Trump y el papel del Estado-Nación en el Siglo XXI
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Por
Aldo Torres Baeza
Donald
Trump es un payaso, qué duda cabe. Pero un payaso que, en algún
momento, contó con el apoyo de casi la mitad del circo. Permitámonos
un ejercicio. Saquemos los exabruptos, su pasado abusador y, en
general, las ridiculeces que fueron restando apoyo en la campaña de
Trump. Por el contrario, pensemos en un verdadero político, diestro,
muñequero, uno que se limitara a buscar apoyo electoral trasmitiendo
y defendiendo las promesas con que se inició su aventura
presidencial, es decir: volver el Estado nación, cercar las
fronteras, crecer hacia adentro.
¿Cuál
sería el destino del mundo si Trump hubiese mantenido su candidatura
restringida al mensaje inicial, exenta de sus perturbaciones
psicológicas?, ¿Hubiese podido acceder al gobierno con un mensaje
anti establishment, absolutamente contrario a la ideología
libremercadista propugnada, precisamente, por Estados Unidos después
de la segunda guerra mundial? Más allá de lo mediático, y en clave
politológica, es el rol del Estado nación el que se disputa en la
candidatura norteamericana. Ahí y en el mundo. El Estado mínimo de
Clinton versus el nacionalismo de Trump.
Probablemente,
el suceso más importante en la política internacional del siglo XXI
es el ascenso de China como potencia mundial. Su experimento político
es una forma específica de capitalismo, donde el Estado posee una
importancia fundamental. Li Xing define el caso chino como
Estado-civilización. Los chinos, como Hegel o Rousseau, conciben al
Estado como una comunidad ética, ven en el Estado un acuerdo moral y
civilizatorio. Por lo tanto, “el estado goza de mayor autoridad
natural, legitimidad y respeto, visto por los chinos como guardián,
custodio y encarnación de su civilización”.
Ante
el evidente asenso de China, también es factible pensar que el
discurso de Trump nace como una respuesta desesperada al
desmoronamiento de la hegemonía norteamericana, que, tras la segunda
guerra mundial, armó un mundo a su medida, con un control militar
(OTAN), un control económico financiero (Gatt, FMI, Banco Mundial) y
político (Consejo de Seguridad). Como sabemos, un una sociedad
internacional anárquica, carente de un poder que pueda ejercer el
monopolio de la violencia, el poder del Estado es el único medio por
el cual cada Estado puede defender sus interés vitales.
En
ese sentido, el misterioso discurso de Trump busca mantener los
intereses de Estados Unidos, o sea el estatus quo de la política
mundial, apelando a un nuevo rol del Estado. Trump se dirige a
hombres blancos empobrecidos, ex trabajadores de empresas que salen
de Estados Unidos en búsqueda de bajar los costos laborales y las
cargas fiscales. Marc Bassets[1],
en una columna de El País, planteaba un dato de la causa: si solo
votaran hombres en las elecciones, la candidatura la ganaría Trump.
Como señala Julie Connan, Trump despertó al “gigante adormecido
de la América blanca”, y, gane o no gane, ese gigante seguirá
presionando por políticas nacionalistas que permitan hacer a
“América grandiosa nuevamente”. Trump, a diferencia de todos sus
antecesores, habla de fortalecer empresas nacionales. Es decir: un
discurso antagónico al ADN de la política norteamericana. Y hasta
antes de los escándalos, no poca gente le creía. Lo apoyaba.
No solo ahí. En Europa, la ultra derecha es gobierno en Polonia y
Hungría y, posiblemente, en Austria. Crece su apoyo en Alemania y
Francia. Todos comparten un discurso parecido al de Trump, pero sin
un Trump.
¿Seria,
entonces, presuntuoso plantear que vivimos hoy un proceso mundial en
el que decae la idea neo-liberal del Estado-nación, y que, por
tanto, tiende a decaer la subordinación de la política a la
economía? SI y no. Como sabemos, la expansión del capitalismo
siempre fue de la mano con la expansión territorial. Sin embargo, en
el actual reparto del mundo, y considerando la trasmutación del
capital, ya no es necesaria la guerra para expandir los mercados y,
por lo tanto, se percibe que la clave del crecimiento económico está
en el fortalecimiento de las fronteras y un apoyo del Estado a las
empresas privadas. Formula asiática. Sin embargo, los paladines del
capital, los mismos que hablan de crecimiento y se niegan a pagar
impuestos, aún cuentan con las garantías de un sistema que les
permite separa el lugar de producción, del lugar de declaración
fiscal.
Durante
el siglo XX, el Estado gozó de una importancia fundamental. Pensemos
en el Estado de bienestar de la Europa Occidental, en la
predisposición de los ciudadanos a permitir que las autoridades
crearan impuestos públicos; pensemos, además, en la propensión a
alistarse en el ejército para luchar y morir por su país por
millones en las dos guerras mundiales del siglo pasado. Como plantea
Hobsbawm, “durante más de dos siglos, y hasta los años setenta,
el crecimiento del Estado moderno fue una constante, y fue ajeno a
cuestiones de ideología o de organización política: liberal,
socialdemócrata, comunista o fascista”. Luego vino un proceso de
incertidumbre. Se habló del fin de la historia.
El
Estado se resumía a una administración de cuestiones domésticas.
No importaba la política. Hoy, con el ascenso de China y la formula
asiática, el discurso de Trump y el fantasma de la ultra derecha en
Europa, reaparece el rol del Estado, más bien, vuelve a ingresar lo
político al ámbito del Estado. Pero reaparece en su forma más
peligrosa. Es decir: en clave nacionalista. Se responde a la
globalización económica con renacionalización. Ayuda la
inmigración, los ataques terroristas, la crisis de la Unión Europea
y la subcontratación. Los políticos dicen lo que la gente quiere
escuchar. La gente los apoya. “Volver al Estado nación, la culpa
es del otro”, parece ser el mensaje.
Más
allá de show, el fenómeno Trump, despertó la conciencia de
esa gente que no se dice racista, sino que se autodenomina
“nacionalista blanco”, y eso, tarde o temprano, va a generar una
fractura social inmensa, porque el tema ya quedó instalado en la
agenda. O sea, los coletazos posteriores a la candidatura de Trump,
aunque pierdan, serán de largo aliento.
[1] http://internacional.elpais.com/internacional/2016/10/16/estados_unidos/1476635823_558095.html
aldotorresbaeza@gmail.com
Publicación Barómetro 27-10-16