Por Bruno Perón: Brasil- Complejo de gigantismo
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 04 marzo, 2015 a las 12:07
Brasil
sufre de una enfermedad que se llama complejo de gigantismo. Es
verdad que tenemos bosques, suelos, minerales, climas, recursos y
bellezas abundantes, pero desafortunadamente hay un uso
privado excesivo de esa exuberancia.
La
autosuficiencia del petróleo (anunciada por Lula en abril de 2006)
no resulta en derivados (sobre todo la gasolina) garantizados a
precios bajos para consumidores brasileños; plantas hidroeléctricas
colosales, no significa la estabilización de precios justos de
electricidad para los brasileños; y lluvias torrenciales seguidas
de sequía no sugieren planificación para que jamás falte agua en
los grifos de brasileños (¡Qué suba el nivel de Cantareira!
¡Amén!).
Pero
el complejo de gigantismo a que me refiero, se intensifica con el
impacto que el brasileño M.A.C.M., de 53 años, causó cuando fue
ejecutado por fusilamiento en Indonesia. Él intentó la entrada al
país por el Aeropuerto Internacional de Yakarta, con trece quilos
de cocaína escondidos en el armazón de un ala delta. Después de
haber sido sorprendido por las autoridades indonesias, M.A.C.M.
consiguió aún huir del aeropuerto y quedó así durante dos
semanas, pero él fue capturado y luego juzgado.
Tal
vez M.A.C.M. no entendiera que el tráfico de narcóticos, fuera así
tan execrable en un país diferente al Brasil, en donde la impunidad
prevalece. Él debe haber sufrido mucho por quedarse más de diez
años recluido, en condiciones que desconocemos, como lectores de
noticias en periódicos. Su mala suerte fue que el presidente
indonesio Joko Widodo había prometido el combate intenso al tráfico
de narcóticos y que no habría “clemencia” a los crímenes de
esa naturaleza. Widodo tiene apoyo de buena parte de la población
indonesia, para combatir ese flagelo.
El
gobierno brasileño pidió “clemencia” a Indonesia para que el
brasileño M.A.C.M. no fuera ejecutado y para que lo deportaran para
su juicio en Brasil. Note, lector, que el pedido de “clemencia”
por autoridades brasileñas (incluso por la presidenta Dilma
Rousseff) contraría una política indonesia anti-narcóticos que es
bastante rigurosa y que tiene además soporte democrático. Tras la
indisposición del gobierno de Indonesia de ceder al pedido de
autoridades brasileñas, Brasil manifestó que sus relaciones
diplomáticas con aquel país no van bien y aplazó la entrega de la
credencial del embajador indonesio en Brasilia, que habría ocurrido
el 20 de febrero de 2015.
Sin
embargo, esa es una actitud pueril del gobierno brasileño, porque
demuestra dos fallas: una es la irreverencia a las normas de otro
país, en referencia a procesos judiciales y declaración de
sentencias, por más rigurosas que ellas sean. Creo que el gobierno
brasileño sobrestima el papel internacional de Brasil en este
aspecto. Países como Australia y Holanda tuvieron postura semejante
en relación a sus ciudadanos, que también fueron ejecutados por
tráfico de narcóticos en Indonesia. Y otra es la predisposición
de Brasil a hospedar criminosos y darles cobertura para que pasen la
vida siendo juzgados pero jamás condenados.
No
juzgo a la persona de M.A.C.M., ni lo conozco para tanto, pero veo
que su acto fue considerado criminal en otro país (en Indonesia) y,
por eso, él fue castigado de acuerdo con las reglas locales. Otros
extranjeros aguardan su ejecución en sentencias de pena de muerte,
incluso otro brasileño (de Paraná), debido a tráfico de
narcóticos. No habría que postergar sentencias o conceder
“clemencias”. Las leyes existen y se hacen cumplir mejor en
otros países que en Brasil, en donde recibidores de sueldos extras
ilegales (mensaleiros) y otros corruptos festejan su impunidad.
Una
situación semejante es la del muchacho F.F.C., 23 años, de
Sorocaba (interior de São Paulo), que envió un correo electrónico
a TAM Líneas Aéreas y a la Policía en los Estados Unidos
amenazando derribar un avión comercial, en el inicio de 2014 que
viajaba de Miami a Brasilia. Sin embargo, el mensaje fue rastreado,
el autor F.F.C. permaneció encarcelado durante un año en los
Estados Unidos, y su broma de mal gusto fue castigada como tal vez
no habría sido en Brasil.
Brasil
tiene leyes buenas y sofisticadas. Falta, sin embargo, entrenamiento
ciudadano para que nuestra conducta las asimile sin que ellas sean
una jerga formal y ceremoniosa comprendida solo entre abogados y
otros juristas.
La
ejecución de M.A.C.M. en Indonesia abre un precedente más para la
reducción de la impunidad en Brasil y el respeto incondicional a
las normas de otros países, muchas de las cuales se deducen por el
sentido común sin tener que leer sus constituciones. ¿El gobierno
brasileño pediría “clemencia” si uno de sus ciudadanos,
hubiera traficado narcóticos en los Estados Unidos y recibido la
misma sentencia?
Ciudadanos
de bien no aguantan más tanta hipocresía e impunidad en Brasil:
bandidos que explotan cajeros automáticos, otros que acuchillan
turistas, y otros que corrompen las relaciones del gobierno con
grandes empresas.
Reconozca,
lector, que el gigantismo de Brasil está en los deberes ciudadanos.
Sólo usted, como un ciudadano pleno, podrá curar las enfermedades
de Brasil.
textos@brunoperon.net
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