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lunes, 14 de noviembre de 2016

Por Carolina Vásquez Araya: Del fuego a las brasas

 


Del fuego a las brasas

Por Carolina Vásquez Araya
Urge tener establecimientos adecuados de refugio para la niñez.

Las condiciones de vida para unas tres cuartas partes de la población guatemalteca han descendido de manera sostenida desde hace unas 3 décadas. Este fenómeno ha condenado a la pobreza a más de la mitad de las familias y se debe a la corrupción rampante de sus autoridades, baja ejecución de planes de desarrollo cuando los hay, generalizado clientelismo en la asignación de puestos, pero sobre todo el saqueo sistemático de una riqueza cuya envergadura es aún desconocida.


El sistema bajo cuyas normas se desarrolla la vida financiera, política y social del país parece haber sido diseñado con el fin de mantener en necesidad extrema a una gran masa poblacional, a la cual un salario de hambre le resulte una bendición divina en comparación con el desempleo. En este contexto las familias sobreviven gracias al esfuerzo combinado de todos sus miembros en condiciones de extrema necesidad, lo cual repercute en un ambiente poco propicio para su desarrollo integral.


Sumado a esto, la falta de oportunidades en educación, empleo, salud y vivienda dignas contribuye de manera poderosa a provocar la eclosión familiar y un clima de violencia cuyas consecuencias se pueden observar en las elevadas cifras de denuncias de feminicidio, abandono del hogar, violaciones, incesto y ruptura de los lazos familiares. Como uno de sus efectos más graves, el abandono de las nuevas generaciones en busca de satisfacer sus carencias vitales en la calle, en las maras o emigrando hacia la peligrosa ruta del norte.


En este contexto insano y degradante viven miles de niñas y niños relegados, violentados y forzados a soportar toda clase de carencias vitales. Entonces es cuando se requiere de un sistema de rescate –desde un Estado cuyas características lo han convertido en el principal responsable del problema- con el fin de proveer a esta niñez en crisis de una solución a la medida de sus necesidades en educación, alimentación, recreación, atención en salud mental y física para garantizarles un desarrollo adecuado.


Este sistema aparentemente ideal, cuyo costo de operación figura en el presupuesto del Estado, en la realidad se ha convertido en una amenaza para la integridad de esos niños, niñas y adolescentes necesitados de protección. Salidos de un ambiente muchas veces degradante y de alto riesgo para su integridad física y psicológica, han ido a dar a verdaderas cárceles de castigo en donde se siguen violando sus derechos. Es el drama constante de ser menor de edad en un país en donde la niñez es la última de las prioridades y en donde para llamar la atención sobre un problema tan grave como la trata de personas, es preciso hacer un escándalo mediático para que las autoridades le presten atención.


Otro tanto sucede con las mujeres violentadas en sus derechos a la vida, a la integridad física, a la libertad. Es tan elevado el nivel de violencia contra ellas que ya se considera parte de la costumbre, se acepta el odio de género hasta el extremo del desmembramiento como algo que les sucede a otras personas menos afortunadas, no algo a lo cual existe la obligación humana de denunciar alto y claro porque es inadmisible, porque no puede seguir sucediendo.



Las niñas, niños y adolescentes recluidos en hogares de rescate no son parias, son seres humanos con derechos. Tratarlos como a tales es obligación del Estado, porque la falta de principios del sector político, cuyos miembros han sentado sus reales en la administración pública, les ha robado la posibilidad de vivir una vida libre de amenazas y con oportunidades de progreso. La deuda con la sociedad está pendiente y debe pagarla en sus nuevas generaciones.okTwitterGoogle+LinkedInPinterestWhatsAppCompartir0




miércoles, 5 de octubre de 2016

Por Carolina Vásquez Araya:Las lecciones de las elecciones


 


Las lecciones de las elecciones


Por Carolina Vásquez Araya
Hay mucho que aprender del proceso electoral de Estados Unidos.

Estados Unidos es, sin duda, la mayor potencia mundial. En su historia política los intereses de las cúpulas económicas han marcado el tono de sus incursiones bélicas, sus tratados comerciales, las prioridades de su política exterior y la manera como es percibido desde los países pertenecientes a su círculo de influencia. Las elecciones presidenciales son, por lo tanto, observadas con atención desde todos los rincones de la Tierra.
Con una ciudadanía decantada hacia las dos fuerzas políticas más importantes, los partidos Republicano y Demócrata, los procesos electorales oscilan entre ambas tendencias dejando muy poco espacio a otras fuerzas ideológicas, monopolizando así el máximo poder. Visto desde la distancia, especialmente desde un país cuyas estructuras partidistas duran un suspiro y se reproducen como las amebas, de un proceso al siguiente sin echar raíces, el fenómeno del país del Norte resulta interesante y ejemplificador.
Uno de los aspectos más relevantes de las elecciones actuales en Estados Unidos ha sido el apoyo masivo brindado por los jóvenes a un candidato, Bernie Sanders, capaz de romper con estereotipos y hablar claramente sobre los grandes vicios del sistema capitalista y la influencia de los grandes consorcios en una decisión tan importante como es la elección de sus máximas autoridades.  Aun cuando resulta obvia la infiltración de los intereses corporativos en todo el entramado político de Estados Unidos, no son muchos los candidatos capaces de oponerse públicamente a sus posibles financistas de campaña.
Sanders no logró la nominación, pero el germen de su mensaje permaneció vigente en una gran parte de la población, los llamados millenials, quienes traen una visión más afinada sobre el futuro, pero sobre todo una mayor voluntad de participación que la manifestada por los jóvenes de generaciones anteriores.
Para quienes no conocen el término, se denomina millenials o
generación Y” a la nacida en las últimas décadas del siglo pasado. Son jóvenes inmersos desde su nacimiento en el mundo tecnológico y por consiguiente, mucho más informados y activos que sus antecesores. Esa es una de las lecciones más interesantes del proceso en mención, porque nuestros países también traen una ola de nuevos ciudadanos cuya experiencia de vida les ha forzado a incorporarse de manera más decidida en el destino de sus naciones, lo cual finalmente es su propio destino.
Otra de las lecciones de las elecciones a celebrarse en noviembre es un fenómeno cada vez más sorprendente, expresado en el apoyo masivo a un candidato cuyas principales características son la improvisación, el total desconocimiento de la política internacional incluyendo la agenda de su propio país el desprecio por el sector femenino de la ciudadanía, la xenofobia y la carencia de un plan de gobierno.
Para algunos países de nuestra región eso no sería novedad, porque se han visto casos parecidos, pero para una potencia tan importante es una ruta peligrosa, tomando en cuenta que los inicios de la campaña ofrecían opciones mucho más adecuadas y razonables de elección. Esto ha generado divisiones en su propio partido, por ser el candidato menos apropiado en la historia política de ese país.
Merecedor de análisis es cómo su estrategia de infundir temor entre sus seguidores y sus reiteradas promesas de encerrar a su país entre muros para contener a la inmigración, hayan podido prender en un sector tan importante de votantes. Eso indica que la xenofobia y el racismo siguen prendidos como lapas en la idiosincracia de muchos estadounidenses. Una obvia contradicción para el país más diverso del planeta.


elquintopatio@gmail.com



Publicación Barómetro 10-10-16

domingo, 4 de septiembre de 2016

Por Carolina Vásquez Araya:Terror, el toque mágico – La instalación de un fascismo renovado, la táctica de Trump.



Terror, el toque mágico – La instalación de un fascismo renovado, la táctica de Trump.

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Por Carolina Vásquez Araya

Bajo el estruendo de sus trompetas de guerra, Donald Trump ha llegado a una posición que hace poco más de un año era casi imposible concebir. Líder de un sector extremista de una derecha blanca y recalcitrante, este empresario cuya trayectoria cuenta, entre otros detalles, con la quiebra de algunas de sus compañías y un programa televisivo mediocre, se ha convertido en la figura pública más relevante de Estados Unidos.

Es posible que su ascenso a la primera posición en la competencia republicana por la presidencia se deba a una genial estrategia de sus asesores, porque resulta muy difícil concebir semejante éxito en alguien totalmente ignorante en política –interior y exterior- cuyo discurso gira fundamentalmente en torno a la fuerza bélica y la represión contra migrantes y ciudadanos de su propio país, sobre todo contra las minorías étnicas y religiosas ajenas al modelo del establishment gringo.

Este fenómeno inusual en la política estadounidense calza muy bien con el hecho de que no hay nada como un ambiente de guerra para transformar un discurso vacío en una proclama heroica. Hay que regresar en la historia reciente y recordar los incendiarios discursos de George W. Bush con los cuales preparó anímicamente a la ciudadanía antes de lanzar al país en la invasión contra Irak, acto basado en falsas premisas y con repercusiones incalculables.

Trump, de algún modo, ha copiado el modelo. De sus diatribas hepáticas en contra del pueblo mexicano –porque sin duda cree que “mexicano” es un genérico para todo migrante desde el sur del Río Bravo- ha desarrollado un mensaje de odio contra todo ser humano que no se identifique culturalmente con el modelo de vida estereotipado e instalado como lo decente, lo normal y lo aceptable de acuerdo con sus valores personales.

Una campaña cargada de amenazas y aderezada con la idealización de un purismo racial y cultural inexistente, por ser Estados Unidos un país integrado en su abrumadora mayoría por migrantes de todo el planeta, ha sido el vehículo que lo ha lanzado a la cacería de una presidencia concebida como un sitial desde el cual cree alcanzar el poder para dominar al mundo. En esta campaña destaca de manera rotunda el renacimiento de un fanatismo xenófobo en amplios sectores de la ciudadanía, sus seguidores fieles, quienes desean creer en una vuelta a aquellos tiempos de la historia en los cuales la supremacía blanca era la norma.

Enfrentado a una candidata poco amigable, ambiciosa y señalada como una política sagaz pero poco confiable, las debilidades de sus estrategias se desdibujan y pierden el impacto que habrían alcanzado de tener a una opositora fuerte, carismática e intachable. Esto dibuja el peor de los panoramas de cara a noviembre, cuando se decidirá el destino de la nación más poderosa del mundo y, por ende, de todos los países dependientes de su influyente política exterior.

La amenaza del terrorismo, táctica utilizada por Trump para elevar en sus audiencias un espíritu belicista y reivindicador del liderazgo mundial, es de hecho una espada de Damocles pendiente de un hilo: sus intenciones expresas de borrar de la faz de la tierra toda amenaza –potencial o real- proveniente de los países en conflicto en el hemisferio oriental. Conflictos que, vale recordar, fueron provocados por Estados Unidos a lo largo de una historia de intervencionismo cuyo propósito ha sido convertirlos en súbditos obedientes y proveedores de riqueza. En todo caso, sea cual sea el resultado de las próximas elecciones, queda el mal sabor de un fascismo renovado y amenazador que ya creíamos superado.

miércoles, 10 de agosto de 2016

Por Carolina Vásquez Araya: Salud: un reto monumental


 

Salud: un reto monumental

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Por Carolina Vásquez Araya

Los cambios en el sistema de salud no dependen de una sola persona.

Sería injusto e irreal esperar mejoras inmediatas en el sistema de salud de Guatemala solo por haberse producido un relevo ministerial. Es de todos conocido el colapso en el cual se encuentra la atención sanitaria a nivel nacional, la manera como se ha administrado esa caja de Pandora de la que muchos han echado mano para llenarse los bolsillos, y los intereses involucrados en el manejo de su presupuesto.

La designación de la doctora Lucrecia Hernández Mack, sin embargo, ha lanzado un soplo de aire fresco en esa nube gris. Muchos esperan que dada su juventud, su integridad, su experiencia profesional y su calidad de médica salubrista -todo lo cual permite suponer una visión holística distinta al enfoque tradicional sobre los retos y posibles soluciones- las decisiones emanadas de esta nueva administración logren resultados en corto tiempo.

Eso es imposible. La restauración de la funcionalidad plena de los puestos y centros de salud, de los hospitales, el abastecimiento básico de instrumental, medicinas y otros suministros indispensables para la atención sanitaria a la población, no dependen de la capacidad de una sola persona al mando ni se verán sus efectos en un abrir y cerrar de ojos. Lo que suceda en los próximos meses dependerá fundamentalmente de la voluntad de los equipos humanos comprometidos con esa misión, siempre y cuando sean capaces de dejar por un lado sus intereses particulares para embarcarse en la aventura de trabajar con el claro propósito de reparar los serios daños ocasionados por la corrupción enquistada en ese importante ministerio.

La fórmula ganadora, de acuerdo con algunas opiniones vertidas en los medios de comunicación y redes sociales, sería un apoyo irrestricto del Ejecutivo, del Congreso, de las organizaciones civiles y de la ciudadanía a este nuevo intento de recuperación del enorme complejo nacional para la atención en salud. El acompañamiento no solo deberá ser constante, sino también consciente e informado sobre el estado real de las instalaciones, las condiciones de trabajo del personal, los detalles del gasto y los planes para poner todo eso en condiciones de supervivencia, dado que actualmente se encuentra en riesgo vital.

La ministra Hernández Mack ha de ser muy valiente para haber aceptado un reto que otros consideran prácticamente imposible de vencer. Hoy será su primer día de trabajo, ya directamente desde el despacho ministerial, y enfrentará los innumerables retos dentro y fuera de la cartera. Desde la distancia resulta difícil imaginar la reestructuración de ese laberinto poblado de amenazas, pero no deja de ser esperanzador pensar en la posibilidad de que, durante esta administración, la población más necesitada encuentre la atención necesaria con sensibilidad humana en el sistema, cuando acuda a él.

La ministra podría echar una mirada a su alrededor y, como sugería algún Presidente anterior, “buscar en las gavetas”, donde quizá encuentre recursos de programas irrealizables por falta de capacidad de ejecución, otra de las grandes deficiencias de un Estado clientelista y poblado de burócratas poco o nada preparados para cumplir sus funciones. La ciudadanía observa con expectación los primeros pasos de esta nueva funcionaria, pero hay que tener la suficiente lucidez para no esperar milagros, sobre todo cuando algunos de los problemas más acuciantes han permanecidos irresueltos por décadas de abandono, malos manejos y presiones malintencionadas de sectores de poder que han usado al sistema de salud como una fuente de enriquecimiento personal.

elquintopatio@gmail.com

Publicación Barómetro 08-08-16