Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: A 70 años del fin de la Gran Guerra Patria
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 10 mayo, 2015 a las 17:12
Cuando
escribo estas líneas, en Moscú se hacen los aprestos finales para
conmemorar el 70 aniversario de la derrota del fascismo en la segunda
guerra mundial. El pueblo soviético la denominó Gran Guerra Patria
y aunque el acto principal se realiza en la capital rusa, esta fecha
debería ser celebrada como una victoria de toda la humanidad contra
la expresión más despiadada que el capitalismo haya adquirido en
toda su existencia.
La
mitología occidental ha pretendido dejar para la historia la idea de
que los ejércitos aliados (de manera principal los de Estados Unidos
y Gran Bretaña) jugaron el papel decisivo en la derrota de la
infernal maquinaria nazi. Así como perdieron la guerra en Vietnam y
construyeron toda una alegoría mediática para mostrar su victoria a
través del cine y la televisión, el imaginario construido posterior
a la conflagración, -finalizada el 9 de mayo con la rendición
incondicional del alto mando alemán ante el Mariscal de la Unión
Soviética Georgui K. Zhukov- ha querido revelar una falsa visión de
los acontecimientos. No se trata de minimizar la contribución de los
aliados en la contienda, pero la realización tardía e interesada
del desembarco de Normandía persiguió objetivos políticos
vinculados a la situación que habría de crearse en la posguerra.
Después
de la batalla de Stalingrado, finalizada el 2 de febrero de 1943, dio
inicio la contraofensiva soviética en el este. El sostenido avance
del Ejército Rojo, a partir de ese momento despertó la inquietud de
la alianza atlántica en la carrera por llegar primero a Berlín y,
en primera instancia a París, en una Francia que resistía a través
de sus partisanos comunistas mientras el General De Gaulle vivía en
Londres y refunfuñaba con imprecaciones de toda índole por la
demora estadounidense-británica en ejecutar el ansiado desembarco en
el continente, cuyo retraso amenazaba con poner en entredicho su
propia capacidad de liderar el proceso de liberación de Francia.
Desde
mediados de junio del año 1944, la inteligencia soviética había
logrado desinformar a Alemania acerca de sus planes en el frente
oriental, por lo cual Alemania concentraba grandes cantidades de
unidades en el este que jamás pudo desplazar hacia el oeste. Esto
facilitó las condiciones para el desembarco en Normandía, toda vez
que el ejército nazi mostraba su faceta más débil en su flanco
occidental. Además, sus tropas se encontraban diseminadas en
un amplio frente de combate que iba desde el Báltico hasta el
Mediterráneo, donde además de las tropas soviéticas combatían
heroicamente fuerzas guerrilleras rurales y urbanas mayoritariamente
comunistas, en Italia, Yugoslavia, Eslovaquia, Polonia y Grecia.
Si
se pudiera comparar en términos militares, el desembarco en
Normandía con las batallas en Stalingrado, Leningrado, Smolensk,
Kursk o el Dniéper habría que decir que la primera fue una simple
escaramuza, no tanto por la magnitud de las fuerzas militares y el
armamento terrestre, aéreo y naval ocupado en las operaciones, sino
sobre todo porque a diferencia de los soviéticos que combatían por
liberar territorio patrio y su pueblo sufría en carne propia los
desmanes y la represión indiscriminada del aparato de guerra y
represión nazi, Estados Unidos y Gran Bretaña luchaban fuera de su
ámbito, ocupados en una batalla geopolítica para impedir que el
país de los soviets fuera el primero en llegar a Berlín y lograra
la gloria de derrotar al Tercer Reich en su propia madriguera. Era
parte de la guerra fría y el mundo bipolar.
Es
cierto que 45 años después la Unión Soviética fue derrotada y
desapareció, que sus líderes de entonces no tuvieron la misma
grandeza de los que la condujeron en la victoria en la Gran Guerra
Patria y que su desvanecimiento anunció “el fin de la historia”.
Pero esa es una cosa, y otra es que se pretenda por vía
cinematográfica tergiversar la historia, construir falsos ídolos y
esquilmar a los pueblos de la Unión Soviética el sustantivo aporte
que hicieron a la libertad no sólo de ellos mismos, sino de toda la
humanidad.
Para
Rusia, este 70 aniversario cobra especial significado. Por primera
vez desde la desaparición de la Unión Soviética, la conmemoración
que marca una década más, se realiza en un país enhiesto,
recuperado económicamente a pesar de las recientes sanciones
occidentales, que vuelve a ocupar un papel relevante como potencia
mundial. El 50 aniversario ocurrió cuando el país sufría la
ignominiosa humillación occidental a la que la condujo el gobierno
entreguista de Boris Yeltsin. Una década después, el proceso de
recuperación se había iniciado, pero el país no había logrado
despegar a fin de ocupar un espacio que le permitiera una celebración
de las dimensiones que se preparan para este 9 de mayo en la Plaza
Roja ante el mausoleo que recuerda al fundador de la nueva Rusia, de
la Rusia republicana, Vladimir Ilich Lenin.
Aunque
la mayoría de los líderes occidentales se negaron a participar en
la magna cita, la víspera de la fecha, el ministro alemán de
Asuntos Exteriores, Frank-Walter Steinmeier, visitó la antigua
Stalingrado, actual Volgogrado, para rendir homenaje a los caídos en
la guerra. "Los sufrimientos que la Alemania nazi hizo pasar
tanto a la población como a los soldados en Volgogrado, antigua
Stalingrado, son incomparables. Por eso, estoy muy contento y
agradecido que hoy hayamos podido rendirles memoria", dijo.
Horas antes de partir con destino a Rusia, Steinmeier ya había
destacado la importancia de recordar "los horrores de la Segunda
Guerra Mundial", a pesar de la "difícil relación con
Moscú a causa de la crisis en Ucrania". Stalingrado "simboliza
como ninguna otra la amarga y decidida batalla contra la Alemania
nazi y un horrible enfrentamiento inimaginable hoy para nosotros".
Por
su parte, el ministro ruso de Asuntos Exteriores, Serguéi Lavrov,
aseguró que "el que hoy estemos aquí juntos el ministro de
Exteriores de Alemania y yo es la mejor garantía de la firmeza de
nuestros países de impedir el renacimiento del nazismo y de reforzar
la reconciliación histórica ruso-alemana". Seguidamente, ambos
ministros se reunieron para abordar diversos asuntos de la agenda
bilateral e internacional, con especial atención a Ucrania. "Hoy
no sólo recordamos a las víctimas y homenajeamos a los caídos. Yo
también veo este encuentro como una advertencia sobre quién debe
asumir hoy la responsabilidad", comentó Steinmeier y llamó a
ambos países a contribuir, "pese a las discrepancias
existentes", a garantizar la paz en Europa. Según la opinión
de los analistas, el principal objetivo del breve viaje de Steinmeier
es preparar la visita de la canciller alemana, Angela Merkel, quien
se reunirá el 10 de mayo con el presidente ruso, Vladímir Putin.
Merkel destacó hace unos días la importancia, a pesar de que las
diferencias con Rusia son "muy profundas", de recordar en
Moscú "a los millones de muertos en la Segunda Guerra Mundial
por los que debe responder Alemania". Este ambiente de respeto y
cooperación, al rendir homenaje conjunto a los que en uno y otro
bando cayeron víctimas de la barbarie fascista, debería ser una
muestra de las relaciones internacionales del futuro, encaminadas a
la amistad y el cese de los conflictos, para evitar otra
conflagración de ésta o de cualquier dimensión.
En
términos de la relevancia global del acontecimiento, tal vez el
hecho más destacado de la celebración de este septuagésimo
aniversario sea la presencia del presidente chino Xi Jinping. Con él,
un contingente de tropas del Ejército Popular de Liberación
(Fuerzas Armadas de la República Popular China) participarán del
desfile conmemorativo. En opinión de Fidel Castro, es destacable que
se constate “… la sólida alianza entre los pueblos de la
Federación Rusa y el Estado de más rápido avance económico del
mundo: la República Popular China”, toda vez que “ambos países
con su estrecha cooperación, su avanzada ciencia y sus poderosos
ejércitos y valientes soldados constituyen un escudo poderoso de la
paz y la seguridad mundial, a fin de que la vida de nuestra especie
pueda preservarse”.
Este
aniversario debe perpetuarse en la memoria de todos los luchadores
anti fascistas y de aquellos que no aceptan imposiciones y amenazas
como forma de relacionarse en el escenario internacional. El heroísmo
sin límites de los que cayeron, en primer lugar de los pueblos de la
Unión Soviética debe ser recordado siempre como un gran ejemplo de
solidaridad internacional en la búsqueda de la paz.
sergioro07@hotmail.com
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