Kurdistán sirio: ¿Una zona de exclusión aérea contra quién?
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Por: Leandro
Albani
Con la
presión e intensidad destructora de un martillo neumático, el
gobierno turco del presidente Recep Tayyip Erdogan insiste en crear
una “zona de exclusión aérea” sobre el norte de Siria,
territorio habitado por el pueblo kurdo y que, desde hace más de
tres años, es defendido por las milicias YPG/YPJ y las Fuerzas
Democráticas de Siria (FDS), conformadas por fuerzas kurdas y de
otras nacionalidades.
Por estos
días, el Ejército de Turquía tiene vía libre para avanzar sobre
Siria e Irak. En el caso sirio, luego del intento de golpe de Estado
contra la administración de Ankara, el plan de conquista de Erdogan
recibió una oportunidad única: posicionarse como un “ferviente”
defensor de la democracia y obtener el respaldo de Rusia y Estados
Unidos para ingresar a Siria, algo que no había podido hacer hasta
ahora.
Cuando el 24
de agosto el gobierno de Erdogan anunció la movilización de tropas
hacia el norte de Siria, los objetivos fueron claros: por un lado
profundizar la desestabilización en ese país; por el otro, doblegar
a las fuerzas kurdas que combaten contra los grupos terroristas y, al
mismo tiempo, desarrollan nuevas instituciones y políticas sociales,
basadas en la democracia de base, el respeto a todas las religiones y
etnias, y la participación plena de las mujeres.
Con una zona
de exclusión aérea sobre el norte de Siria, el proceso encabezado
por los kurdos corre
El domingo
pasado, el ministro turco de Defensa, Fikri Isik, declaró que para
combatir a los terrorista “crearemos una zona de seguridad en el
norte de Siria y de esta manera eliminaremos la amenaza a nuestro
territorio”. Según el funcionario, la zona tendrá una extensión
de 45 kilómetros.
A estas
declaraciones se le sumaron las de Ibrahim Kalin, portavoz del
mandatario turco, que confirmó que su país continuará las
operaciones con aviones cazas y tanques hasta que la zona fronteriza
esté “completamente segura”.
Aunque las
intenciones de Turquía podrían parecer nobles, la realidad es muy
diferente. El gobierno de Erdogan considera “terroristas” a las
milicias kurdas y demás grupos que luchan por la liberación del
norte de Siria. pese a que desde el Ejecutivo turco argumenten
que su combate es contra ISIS, los hechos son muy diferentes. Las
denuncian y pruebas que demuestran el respaldo pleno del Estado turco
al
Daesh se multiplican con el correr de los días. La semana pasada,
periodistas de la cadena BBC denunciaron que más de trescientas
personas se refugian en un campo de Turquía, gestionado por el grupo
Jaish Al Tahrir, una facción que integra el ELS. Según los
divulgado, el objetivo de Jaish Al Tahrir es “rehabilitar a los ex
miembros del Estado Islámico” y “favorecer el retorno de los que
proceden de estados occidentales” para seguir operando en sus
países.
Una zona de
exclusión aérea sobre el norte de Siria no es una propuesta nueva.
A finales de septiembre, Erdogan afirmó: “Queremos establecer una
zona de exclusión aérea de 95 por 45 kilómetros”. Un día antes
de las declaraciones del mandatario, el secretario de Estado
norteamericano, John Kerry, demandó “limitar los vuelos” para
impedir “que el régimen sirio ataque a los civiles con el pretexto
de luchar contra el Frente Al Nusra”.
Desde que el
Ejército turco ingresó al norte de Siria, al menos 30 civiles
perdieron la vida durante la denominada operación “Escudo de
Éufrates”. Sumado a esto, portales de noticias de la región
aseguraron que miles de soldados turcos se encuentran acantonados
esperando la orden de cruzar hacia territorio kurdo.
Erdogan sabe
que tiene respaldo para una operación de este tipo. Aunque existen
rispideces con Estados Unidos, desde la Casa Blanca no van a
modificar la relación estratégica con Turquía, que representa al
segundo Ejército dentro de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN). Para Washington, el Estado turco es un
aliado fundamental para el control de Medio Oriente. Por otra parte,
el restablecimiento de relaciones entre Ankara y Moscú le permitió
al mandatario turco liberarse de críticas y presiones.
Durante el
reciente Congreso Mundial de Energía realizado en Estambul, la
alianza ruso-turca quedó sellada luego de la reunión entre Erdogan
y el presidente Vladimir Putin. El gobierno de Moscú intenta acercar
a su lado a Erdogan y, de esa manera, contener sus planes
desestabilizadores contra Siria. En Estambul, ambos mandatario no
sólo coincidieron en su lucha contra los grupos terroristas, sino
que sellaron el acuerdo sobre el gasoducto Turkish Stream y la
instalación de la central de energía nuclear Akkuyu, por un total
de 30 mil millones de dólares entre ambas obras.
Una zona de
exclusión aérea sobre el norte de Siria remite inevitablemente a la
aplicada sobre territorio libio en 2011, bajo el argumento de
proteger a la población civil, pero que permitió que en ocho meses
la OTAN devastara con bombardeos ese país del norte de África. Al
día de hoy, todavía no se conoce con certeza cuántos muertos
dejaron los ataques de la alianza atlántica, aunque se contabilizan
por miles.
Publicación Barómetro 27-10-16