Por Daniela Saidman: Carlos Noguera se fue a volar en la noche y sus cristales de estrellas
Enviado por Barometro
Internacional el lunes, 16 febrero, 2015 a las 23:45
Escritor,
sicólogo y docente este hombre que supo contar grandes historias
donde el ser humano, sus relaciones, pasiones y sueños fueron
protagonistas se adentró ya para siempre en la larga calle de una
noche que lleva desde ahora su nombre.
En
2005 Carlos Noguera (Tinaquillo, estado Cojedes, 1943) publicó la
novela Cristales de la noche. La editó Alfaguara y lamentablemente
no la tenemos en la actualidad a disposición en Venezuela, aunque
fue finalista del Premio Rómulo Gallegos en 2007. Él mismo contó
en una entrevista publicada en marzo de 2014 en Todosadentro, que es
precisamente el libro que quisiera que se agotara en la Filven
(Feria Internacional del Libro de Venezuela), justamente el que no
está. Hasta ahora no fue reeditada (la novela), porque haciendo
gala de su personalidad de quijote amorosísimo fue incapaz de
hacerla llegar a una editorial del Estado cumpliendo él funciones
en Monte Ávila Editores como presidente de una de las editoriales
más importantes del país. Y es que hay hombres así. Pocos tal
vez, pero son los que alumbran el futuro con su vocación de ángeles
terrestres.
Con
su boina y su barba clara Carlos Noguera decidió despedirse de las
calles de Caracas, de los viejos cafés de Sabana Grande que en su
juventud fueron propicios para el verso primero y el cuento después.
Y es que la muerte, esa señora antojada vino a buscar a este
narrador el 03 de febrero de 2015.Claro que quedan sus obras y
fundamentalmente dan testimonio de su andar por el mundo los jóvenes
escritores del país que pasaron durante treinta años por sus
talleres de expresión literaria y eso no es poca cosa, la entrega
de este escritor comprometido con su tiempo deja las palabras que
ahora escriben quienes se animaron a abrir las ventanas del sueño
para hacer realidad todo lo que aún está por decirse.
Por
su obra fue galardonado en dos oportunidades con el Premio Nacional
de Literatura, en 1969 y en 2003. Además fue merecedor del Premio
Conac de Narrativa en 1994. Noguera se decidió por la literatura
bien pronto, a lo mejor en el cuartito de los santos de su casa de
infancia en donde estaba la biblioteca, con alguna vela se le hizo
el milagro de la palabra.
Desde
joven supo que sería escritor. Empezó de niño con versos
sencillos que después, ya en la Universidad Central de Venezuela
estudiando sicología y en medio de la vorágine política que vivía
Venezuela desde de la década del sesenta, cambió por la narrativa
y es que para él los versos eran para las cosas íntimas, mientras
que la prosa servía mejor para dejar de manifiesto el mundo que era
necesario cambiar.
En
su juventud trabajó en diversas revistas literarias y tiempo
después se dedicó a ser editor, así fue que llegó precisamente a
Monte Ávila Editores, donde atendió no sólo a los jóvenes
escritores que tocaron la puerta de la editorial sino a quienes año
tras año se postularon para participar en los talleres literarios.
Por eso apostó a una nueva narrativa venezolana en la que las voces
irrumpieran el escenario para inundarlo todo de una luz recién
descubierta con la que mirar las palabras.
Y
sí, quedan de Noguera sus libros, Laberintos (1965), Eros y palas
(1967), Historias de la calle Lincoln (1971), Inventando los días
(1979), El adolescente caraqueño (1989), Juegos bajo la luna
(1994), Dos libros (1995), La flor escrita (2003), Los cristales de
la noche (2005) y Crónica de los fuegos celestes (2010). Queda su
palabra, la ternura con la que acogió a los jóvenes y su vocación
de renovar el mundo, queda su ejemplo, su voz de cuenco, su imagen
de bohemia caraqueña andando las calles, sus ojos descubriendo
páginas, sus manos haciendo libros, queda él, cómo no va a
quedarse si aún hay tanto para decir en presente.
“Carlos
Noguera, querido traductor del viento, que la calle del para siempre
te sea amable. Cuidaremos tu obra y beberemos de ella. ¡Amén!”
dijo en su cuenta de la red social Twitter, el poeta Freddy Ñáñez
cuando supo del adiós de este grande de la literatura venezolana.
Hacemos votos porque así sea y los Cristales de la noche estén
presentes en la próxima Filven para agotar en su memoria la palabra
que desde ahora nos pertenece para siempre.
Ilustración
de Iván Lira para Todos Adentro
Carlos
Por
Marialcira Matute
Monte
Ávila Editores Latinoamericana, su gestión de años frente a
nuestra gran editorial del Estado hasta que la vida le dio permiso
para estar allí. Los merecidos reconocimientos por su obra
minuciosamente escrita, cuidada, admirable. Las conversaciones sobre
sus libros con mi esposo Isidoro, ávido lector de su obra entera.
Su Premio Nacional de Literatura. Ese andar de su “flor escrita”
como finalista del Rómulo Gallegos. Sus charlas eruditas, su hablar
pausado, su amor por el Quijote, su conocimiento y su curiosidad
sobre ese y sobre tantos temas; el compartir espacios con Carlos en
nuestros “Vacílate al Quijote” aquellos viernes en el CELARG.
Su afán permanente de auspiciar el diálogo entre personas de
pensar distinto. Su paciencia. Cuando compartimos como jurados del
Premio Nacional de Cultura. Recuerdos. Las entrevistas en radio y TV
para La Librería Mediática sobre los más diversos asuntos. Carlos
en las FILVEN. Su interés en descubrir y divulgar nuevos valores
literarios en Venezuela. Su generosidad al compartir sus
conocimientos. Su sempiterna boina. Cada uno de nosotros guarda
entrañables memorias de Carlos Noguera. Releer sus libros, divulgar
su obra de la que se sentía y nos sentimos orgullosos todos los
venezolanos es sentido homenaje a su entrega total a nuestras
letras.
dsaidman@gmail.com
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