Por Shalo Smith: Cultura, Arte y Política, unidad indisociable
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 30 noviembre, 2014 a las 12:42
Postulados
para una Revolución Cultural Continental
Toda
sociedad posee rasgos culturales que la definen y componen como tal,
que a su vez la diferencian o la asimilan a otras. Tales rasgos y
patrones culturales son transversales a cada civilización. Es
innegable que lo que conocemos como la “Civilización Occidental”,
a pesar de sus matices posee fisonomías particulares en cada país
del globo terráqueo, se ha extendido en gran manera a través de
los siglos en diversas pares del orbe por medio de guerras y la
invasión cultural, así se ha convertido en una forma hegemónica
de desarrollo mundial y un modelo civilizatorio, esto es lo que
Wallerstein denomina “Sistema- Mundo Capitalista” que según
Mignolo podríamos perfeccionar denominándola “Sistema-Mundo
Capitalista Colonial”, noción que refuta definitivamente la
concepción que propone que el capitalismo es sólo un sistema
económico.
Si asumimos
esta proposición como legítima, entonces debemos decir que este
Sistema-Mundo Capitalista Colonial (SMCC) es una forma de vida, la
cual promueve una cultura específica, unos valores y principios
propios que indefectiblemente deben ser asumidos, o en su defecto
impuestos por/para toda la humanidad. Cada cultura tiene un sistema
propio, es decir, que cada sociedad desarrolla un sistema cultural
propio. En el marco sociocultural y político que vivimos los
venezolanos en la actualidad cabe resaltar el pugilato por la
implantación de un nuevo sistema cultural y político en nuestro
país: el Socialismo del Siglo XXI, a través de la Revolución
Bolivariana liderada por el presidente Hugo Chávez Frías.
Si
entendemos que las sociedades son sistemas, similares a organismos
vivos, como tales están conformadas por varios sistemas de
producción cultural los cuales están inter-relacionados y son
inter-dependientes; por ejemplos, la economía, la salud, lo
político y las artes. Al considerar las artes como un sistema de
producción cultural debemos ocuparnos de entender qué clase de
arte es el que produce tal o cual modelo civilizatorio. Así el
Sistema-Mundo Capitalista Colonial posee sus símbolos, signos,
códigos y patrones artísticos que son elaborados por sus artistas
para contribuir a mantener el sistema que les da sustento dentro de
la sociedad. A su vez sus productos influyen y forman públicos que
consumen en una u otra medida, sea mayor o menor, sus obras sean
cuales sean el tipo de obras que se conciban.
En el caso
de Venezuela, que no se diferencia mucho del de toda América
Latina, el sistema de producción cultural artístico visual está
determinado y marcado por el SMCC. En consecuencia, es
oportuno afirmar que aún no están sentadas las bases, ni existe un
arte proletario ni revolucionario, ni una revolución cultural
duradera que sobrepase la condición de clase social obrera y
proletaria en Venezuela. Las razones de esta afirmación son
diversas y las exploraremos continuación. Una de las principales
obedece a la condición prematura del proyecto socialista en el
país, condición esta que por “naturaleza” no le permite
avanzar más allá de lo poco que ha logrado hasta ahora. Cuando nos
referimos a la “naturaleza” queremos decir, la imposibilidad que
su condición en transición le determina, nos permitimos la
siguiente analogía, no se le podría pedir a un infante que
desarrollara la capacidad de hablar cuando biológicamente aun sus
cuerdas vocales no está listo para ello. Sin embargo, esta suerte
de determinismo biológico no debe ser justificación para la falta
del despertar de los artistas en relación a un movimiento artístico
como polo patriótico revolucionario en aras de aportar a los
objetivos trazados en nuestras constitución de 1999 y del Plan
Socialista de la Nación y sus líneas estratégicas 2007-2013.
Para
ilustrar con mayor facilidad la condición expuesta anteriormente
hemos tomado la afirmación de Trotsky referente a la transición
cultural y artística que vivió la Rusia soviética nos dice:
“Aún no
existe un arte revolucionario. Existen elementos de ese arte,
signos, tentativa si[…]está el hombre revolucionario a punto de
formar la nueva generación a su imagen, el hombre revolucionario
que siente cada vez más la necesidad de ese arte ¿cuánto
tiempo se necesitará para que este arte se manifieste de forma
decisiva? […]El arte de la revolución, que refleja abiertamente
todas las contradicciones de un período de transición, no debe ser
confundido con el arte socialista, cuya base falta aún. No hay que
olvidar, sin embargo, que el arte socialista saldrá de lo que se
haga durante este período de transición.” (1979: p, 181,182.
Énfasis mío).
Estas
distinciones podrían parecer sólo teóricas, no por ello deberían
ser menospreciadas, al contrario, contribuyen a esclarecer muchos
elementos que permanecen confusos y que se hacen imprescindibles
develar para establecer con claridad las diferencias entre el arte y
la cultura burguesa, la cultura, el arte socialista y
revolucionario. ¿Cuáles son las diferencias fundamentales entre
una y otra? Aunque estas distinciones las hace Trotsky en un espacio
y un tiempo muy distinto al que vivimos en la Venezuela actual, no
por ello nos parecen agotadas para analizar críticamente las
circunstancias de confrontación, la realidad cultural y artística
que vive hoy nuestro país de cara a la construcción del socialismo
del siglo XXI, cuya principal característica radica en su debilidad
política ideológica de la clase social obrera, los movimientos
sociales y artísticos que hacen vida en el país.
Este ejemplo
nos remite a la idea de que el artista no es un ente que crece,
vive, y se desarrolla por fuera de la vida social; por el contrario,
el artista es un ser social y todo lo que es capaz de producir sólo
puede hacerlo en y por la sociedad, a través de las relaciones que
establece con esta. Este sentido el artista no puede ser concebido
como ser superdotado o genio; por el contrario, el artista es una
especie de catalizador de las realidades sociales que por medio de
sus obras logra traducir, exponer, recrear y reinventar una parte de
la realidad.
Algunas vías
que podríamos seguir para tal transformación las encontramos en
los líderes del socialismo en otros países e intelectuales del
mundo que contribuyeron de manera significativa. Según Mao Tse Tung
para asegurar que el arte (aunque el autor no lo expone, arte
se refiere a todas las manifestaciones que en éste se engloban) y
la literatura “encajen bien en el mecanismo general de la
revolución” (1976: p, 262) es necesario resolver los siguientes
problemas: 1) la posición de clase, 2) la actitud, 3) el público,
4) el trabajo, 5) el estudio de los artistas y escritores. Tales
factores apenas están siendo abordados por el Estado y la sociedad;
no obstante estamos lejos de puerto seguro para la resolución de
estos problemas. Una de las causas fundamentales es la cuestión del
cambio cultural y la posición de clase de las y los creadores en
nuestro país. Esto nos lleva a hacernos varios cuestionamientos:
¿Qué
artes debe producir nuestro país: cuáles sus lenguajes, sus
propuestas conceptuales y estéticas? ¿Con quién o quiénes debe
ser el compromiso de las y los artistas revolucionarios? ¿De qué
manera contribuirán las mismas a la transformación y emancipación
cultural definitiva de Venezuela, América Latina y el Caribe?
No son
mínimos los desafíos a los que nos enfrentamos los creadores en
este marco sociocultural histórico y político. Ello requiere un
alto nivel de conciencia política y cultural a su vez, lo que en
paralelo debe ir acompañado de un compromiso social colectivo de
toda la sociedad, así como del gobierno todo. Pero la contraparte
de esa acción sopesa la imposibilidad de que las fuerzas
productivas y las formas de producción en muchos casos están
permanentemente amenazados por un sin número de carencias
económicas que afectan los niveles de productividad y de calidad de
vida de los y las creadoras. Otro factor a tomar en cuenta es la
necesidad de surgimiento de un público no sólo espectador pasivo
sino transformador por su propio consumo de políticas, bienes y
servicios culturales, estas son premisas fundamentales para lograr
tan ansiada necesidad de una revolución cultural. La invitación es
a presionar a las instituciones y sus dirigentes a que las políticas
culturales, los recursos económicos y la acción cultural general
sea cada vez más gerenciada y manejada por los y las cultoras, no
por burócratas. La invitación a todos, pero más que nada a las y
los creadores, es a la conformación de la unidad de todos los
movimientos artísticos y las disciplinas en aras de la construcción
de un movimiento mundial por el Socialismo del Siglo XXI que
propugne por la disminución de las diferencias entre el arte culto
y el arte popular en busca de lenguajes estéticos propios de las
pluri realidades de nuestras sociedades.
shalosmith@yahoo.com
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