La amenaza mundial de lo T.T.I.P
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Por:
Jesús Arenas
Los
ciudadanos europeos están próximos a ser cocinado sin ser
justamente gallinas. Diríamos que están en la olla hirviendo ante
las ambiciones y el agiotismo económico de las transnacionales. Ese
Tratado de Comercio e Inversiones entre la Unión Europea y los
Estados Unidos no es más que un simulado golpe de estado económico
contra el derecho a la vida de los pueblos. Y el tema es vital porque
afecta no solo a los europeos directamente sino a todo el mundo. Es
una estrategia de las corporaciones para aumentar sus ya abultadas
ganancias. La excusa conlleva a afectar las legislaciones de cada
país involucrado.
Situación
a la que no se escapan los suscritores, por cuanto, de ¿qué otra
manera se van armonizar esas relaciones legales para ajustar sus
intereses? Esto evidencia a leguas que es un tratado más político
que económico. Innegable, dada la vinculación existente entre los
personajes que ejercen el poder, practican la economía y están
sujetos a los mandatos de las corporaciones. La conspiración se
denota cuando están negociando tras las puertas, a escondidas y en
forma muy restringida. Aunque la apariencia refleje que nosotros nos
hallamos lejanos de Europa, no es cierta tal afirmación dada la
vinculación global existente.
En
primer lugar una de las garantías en pico de zamuro es la referente
a la soberanía alimentaria. Por cuanto los procesos de importación
y exportación van a ser afectados. Agreguemos el peligro de mengua
en los derechos sociales y laborales, el medio ambiente y demás
ramificaciones de la vida económica mundial. Ya lo dijo en cierta
oportunidad el comandante Chávez, que cualquier ruido en Europa se
oye en Venezuela porque no estamos ausentes, formamos parte del
sistema integral humanitario. Todo lo que las corporaciones
secuestran hace temblar las buenas relaciones comerciales de las
naciones con recursos menores porque afecta el verdadero espíritu
democrático de sus pueblos.
Dentro
de las exigencias del tratado, se asoma la posibilidad de un sistema
arbitral que deja en manos de abogados privados el arreglo de las
controversias. Recordemos el caso de Egipto que al tratar de aumentar
el salario mínimo fue atacado por las corporaciones que alegaban
supuesta disminución de su ingresos. Tuvo que recular el gobierno
por las presuntas demandas corporativas. Esa decisión afincó el
poder hegemónico de las corporaciones poderosas y estableció, en
forma contundente, un sistema moderno de esclavitud para el
trabajador. Ese tratado puede suscitar una tranca para los reclamos
ambientales.
Como
la ambición es el objetivo principal de esos empresarios, cualquiera
puede continuar quebrando la tierra con la práctica del Fracking u
otro medio de explotación contra la naturaleza. La salud y la
educación son otros servicios atacados al privatizarse. Las
pensiones y demás beneficios sociales se tratan de regular mediante
los llamados fondos de inversión privada. Los países más
desarrollados en tecnología devorarán mediante la adaptación de
barreras arancelarias, y políticas de subsidio desiguales a sus
víctimas. El presunto aumento de la productividad en beneficio de
los intereses particulares, el consumo de alimentos “hormonicos”
acrecentará los problemas de salud y en consecuencia, una
recurrencia al negocio de los laboratorios.
Además
de violar los derechos a la vida de sus pueblos, también se soslayan
tratados ambientales como el acuerdo de Paris. Es otra forma de
acabar con la civilización. A pesar de encontrarse las naciones ya
amenazadas por tratados agiotistas como el CETA y el NAFTA, esta otra
manera de negociados corporativos somete y subyuga a la especie
humana. Y repito, esas decisiones nos afectan por lo que debemos
protegernos a través de los proyectos humanistas que, el proceso
revolucionario en Venezuela estudia y aplica. Tomar con indiferencia
esa alevosa arremetida de las transnacionales corporativas es vivir
ciego ante la proximidad del desastre. Ya apreciamos como los países
neoliberales suramericanos, entre los que se cuentan Argentina,
Brasil y Paraguay están arrimando sus brazos para cobijarse en esos
tratados sin importarles la disminución de la vida económica de sus
connacionales. El primer paso es destruir la unión suramericana que
Chávez propuso con Mercosur. Los pueblos cuentan para evitarlo.
Esperemos los acontecimientos con los ojos abiertos para salvaguardar
los beneficios que el proceso revolucionario venezolano ha logrado
con la voluntad de sus actuales gobernantes. Venceremos.
fundapoder@hotmail.comPublicación Barómetro 08-09-16