La Nueva y vieja derecha en Brasil
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Por
Bruno Lima Rocha
En
este primero artículo de la serie de la nueva-derecha, desarrollo la
idea, de cómo el censo común fue siendo colonizado por ideas
reaccionarias, que terminan siendo un modo reactivar las tímida
políticas, de reconocimiento promovidas por el gobierno
temporalmente alejado y el pacto *lulista iniciado en 2003. El rastro
de este reaccionarismo social y de penetración en la cultura y
en la religión, es un espectáculo dantescos de misoginia, de
homofobia y uno rechazo “medieval” a los avances obtenidos dentro
de la Constitución Federal de 1988.
Insisto
en la tesis de línea chilena, al menos hasta 1981, cuando la
picana y las máquinas de moler carne humana de las fuerzas
represivas de Augusto Pinochet y la CIA. Eran complementadas
por el asqueroso precepto de Chicago Boys, doctores y maestros en
economía, en la Universidad de Chicago, para donde fueron a las
decenas de estudiantes, por dos décadas pago por becas,
venidas de instituciones del Imperio.
No
son solo viudas de la dictadura, son viudos de la línea duda,
aliados a los neopentecostales.
Vamos
por partes y siguiendo la verdad de los hechos. Entiendo que es
preciso rescatar la figura de Dilma Vana Rousseff, guerrillera, y de
la mandataria alejada. La presidenta Dilma Rousseff fue capturada
como presa política y bárbaramente torturada. Eso aconteció.
El crimen de tortura no acostumbra prescribir, en ningún derecho en
el mundo, en el derecho internacional está previsto como crimen de
guerra, pero en Brasil la tortura a los opositores del régimen
dictatorial hube prescrito como acuerdo (algo absurdo para mí) de
salida del régimen de excepción.
Es
importante resaltar que esta opción de seguir los “vasos
comunicantes” de Golbery do Couto e Silva (brillante general de la
dictadura que fue el cerebro del sistema de inteligencia, así como
de la transición y apertura política) fue elección de la entonces
centro-izquierda y oposición liberal hegemónica a finales de la
década de ’70.
Los
gobiernos de los generales Ernesto Geisel (1974-1979) y João
Baptista Figueiredo (1979-1985) derrotaron políticamente la línea
dura (identificada por el brazo represivo del DOI-CODI, el arma
clandestino de combate a la oposición política y la insurgencia) en
la interna del régimen, proceso cuyo auge fue la tentativa de golpe
del general Sylvio Flota – en octubre de 1977 – y en la secuencia
con el llamado terror derechista en el país. La acción de “viudas”
de la dictadura, como el diputado federal Jair Bolsonaro (PSC-RJ,
capitán de infantería paracaidista) – aunque su generación sea
post dictadura – manipulan los designios del periodo de la Guerra
Fría y de forma calumniosa asocian todas las izquierdas a los
gobiernos de tipo estalinista, como en la antigua URSS, o en la
versión china del maoísmo hasta 1971.
El
problema societario está en la capacidad de masificación de esta
postura – existe, no sería mayoritaria, pero tolerada, y haciendo
muy confusión – y los enfrentamientos inevitables de ahí
advenidos. El problema estructural, está en la llamada basura
autoritaria, principalmente en las instituciones brasileñas de
policía (de base estadual, o provincial), y en lo alto índice
de violencia estatal practicado en el país. Luego, el discurso
reaccionario puede callar a fondo, en la población sin protección
social, desesperada por algún grado de seguridad pública (defensa
de la vida y del patrimonio) y muchas de estas personas manipuladas
por los *mercaderes de la fe ajena, como los pastores
neopentecostales, como los líderes Edir Macedo (Iglesia Universal),
Silas Malafaia (Asamblea de Dios), RR Suenes (Iglesia Internacional
de la Gracia de Dios), Valdomiro Santiago (Iglesia Mundial) y otros
concurrentes.
Aún
no hay una vinculación directa de todos estos plegadores, con las
propuestas neoconservadoras de la extrema derecha, pero sí de la
línea neoconservadora y de la llamada de la Teología de la
Prosperidad. Luego, hay una vinculación, aún indirecta, entre la
postura neoliberal radicalizada y la defensa de una especie de
democracia limitada por los agentes de mercado; y muy presionada por
la derecha religiosa.
La
línea chilena en Brasil puede concretizarse con Jair Bolsonaro para
presidente en 2018
Lo
que tenemos en Brasil, son los efectos de décadas sembrando el
patrón del neoliberalismo y también una histeria frenética y
energúmena contra la representación del pacto de clases del
lulismo. El ex-presidente propuso un juego del tipo gana-gana, donde
el empresariado ganaba con apoyo del Estado y el crecimiento
económico haría la redistribución a través del aumento del empleo
y de la renta. Acontece que no hubo, una tentativa de distribución
de poder, lo que vendría a través del cambio de las reglas
electorales – al menos la tentativa de este cambio – y la
creación de un nuevo sector social movilizado a través de los
beneficiarios de estas políticas.
Así,
la mayoría puede estar más asistiendo la crisis política, lo
que aumenta la penetración de la falacia de los gestores
neoliberales, de la mentira estructurante de la “eficiencia del
capital privado sobre el Estado” o cualesquier otras estupideces de
legitimación. Como este conjunto de ideas, de forma mayor o
aún medio tímida, son la hegemonía de las líneas editoriales de
los conglomerados mediáticos, terminan por indicar para la población
el camino mentiroso como válido. El elogio al individuo, son parte
del individualismo que atraviesan las relaciones sociales, y
encuentra terreno fértil junto de la demencia colectiva conservadora
que circula por internet.
El
otro factor importante es el prejuicio al otro, para la diversidad,
para las ideas igualitarias, en la defensa de las poblaciones
originarias y quilombolas (palenqueras), terminan ganando un sentido
más amplio, de aquellos que acusan servidores públicos de “vivir
de las tetas del Estado”, parásitos sociales, u otros términos
ofensivos. Es este conjunto de ideas *retrógradas que está
ganando una vertiente de línea chilena, y que puede representar la
candidatura de Jair Bolsonaro. Lo que puede lo impedir para ser
candidato es el riesgo de la pérdida de la inmunidad, pues hay un
riesgo real de Bolsonaro, recibir una infinidad de procesos, hasta en
función de sus discursos.
La
declaración de voto del ex-capitán de infantería paracaidista,
homenajeando al reconocido torturador, Carlos Alberto Brillante Ustra
(1932-2015, coronel del Ejército Brasileño, y ex-comandante del II
DOI-CODI, de São Paulo), es una demostración de cuanto la lengua
herida y fascista del diputado necesita de inmunidad parlamentario
para seguir haciendo su propaganda de extrema-derecha.
Tal
vez la estrategia a largo plazo de Bolsonaro, sea “crecer” en
credibilidad, ya que el electorado cautivo en el estado del Rio
de Janeiro, y operar como gancho electoral de quien él apoye como
concurrente presidencial. Aun no siendo candidato, logre unir su
imagen a algún candidato, pueden recibir estos 8% de votos, 10% tal
vez y bastando organizar diez por ciento de sus electores como
recursos movilizados y tendremos una masificación del neofascismo en
Brasil.
Las
bancadas de representación transversal en el Congreso y el lobby
reaccionario en el Parlamento
Sin
querer hacer alarmismo, Brasil ha visto y observado en la Cámara de
los Diputados el voto de 367 parlamentarios, siendo que de estos, al
menos 298 tienen algún tipo de acto pendiente con la Justicia o como
mínimo algún tipo de proceso o juicio en andamiento. Es un número
muy elevado, pero es el patrón brasileño. Si tomáramos las
bancadas conservadoras por interés directo, como la del Ganado (el
latifundio y el agro negocio), de la Biblia (de los pastores
neopentecostales y pentecostales más agresivos), de la Bala (de los
que defienden el no respecto a los derechos humanos en la acción del
Estado contra la delincuencia) y aún del Balón (de los dirigentes
corruptos y las estructuras de poder del fútbol brasileño),
tendremos la mayor representación política brasileña.
Atraviesa
el sentido de creencias de la religiosidad, a través de
instituciones conservadoras estas bancadas por interés, siendo que
las “iglesias” aquí ya citadas defienden y propaga el
comportamiento conservador, el elogio para las iniciativas
individuales y todo basado en la llamada Teología de la Prosperidad.
El volumen de la adhesión de la pobreza brasileña, a estas empresas
religiosas es enorme, y obviamente esto implica en vinculación de
voto y posibilidad de alianzas afines.
En
el momento en que vivimos, el poco de avance simbólico que hubo
durante los gobiernos de Lula y Dilma insisto, en las tímidas
políticas de reconocimiento, por ejemplo ha prendido fuego y
generado la rabia de las varias alas de la derecha conservadora.
Contraponer el reconocimiento de los derechos de quilombolas, pueblos
originarios, además de las elecciones LGBT, derechos*reproductivos
(como la legalización del aborto), derechos humanos en general,
motivan el pensamiento conservador desorganizado a estar atado a
través de la internet, siendo blanco de convocatoria por las
empresas religiosas como las neopentecostales. Así como la
movilización de la juventud derechista por las empresas start-ups
como el MBL (Movimiento Brasil Libre, empresa que ha organizado la
mayoría de las protestas por el golpe contra Dilma.
Es
necesario demarcar que cualquier “gobernabilidad” tendrá que
contar con una cuota razonable de las oligarquías brasileñas y
sectores representantes del agente económico e ideológico más a la
derecha. Luego, es de la posición de este analista que cualquier
teoría absurda, de retomar pactos internos con quienes siquiera
quieren acumular excedentes de poder en el Sistema Internacional
implica en simplemente repetir los mismos errores del lulismo y no
son salidas válidas.
Para
generar un nuevo consenso hegemónico a la izquierda es preciso
retomar el protagonismo de las luchas populares y mantener como
principio sagrado de unidad la independencia de clase y el respeto a
las decisiones soberanas de las bases organizadas.
(www.estrategiaeanalise.com.br
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