Por Fernando Esteche: La Paz como victoria y el compromiso de los patriotas nuestros americanos Parte 1
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 29 julio, 2015 a las 21:23
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Panamá
de
Angostura Discurso
Colombia,
como espacio territorial y como noción política, fue cuna de la
idea de Nuestra América. Es el primer territorio donde se hace
concreta la noción de Patria Grande soñada por Francisco Miranda y
construida en los hechos por Simón Bolívar en el Congreso de la
Angostura. Sorteando las contradicciones que la propia historia le
imponía a los territorios deliberadamente desguazados por la
ocupación colonial en presidencias, virreinatos y capitanías
generales; lo que la historiografía recupera hoy como Gran Colombia
no fue otra cosa que el intento práctico de construcción de Patria
Grande.
La
Carta de Jamaica y el Discurso de Angostura, entre otros tantos
documentos, expondrán la grandeza del pensamiento de Simón Bolívar:
“Es
una idea grandiosa pretender formar de todo el Mundo Nuevo en una
sola nación con un solo vínculo que ligue sus partes entre sí y
con el todo. Ya que tiene un origen, una lengua, unas costumbres y
una religión, debería, por consiguiente, tener un solo gobierno que
confederase los diferentes estados que hayan de formarse; […] ¡Qué
bello sería que el Istmo de Panamá fuese para nosotros lo que el de
Corinto para los griegos! Ojalá que algún día tengamos la fortuna
de instalar allí un augusto congreso de los representantes de las
repúblicas, reinos e imperios a tratar y discutir sobre los altos
intereses de la paz y de la guerra, con las naciones de las otras
partes del mundo. Esta especie de corporación podrá tener lugar en
alguna época dichosa de nuestra regeneración (…)”
El
Congreso de Panamá insistirá en sentar las bases doctrinarias y
construir los acuerdos necesarios para la unificación jurídico
político de todo el territorio nuestro americano. Pretenderá
construir una Confederación de Naciones para suplantar desde la
unidad al orden colonial español. Fue un intento consistente por
evitar la balcanización de las nacientes repúblicas independientes
y evitar así (lo que luego ocurriría) la debilidad resultante de
una fragmentación política y económica que las dejara en situación
de inferioridad frente a las potencias coloniales e imperiales.
Todos
los líderes de la independencia latinoamericana tuvieron clara
conciencia de la necesidad de la unidad. Ya en algunos hombres que
protagonizan aquel momento estaba el virus del cipayismo contra el
que las luminosas ideas de Bolívar, San Martín, Monteagudo,
Artigas, Juan Egaña y tantos otros no pudieron en ese momento.
Colombia es también el espacio donde tempranamente se expresaron las
clases populares y amasaron una novedosa forma de hacer política que
combinó intervenciones e interpelaciones a lo institucional
constituido, fundación de nueva institucionalidad e insurgencia. Ahí
el Grito de Socorro, la rebelión de los comuneros, Manuela Beltrán,
Galán, Berbeo y en tantos y tantos puede uno referenciar los
primeros intentos de las clases populares por tomar en sus manos la
construcción de su propio destino, por cuestionar la legitimidad de
quien detentaba el poder del Estado.
Tenemos
entonces una Tierra prodigiosa y tempranera en insinuar, caminar e
intentar los grandes desafíos que desde la primera independencia
hemos planteado los nuestro americanos: Patria Grande y Soberanía
Popular. Colombia no puede ni debe estar ausente del pensamiento ni
de la acción de los patriotas nuestro americano.
El
conflicto armado
El
inicio del conflicto armado, su ubicación temporal en la historia de
Colombia, será motivo de discrepancias. No obstante cualquier
observador lego podrá advertir la continuidad de la situación de
guerra política desde el inicio de la historia colombiana. Las
guerrillas liberales, los acuerdos una y otra vez traicionados de
pacificación, la guerra contra las repúblicas independientes, el
magnicidio de Jorge Eliécer Gaitán, el genocidio contra la Unión
Patriótica, etc. Todos estos ejemplos hacen asomar impertinente la
evidencia de que el Estado Colombiano no pudo monopolizar el uso de
la fuerza y de que una y otra vez la manera de conmover e interpelar
al Estado para que sea efectiva ha sido la violencia y que el
relacionamiento del Estado con las clases populares ha sido la de
operar su sometimiento a partir de la guerra permanente.
La
violencia ha sido un elemento estructurante, constituyente y
articulador de la historia y el presente político colombiano; ante
las dificultades del Estado de construir el monopolio de la fuerza
producto de su inestabilidad hegemónica que seguramente tiene
motivaciones tanto en la debilidad de la alianza de clases dominantes
como en la imposibilidad de imponerle a las clases populares una
forma de producción política que reproduzca la normalidad y el
orden que las elites colombianas pretenden.
Hay
motivos inocultables que produjeron esta situación de guerra
política, de conflicto armado. Uno es la cuestión agraria, la
concentración y enajenación de la tierra, el despojo. Otro motivo
que se desprende del anterior es la confiscación de la política por
parte de esa misma oligarquía que se apropia de las tierras,
enquistada en el Estado, produce una continua cerrazón política
expulsando de la posibilidad de disputar el gobierno a las clases
populares. El Frente Nacional será la expresión paradigmática de
esta confiscación de la posibilidad de acceder al gobierno a manos
de las elites. El asesinato de Jorge Eliécer Gaitán es la expresión
por antonomasia de la cerrazón política de la que hablamos. El
tercer elemento es el narcotráfico, que no solo suministrará
recursos para la guerra contra las clases populares, construirá el
paramilitarismo, será el argumento, además, la excusa moral, para
el injerencismo y el intervencionismo norteamericano a través del
Plan Colombia. Y el elemento fundamental que será paraguas de todo
lo anterior es la colonización del Estado por parte del imperialismo
norteamericano.
Desigualdad
e inequidad, injusticia y concentración de la riqueza, serán
elementos permanentes en la política colombiana como así también
la creciente degradación de los actores de la política formal
mutando de políticos profesionales a gánster territoriales, cuando
no directamente a empleados del narco o de la DEA.
Más
de cincuenta años de existencia de una insurgencia popular que por
naturalizada como elemento estructurante de la política colombiana
no ha perdido ímpetu, demuestra que el sistema político colombiano
es excluyente y prescriptivo.
En
pleno apogeo del neoliberalismo, inmersos en una de las tantas
conversaciones de Paz, surgirá el Plan Colombia de la mano del
cambio de estrategia de redespliegue militarista norteamericano. Será
la dimensión militar policíaca del proyecto de saqueo a gran escala
que pergeñaban a través del ALCA. Operará además como el elemento
militar de disuasión ante cualquier intento de confrontar los planes
norteamericanos. La justificación serán los dos nuevos elementos
que el imperialismo irá imponiendo para, a partir de ellos, sobre
determinar procesos políticos subalternos: el narcotráfico devenido
luego en narcoterrorismo, y la llamada seguridad ciudadana.
fernandoesteche@gmail.com