Una
hipotética “tercera vuelta electoral”
Estamos
percibiendo un nuevo escenario en Brasil. Una hipotética tercera
vuelta de las elecciones, representada en la composición de una
mayoría, en la búsqueda de lograr la gobernabilidad para este
nuevo período, dando paso al concepto de presidencialismo de una
nueva coalición. Tal concepto seria la llave en la política
brasileña - si fuera observado sin sentido crítico - porque entra
como parte de las fantasías neo institucionalistas. Si fuera
analizado por su naturaleza sustantiva, se revela la posición de
gobierno, el cual hace campaña al lado de 10 partidos, aunque
esconda en su propuesta, la defensa de conceptos oligárquicos en
los programas de Televisión y Radios.
Ahora
esta nueva etapa de gobierno, sobrepasa la rayas del absurdo y asume
el secuestro de las propuestas de la derecha, creando una carrera de
propuestas, entre el Palacio del Planalto (sede
presidencial, donde queda del poder de decisión, en Dilma y Lula,
por una parte) y la oposición neoliberal, apostando ente ambos,
para ver quién muestra, de manera más convincentes las recetas, de
una “reanudación de confianza en la estrategia de mercado”. En
esta carrera *infeliz, asume el papel *preponderante, tanto la
presión mediática – como veremos en el tópico más adelante –,
como la ejecución de la teoría de las puertas giratorias, donde el
pívot es un alto ejecutivo de finanzas que entra y sale del aparato
de Estado, como si este fuera la prolongación de sus actividades
privadas. Las palabras que siguen, no son propaganda ideológica,
aunque no pierdan el sentido de creencias y normatividad. Imágenes
que no son propicias, para quienes vive en un estado de pensamiento
mágico, confundiendo el llamamiento publicitario del marketing
político, con la política desnuda y cruda, aunque con ajustes de
sofisticación, realizada por y por el piso del poder en
Brasil.
La
Media Económica de la depresión coloca el gobierno contra la pared
El
telenoticiero más importante del Brasil, el Jornal Nacional, de la
Rede Globo, exhibió una materia especial, en la edición de 21 de
noviembre, acerca de la economía brasileña. Además de las
perspectivas desfavorables, el telenoticiero líder de la emisora,
no investigo en ninguna fuente oficial, hizo la panacea
de comparar el presupuesto y gestión de la 7a economía del mundo,
al cotidiano de una ama de casa yendo al mercado (ah los modelos, ah
los modelos dichos "racionales").
Y
posteriormente tomó como fuentes especializadas a tres economistas:
el profesor Simão Silber de la Universidad de São Paulo, Gustavo
Loyola Brandão (que entró con el crédito de ex-presidente del
Banco Central y no como socio de la Consultoría Tendencias, la más
cara e influyente de Brasil) y por otra parte, a Antonio Delfim
Netto (con el crédito de ex-ministro de la Hacienda, pero no decía
que fue ministro de la dictadura en tres gobiernos). Donde hacían
una alabanza al superávit primario (la economía anual del gobierno
central para pagar interés y encargos de la deuda pública), pero
nadie ha problematizado los servicios de la deuda, como una sangría
desatada contra los recursos colectivos brasileños.
Obviamente
este programa mostro importantes ausencias. No fue oída ninguna
fuente desarrollista, gente como los dos economistas hoy más
respetado en Brasil, simplemente los profesores Luiz Gonzaga
Belluzzo (de la Universidad de Campinas) o Ladislau Dowbor
(consultor de la ONU y profesor de la Universidad Católica de São
Paulo). El material caracteriza más de lo mismo, lo que Noam
Chomsky define como “Fabricación de Consensos a través de la
obtención de consentimientos”. El programa apunta en la línea
editorial, de pregones neo-neo-neo (neoliberal, neoclásica, neo
institucional) y manipulación periodística. La línea editorial no
es problema y sí la ausencia del elemento contradictorio. El horror
de la presión mediática continúa.
Ya
el programa Milenio (programa de debates más importante de la
emisora de noticiero 24 horas, por cable, y que pertenece a la Globo
*News) ha hecho una verdadera colección de una serie de tipo
“brainstorm” de la oposición a la derecha. Lo hicieron en las
cuatro semanas después de la segunda vuelta de las elecciones
presidenciales. Se presentaron cuatro paneles, al que este analista
asistió, abordando el escenario político, económico, de política
externa y recientemente después de la Operación Lava Jato en su
séptima fase y las consecuencias previstas para 2015, (la Operación
Lava Jato es una acción de la Policía Federal investigando un
gigantesco esquema de corrupción, intermediación política y
formación de carteles en las grandes empresas, con contractos de
construcción o prestación de servicios junto a la Petrobras), hubo
sólo un invitado – de entre los doce presentes – que tenía
alguna alineación a la izquierda.
Curioso
lecho de Procusto, como hacía referencia Miguel Bakunin
al tema de la libertad sin igualdad o de la propuesta de
igualitarismo estatista, sin las libertades políticas. El gobierno
de Dilma Rousseff camina a grandes pasos rumbo a la derecha (como
veremos a continuación), pero los derrotados en las urnas traen una
tesis, que apunta para algo muy fuerte, pero muy peligroso.
El
profesor Bolívar Lamounier (uno de los fundadores de la ciencia
política moderna en Brasil y afiliado al PSDB) afirmó que Dilma
tendría “legalidad” (por haber vencido en las urnas), pero no
tendría la “legitimidad” para tomar algunas medidas. De entre
estas estaría la decisión – vista por la oposición como
suicida, y tal visión es compartida por el Poder Ejecutivo,
en especial en la Presidencia de la República – de profundizar la
Nueva Matriz de la política económica.
Las
derechas que no son parte del gobierno, (políticas, ideológicas y
financieras, ven una composición ministerial reaccionaria y
no se contentan. Quieren asumir las propuestas del controvertido
político brasileño Roberto Jefferson, cuando afirmó en el año
del 2005 (año clave para el escándalo de compra de votos en el
Congreso) que el PT siempre desea el cuerpo del Estado, y con eso
hasta se conforman en “ceder la cabeza”.
Tal
sería el modus operandi del periodo de José Dirceu de Oliveira e
Silva al frente de la Casa Civil (cuando era conocido como Primero
Ministro) en el primer mandato de Lula. Ahora la derecha neoliberal
quiere entrar en la cabeza del Poder Ejecutivo, instaurando una
especie de autarquía en los ministerios claves del área económica.
Estamos en medio del 3º turno y la escena es la media económica de
opinión y el uso de fuentes privilegiadas (pero sin decir el origen
de las informaciones), maniobra periodística conocida en Brasil
como fonetismo.
La
vuelta a la derecha sigue a pasos agigantados en el segundo gobierno
Dilma
En
este tópico, el escenario electoral de un gobierno que ya
recomienza contra las cuerdas y dispuesto a ceder casi-todo, para
hacer casi-nada. Revisando notas que salieron en el periódico Folha
de São Paulo y la revista semanal Carta Capital, vimos que la
lógica de la postura de la derecha en la economía sería
inevitable. Solo al analizar la naturaleza de los gastos, cuya
intención es permitir el pago de la deuda pública - mayor gasto
corriente del presupuesto de la Unión.
Ahora
salió a la luz el equipo económico, al menos los periódicos de
envergadura del país dieron como correcta. El trío de hierro en
los ministerios del área económica, ya indican y supuestamente con
el endoso de los operadores : Joaquim Levy (actualmente ejecutivo
del Bradesco – mayor banco privado del país – y siendo el mismo
un auténtico Chicago Boy y compañero de ruta de Armínio Fraga);
Nelson Barbosa (un casi-desarrollista, pero que, según los propios
medios masivos, le gusta apretar el cinturón en las cuentas
públicas), y, concluyendo, con la permanencia de Alexandre Tombini
(el mismo presidente del Banco Central que tenía la altas básica
de ganancias fijada por el Consejo de Política Monetaria a un 7,25%
en el 2013 y que ahora la tiene fijada en el 11,25%) en la
presidencia del Banco Central.
Entre
las medidas que están en proceso, la elaboración de recortes
de gastos en: - seguro-desempleo; - pensiones por muerte; - anticipo
salarial.
Todo
eso debe ser para endulzar la boca de la industria, ya que la
Confederación Nacional de la Industria (CNI) en las últimas
semanas sería, come y duerme de la Presidencia y de la Casa Civil.
La línea maestra de estas políticas - citando en la materia
de la Folha de São Paulo (de 22/11/2014 – firmada por el
reportero Valdo Cruz), es retomar el control de gastos – de forma
lenta y gradual – para retomar la economía de gastos (ajustando
el maldito superávit primario!) y, según el Planalto, evitar la
recesión en el país.
La
maniobra es simple. Delante de un acuerdo con en el frente
político (institucional), con los efectos prolongados de la
Comisión Parlamentaria de Investigación (CPI de la Petrobras) –
y las de la nombrada Operación Lava Jato – la meta sería
ampliar estas concesiones. Tal análisis es compartida en el
artículo de la revista Carta Capital, firmado por André Barrocal
(con fecha de 21/11/2014), y sería la síntesis del Bismarck ismo
en su nueva fase.
Aumentan
las concesiones públicas – destrabando la infraestructura
en sectores-claves – como en ferrovías, puertos y más
aeropuertos, el Estado entra con fondos garantizadores y el
crecimiento tiene como protagonista el sector privado. Es decir,
para que la Policía Federal (PF) no entre en acción nuevamente y
dañe la imagen, como la posibilidad de protagonismo, de los
sectores envueltos, con las prebendas de patrimonio público,
mediante contrato (concesiones).
Con
la sinceridad política y analítica que es característica a este
analista, queda el cuestionamiento clásico. ¿Quién está tomando
estas decisiones? ¿O, siendo aún más directo, a quién la
presidente reelecta escucha, ya que ni Aloizio Mercadante – su
principal consejero político en el primer mandato, una especie de
Gran Vizir ya anunciado – estaría a favor de estas nuevas
propuesta?
Luego,
el concepto de fondo, es la pregunta clásica de la politología
contemporánea: ¿Quién gobierna? Será que la presidente sólo oye
los “consejos”, o llevan en cuenta las indicaciones del
ex-presidente Lula que, según el mismo dijo, nunca fue de
izquierda. ¿Quién, quienes de hecho toman las decisiones, ya que
el partido de gobierno (el hoy por hoy débil social-demócrata PT)
no está siendo escuchado para las decisiones fundamentales? Por lo
visto, deciden Lula, Dilma y los “amigos” empresarios, como
banqueros y grandes inversores.
Aunque
no quiera analizar estas posiciones con un tono panfletario, veo
estas decisiones como más de lo mismo, la actitud ya de costumbre
del PT en el gobierno de hacer campaña por izquierda y gobernar por
derecha. Concordando sus posturas con electores de ambos lados –
las cuales vengo escuchando regularmente – tal hecho caracteriza
una estafa electoral.
Bruno
Lima Rocha es profesor de ciencia política y de relaciones
internacionales, con formación también como periodista
profesional, escribiendo desde el sur de Brasil