Tarde o
temprano la física atómica y la psicología llegarán a aproximarse de modo
significativo, pues ambas, independientemente y desde lados opuestos, asedian
al ámbito trascendental.
Carl Gustav Jung
Henry Tovar
Hemos
observado[P1]
el aparente poco interés, en el campo investigativo de la psicología, por
abordar el fenómeno de la delimitación, conversión y potencia de la energía
psíquica y la elucidación de sus efectos en expresiones numinosas.[1] Hacerlo,
comenzando por el análisis de los aportes de los pioneros: Nicolas von Grot
(1852-1899), Pierre Janet (1859-1947) Jung (1875-1961), Wilhelm Reich (1897-1957) Theodor Lipps
(1851-1914), resulta imprescindible, sin desconsiderar la complejidad, las
posibles estreches teóricas y el reconocimiento de la insuficiencia, en su
tiempo, de medios adecuados para medirla. Hasta ahora, entenderemos por energía
psíquica, la observable en los procesos de tipo intelectual, afectivos y
emocionales; como distintos de aquella energía desplegada en actos locomotores,
mecánicos o de esfuerzo físico.
Desde
el momento en cual se requirió la conceptuación de la energía psíquica, hubo de
diferenciarse entre energía y fuerza psíquica. A la primera, se le consideró la
condición previa para su acaecer en fenómenos como instinto, deseos, voluntad, afecto, atención, rendimiento etc., que
son precisamente fuerzas psíquicas.[2]
En
las consideraciones de Jung hechas en Energética Psíquica y Esencia del Sueño[3] son comprensibles las
carencias teóricas. Estamos aludiendo a disquisiciones primigenias en los
albores de una psicología, de modo cierto, científica. La condición primera pareciera
ser la delimitación y conciliación de conceptos cardinales, asociados con la
energía psíquica y la diferenciación de sus distintas formas anímicas de
expresión, a las cuales se les concibe como fuerzas psíquicas.
La obra, up supra citada, es imprescindible para
el abordaje del tema de la energía psíquica, como parte esencial de la
totalidad de la humana, a modo de lámpara, algunos de cuyos artículos datan de la
primera y la segunda década del siglo XX, y de modo concreto: Fundamentos de
la Concepción Energitista en Psicología; no sin antes desmalezar discusiones
inconducentes hacia ninguna certeza y en aras de lograr necesarias coincidencias
intersubjetivas.
Conforme
a la expresión fenoménica de la energía, existiría evidencia palmaria en un
grupo de sus manifestaciones y en otro menos. Desde el siglo pasado, sería
posible cuantificar efectos psico-energéticos en la respiración, en el pulso y en
reacciones sensitivas de la piel. Menos acuerdo hubo, desde entonces, en
aspectos teóricos. Tal es la discusión entre los enfoques mecanicista y
energitista, conforme a los cuales, habría hechos causales derivados del primer
enfoque, y hechos finales derivados del segundo: la concepción mecanicista –
dice Jung, aludiendo con reservas[4] los registros de Wundt[5] de 1903, - es puramente causal y concibe todo hecho
como resultado de una causa, aceptando que las sustancias inmutables modifican
sus relaciones mutuas de acuerdo con
leyes constantes.[6] Por inmutables no se
modificarían, sino sus relaciones, sin desmedro de la posibilidad del carácter
constante y regular de sus modificaciones. Cabría preguntarse sobre la
identidad de tales sustancias. Inmutables. Luego afirma: La concepción energitista, en cambio, es esencialmente finalista y
concibe el suceder como consecuencia de una causa, en el sentido de que las
variaciones fenoménicas se basan en la acción de cierta energía.[7] En ambos casos, no lo dice
Jung, la mutación sería el resultado de cierta
energía, la cual, conforme se debería comprobar, deberían ser constantes. Las
acotaciones de Jung parecen fundarse, además, en sus convicciones acerca de la
existencia de hechos acausales o inmotivados por causas nominables.
El
estudio de la energía psíquica, se apoyaba en la existencia del sistema de
valores psicológicos, derivado de un sistema de evaluación energético cuantitativo
y por tal ponderable.[8] Estos sistemas de valoración corresponden a modelos ejercitados
durante el lapso de las tres primeras décadas de siglo XX, momentos en los
cuales comenzaba a desarrollarse la psicología a través de los estudios y la
experimentación iniciados por Wundt. También Jung se valió de la vía práctica
por medio de instrumentos para la apreciación de emociones, durante el estudio
de los fenómenos de asociación de palabras y para la exploración de lo
inconsciente. Utilizó mecanismos para determinación del trazado de pulso, la
curva respiratoria y la reacción psicogalvánica, ésta
última consistente en la reacción psicobiologica escrutable en la piel, por
efecto de una actividad bioeléctrica.
Se
debe acotar que el sistema de valores, antes aludido, fue una escala general,
la cual sólo consideraba condiciones psicológicas individuales. Una dificultad
con la cual se enfrentaban, Jung y otros psicólogos, era estimar las
apreciaciones subjetivas de cada individuo, con relación a unos valores de
carácter general, sin desconsiderar la dificultad de lograr exactitud y
objetividad. Esos experimentos permitían comparar valoraciones subjetivas, su
relatividad con relación a los demás valores y sus intensidades. Uno de los
escollos hallábase al comparar, por ejemplo, el valor de la intensidad de un
pensamiento con relación al valor de la intensidad de una impresión sensible.
Otras dificultades se presentaban cuando las apreciaciones de un valor
subjetivo trascendían los límites de la conciencia y se difuminaban en los
umbrales de lo inconsciente. Más difícil, puede resultar todavía, valorar, cuando
los contenidos conscientes son reprimidos o desplazados hacia aquella instancia
oscura. Por este motivo Jung planteó la imposibilidad de determinar una escala
de valores para ella.
El
estudio de los fenómenos de asociación fue, para Jung, la ocasión de profundizar
en el conocimiento del comportamiento los complejos,[9] cuya energía se nutre de
agrupaciones de elementos psíquicos cargados alrededor del núcleo del complejo.
Un estado de tristeza o de ira, por ejemplo, puede tener la capacidad para
absorber la energía de sentimientos diferenciados, parecidos o concomitantes con
ella, como el desconsuelo, el desánimo o en el caso de la ira, nutrirse de
energías lindantes con la indignación, el arrebato, la soberbia, como formas
varias, y diferenciadas, en las que se pueden experimentar y observar el
despliegue de ciertos estados anímicos; como veremos luego en la descripción
más completa sobre el origen y la formación de los complejos, cuyo nombre refleja,
la noción de una estructura articulada (constelada) de sentimientos o emociones
con energía propia, capaces a su vez de convertirse en el núcleo de un complejo
con autonomía para alterar el comportamiento de
individuo y por tal la alteración de su conciencia.
Uno
de los elementos sustantivos, dentro de estas disputas, es el criterio de si lo
psíquico debía considerarse un sistema relativamente cerrado, aunque esté ligado a la función cerebral,
cual fue la posición de Jung en oposición a Nicolás von Grot, filósofo ruso,[10]a quien no obstante
reconocía el carácter innovador de sus ideas. Éste había proclamado que 1) Las energías psíquicas, no menos que las
físicas son cantidades y magnitudes. 2)
Son intercambiables, como formas distintas del trabajo psíquico y de la
potencialidad. 3) Pueden
transformarse en energías psíquicas y viceversa.[11] (por mediación de procesos
fisiológicos). Apenas es necesario advertir que
la tercera de estas leyes es muy cuestionable.[12]
Se debe decir, además,
que no son sólo filósofos en quienes se apoya para formular y dirimir estos
conceptos. Es oportuno señalar el esfuerzo realizado por Jung, por argumentar,
bajo la egida de los criterios de físicos y bajo la luz de leyes de la física
de su tiempo. Es conocido su acercamiento a Albert Einstein a quien trató por
la época en el cual éste había formulado su primera teoría sobre la relatividad
y de cuyo testimonio personal tuvo la certeza sobre la imponderabilidad única
de tales categorías. La desestructuración física y lógica de aquellos
fundamentos de una realidad en curso tempo-espacial, pudo haber sido valiosa
para comprender la igual inescrutabilidad de los nexos existentes entre el
espacio-tiempo y causalidad-sincronicidad, como hubo de abordarlo treinta años
después en sus intercambios con el físico y Nobel Wolfgang Pauli,[13] quien sugirió sustituir la oposición de espacio y
tiempo del esquema clásico por (conservación de) la energía/continuum espacio
temporal.[14]
Esta tesis pareciera sugerir la existencia de un único espacio-tiempo en el
cual están conectadas, de modo continuo, las formas de energía existentes en el
universo. Otras influencias significativas vinieron de filósofos como Ludwig Busse,
para quien la materialidad física del hombre sería sólo un aspecto visible de
una realidad paralela, superior e invisible.[15]
El
estudio de la energía psíquica, no pareciera más difícil que el estudio la
energía cuántica. En todas las formas de energía subyace la dificultad como
tópico de problematicidad más que de imposibilidad. En la obra: Sobre la Energética del Alma, el autor establece fundamentos de la
concepción energitista en la psicología, tal como define, textualmente, el
primer contenido de esa cardinal obra. En ella, con el mayor rigor metodológico
para entonces convenido, basándose en postulados de la física, confirma la
existencia y la percepción colectiva del fenómeno energético humano como
función anímica, dinámica e incluso parcial y potencialmente medible. La energía psíquica, sería pues, una función
anímica observable en los distintos estados de ánimo, relativamente estables, y
por tal motivo dinámicos, cuyas expresiones generales o colectivas podrían ser susceptibles
de medición atendiendo a la posible existencia de tendencias generales, junto a
las negadas, por imponderables, aproximaciones de registros individuales.
Junto a las consideraciones previas, C. G. Jung consideró necesario demostrar la aplicabilidad de los conceptos fundantes de la concepción energitista y la diferenciación funcional de los principios expresados en ella en la ley fundamental de la conservación de la energía. En esta, señalaba el autor citado, era menester, seguir la recomendación L. Busse, de diferenciar el principio de equivalencia y el principio de constancia en el cual, conforme al primero, para cada energía que se aplica y se consume en la producción de un estado aparece en otra parte un quantum igual de la misma o de otra forma de energía, en tanto que en el segundo principio la cantidad de energía siempre permanece igual[16].Como es observable, en el primer caso se alude esencialmente a la equivalencia de la cantidad del esfuerzo y la cantidad del resultado, en términos de un quantum, independientemente de que su transformación, conduzca a otra forma de energía. inalterable cantidad de energía, aunque el estado producido se transforme y la permanencia de ese quantum consumido en una misma o diferente forma de energía. Por tal, estos son aspectos de necesario abordaje para la conciliación de diferentes perspectivas.
[1]
Termino definido por Rudolf Otto como “experiencia no-racional y no-sensorial”
para referirse a la noción y la vivencia de lo divino o sagrado.
[2] Carl Jung, p.27. En: Aplicación del Criterio Energitista.
Previa a esta cita en la cual Jung atribuye a Th. Lipps, la diferenciación
entre energía psíquica y fuerza psíquica.
[3]
ENERGÉTICA
PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO (1982) Editorial Paidos. Barcelona- España
[4]
Carl Jung se
refiere a la discusión entre energetismo y mecanicismo, como un pleito paralelo
al viejo problema de los universales, dentro del campo de la filosofía
[5]
Wilhelm Wundt (1832-1920) Fisiólogo y
psicólogo alemán. Precursor y fundador de los estudios de psicología científica
o experimental. Fue el creador del primer laboratorio de psicología
experimental (1879) para estudios psicofísicos y fisiológicos.
[6]
Fundamentos de la Concepción
Energitista (p.15)
[7] Ídem (p.15)
[8]
…no solo disponemos de un sistema objetivo de valoración, sino también
un sistema objetivo de medición, cual es el de los valores morales y estéticos
colectivos. Ibídem (p.20)
[9]
Complejos
Autónomos de Carga Afectiva: una descripción breve y provisional, podemos
tomarla del propio Jung, quien los describe como unidades vivientes de la
psique inconsciente ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO (1982). En:
Generalidades de la Psique Inconsciente (p.87). Editorial Paidos
[10]
Filósofo ruso de quien se ignora casi todo en los ámbitos de publicación alguna
y en la Internet.
[11] ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO p.26. Ideas citadas por C. Jung, formuladas en: Los conceptos del alma y energía Psíquica en Psicología Tomo IV. 1898 (Die Begriffeder Seele und Psychischen Energie in der Psychologie. Tomo iv 1898)
[12] Fundamentos de la concepción energitista en
psicología. En: ENERGÉTICA PSÍQUICA Y ESENCIA DEL SUEÑO. Editorial Paidos
1982. P.18
[13]
Wolfgang Ernst Pauli (1900-1958),
nacido en Viena el 25 de abril de 1900 (Imperio austrohúngaro). Se licencio en
su lar natal en la escuela pública Gimnasio de Döblinger. Se doctoró en la Universidad de Múnich (1921). Ejerció como
profesor universitario y químico. Fue galardonado con el Premio Nobel en 1945,
por el Principio de exclusión, cuya teoría habría permitido la experimentación
del fenómeno del entrelazamiento cuántico. Formuló la existencia del neutrino.
Publica los principios fundamentales de la mecánica cuántica (1933), como obra concienciadora
de la nueva realidad científica en la física. Aparte de su condición de físico
teórico se interesó por el tema de la sincronicidad, como aspecto de una
realidad no mediada por las clásicas nociones de causalidad y de espacio y
tiempo.
[14] Precursores
de la idea de la sincronicidad, p.501. En: La Dinámica de lo Inconsciente. Vol.
8. Editorial Trotta. 2011
[15] Carl Heinrich
August Ludwig Busse (1862-1907), filósofo alemán, nacido el 27 de septiembre en
Braunschweig. Fue representante de una concepción metafísica conforme a la cual
todo lo pensado es objetivamente real. Su
obra fundamental habría sido: Mente y cuerpo alma y cuerpo, (1903).
[P1]Dónde
?
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