Cada vez que intentamos mostrar estos escenarios aparece una reacción que nos califica como “defensores” del EIIL. No es ésta en absoluto la intención, pero parece claro que para tener no solo una posición sino también una respuesta realista frente a él, es necesario entender realmente a quiénes nos estamos enfrentando y no nos conformemos con la imagen de matrices propagandísticas mediáticas.
Recuérdese además que hasta ahora (y es posible que en adelante a pesar de las últimas declaraciones de Obama) los bombardeos realizados al EIIL por los Estados Unidos han sido puntuales, y “casualmente” se han concentrado en la defensa de las instalaciones petroleras que el avance del EIIL pone en peligro y que están (después de habérselas arrebatado a Saddam Hussein) en manos de la Chevron y la Exxon. Hasta la famosa presa de Mosul, “Con cuyo control el EIIL tiene la posibilidad de inundar un 80% del territorio de Irak” según los medios, en realidad sólo tiene importancia estratégica para EEUU porque a su costado está una de las más grandes instalaciones de petróleo que manejan esas corporaciones. Y si bien 30 naciones declararon la importancia de tomar medidas contra el EIIL, fueron claras de que ninguna intervendría militarmente en Irak, dejándole el trabajo sucio sobre todo a las milicias kurdas, a las cuales varios países europeos (entre ellos Alemania e Italia) ya están entregándoles armas.

En definitiva, es hora de que aclaremos el enigma del EIIL, que desentrañemos su existencia y sus acciones a la luz de un análisis real, y que no nos guiemos únicamente por unas torpes matrices mediáticas cuya única intención es despertar el rechazo y el odio hacia lo que sucede en Irak en las poblaciones de las clases medias de los países centrales y en las oligarquías de los dependientes. Sólo así podremos tener una visión clara de los complejos sucesos del Medio Oriente que pueden ser determinantes para el futuro de todos.

miguelguaglianone@gmail.com

sábado, 13 de septiembre de 2014

Miguel Guaglianone: Las caras de una geopolítica brutal

Miguel Guaglianone: Las caras de una geopolítica brutal
Enviado por Barometro Internacional el sábado, 13 septiembre, 2014 a las 15:08
Etiquetas: barometro bi EEUU sibci


Monstruos, esquizofrenia, incompetencia, violencia sin sentido y caos
El surrealismo que parece mostrar el antetítulo surge meramente de colocar en sucesión algunas de las caras de la actual política exterior estadounidense en el mundo, la cual está llevando a nuestro globalizado planeta a una situación que apunta directamente a la devastación y el colapso final.
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Los monstruos
Mary Shelley, narradora, dramaturga, ensayista y esposa del también escritor y poeta Percy Shelley, escribió en 1815 la novela Frankenstein o el moderno Prometeo, dónde relató la creación de un monstruo por parte del científico Víctor Frankenstein y cómo ese monstruo generó una voluntad propia y se rebeló contra su creador, quien se vio obligado a perseguirlo para intentar darle muerte. Algo muy similar viene sucediendo hace varias décadas con los poderes que manejan los EEUU y sus intenciones de control mundial.
Una larga serie de “monstruos” han sido creados, estimulados, promovidos y financiados por la Casa Blanca, el Pentágono y las Agencias de Inteligencia, para ser herramientas de sus intereses hegemónicos a lo ancho de todo el mundo. La lista es larga, y casi todos esos monstruos han seguido el camino de Frankenstein, han rechazado la tutela de su creador y tomado sus propias decisiones y aquel ha debido combatirlos y en varios casos eliminarlos. Para capturar a Antonio Noriega fue necesaria la invasión a un país latinoamericano acompañada de muerte y destrucción; para matar a Saddam Hussein necesitaron una guerra total de devastación en Irak; para acabar con Bin Laden bastó con un comando especial violando la soberanía de Pakistán. Pero si bien en principio el creador lograba matar o anular a sus monstruos, en los últimos tiempos viene fracasando sistemáticamente en hacerlo y aquellos sobreviven y actúan.
Las distintas facciones armadas por los EEUU y la OTAN para tumbar a Kadaffi por ejemplo, se han vuelto tan incontrolables que no solo han llegado a matar diplomáticos estadounidenses, sino que han convertido lo que fuera el Estado-nación libio en un territorio abierto, sin más organización ni ley que el enfrentamiento entre ellas.
Su último monstruo, el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL),  promovido y financiado por Washington primero para ser un brazo armado en la Primera Guerra del Golfo y más tarde para combatir el gobierno de Bashar Al-Assad en Siria se ha transformado en un gran dolor de cabeza para sus promotores, ya que no sólo desarrolló una agenda propia a mediano y largo plazo que incluye la instalación de un Califato al estilo de los antiguos imperios árabes, sino que respalda esa intención con sucesivos éxitos militares (frente a combatientes poderosos como el ejército de Siria que hace varios años viene derrotando a los mercenarios y grupos fundamentalistas que intentan derrocarlo con el apoyo de EEUU, o las milicias kurdas en Irak, que fueron capaces de resistir el propio Saddam Hussein en la cima de su poder) y con la progresiva anexión de territorios para su expansión y consolidación.

Parafraseando a Don Juan, “Los monstruos que vos creáis, gozan de buena salud”
Esquizofrenia y disociación
Algunas formas de la esquizofrenia, y el Trastorno de Identidad Disociativo, –graves enfermedades mentales– se caracterizan por desarrollar en los individuos una doble o múltiple personalidad. Una persona puede ser a la vez dos personas diferentes, con conductas, ideas y visiones del mundo distintas. El poder central en los EEUU hace tiempo viene sufriendo una enfermedad de este tipo. En la actualidad el mejor representante de ello es el propio presidente Barak Obama.
Por un lado este personaje tiene una “personalidad mediática” que lo muestra a través de las cadenas corporativas de medios como un “humanista progresista”, convencido de que los Estados Unidos tienen un Destino Manifiesto que los obliga a intervenir en el resto del mundo para llevar a los “pueblos bárbaros” los valores civilizados de la Democracia y los Derechos Humanos. Ese hombre tiene un discurso de muy clara dicción y de imagen razonable y comprensiva y se presenta como un adalid del progreso de la Humanidad y la búsqueda de un mundo mejor. Al mejor estilo esquizofrénico, define siempre un mundo presente que no es el real, sino aquel que se ajusta a sus intenciones y propósitos.
Por otro lado está el Barak Obama que señala en una lista que le proporcionan sus Agencias de Inteligencia a quienes serán el blanco de “asesinatos selectivos”, el que envía drones a atacar países que no son enemigos y que siempre dejan bajas civiles inocentes (“daños colaterales” inevitables en la defensa de los intereses de los EEUU). El mismo hombre que contempla por TV desde la Casa Blanca el asesinato de Bin Laden y su familia como si fuera un “reality show” cualquiera y sale muy complacido; el que respalda automáticamente el genocidio que el Estado de Israel realiza en la Franja de Gaza; el que da la orden directa a su aviación de bombardear poblaciones civiles; o en forma más indirecta ordena a su “brazo armado” de la OTAN devastar un país o llevarnos a todos a una nueva posibilidad de guerra nuclear con la intervención en Ucrania y el cerco progresivo a la Federación Rusa.
Incompetencia
En el año 1969 el Dr. Laurence J. Peter escribió su libro “El Principio de Peter” donde, estudiando las estructuras jerárquicas del poder, mostró en forma muy clara y amena como “En una jerarquía, todo integrante asciende hasta llegar a su nivel de Incompetencia (la nata sube hasta cortarse)”. Sus corolarios llegaban a conclusiones inquietantes, uno de ellos sobre todo mostraba como toda jerarquía tiende inevitablemente a estar manejada por incompetentes.
Esto parece estar pasando hoy en los gobiernos de los Estados Unidos, sobre todo en los últimos de George W. Bush y Barak Obama. Pareciera que a la primera magistratura de la gran potencia han llegado finalmente personas con un alto nivel de incompetencia, sin importar cual sea su imagen pública. Esto se trasluce en las sucesivas “metidas de pata” que los gobiernos de la Casa Blanca vienen realizando recurrentemente en los últimos tiempos.
Ejemplos sobran y en lo que respecta a guerras, los éxitos de las intervenciones armadas que EEUU realizó en todo el mundo a partir del fin de la Segunda Guerra Mundial empezaron a convertirse en fracasos a partir de la derrota en Vietnam y vienen haciéndose sistemáticos. Las “guerras nunca ganadas” de Afganistán e Irak son paradigmas al respecto. Los fiascos en las intervenciones de nuevo tipo pueden ejemplificarse con Libia, donde aún hoy el objetivo de apoderarse de su petróleo no ha podido ser cumplido (lo que queda de Libia solo produce el 20% del crudo que producía cuando Kaddafi). Sólo la balcanización y el caos ha sido el resultado de sus intervenciones, como en la propia Libia, en Ucrania o en Irak. En los dos primeros casos, cualquier análisis político previo serio mostraba que no era posible provocar rupturas institucionales en estos Estados-nación sometidos a grandes tensiones internas, sin provocar inevitablemente su balcanización. Hacer desaparecer a Kadaffi y a Yanukovich, que eran los factores estabilizadores de esas tensiones, provocó un efecto centrífugo que cualquiera con “dos dedos de frente” o un mínimo de competencia hubiera previsto fácilmente. La incompetencia también se muestra en la imposición de gobiernos “títeres” sin ningún tipo de apoyo interno, destinados al fracaso. En otras épocas los EEUU buscaban en las sociedades que intervenían a factores de poder internos que pudieran mantener “gobiernos amigos” estables, hoy no sólo no son capaces de lograrlo, sino que muestran que ni siquiera lo tienen en cuenta antes de actuar.
Violencia sin sentido y caos
Todas las acciones anteriores provocan unos resultados finales terribles. Los Estados Unidos desatan con brutalidad sobre el mundo actual una violencia sin sentido que no solo no concreta sus planes de dominación, sino que provoca un caos generalizado y deja detrás solamente una secuela de muerte y destrucción e imprevistos “efectos dominó”. El “elefante en una cristalería” o el “mono con una hojilla de afeitar” parecen ser las metáforas indicadas (con el perdón de los elefantes y los monos). Las consecuencias las pagamos todos los habitantes del planeta, un planeta tan globalizado e interdependiente que los muertos en Irak o Palestina golpean de inmediato en Latinoamérica o en la Polinesia. Todo el sistema parece estar en estado caótico, con las impredecibles consecuencias que esto implica.
¿Por qué?
Lo que hay detrás de estas erráticas estrategias pareciera ser un cierto sentido de desesperación e impotencia. La caída de la influencia de los EEUU en el mundo y el surgimiento de nuevos actores en la escena geopolítica parecen inevitables. Esto llega a provocarles un comportamiento compulsivo, repitiendo monótonamente la brutalidad y la violencia en un clásico ejemplo de “huída hacia delante”.
La historia nos muestra que cuando los Imperios entran en su fase de desintegración este comportamiento errático es característico. Basta estudiar los sucesos del Imperio Romano entre el 250 y el 350 D.C. (con la breve excepción del período de Adriano) para encontrarnos con esa violencia sin sentido como única respuesta a la pérdida del poder interno y externo. Este ejemplo se repite cuando estudiamos los colapsos y desintegraciones de otros Imperios.
Lamentablemente este análisis nos lleva a nuestro futuro inmediato. La desintegración de los imperios ha sido siempre seguida por oscuros períodos de terror y caos sin control, que los historiadores llaman interregnos. Estos períodos pueden llegar a ser prolongados, hasta que comienzan a aparecer nuevas estructuras de poder e instituciones que restauran los procesos sociales y políticos desaparecidos. Todo parece indicar que estamos dirigiéndonos hacia allí. Corremos el riesgo que el colapso nos arrastre a todos.
Por eso la tarea consiste hoy en prepararnos para resistir la dispersión. Consolidar las nuevas estructuras sociopolíticas de poder nacientes y promover las visiones culturales propias y los sistemas de valores alternativos que surgen del seno de nuestros pueblos emergentes, como las armas más adecuadas para enfrentar la situación.

miguelguaglianone@gmail.com

martes, 1 de julio de 2014

MIGUEL GUAGLIANONE: LOS CAMPEONES DEL MUNDO SON LAS CORPORACIONES





Fútbol y política
 
El Neocapitalismo corporativo
El sistema capitalista tiene sus orígenes en el desarrollo del mercantilismo y el crecimiento del poder financiero, surgidos en los alrededores del Renacimiento, pero su consolidación y diseminación global se originan en el siglo XIX, cuando la ciencia y la tecnología, que venían teniendo un crecimiento exponencial desde el siglo XVII, son aplicadas directamente a la producción.

El sistema de factorías y la acumulación de capital en manos de los dueños de ellas; la abolición progresiva de la esclavitud, sustituyendo la mano de obra esclava por una mano de obra asalariada, la cual constituirá al explotado proletariado, configuró un sistema en el cual el capitalista no tuvo que preocuparse por la vivienda y el sustento del trabajador, sino que se limitó a acumular la plusvalía producida por su trabajo (Carlos Marx dixit). Este fue el período clásico del capitalismo, lo que hoy conocemos como Capitalismo Industrial. En él, la acumulación de capital se concentraba en una nueva clase social, la alta burguesía, que casualmente era la dueña de las factorías, o manejaba el sistema financiero cada vez más complejo y a través del cual se movilizaba todo el sistema.

Durante el siglo XX, pero sobre todo después de su primera mitad (al fin de la Segunda Guerra Mundial que provocó no solo un desplazamiento de los centros de poder, sino cambios sustanciales en los modos de producción y la propiedad de los mismos) empezó a consolidarse el sistema que tenemos hoy en pleno siglo XXI, el neocapitalismo corporativo. La propiedad de los medios de producción y el manejo del creciente poder financiero (que genera el dinero por especulación, sin necesitar de la producción, cambiando la ecuación trabajo=dinero por la de dinero=dinero) comienza a salir de las manos de los grandes “capitanes de la industria” o sus familias, para pasar a ser propiedad de corporaciones transnacionales, que cada vez más centralizan la acumulación de capital (y el poder consiguiente). 

Estas corporaciones no solamente van creciendo exponencialmente en tamaño, sino que se van asociando en inmensos conglomerados (megacorporaciones), cuyo número —en la medida que este proceso continúa— tiende a ser cada vez más reducido. Al día de hoy, cálculos de las Naciones Unidas (basados en la propia información suministrada por las propias corporaciones a los medios especializados) estiman que menos de 400 grandes empresas manejan más del 85% del capital total del sistema económico mundial. Si a eso agregamos otras estimaciones para este momento calculadas en el 1% de la población mundial (concentrado en las corporaciones) posee más que el 99% restante, queda claro cómo está distribuido el poder mundial contemporáneo.

En este sistema del neocapitalismo corporativo, los gobiernos de los estados-nación —quienes suponemos tradicionalmente controladores del poder social— se han ido convirtiendo paulatinamente en meros ejecutores de los intereses de las grandes corporaciones. 

Desde los años 50, el exgeneral y expresidente estadounidense Dwight D. Eisenhower advirtió sobre inmenso poder de lo que bautizó como “complejo militar—industrial”, refiriéndose al grupo de corporaciones, que tenían en sus manos -sobre todo- la fabricación de armas y equipo militar. George W. Bush sacó a la luz ese poder corporativo que siempre ha tratado de mantenerse fuera del conocimiento público, al incorporar directamente a su gobierno a altos ejecutivos de las principales corporaciones. 

El gobierno de Obama ha mantenido sistemáticamente esa línea, a través de la política exterior de su país, totalmente determinada por los intereses de esos grandes complejos corporativos (complejo militar-industrial, petroleras, de servicios y consumo, mediáticas, etc.). Pensemos que puede quedar para otros gobiernos, aún de las otras grandes potencias, si el de la potencia central funciona bajo estas condiciones. España es un ejemplo claro, de como el gobierno del PP depende directamente de las corporaciones españolas, las cuales no solo financian todo el sistema político, sino que tienen al Estado español como su principal representante en el exterior.

Y lo más grave: cuando se comienza a profundizar un poco se descubre que estas corporaciones: primero no son especializadas, cada gran conglomerado maneja simultáneamente toda área productora de dinero (la Casa Disney por ejemplo, no solo es una de las grandes corporaciones mediáticas, sino también corporación asociada a fábricas de armas y empresas petroleras, etc.); segundo, aunque puedan aparentar ser competidoras, están totalmente interrelacionadas institucional y económicamente, al extremo de formar una extensa red que cubre todo el planeta y posee intereses comunes.

La otra característica importante de este sistema del neocapitalismo corporativo, es su capacidad para convertir en mercancía todo tipo de hecho cultural. Bajo el conocido nombre de neoliberalismo, el auge mundial de la “privatización” intenta convertir, por ejemplo, a todo servicio del Estado (educación, salud, servicios públicos, etc.) en una mercancía manejable y comercializable por el capital privado (el de las corporaciones). Todo aquello de lo que pueda sacarse un lucro y una renta es campo de uso para el sistema corporativo.

Al fútbol también le toca
Una muestra de la omnipresencia de las corporaciones en la vida cotidiana de los 7.000 millones de habitantes del planeta nos la está dando la Copa Mundial de Fútbol que se desarrolla en Brasil. Lo que los medios corporativos presentan al mundo como una fiesta internacional del deporte, constituye sobre todo un multimillonario negocio que tiene como exclusivos beneficiarios a un puñado de grandes corporaciones transnacionales.

El Campeonato Mundial de Fútbol es el evento con la mayor cobertura televisiva (y radial) del planeta. Más de 1600 millones de personas siguen en vivo el desarrollo de sus partidos (uno de cada cuatro habitantes del mundo). No existe ningún otro acontecimiento periódico que capte la atención y el interés simultáneo de tal número de personas, ni otro con un despliegue mediático de ese tamaño.
En este Mundial, realizado en Brasil, estaba estimado un presupuesto inicial de inversión en obras de infraestructura del orden de los 2.320 millones de dólares. Tres de los doce escenarios donde se desarrolla la Copa —Brasilia, Sao Paulo y el Maracaná de Río de Janeiro— tuvieron en ese presupuesto un estimado de costos de 460 millones de dólares cada uno.
La FIFA
La FIFA (Fédération Internationale de Football Association), organizadora y principal beneficiaria de los beneficios de la Copa del Mundo, iniciada humildemente en 1904 como un intento de unificar un deporte nacido en Inglaterra, pero que ya estaba tomando relevancia en otras sociedades, se ha convertido paulatinamente en una megacorporación asociada al sistema de red del que hablamos antes.

Esta corporación tiene afiliadas un total de 209 federaciones o asociaciones de fútbol en todo el mundo. A través de ellas incorpora más países (17 más) que las propias Naciones Unidas. Maneja multimillonarias cantidades de dinero y está gerenciada por individuos representantes del capital y el poder. Su actual estructura fue patrocinada y llevada adelante por el brasilero João Havelange, que la presidió desde 1974 hasta 1998. Él fue quien desarrolló en profundidad el carácter empresarial de la Federación, creando los acuerdos publicitarios con la televisión, con las grandes corporaciones fabricantes de ropa deportiva, con los derechos de comercialización del fútbol, con la venta de franquicias y patentes, las cuales aumentaron exponencialmente los ingresos corporativos que en un principio solo estaban reducidos a los generados por las entradas a los estadios. El presupuesto oficial de la FIFA para 2014 contempla ingresos por 3.800 millones de dólares de los cuales el 90% procederán de la Copa del Mundo.

El poder de la FIFA es tal, que impone a los países a los cuales designa sede de las Copas del Mundo unas estrictas condiciones económico—políticas que implican hasta cambios en las leyes locales y van mucho más allá de las exigencias sobre el número de estadios, condiciones de los mismos, logística operativa durante el evento, etc..  Estas condiciones contemplan exoneraciones impositivas a las grandes corporaciones patrocinadoras del evento, zonas de excepción de un radio de 2 km alrededor de los estadios, y bajo cuerda y contra sus propias autoimpuestas reglas, obligan al Estado sede (como está sucediendo con Brasil) a hacerse cargo de la mayor parte de los costos de las infraestructuras exigidas.

Brasil y la Copa del Mundo
Brasil es el único país que ha logrado cinco veces conquistar la Copa del Mundo. La pasión por el balompié es una parte integral de la propia cultura brasilera. La decepción todavía vigente de no haber podido ganar el primer campeonato mundial organizado en su territorio (Maracanazo, 1950) es parte del imaginario de todo su pueblo y ha constituido una de las principales motivaciones colectivas para desear volver a realizar allí, 64 años después, el Campeonato Mundial. Con estos antecedentes todo hacía prever que el apoyo popular al evento sería prácticamente unánime. Sin embargo, la propia situación social del Brasil y la forma como ha sido organizado el evento, han desatado la explosión de fuertes tensiones sociales latentes, las cuales se han plasmado en grandes movimientos de resistencia popular que vienen sacudiendo al país desde hace más de un año.

Una de las características de este mundo mediático en el cual vivimos, es la condición de transparentar todo, incluido aquello que no es conveniente que se haga público para el poder establecido.

Las condiciones impuestas por la FIFA para ceder la sede a Brasil hicieron que su Congreso tuviera que aprobar una Ley de excepción llamada “Ley general de la Copa” validada en última instancia por el Tribunal Superior de Brasil.  Esta Ley pasa por encima de toda la legislación vigente en el país, permite la creación de zonas de exclusión alrededor de los Estadios en espacios públicos (un cerco militar) y la excepción de impuestos (alrededor de 10 billones de Reales - 4.590 millones de dólares) para garantizar que FIFA y las corporaciones patrocinadoras aseguren sus ganancias. Crea además nuevos tribunales ubicados alrededor de las canchas, en los cuales,  si se comete una violación de esta Ley, los ciudadanos pueden ser juzgados en este “tribunal de excepción” con penas altas y sin el derecho a una defensa amplia (violando todas la legislación penal existente).

La difusión del contenido de esta Ley, conjuntamente con las informaciones que, a pesar de lo pactado con la FIFA de que correrían por parte de las grandes empresas patrocinantes, el Estado brasilero debía hacerse cargo de los costos de las infraestructuras (aunque Dilma haya declarado que la inversión social es doscientas veces superior a esta), y sumado a las crecientes denuncias de corrupción reflejadas en un aumento desmesurado de los costos presupuestados (que se multiplicaron entre cuatro y diez veces más); y finalmente el fracaso frente a los tiempos de entrega de las obras (sólo 2 de los 12 estadios estuvieron terminados a tiempo); han constituido los factores que alimentan la hoguera de las protestas sociales.

Las numerosas manifestaciones en todas las grandes ciudades del Brasil (antes y durante el evento), con la gente reclamando sobre todo el derroche y desviación de recursos destinados a proyectos sociales hacia el pago de las infraestructuras, han constituido un serio problema para el gobierno socialdemócrata de Dilma Rousseff, que en diciembre se presenta a una reelección presidencial.
El disgusto popular fue tan evidente, que la presidenta no realizó el discurso inaugural del evento, el cual, generalmente,corresponde al mandatario del país sede, y aún así fue abucheada por el público cuando entró al estadio. En definitiva, es probable que la Copa del Mundo sea un detonador que haya producido alteraciones muy grandes en la situación política brasilera.

Esta consecuencias para la situación política brasilera son un “efecto colateral” del gran negociado corporativo. El tiempo entre el fin del evento y las elecciones presidenciales de diciembre nos dirá el costo político real que ha tenido para el PT y Dilma.

Los campeones del mundo son las corporaciones
La FIFA no está sola en la organización de estos grandes negociados (tal como es previsible), otras grandes corporaciones están directamente asociadas a la organización de la Copa  “La ISL Marketing posee los derechos exclusivos de venta de la publicidad en los estadios, los filmes y videocasetes, las insignias, banderines y mascotas de las competencias internacionales. Este negocio pertenece a los herederos de Adolph Dassler, el fundador de la empresa Adidas, hermano y enemigo del fundador de la competidora Puma. Cuando otorgaron el monopolio de esos derechos a la familia Dassler, Havelange y Samaranch estaban ejerciendo el noble deber de la gratitud. La empresa Adidas, la mayor fabricante de artículos deportivos en el mundo, había contribuido muy generosamente a edificarles el poder. En 1990, los Dassler vendieron Adidas al empresario francés Bernard Tapie, pero se quedaron con la ISL, que la familia sigue controlando en sociedad con la agencia publicitaria japonesa Dentsu.” 

Pero no son solo estas tres grandes corporaciones los beneficiarios directos (en dólares) del evento. Mc Donald, Coca Cola, las grandes líneas aéreas y otras corporaciones de transporte, las grandes cadenas hoteleras, las corporaciones mediáticas y los demás “sponsors” directos de la FIFA son también parte del mismo negocio. Hay que sumar a la cuenta a todas aquellas otras corporaciones que se benefician “tercerizadamente”, como las constructoras, las suministradoras de equipos y materiales y las demás contratistas de infraestructura.

Si sólo la FIFA va a recibir como beneficios directos un ingreso del orden de los 3.500 millones de dólares, aún un cálculo conservador nos da, al intentar un estimado de las ganancias del resto de las beneficiarias, una suma que por lo menos multiplica estas cifras por 15 o 20 veces (La astronómica cantidad de entre 52.500 y 70.000 millones de dólares).

¿Y quién paga estas cuentas? ¿De dónde salen estos dineros? Por supuesto finalmente del esfuerzo y el bolsillo de los más pobres. Los pueblos siempre terminan pagando las facturas, cuando el capital actúa privatizando las ganancias para las clases dirigentes, y socializando las deudas en las masas menos privilegiadas.
¿Quiénes son entonces los campeones del Mundo? Las grandes corporaciones, ya que llegue quien llegue a las finales son ellas siempre los ganadores. El balance las hace en cada caso los principales beneficiarios de este evento que mueve multitudes cada cuatro años a lo largo del mundo.

Coda
Sin embargo es necesario dejar más algo anotado. El fútbol es un deporte cuya magia es capaz de trascender la estructura del gran negocio. El pase de selecciones como Costa Rica, Irán o Argelia a octavos de final, el obligado retorno temprano de tres campeones del mundo de los países centrales (España, Italia e Inglaterra) vencieron en este caso todo pronóstico y colapsaron no sólo el mercado (paralelo, ilegal y multimillonario) de las apuestas, sino los cálculos numéricos de las corporaciones que se manejan con el beneficio del pase a las últimas etapas del campeonato de aquellos países con amplios mercados de poder adquisitivo para sus productos y servicios, y que bajan sus ganancias calculadas cuando las naciones pequeñas se hacen protagonistas más allá de la primera fase.

Y sobre todo cuando como en este caso, a la propia magia del fútbol se suma nuestro realismo mágico latinoamericano, que genera siempre realidades más allá de la lógica de la dominación.

miguelguaglianone@gmail.com

domingo, 30 de marzo de 2014

Por: Miguel Guaglianone, La Guerra de 4ª Generación

Miguel Guaglianone

Venezuela  De la “violencia civil” al terrorismo

La definición teórica de un modelo de injerencia e intervención que viene siendo aplicado en el mundo a partir de la Segunda Guerra Mundial para desestabilizar naciones y tumbar gobiernos no afectos a los intereses de los países centrales (EEUU y la Unión Europea) se realizó en 1989, cuando desde el Pentágono oficiales del Ejército y la Infantería de Marina de los Estados Unidos generaron un documento titulado "El rostro cambiante de la guerra: hacia la cuarta generación".
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A partir de allí se desarrolló la teoría de la Guerra de Cuarta Generación, asociándose a la idea de Guerra Asimétrica y a la “lucha contra el terrorismo” decretada por el gobierno de George W. Bush. En 1991, dos años después del primer documento, el profesor Martín Van Creveld de la Universidad Hebrea de Jerusalem publicó el libro “La transformación de la guerra” que recogía y completaba la teoría de la Guerra de Cuarta Generación. En este modelo preveía la sustitución de las bases militares tradicionales por escondites y depósitos. El control de la población se realizaría ya no a través de la ocupación militar, sino a partir de una mezcla de propaganda y terror. Predijo además la desaparición de los sistemas de combate tradicionales (ejército contra ejército) y su transformación en conflictos de baja intensidad (también llamados Guerras Asimétricas).

En la Guerra de Cuarta Generación: “Las tácticas y estrategias militares, son sustituidas por tácticas y estrategias de control social, mediante la manipulación informativa y la acción psicológica orientada a direccionar la conducta social masiva. Los blancos ya no son físicos (como en el orden militar tradicional) sino psicológicos y sociales. El objetivo ya no apunta a la destrucción de elementos materiales (bases militares, soldados, infraestructuras civiles, etc.), sino al control del cerebro humano…Las grandes unidades militares (barcos, aviones, tanques, submarinos, etc.) son sustituidas por un gran aparato mediático compuesto por las grandes redacciones y estudios de radio y televisión. El bombardeo militar es sustituido por el bombardeo mediático: Las consignas y las imágenes sustituyen a las bombas, misiles y proyectiles del campo militar…El objetivo estratégico ya no es el apoderamiento y control de áreas físicas (poblaciones, territorios, etc.) sino el apoderamiento y control de la conducta social masiva.”  

El formato de Guerra de 4ª generación fue empleado en todo el mundo desde antes de su definición “teórica” (por ejemplo en Chile en 1973), pero en los últimos años y frente a los fracasos sucesivos del método de la guerra convencional para ocupar países (Irak, Agfanistán) ha sido la forma preferida de intervención imperial. Ha sido aplicado entre otros contra Irán, Siria y Libia, y en nuestra Latinoamérica contra Honduras, Paraguay, Bolivia, Ecuador y Venezuela, con resultados diversos.

El caso de Venezuela
Desde el propio inicio del proceso bolivariano, cuando en 1998 el Presidente Hugo Chávez asumiera por elección popular la conducción del país, Venezuela ha sido objeto del ataque continuo para producir desestabilización y lograr a un cambio de gobierno que nunca lograron conquistar por vía electoral, propiciado desde Washington en asociación con sectores de la oligarquía nacional. Este ha sido un proceso continuo, sobre todo con la utilización del poder de la hegemonía mediática de las grandes corporaciones transnacionales, abastecidas por el sistema de medios local propiedad de los factores de oposición, que han generado sistemáticamente desinformación y matrices de opinión de demonización y desprestigio del proceso bolivariano y de sus principales dirigentes.
La intensidad del conflicto en estos casi 17 años ha sido variable. Tuvo notables incrementos en 2002 y 2003 cuando se intentaron un Golpe de Estado y un “Golpe petrolero” y en 2007 cuando se intensificaron las “protestas” caracterizadas por las “guarimbas” , al haber ido perdiendo la oposición la presencia masiva en las calles que había tenido en los años anteriores.

La última etapa del proceso
El 12 de febrero de 2014 Venezuela festejó el Día de la Juventud. Ese mismo día fue el elegido por la extrema derecha de oposición para comenzar un movimiento de calle contario al gobierno que bautizó como “La Salida”. En Caracas, además de una manifestación de unos dos mil estudiantes de las universidades privadas, entraron en acción comandos entrenados en agitación civil que destruyeron edificios públicos, atacaron a las fuerzas de vigilancia y comenzaron una serie de hechos de violencia que se han continuado en todo el país. Junto a verdaderas manifestaciones aisladas de estudiantes, estas acciones se llevan a cabo por grupos pequeños que provocan guarimbas, destrozos en instituciones y servicios del estado (quema de vehículos, estragos de instalaciones, etc.), actuando cada vez más clandestinamente, desplazando sus acciones a las noches y madrugadas en la medida que las fuerzas policiales han ido deteniendo a los que actúan a la luz del día. Este ha sido el “estado de agitación” que viene viviendo Venezuela, producido por  hechos puntuales de violencia, con el agravante que en el Estado fronterizo de Táchira esos actos de violencia han tenido desde el principio un más alto nivel, producidos por elementos paramilitares armados y apoyados por alcaldes electos de oposición.

En un artículo anterior analizamos las características de esa “violencia civil” aplicada a Venezuela  y mostramos como a) Responde a una táctica de “focos” puntuales realizados en forma de comando por grupos de 10 a 15 personas enmascaradas y bien entrenadas  b) Responde a una estrategia de ubicación geográfica c) Dispone de un compleja logística de transporte, comunicaciones e infraestructura d) Cuenta con una importante financiación que sustenta esa logística y cubre el pago a aquellos que participan en los eventos violentos.
Esa violencia civil ha ido perdiendo intensidad progresivamente. En principio a partir que han sido detenidos muchos de los participantes –pero también en la medida que los propios vecinos se han vuelto en contra de las “guarimbas”, ya que estas se desarrollan sobre todo en las urbanizaciones de clase media con mayoría de votantes de la oposición, quienes son los más perjudicados por las acciones violentas– esa “violencia civil” mantiene entonces la tendencia a disminuir.

Si a eso agregamos las conversaciones de paz iniciadas por el gobierno, que han logrado sentar a dialogar a una parte de la oposición (sobre todo a los empresarios a quienes la situación les duele en el bolsillo) y el gran apoyo internacional recibido sobre todo por los países latinoamericanos (la OEA decidió en votación de 29 a 3 el respaldo al gobierno venezolano y la UNASUR no sólo dio su respaldo unánime –incluido el de los gobiernos de derecha del continente– sino que envió a Caracas a una delegación de alto nivel –integrada por casi todos sus cancilleres– para apoyar las conversaciones de paz); la violencia ha quedado totalmente aislada y disminuida, a pesar de la “ayuda” recibida por los medios corporativos que la han invisibilizado o han distorsionado su origen a nivel internacional.

De la violencia civil al terrorismo
La respuesta de los “factores ocultos” que promueven y dirigen la violencia en Venezuela ha sido sorprendente: incrementar el nivel de los ataques hasta una nueva etapa. En un conversatorio realizado en el Complejo Cultural del Estado Vargas organizado por Barómetro Internacional, algunos de sus participantes analizaban con gran preocupación el nuevo nivel al cual están llegando los hechos violentos en el país. Se decía que ni aún en las peores dictaduras habidas en el Cono Sur (Brasil, Uruguay, Chile, Argentina) se habían dado las formas de violencia que se están presentando en la Venezuela de hoy. Un par de días antes, el mismo día del incendio provocado en el parque nacional del Ávila que destruyó dos subestaciones de electricidad y que dejó a grandes zonas de Caracas sin energía eléctrica durante varias horas, en una conversación con otros analistas nos preguntábamos ¿Y ahora que sigue, carros-bomba?.
No tenemos ningún empacho entonces en describir los sucesos como terrorismo, ¿de qué otra manera pueden clasificarse los siguientes hechos?:
1)      La quema y destrucción de camiones de transporte de alimentos y combustible.
2)     El incendio de recintos universitarios (con saldo en el caso de la Universidad Bolivariana de la completa pérdida de sus instalaciones).
3)      La destrucción física y/o incendio de locales públicos tanto de instituciones estatales como privadas.
4)     El incendio y total destrucción del piso artificial recién instalado de una locación deportiva en el Sur del país.
5)    La destrucción de cientos de hectáreas del Parque Nacional Guaraira Repano del Ávila, con un incendio destinado a destruir dos subestaciones eléctricas de CORPOELECT
6)     El envenenamiento en Valencia de un lago desde el cual se surte a la población del agua potable
7)    La utilización de francotiradores utilizando rifles de precisión para proteger las barricadas (sistematizados sobre todo en el Estado Táchira, concretamente en la “zona liberada” de su capital), quienes han sido responsables de un alto porcentaje de los 39 muertos registrados desde que comenzara la violencia (hecho probado por los peritajes balísticos).
8)   El allanamiento de arsenales que abastecen la violencia, algunos de ellos hasta con explosivo C-4 de uso militar, o con lo encontrado en la residencia del padre de una actriz de televisión, un taller de producción de silenciadores para rifle y rellenado de cápsulas de proyectiles de alto poder (que fuera descubierto a raíz de la intercepción de una llamada de teléfono de un ex periodista de RCTV intentando comprar silenciadores y al cual se le ofertaba el “juguete completo”).
9)   La detención de participantes en la violencia entrenados en el exterior (algunos en lugares tan exóticos como la Europa del Este) o requeridos por la INTERPOL.
Mientras estamos escribiendo estas líneas nos muestran en Internet, a través de la red Zello (utilizada por la violencia para sus comunicaciones) la publicación de un Manual de Operaciones Insurreccionales, que entre otras cosas explica cómo utilizar a los perros callejeros para convertirlos en portadores de bombas y material incendiario (una técnica que la CIA utilizó al principio de la Revolución Cubana para quemar los plantíos de caña de azúcar).

Todo nos indica entonces que estamos entrando en una nueva fase del proceso de desestabilización: la violencia terrorista que no tiene ninguna intención política o de protesta, cuyo único objetivo consiste en sembrar el terror en la población, Lo más grave de todo esto es, no solo que estos actos inevitablemente llevan a la muerte de ciudadanos inocentes, sino que son muy difíciles de combatir ya que actúan en la total clandestinidad, y son originados por profesionales entrenados. Por más labor de inteligencia que se utilice, los gobiernos (y las poblaciones que los sufren) se encuentran bastante inermes ante ellos. Los mejores servicios de inteligencia del planeta logran escasos resultados en la prevención de estos sucesos.
Sin el ánimo de producir zozobra, lo que parece venir en el futuro inmediato –en la medida que esta absurda y desenfrenada estrategia de desestabilización mantenga estas características– es que tendremos que estar dispuestos a resistir nuevas agresiones. Corresponde prepararnos colectivamente para enfrentar esta nueva fase de la guerra que nos han declarado (a todos los venezolanos sin importar su posición política). 

miguelguaglianone@gmail.com