¡Quién pugliera ver el lado oscuro de la luna! |
Por Henry
Tovar
- Todas las teorías son legítimas y ninguna importa. Lo que importa es lo que se hace con ellas.
- Dios existe. ¿por que admitir esta hipótesis? ¿Por qué negarla?Jorge Luis Borges
Con el presente
trabajo se intenta caracterizar los atributos de determinados
saberes, los cuales pertenecen al todo y al único ámbito del
conocimiento humano. Comulgamos con el humanismo existencialista
predicado por Heidegger, con relación a que cualquier entidad física
es siempre concebible desde la unicidad de quien la percibe. Y siendo
sólo el hombre el único ser capaz de otorgar sentido a la realidad,
no puede ser ésta la que determine el valor o significación de
éste. Dicho de otro modo, es sólo el hombre quien estima el valor
de las cosas. Con lo cual, “lo existente fuera del hombre no puede
tener un valor superior al hombre mismo." Esta valoración,
únicamente humana, permite establecer una escala de valores para
contender con todo aquello distinto de lo humano, lo cual pretenda
anteponerse como valor superior al hombre en quien las cosas
adquieren sentido.
LOS SABERES
EMPÍRICOS
El saber empírico,
sin más definiciones, está relacionado con la experiencia. Pero,
el término posee diversas connotaciones en el ámbito filosófico.
En lo epistemológico, Dunes) lo vincula con el conocimiento
obtenido a posteriori. (1984:117). Es decir, como racionalización
de la experiencia. En el método científico se le vincula con la
práctica que permite la elaboración de una hipótesis. En nuestra
revisión bibliográfica sobre el saber empírico, observamos que
también recibe el calificativo de conocimiento vulgar-natural
popular. El profesor Tarsicio Jañez Barrio, lo vincula a la
información obtenida directamente a través de la percepción y
afirma que es el tipo de conocimiento espontáneo, acrítico,
primario, ingenuo.(Jañez,1996:60)
El conocimiento
empírico es entonces toda información aprehendida a través de los
sentidos, traducida en afirmaciones o conceptualizaciones de esa
realidad aprehendida. No es necesariamente cierto. No es menester su
confirmación. Prescinde del rigor. Puede ser aprehendido y expresado
desde diversas dimensiones y con diversos grados de subjetividad.
Surge de la percepción corriente de la realidad. Es la primera
fuente de conocimiento sobre la que luego se estructuran saberes o
conocimientos más complejos.
Debido a que
estaremos utilizando, en algunos momentos, el término conocimiento y
saber, con algún descuido o sin excesivo rigor, cabe señalar que,
en el idioma castellano, estos vocablos tienen distinto
significado. Saber es una estructura de contenido amplio con la
cual se denota, especialmente, la posesión de muchos
conocimientos empíricos o saberes. En sentido contrario, conocer
implica saber con rigor, o normativamente, poco o mucho de algo.
LOS SABERES
INTUITIVOS
Los saberes
intuitivos abarcan un amplio espectro de interpretaciones. De modo
más o menos unánime, se acepta que es un estado de conciencia o de
percepción trascendente de los sentidos. No obstante, se distingue
entre dos tipos de intuición. Una percepción proveniente de signos
sensoriales y otra independiente de signo alguno, a la cual le
llaman pura. De esta última, afirma Clark Francés, que se puede
definir como "la habilidad de
penetrar en la naturaleza
de Las cosas, como
una forma de conocimiento
que trasciende los límites
de tiempo y espacio.
(1978:257). El significado más común es el asociado a las
"corazonadas" o sentimientos inexplicables,
presentimientos, los cuales tendrían una base fundamentalmente
perceptiva e inconsciente. En un sentido más amplio, la intuición
está asociada a procesos intelectivos de origen irracional cuya
expresión más corriente es la creación artística. También se
le concibe como una forma de conocimiento inmediato
de una cosa, idea
o verdad, sin el
concurso de la razón.
(Ob. Cit, 1978:255)
Se afirma que la
percepción dependiente de signos sensoriales puede llevar a un
estado de conciencia, o no, sobre esos signos. Se puede o no, tener
conciencia de la intuición. Quienes tienen conciencia de su
presentir pueden asumir determinadas conductas vinculadas a su
estado conciencia. Pueden elegir conforme aun estado anímico
(sin plena conciencia) o actuar conscientemente conforme a su
presentir. El término presentir es revelador de la naturaleza
inconsciente del fenómeno. Denota anterioridad al sentir, o al
aprehender de los sentidos. En algún texto de un psicólogo, cuya
fuente no recordamos, éste afirmaba creer en la existencia un
sentido adicional a los cinco sentidos conocidos. Conforme
interpretamos a Carl Jung, al referirse a los complejos autónomos,
la intuición sería un atributo de un complejo autónomo de la conciencia, al margen de la conciencia, o correspondiente a
un fragmento energético de la conciencia de la cual ya no forma
parte; o un fragmento de información percibida atemporal e inespacialmente no se sabe cómo. Su energía se expresaría como fuerza emotiva subyacente debajo de los
niveles de la conciencia y cuyas relaciones al emerger y ocupar
nuevamente espacios de la conciencia, pueden hacerse concientes.
Para la mayoría de los psicólogos la intuición tiene una base sensorial. Pero lo más importante es la admisibilidad de su existencia y su importancia en el proceso de conocer. Es cosa sabida que tiene mucha importancia en el proceso creativo. Y se le se atribuye significativa importancia en proceso de aprendizaje, aunque por ahora no se conozca suficientemente y de modo sistemático sobre este fenómeno.
LOS SABERES
ARTÍSTICOS
El saber artístico
es una forma de aprehensión y de transformación de la realidad en
la cual confluyen la intuición y la vivencia o experiencia personal
de la realidad. El acto creador transfigura la realidad y la muestra
desde determinadas perspectivas subjetivas y sensoriales. Es una
forma de interpretación personal la realidad sin fines prácticos,
ni gnoseológicos. "No busca
afirmar, ni negar nada,
propiamente, sino expresar
un modo de ver
distinto y de captar
lo vivenciado." (OB. Cit Jañez
1996:45). Es decir no busca predicar verdades, ni creencias. Tiene
como fundamento intuitivo, la belleza. Los saberes artísticos tienen
la propiedad de expresarse de diversos modos. Los más conocidos son
la pintura, la literatura, la música, la danza, la escultura, pero
en cada caso, la creación no tiene un fundamento predicativo. Se
manifiesta para ser contemplada, o percibida a través de nuestros
sentidos. Su aprehensión requiere de la interpretación personal,
de la lectura personal, en donde adquieren diversos y distintos
significados. Se afirma que, el arte que tiende a perdurar es el
susceptible del mayor número de interpretaciones. De la obra
dramática Hamlet, de Shaskespeare, se afirma que su grandeza
universal radica en la multiplicidad de interpretaciones que les son
posibles.
El artista puede
tener conciencia o no de su creación. Es decir, puede crear
a partir de determinadas intencionalidades comunicativas, que en modo
alguno se expresan con afirmaciones divulgativas susceptibles de ser
confirmadas negadas o corroboradas. Contrariamente, sucede que, el
artista se ve en la necesidad de recurrir a la transfiguración de la
creación para poder mostrar su personal modo de percibir la
realidad. En este sentido se habla de los límites del lenguaje y
del lenguaje punto cero para explicar lo que es un discurso
artístico o no. Octavio paz, dice que, cuando un poeta adquiere un
estilo, una manera, (léase técnica) deja de ser poeta y se
convierte en un constructor de artefactos literarios (Paz, 1983:17)
Por eso distingue entre la creación del artesano y la del artista.
LOS SABERES
MÍSTICOS
Los saberes
místicos abarcan los conocimientos religiosos y sus correspondientes
explicaciones teológicas o filosóficas sobre el origen del mundo.
Por lo general incluyen la práctica de ritos y determinados modos
de vida orientados a lograr un contacto directo entre el individuo y
algunas divinidades espirituales. Por lo general, constituyen saberes
de tipo complejo, misteriosos u ocultos. Es decir, accesibles a muy
pocas o determinadas personas por su grado de complejidad o
requerimientos de aptitud o disposición a superar crecientes
niveles de exigencia intelectual o espiritual. Son saberes fundados
en dogmas o creencias aceptadas por la razón de la fe. Incluye las
creencias y las prácticas de sectas con motivaciones religiosas, o
sólo la búsqueda de la perfección espiritual.
El saber místico
trasciende la creencia religiosa a través de la vivencia del propio
saber, y de un estado de éxtasis, "que es
un encuentro con la
divinidad en el interior
del alma infundido
gratuitamente por aquella."(Balmes,
1984:7) Dentro de estos saberes se mencionan la mística judeo
cristiana y la mística islámica con sus correspondientes
pontífices. Dentro de la judeo cristiana se mencionan a Clemente de
Alejandría, San Agustín, Dionisio el Místico y corrientes de
pensamiento. (Dilthey, 1980; pp. 111-115)
Otras corrientes
místicas fundan sus prácticas y saberes en conocimientos que
denominan de origen "extraterrestre" y que tienen como guía
y maestro a Hermes Trismegisto, quién, conforme a sus propias
explicaciones fue poseedor de una "ciencia estelar"
obtenida en el espacio exterior. Hermes Trismegisto difundió su
ciencia o filosofía
Hermética entre algunos
elegidos, mediante la cual
es fue posible conocer las
claves inmutables de la
naturaleza. (Ob. Cit. Balmes, 1984:7). Los
depositarios de este saber dicen trabajar en secreto por cuanto la
sabiduría hermética no
puede constituirse en saber
cultural (...) por cuanto
es un tesoro espiritual
que no debe ser
expuesto a la a
voracidad consumista de la
muchedumbre" (Ídem,1984:8). Los
practicantes del hermetismo distinguen entre experiencias
filosóficas y prácticas religiosas. Su cuerpo de creencias
explican comportamientos psíquicos y abarcan prácticas esotéricas.
LOS SABERES FILOSÓFICOS
Los saberes
filosóficos están constituidos por doctrinas o tratados acerca de
los modos como es posible conocer los aspectos más profundos y
complejos de la realidad física, y de aspectos inmateriales
inaccesibles a la percepción corriente del hombre. En ese sentido,
constituyen estructuras semánticas en las cuales la realidad
adquiere determinados y diversos sentidos.
El saber filosófico
se estructura a partir de una concepción de la realidad que pretende
explicar. La realidad explicada esta representada por categorías
lógicas con las cuales se nomina cada cosa existente o imaginada.
Expresión de los desarrollos de la filosofía en los diversos campos
del conocimiento, son la lógica tradicional, la lógica formal, la
lógica gramatical, la lógica simbólica, desarrollos particulares
en la lingüística, la semántica, la filosofía antropológica, el
materialismo histórico, la metafísica, la filosofía de la
historia, de la educación, del arte.
Generalizadamente,
se niega a la filosofía la condición de actividad científica. Pero
a filosofía se ha constituido en una plataforma conceptual, en un
medio para clarificar los propósitos particulares de cada ciencia y
como método general que busca la intersubjetividad con relación a
los diversos saberes humanos.
LOS SABERES
CIENTÍFICOS
Los saberes
científicos están estrechamente vinculados a la existencia de
métodos para la búsqueda sistemática y eficaz de conocimientos
vinculados a la realidad física, tanto en el campo de las ciencias
naturales, como en el campo de las ciencias sociales. Algunos de los
métodos más usados por las ciencias, en general, son el método
científico asociado a los estudios cuantitativos, y los métodos
cualitativos normalmente vinculados con estudios heurísticos y
estudios de carácter fenomenológico. Cada uno de ellos constituye
un modo, un medio singular para acceder a las distintas formas en las
que se representa la realidad sensible e inteligible.
El método
científico está orientado a cuantificar y cualificar aspectos
medibles con exactitud. "Medir valores
numéricos, lógicos, formales,
intelectuales para lograr
la precisión en la
comprensión."(OB. Cit.1996:48). El método
cuantitativo (matemático) experimenta, a partir de la
determinación de variables matemáticas referibles a determinados
sistemas, busca analogías y sondea magnitudes del comportamiento,
más o menos constantes, de conjuntos humanos o no. Él, o los
métodos cualitativos, aplicables a las ciencias
humanas (histórico, hermenéutico, fenomenológico, crítico,
dogmático, dialéctico) tienen como fundamento la generalización de
la realidad, con relación a conceptos generales y sintéticos que
reflejan su carácter y propiedades, pero, condicionadas aquellas
categorías o conceptos, por una determinada concepción social o
económica o psíquica de la realidad. De modo particular, lo
fenomenológico intenta la reconstrucción de la realidad a partir de
los significados que se les atribuye en determinado ámbito y ajenos
a cualquiera teoría o modelo.
En cuanto a las
características de este saber, la primera condición que lo define
como científico, es su objeto de conocimiento orientado a la
realidad sensorialmente perceptible y a la experiencia cognitiva o
vivencia de lo real. Independientemente de la corporeidad o
sustanciabilidad de la realidad. Dentro de sus características,
Tarsicio Jañez, distingue entre las condiciones específicas de
saber científico y las características de las ciencias. De las
condiciones, afirma que debe ser impersonalizado y comunicable,
inventariable y exhaustible, relacionable y proyectable, revisable y
reformulable-falible. De las características, se exige objetividad
intersubjetividad, subjetividad o subjetivo y relacionalidad-verdad.
En general y en forma de síntesis, podemos interpretar entonces
que, el conocimiento científico es tal, cuando su objeto de
conocimiento aborda un plano de la realidad en el cual se
verifica una acción o efecto, que puede ser recíproco entre el
objeto y el sujeto del conocimiento. La exigencia de la experiencia o
de la vivencia, en el mayor grado de lo posible, es una
condición necesaria, pero relativa. La verificabilidad es una
condición deseable en tanto sea posible. Las condiciones como la
impersonalidad y la comunicabilidad, expresan la necesidad de excluir
el subjetivismo presente en emotividad, sin que implique la supresión
de los modos personales o cognoscitivos de conocer y expresar la
realidad. La comunicabilidad se explica por la necesidad de su
divulgación en el contexto de la intersubjetividad o subjetividades
compartidas. Lo inventariable y lo exhaustible proclaman la necesidad
y la posibilidad de que los resultados puedan ser expresados y
unificables en diversas estructuras o lenguajes lógicos. Lo
relacionable y lo proyectable es la condición que permite al
investigador, vincular lo conocido con lo probable para verificar
correspondencias que permitan dilucidar nuevos hallazgos o predecir
determinados comportamientos, o como mejor lo explica Jañez:
"relacionar lo que no
conoce - problematicidad de
la ciencia (investigación)
-con aquello que ya
está debidamente sabido o
establecido”. (OB. Cit. Jañez,
1996:51) Se consigna además, que los conocimientos son provisorios
falibles y por consecuencia perfectibles como toda obra humana.
Dentro de las características de las ciencias se menciona la
necesidad de alcanzar la objetividad intersubjetividad, entendida la
capacidad para elaborar constructos cognoscitivos que reflejen las
diversas dimensiones del sujeto y el objeto del conocimiento.
LOS SABERES
TÉCNICOS
La
techne, es definida por Dunes, "como
conjunto de principios o
método racional, que
intervienen en la
producción de un
objeto, o en la
realización de un
fin,"(OB. Cit. 1984:365). La técnica
existe desde que el hombre primitivo comenzó a elaborar instrumentos
para facilitarse las condiciones de su existencia. Desde entonces,
los saberes técnicos forman parte de la vida cotidiana del hombre.
Desde entonces el hombre los aprecia como un bien. Incluso, es
verificable su contribución al desarrollo físico y espiritual del
hombre. Pero el desarrollo acelerado de las fuerzas productivas,
durante los últimos dos siglos, y por consecuencia la experiencia y
los conocimientos, han modificado los modos y la intensidad como el
hombre regularmente se vinculaba con ella. Tal ha sido esa
modificación, que siendo la técnica una determinación de la acción
y la voluntad humana, su alucinante desarrollo ha logrado invertir la
relación del hombre con la técnica. Ella se ha convertido, por
obra del propio hombre, en un imperativo funcional que condiciona y
determina la conducta del hombre. Su dominio, presencia y
omnipresencia y su prevalencia en la vida del hombre lo ha convertido
en un ser cada vez menos libre.
El valor funcional
y utilitario de la técnica ha conducido al desarrollo apodíctico de
razones técnicas y paradigmas tecno-económicos desde las cuales se
pretende imponer los valores de la técnica y los valores del
mercado, en su acepción general, como valores supremos. Y con ello
su valoración del hombre como objeto y como medio para la
realización de fines que son posteriores al valor supremo del
hombre.
La técnica, en
tanto que conocimiento, abarca todos los ámbitos del saber. Incluye
los desarrollos empíricos del hombre común, los métodos de la
ciencia, la teoría y los medios para la expresión de todas las
artes, la economía, la administración, la medicina, el lenguaje,
las prácticas del conocimiento hermenéutico, las prácticas del
amor y la reproducción humana, el ejercicio del pensamiento, la
educación y el aprendizaje. De allí el inmenso poder de la técnica
y el poder que ella otorga a quienes la utilizan como medio para la
consecución y el mantenimiento de poder.
Desarrollos
teóricos sobre los efectos de la técnica sobre la vida, la
psiquis y la libertad del hombre, han sido agudamente abordados por
Carl Marx, Erich From, Robert Merton, y otros autores, en un
conjunto de ensayos reunidos bajo el título, LA SOLEDAD DEL HOMBRE
(1980), de la Editorial Monte Ávila. Ernesto Maiz Vallenilla ha
estudiado el tema con profundidad en diversas obras como, CRÍTICA DE
LA RAZÓN TÉCNICA (1974), SUEÑOS DEL FUTURO (1984), y TRAVESÍAS
DEL PENSAR (1999), dentro de las que podemos mencionar. En ellas el
autor aborda el estudio del fenómeno de la técnica con relación a
la ciencia, la educación, la libertad y otros ámbitos de sus
efectos.
LOS SABERES
DIVULGATIVOS
El lenguaje, en su
acepción más general, es cualquiera de los sistemas empleados por
el hombre para expresar ideas, es decir, abstracciones. Éstas,
reflejan una realidad o la percepción que tenemos de ella. Nos
permite la expresión de sentimientos, emociones y saberes y la
imaginación o la construcción de símbolos con los que otorgamos
sentido a nuestro mundo de cosas. Gracias al lenguaje, lo percibible
o lo imaginable adquiere un sentido o una significación. Con
sonidos, grafías y gestos, identificamos, señalamos, nombramos,
imaginamos, designamos, convenimos, conocemos, reconocemos y
ordenamos nuestros saberes.
Con el lenguaje las
cosas adquieren identidad y las palabras sus propios matices.
Un ejemplo concreto de esta aserción, son los distintos
significados de las palabras saber y conocer. Conocer, es tener
conocimientos suficientes y sistemáticos sobre determinada
realidad. Conoce quien sabe lo suficiente para poder relacionar lo
que sabe. Conocer, afirma el profesor Luis Villoro, no
es una suma de
saberse, sino una fuente
de ellos. Conocer supone
tener un modo para
relacionar cualquier saber
de algo con lo
demás. (Villoro, 1996:205) A esta característica
del lenguaje se agregan las diversas dimensiones connotativas de las
palabras, las cuales, en determinados contextos, mimetizan o
subvierten los significados.
El lenguaje oral y
escrito son los modos como el hombre expresa su realidad. Y dado que
la realidad del hombre es múltiple y compleja y única o diversa, en
cada caso así se manifiesta. Es decir, en su unicidad. Ello da
origen a la diversidad del lenguaje, dentro de determinada identidad,
Vg., los regionalismos, los dialectos, la jerga, el argot.
El castellano
hablado y escrito en España, refleja los vocablos y los
diversos matices regionales o provinciales de la península.
El mismo castellano hablado en Venezuela, refleja e incorpora la
herencia aborigen. (Caracas, Maracay, Coromoto) dando origen a
venezolanismos. Refleja, además, la singularidad cultural y
espiritual (nombres dados a comidas, bebidas, querencias) de los
hombres de una región. Así surgen, americanismos, mexicanismos,
regionalismos, tecnicismos y palabras propias de subculturas
corporativas, familiares etc. como manifestaciones propias de
determinados saberes.
También la
literatura es una de las más ricas fuentes de invención del
lenguaje. La dinámica del lenguaje, es decir, su capacidad para
renovarse y enriquecerse, sin perder su identidad, depende o esta
vinculada a la calidad, al ejercicio y al desarrollo de su
literatura.
La literatura
permite la revelación del mundo de los hombres, es decir, de sus
palabras. O de modo inverso, permite la revelación de sus
palabras, es decir, de su mundo. Permite la creación y la recreación
de los vocablos, y asimila o rechaza nuevas y determinadas palabras.
En ella se proclaman licencias y se refleja el desuso. Sus sonidos
adornan o exornan lo puro, o conjuran lo impuro, En ella se proclama
la vida y la muerte de un pueblo. Es la dentadura del alma. El
escenario y los ojos del mundo. Refleja la verdadera riqueza o la
extrema pobreza del hombre. De los hombres. En ella nace lo nuevo y
perece lo viejo. Ella es la piel de los pueblos y la piel de los
siglos.
SABERES Y
PARECERES
Una de las
características de la sociedad actual es la debilidad de sus
fundamentos espirituales. El cuestionamiento de muchos de los
fundamentos culturales de la modernidad nos ha dejado en el
desamparo. Nos ha despojado de creencias y certezas científicas,
filosóficas, pedagógicas, económicas, políticas. Casi ninguna de
las ciencias que abordan los problemas del hombre está al margen de
las reflexiones que cuestionan su objeto, métodos y eficacia. Pero,
más que nunca son ellas, y en primer lugar, las llamadas a dar las
respuestas más eficaces.
Los aportes de las
filosofías, han establecido bases metodológicas para abordar
parcial y temporalmente, los problemas del saber y del conocer de la
realidad más próxima al hombre. Particularmente, los saberes de
fundamento empírico, es decir, los que tienen un indubitable
referente existencial o una base material de la cual se derivan
productos espirituales vinculados a la conciencia del hombre. Sólo
desde la cual, conforme a Heidegger, es posible explicitar la
existencia de las cosas. Pero, cualquier intento de síntesis y
conclusión unificadora en este campo, no deja semejarse con la
lectura y explicación de un libro, al cual le han arrancado parte de
sus páginas. Todo conocimiento último sobre la esencia del problema
del conocer, no deja de ser incompleto.
El positivismo
tiene el valor de haber despojado a las ciencias o pre-ciencias de
los dogmas que limitaban. Las ciencias sociales tienen el valor de
habernos despojado de la unilateralidad y la creencia en la
infalibilidad de las ciencias llamadas positivas. Posiblemente
estamos en vías de reencontrarnos con verdades extintas por el facer
racional. El agotamiento de los recursos naturales, una catástrofe
ecológica, una nueva guerra atómica podría hacer retroceder los
cimientos tecnológicos del mundo y disponer al hombre a
reencontrarse con alguna fase del desarrollo humano en la que
abandonamos los saberes intuitivos para sustituirlos por los dioses
de la tecnología.
La intuición
parece cosa innata y también desarrollable. Algún capítulo de la
educación debería potenciar su desarrollo. A lo mejor descubrimos
que Dios está hecho a nuestra imagen y semejanza. O descubrimos con
rabia y con dolor, como el personaje de "Ruinas Circulares",
de Jorge Luis Borges, que somos el simulacro de unos dioses que
habitan en nuestra imaginación. Posiblemente en los huecos negros de
nuestra imaginación.
¿Cómo se
comunicaba el hombre cuando carecía del complicado lenguaje que
posee hoy? ¿Podría haber existido un metalenguaje o un
intralenguaje más cercano a la intuición? ¿Será cierta la
afirmación de Nietzsche de que tenemos que dejar de pensar si nos
negamos hacerlo en la cárcel del lenguaje, pues no podemos ir más
allá de la duda que pregunta si el límite que vemos es realmente
el límite? ¿Será posible la existencia de un instinto
gramatical conforme supone Chonsky (el innatismo)? ¿Cómo encaja la
moral kantiana dentro de este apriorismo gramatical?
El hombre, en la
medida que se ha complejizado por su quehacer técnocultural, depende
menos de los instintos y de las intuiciones, y en sentido contrario,
depende más de la razón y de los conceptos lingüísticos y en esa
orientación, depende más de la ciencia. Pero, la ciencia ha
comenzado a reconocer su finitud y sus limitaciones tempo-espaciales.
Pareciera que, a pesar de los múltiples enfoques metodológicos, el
problema cardinal del conocer es el referido a las preguntas para las
cuales no existen respuestas empíricas de carácter radical, es
decir, las preguntas referidas al conocimiento trascendental, que por
oposición al conocimiento empírico, está más allá de la
experiencia.
Pareciera que la
racionalidad común tiene límites, justamente racionales. Pero
contrariamente a lo que Ludwing Wittgenstein, afirmaba, no comulgamos
con su propuesta de callar o admitir la finitud del pensamiento
racional. Creemos que la Matemática y las ciencias del lenguaje
podrán, posiblemente, concebir sistemas lógicos capaces de abordar
los extremos metafísicos del lenguaje, lo cual será siempre un
anillo más, un estadio más en el desarrollo del lenguaje y el
pensamiento. Por de pronto, no podemos más que admitir la verosímil
existencia de "la cárcel del lenguaje," presentida por
Schopenauer.
Algunas de las más
recientes tendencias filosóficas y científicas, admiten la
imposibilidad, por lo menos actual, de conocer determinados aspectos
de la realidad física, a partir de lo cual, postulan premisas que
permiten revalorar la visión que hasta ahora ha prevalecido en torno
al conocimiento no científico, y en torno a los múltiples saberes y
misterios del hombre. Queda claro entonces que no existe la
objetividad persé, como se aceptaba.
Los conocimientos
que hoy tenemos sobre la psicología de la percepción hacen
inválida la suposición de que la realidad, siendo una, pueda ser
percibida de modo igual por cualquier sujeto. Por otra parte,
diversos avances en el campo de la física han permitido superar, en
el sentido hegeliano de la palabra, las clásicas nociones y
exigencias de universalidad y legalidad estrictas.
Es sabido que
dichas nociones dejaron de responder las interrogantes planteadas por
la teoría general de la relatividad y otras teorías físicas, cuya
demostración parcial, ha dejado en vilo, las certezas
tempo-espaciales que teníamos del universo newtoniano. Ello explica
los inconcebibles virajes que se operaron en las estructuras
políticas y en los cenáculos académicos de la ciencia. ¿Pero,
cuál es el retrazo espiritual en el que nos encontramos todavía
con respecto a ellas? Pareciera que las ciencias no están
al margen de los procesos sociales. Diríase incluso, que esponden a
sus demandas. El darwinismo, el positivismo, el marxismo, parecieran
dar prueba de ello
¿Será posible
concebir una ciencia, cuyo objeto matemático este orientado a la
investigación y al esfuerzo por reducir el hambre en el planeta?
¿Cómo encarar los imperativos de la tecnología para hacerla menos
alienante y lograr que no se revierta contra la especie humana? Si
bien el hombre no puede renunciar a la técnica y a los valores del
progreso deberá cuando menos enriquecer los contenidos espirituales
de su vida. Algo de eso ya esta aconteciendo con la revalorización
del medio ambiente y del propio hombre por la psicología
humanística.
¿Puede la
educación abordar el problema del ser a través de la práctica de
la religión del humanismo, de una moral para sí, frente a un cosmos
indiferente de sus propias partículas de energía llamadas seres
humanos?
Ya no es posible
educar para fines concretos o generales, como lo determinó la
perspectiva de una sociedad industrial. Se requiere ahora
formar al hombre que recibe como herencia del siglo xx, el dogma
sacralizado de la tecnología y de la ciencia, como panaceas de la
felicidad. Tiene la
educación,
igualmente, la
responsabilidad
de reintegrarle
su intuición
óntica, en
correspondencia
necesaria con
el origen
holístico de
la naturaleza,
para la
conservación
equilibrada de
su psiquis.
En nuestro siglo a
dicho el Historiador H. Carr “Lo que se pone en duda es que el
siglo XX haya sido testigo de algún progreso en la ordenación del
mundo social y ambiente nacional o internacional”; y termina
preguntándose, si no ha tenido la evolución del hombre como ser
social, un retraso total frente al progreso de la tecnología.
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