Ernesto Wong Maestre: En honor a la verdad
“Otro
fantasma recorre el mundo”. Quisiera así la burguesía que
exclamáramos cuando se interpreta el dinamismo de la política
exterior de China. Pero no, ya no es un fantasma ni es una
utopía más, es el socialismo hecho proyectos populares en
ejecución, es la nueva concreción del ideal socialista en sus
versiones china, cubana, venezolana, boliviana, nicaragüense,
bielorrusa, vietnamita, entre otra decena de condiciones
histórico-concretas en que se transforman muchas de las sociedades
del Sur y también alguna del Norte como lo está haciendo la rusa a
su manera y con sus particularidades, basándose todas en los
inolvidables principios socialistas de producción, distribución,
cambio o consumo, y en esas riquezas cognitivas aportadas por el
saber universal para construir la verdadera democracia, el poder del
pueblo.
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Es la nueva diversidad que va
trascendiendo, mediada por la gestión y fortaleza de los Estados con
la aprobación popular, hacia la conformación de un mundo pluripolar
y multicéntrico que sigue amenazado por las estrategias
imperialistas de la OTAN y de los intereses de sus miembros más
potentes. Por ello es por lo que está siempre latente, como la
espada de Damocles, la bipolaridad multicéntrica o la necesidad de
la batalla por la paz que solo será posible cuando se desintegre el
sistema imperialista o el polo pacífico alcance tal poderío frente
al polo belicista que eso se convierta en una verdadera disuasión
bélica antiimperialista.
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Los pueblos del siglo XXI, a
pesar del control mediático mundial por parte de las corporaciones
de la noticia y la información, saben distinguir, cada vez mejor,
entre el accionar imperialista de Estados Unidos, Francia, Gran
Bretaña o Alemania, y las operaciones de las potencias emergentes
como China, Rusia, Brasil, India y Suráfrica que antes fueron
colonizadas o agredidas por las primeras, y después han sido
víctimas de la neocolonización durante varias décadas y aún hoy
están sujetas a prácticas imperiales, a las que confrontan con
proyectos integracionistas.
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¿Qué ciudadano del mundo
puede hoy confundir las políticas agresivas, militaristas,
intervencionistas y explotadoras de los gobiernos de Estados Unidos
con las políticas de cooperación en beneficio mutuo o de
inversiones de capitales de mutuo acuerdo que implementa China en
estrecha coordinación con los gobiernos del sur que juntos se
dedican a dar mayor bienestar, felicidad y seguridad a sus pueblos?
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Los que califican a China de
“otro imperialismo” son aquellos testaferros del Complejo
Militar-Financiero-Comunicacional imperial de EEUU que están
preocupados por los potentes avances del socialismo chino. Día tras
día, la República Popular China va dejando atrás a las potencias
capitalistas, y sin ninguna ambición o egoísmo va compartiendo sus
tecnologías, sus servicios y sus productos con precios solidarios y
tratando a cada país receptivo y dispuesto a la reciprocidad
solidaria en planos de igualdad, respetando la soberanía y el
derecho a la autodeterminación que tiene todo pueblo.
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Nunca antes una potencia
mundial trató en plano de igualdad a los países de América Latina,
África o Asia, como hoy lo hace la República Popular China en
diferentes sectores y ámbitos de la vida nacional. Nunca antes un
país agrícola como China llegó a conquistar el cosmos en seis
décadas y comenzar a construir una ciudad estelar entre los astros y
la Tierra como la están construyendo los científicos chinos. ¿Qué
potencia había compartido sus logros tecnológicos espaciales con
otro país no potencia que no fuera en el siglo XX la Unión de
Repúblicas Socialistas Soviéticas y ahora en el siglo XXI China?.
El gigante asiático socialista ofrece en condiciones ventajosas,
respecto a las potencias capitalistas, sus satélites y sus servicios
formativos a sus aliados de menor potencia, que la diferencian
sustancialmente de cualquier potencia capitalista que haya
incursionado en el espacio cósmico. Venezuela y Bolivia son dos
países latinoamericanos que se han beneficiado de tales condiciones
y hoy disfrutan de satélites propios para proporcionar
numerosos beneficios a sus pueblos.
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Quienes pretenden cercenar el
futuro independiente y soberano de los pueblos tratando de
enemistarlos con China son precisamente los racistas y burgueses que
menosprecian a los pueblos llamando a la población, empobrecida por
el propio capitalismo, “arrastrados”, “patas en el suelo”,
“harapientos”, “cholos”, “los villeros”, sean obreros,
campesinos o simplemente indígenas.
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Quienes pretenden obstaculizar
la vía del desarrollo sostenible e integral que ofrece China a sus
aliados estratégicos tratando de presentar al gigante asiático como
un “imperialista” son los que siempre han subestimado las
capacidades emancipadoras de los pueblos y los condenan al ostracismo
para que no sean capaces de quitarse el yugo capitalista de quienes
los subestiman y se aprovechan del poder económico que detentan.
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Los venezolanos patriotas
tienen en su desiderátum “desmontar el sistema neocolonial de
dominación imperial”, como lo establece el Plan de la Patria
2013-2019 en su punto 4.4. y los antipatriotas aspiran a evitarlo
tratando de falsear la realidad y enemistar a los venezolanos y
venezolanas con China.
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Faltan al respeto de los
pueblos quienes los ven como incapaces de dirigir sus destinos,
autodeterminarse o de controlar a los inversores extranjeros, sobre
todo en los países donde Gobierno-Pueblo-Fuerza Armada conforman una
unidad política de transformaciones sociales. Esos irrespetuosos son
los mismos que tratan de horadar la unidad cívico-militar y no dejan
de conspirar para desestabilizar a Venezuela y derrocar a su gobierno
popular, usando todos los medios de comunicación y desinformación a
su antojo y aprovechando su poder económico para especular, robar,
chantajear, cooptar, extorsionar, y así detener la consolidación
del sector público de la economía que es la fortaleza económica
del pueblo en Revolución.
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Los que menosprecian y
subestiman a los pueblos son los mismos explotadores de la mano de
obra trabajadora que roban los valores agregados, creados por quienes
producen, sin retribuirle nunca esas equivalencias ni compartir con
ellos esas grandes ganancias, lo que resulta a todas luces diferente
de lo que está logrando el Gobierno Bolivariano en su alianza con
China que refuerza todo el sistema de Misiones Bolivarianas y
proyectos sociales en beneficio de todo el pueblo en su conjunto
porque de la infraestructura (transporte, comunicaciones, vialidad,
puertos, aeropuertos, edificaciones) en desarrollo se están
beneficiando todos los sectores y clases sociales lográndose así un
mayor equilibrio con justicia social hacia los que históricamente
fueron los explotados.
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Es un tránsito hacia ese tipo
de sociedad visualizada en el artículo 2 de la Constitución de la
República Bolivariana de Venezuela donde su Estado debe ser
“democrático y social de Derecho y de Justicia, que propugna como
valores superiores de su ordenamiento jurídico y de su actuación,
la vida, la libertad, la justicia, la igualdad, la solidaridad, la
democracia, la responsabilidad social y, en general, la preeminencia
de los derechos humanos, la ética y el pluralismo político”.
Estado que constitucionalmente se fija como “fines esenciales la
defensa y el desarrollo de la persona y el respeto a su dignidad, el
ejercicio democrático de la voluntad popular, la construcción de
una sociedad justa y amante de la paz….”.
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Por ello, los que se oponen a
la alianza estratégica integral con China son los mismos que se
oponen a la democracia cuando insisten en desconocer al Presidente
Constitucional Nicolás Maduro y se oponen a la construcción de una
sociedad justa al rechazar el apoyo financiero para la
industrialización integral y sostenible de la Nación. Son esos que
no aman la paz y por todo ello son los que violan sistemáticamente
la Constitución de la República Bolivariana.
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Todos los pueblos comprenden
plenamente que el gobierno socialista de China tiene una alta
responsabilidad con sus mil trescientos cincuenta millones de
ciudadanos y ciudadanas de ese país, a quienes ante todo, debe
garantizarles bienestar, seguridad y felicidad en razón de las ocho
o nueves décadas de sacrificios consciente de su población
para lograr tener una Patria libre socialista, independiente y
plenamente soberana.
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Además de ello, China ofrece
en sus convenios internacionales las condiciones financieras más
óptimas para ser aceptadas por sus contrapartes, siempre en el
entendido del “provecho mutuo” para las partes y la solución
pacífica de las controversias y conflictos. Todo ello muy distante
de lo que histórica y actualmente hace el Fondo Monetario
Internacional con sus Paquetes de Ajuste Estructural que impone a los
países necesitados de inversiones extranjeras y que los conduce
la ruina y a la pérdida del control político sobre su territorio y
su población, tal y como lo observamos en los países que han
suscrito TLC con EEUU donde una de las condiciones imperiales es
estar sujetos a las normas del FMI.
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El imperialismo es la fase
superior del capitalismo, así lo concibió el fundador del primer
Estado socialista del mundo, Vladimir Ilich Lenin, y lo caracterizó
resaltando sus cinco rasgos al iniciarse el siglo XX, todos vigentes
en su esencia, tal y como lo ha interpretado el acucioso investigador
Atilio Borón en su obra Imperio, Imperialismo, o en su genial
estudio de aplicación “América Latina en la geopolítica del
imperialismo”. Según esos estudios y los de Antonio Gramsci o
Ernest Mandel y las tesis de Albert Einstein, entre otro centenar de
investigadores y tomando como referente la filosofía política de
los líderes revolucionarios de Nuestra América como Fidel Castro,
Hugo Chávez, Evo Morales, Daniel Ortega y Rafael Correa, el
imperialismo como sistema hegemónico es monopólico, avasallador,
explotador, expansivo, belicista, inamistoso con los pueblos del sur,
antidemocrático, depredador, criminal y degradante del ser humano.
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Fue el imperialismo yanqui con
todos sus monopolios quienes convirtieron a Venezuela en “una
factoría petrolera subordinada al modelo consumista y belicista del
imperialismo yanqui” donde “nació un régimen capitalista,
represivo y neocolonial que hundió al noble y glorioso pueblo de
Bolívar en la más grande miseria material y moral”, reconoce el
Plan de la Patria 2013-2019 en su primer Objetivo Histórico.
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Por ello, quienes tratan de
igualar a China con el imperialismo yanqui son también los que
pretenden de que Venezuela no logre ser una potencia y no pueda
reducir a niveles “no vitales la participación tecnológica de las
potencias imperiales en proyectos de desarrollo nacional” y no
pueda eliminar “la participación tecnológica de las potencias
imperiales en sectores estratégicos para la soberanía nacional”
que son dos objetivos estratégicos propuestos por el Comandante
Eterno Hugo Chávez Frías en el 4to Objetivo Histórico del Plan de
la Patria (*).
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Se debe tener mucha confianza
y certeza de que China socialista podrá apoyar y cooperar para
alcanzar los Cinco Objetivos Históricos, los Nacionales,
Estratégicos y Particulares del Plan de la Patria porque mientras
las capacidades soberanas se reducen al mínimo en las condiciones de
la hegemonía estadounidense sobre la Nación, con la alianza
estratégica integral China-Venezuela las potencialidades venezolanas
crecen y se expanden, los niveles de seguridad se elevan y pueden
consolidarse. Particularmente porque ambos pueblos disponen de las
virtudes, el talento y la valentía necesarias frente al depredador
capitalismo y para actuar transformadoramente en beneficio mutuo, y
en solidaridad con otras naciones necesitadas como se hace en la
Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (Alba) y en
Petrocaribe.
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La historia dirá la última
palabra porque el pueblo en Revolución hace su historia y sabrá
hacer honor a la verdad y a su memoria histórica. Hoy alza la voz y
proclama junto a su Libertador Simón Bolívar: “Lo que se ha hecho
no es más que un preludio de lo que podéis hacer. Preparaos al
combate y contad con la victoria…” (**)