Dr. Tito Tricot: Chile - Hace 41 años nos
despertamos de golpe, de golpe de Estado
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 16 septiembre, 2014 a las 22:38
Hace
41 años nos despertamos de golpe. De golpe de Estado. Un golpe a las
costillas, al bajo vientre, a los testículos. Qué se yo: a los
dientes. Un golpe de madrugada que nos dejó tendidos en el suelo,
boca arriba nos dejó, sin entender lo que pasaba. Magullados de
golpe de Estado despertamos y de golpe de Estado nos levantamos y de
golpe en golpe nos asesinaron y de golpe en golpe nos torturaron y de
golpe en golpe nos desaparecieron. Y nosotros aún sin comprender
cómo era posible que sucediera en este país del fin del mundo donde
nunca pasaba nada, o al menos así nos habían hecho creer. Pero
vivíamos una ilusión de país porque nada más bastaba mirar el
cristal de la historia para ver reflejado en sus retazos de vidrio
las matanzas de indígenas o las masacres obreras. Y siempre la clase
política y siempre los ricos y siempre los militares. Como hace 41
años cuando nos despertamos de golpe. De golpe de Estado. Y quedamos
en tal estado que no lográbamos entender a los otros estados:
al Estado con uniforme, al Estado de Sitio, al Estado de Excepción,
al Estado de Emergencia. Estábamos como petrificados en el estado
del miedo absoluto, en la angustia de lo desconocido, clavados en la
arena con estalactitas de hielo ardiente que nos horadaban el alma.
En
Valparaíso nos despertamos de golpe. De golpe de Estado, antes que
nadie, porque la Armada se encargó de ello con artera diligencia y
en conjunto con otros Estados: los Estados Unidos, cuyos barcos de
guerra se encontraban en el puerto realizando ejercicios navales con
la Marina chilena. Demasiados Estados juntos hacen un golpe de Estado
y un golpe de Estado hace una dictadura y una dictadura hace el
terror por 17 años, algo que nunca pensamos cuando nos despertamos
de golpe, de golpe de Estado hace 41 años. Porque muchos sabíamos
que la posibilidad de un golpe militar existía, sin embargo eran
pocos los que podían imaginar la magnitud de lo que advendría.
Porque ¿Quién puede trazar las brasas del infierno si apenas conoce
las brisas del aleteo de un ángel? ¿Quién puede dibujar el horror
de la sala de torturas, los gritos, los llantos, el pavor? ¿Quién
puede sospechar las violaciones, las flagelaciones, las mutilaciones,
la corriente, las amenazas, las ejecuciones, los secuestros, las
desapariciones? ¿Quién puede delinear la cárcel, el exilio, los
asesinatos? ¿Quién podría jamás haber imaginado que la dictadura
militar y civil que se entronizó en Chile por casi dos décadas
sería capaz de agenciar tanto horror? Nadie pienso yo. Quizás los
militares chilenos y los civiles de derecha que disfrutaron o
enriquecieron con el sufrimiento de millares de compatriotas. Tal vez
no, pero lo que está claro es que si no lo imaginaron, nada hicieron
para impedirlo, absolutamente nada, al contrario, perfeccionaron la
maquinaria del terror.
Aquellos
que creen en Dios, probablemente se preguntarán porqué éste no
previó lo que iba a acaecer o, cuando nos despertaron de golpe de
Estado, no utilizó su omnipotencia para detener la tragedia. A lo
mejor lloró tanto que mientras el agua escurría por su rostro
cayó fulminado por un rayo de fuego y no alcanzó a gritar ¡basta!
Quién sabe, lo único cierto es que aquel golpe del martes once de
septiembre nos dejó aturdidos y contundidos, pero de golpe en golpe
nos levantamos de nuevo y de golpe en golpe resistimos y de golpe en
golpe nos organizamos en las poblaciones, universidades, cerros,
colegios, barrios, centros culturales, medios alternativos, entre
muchos otros frentes de lucha. En las calles se movían los golpeados
por el golpe, a tropezones primero, confundidos y furiosos, dolidos e
indignados, porque nadie tiene derecho a despertarte de golpe de
Estado y menos de madrugada. En realidad, nadie tiene el derecho a
despertarte, porque uno puede soñar hasta más allá del horizonte
si lo desea, como lo hizo el gobierno de Salvador Allende que
intentó dibujar un futuro de justicia social en aquel presente de
hace ya cuarenta años.
Hace
41 años nos despertamos de golpe, de golpe de Estado y hoy
nuevamente algunos, tanto en la derecha como en el gobierno quieren
sembrar el miedo atemorizando al pueblo con leyes anti-terroristas de
la época de la dictadura. Otros más amenazando con revivir a
grupos paramilitares de ultraderecha. Por eso hay que gritar fuerte y
claro: ¡en este país no queremos despertarnos más de golpe de
Estado!
tricot18@gmail.com
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