Por Rafael A. Ugalde Quirós: ¡Ya, por favor, paren tanto acoso!
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 15 noviembre, 2015 a las 14:49
Hay
que hacer algo. No es posible que con el vestuario de la “ciencia”
me acosen constantemente quienes se dicen apóstoles de ella,
utilizando todos los recursos mediáticos para ocultar intereses
“científicos”. Resulta hasta falaz insinuar la presunta
creación/invención de vida mediante la ciencia a partir de
máquinas e ingeniería, como si se tratase de diseñar un teléfono
celular.
La
vida es una complejidad organizada por sí misma y que se construye
sola, y que, solo cabe la idea de manufacturarla, cuando existe, por
ejemplo, interés en una patente por semillas o medicamentos.
En
materia de semillas modificadas genéticamente, la agroecología me
enseña que en la producción de alimentos la ciencia va más allá
hasta donde los “constructores de vida” quieren llevarme, pues
contrariamente hoy la moderna agricultura obliga a analizar
variables como los procesos ecológicos del suelo, las semillas
vivas y la comida viva, para citar tres elementos que no podemos
pasar inadvertidos.
Así,
tomando en cuenta estas tres variables, me arriesgo a pensar que las
famosas promesas de décadas atrás de la industria biotecnológica
–mayores rendimientos, reducción del uso de químicos y control
de malezas y plagas– siguen sin cumplirse. Hace unos pocos meses,
un fondo de inversión europeo demandó a una de estas empresas
productoras de semillas modificadas por $1.000 millones, por
promover cultivos resistentes a herbicidas a sabiendas de que no
lograrían controlar las malezas y en cambio sí contribuirían al
surgimiento de súper malezas.
Por
otra parte, según la Organización Mundial de la Salud (OMS) el
glifosato −el agro tóxico más difundido en el mundo, que se usa
con 85% de los cultivos transgénicos− es causa probable de
cáncer. Comunidades y familias afectadas en Argentina y Paraguay,
entre otros países, venían denunciando esta relación desde hace
años, por sufrirla directamente. Ahora Naciones Unidas pone interés
en el asunto en virtud del artículo 19.3 de su Convención sobre
Diversidad Biológica (CDB) y que, algunas de estas multinacionales
interesadas en la propiedad intelectual de patentes de semillas
modificadas no comparten, como tampoco apoyaron el Protocolo de
Cartagena sobre Bioseguridad, tendiente a que el Derecho
Internacional regule los derechos de usuarios y consumidores de
estos alimentos.
A
estos estudios –y otros que vienen de camino− se han opuesto las
empresas que pretenden monopolizar la producción de granos
alimentarios. Recientemente, dos voceros de una de estas empresas
aludidas descalificaron por CNN las indagaciones indicadas por
falta, según enfatizaron, de rigor científico. Igualmente
defendieron la presencia de las semillas de maíz modificadas en
algunos estados mexicanos autorizados para su siembra.
Contra
los intereses de quienes modifican semillas, estos expertos
independientes dictaminaron que existen pruebas suficientes de que
el glifosato puede causar cáncer en animales de laboratorio y hay
pruebas limitadas de carcinogenicidad en humanos (linfoma no
Hodgkin). Para esto último, se basaron en estudios de exposición a
glifosato de agricultores en Estados Unidos, Canadá y Suecia. Se
hicieran estos mismos estudios en el Cono Sur de América Latina, en
Argentina, Brasil, Bolivia, Paraguay, Uruguay, el área que uno de
estos consorcios llamó la República Unida de la Soya, donde se
planta el mayor volumen de soya transgénica resistente a glifosato
del planeta, donde los resultados serían aun más graves, ya que la
fumigación aérea y la falta de control está mucho más extendida.
Estoy
cansado de tanto acoso por radio y televisión sobre el inofensivo
consumo de los transgénicos. Propongo al Ministerio de Salud que,
así como en las etiquetas de los productos se asienta el país de
origen y su composición química, indique a partir de ahora tres
simples palabras: “no es transgénico”. ¿Sencillo o no? Cada
quien decidirá si compra este o aquel producto, pero no me salgan
diciendo que el Ministerio ya no tiene competencia para ello.
Créanme, estoy cansado de tantos manoseos y “científicos”
convenciéndome de bondades que no veo por ningún lado. Aclaro, por
las dudas, que estoy en la CCSS como trabajador independiente y no
pertenezco a movimiento ecologista alguno, al que respeto.
rafaelangelu@yahoo.com
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