Miguel
Guaglianone: Las caras de una geopolítica brutal
Enviado
por Barometro
Internacional el sábado, 13 septiembre, 2014 a las 15:08
El
surrealismo que parece mostrar el antetítulo surge meramente de
colocar en sucesión algunas de las caras de la actual política
exterior estadounidense en el mundo, la cual está llevando a nuestro
globalizado planeta a una situación que apunta directamente a la
devastación y el colapso final.
Los
monstruos
Mary
Shelley, narradora, dramaturga, ensayista y esposa del también
escritor y poeta Percy Shelley, escribió en 1815 la novela
Frankenstein o el moderno Prometeo, dónde relató la creación de
un monstruo por parte del científico Víctor Frankenstein y cómo
ese monstruo generó una voluntad propia y se rebeló contra su
creador, quien se vio obligado a perseguirlo para intentar darle
muerte. Algo muy similar viene sucediendo hace varias décadas con
los poderes que manejan los EEUU y sus intenciones de control
mundial.
Una
larga serie de “monstruos” han sido creados, estimulados,
promovidos y financiados por la Casa Blanca, el Pentágono y las
Agencias de Inteligencia, para ser herramientas de sus intereses
hegemónicos a lo ancho de todo el mundo. La lista es larga, y casi
todos esos monstruos han seguido el camino de Frankenstein, han
rechazado la tutela de su creador y tomado sus propias decisiones y
aquel ha debido combatirlos y en varios casos eliminarlos. Para
capturar a Antonio Noriega fue necesaria la invasión a un país
latinoamericano acompañada de muerte y destrucción; para matar a
Saddam Hussein necesitaron una guerra total de devastación en Irak;
para acabar con Bin Laden bastó con un comando especial violando la
soberanía de Pakistán. Pero si bien en principio el creador
lograba matar o anular a sus monstruos, en los últimos tiempos
viene fracasando sistemáticamente en hacerlo y aquellos sobreviven
y actúan.
Las
distintas facciones armadas por los EEUU y la OTAN para tumbar a
Kadaffi por ejemplo, se han vuelto tan incontrolables que no solo
han llegado a matar diplomáticos estadounidenses, sino que han
convertido lo que fuera el Estado-nación libio en un territorio
abierto, sin más organización ni ley que el enfrentamiento entre
ellas.
Su
último monstruo, el Estado Islámico de Irak y el Levante (EIIL),
promovido y financiado por Washington primero para ser un brazo
armado en la Primera Guerra del Golfo y más tarde para combatir el
gobierno de Bashar Al-Assad en Siria se ha transformado en un gran
dolor de cabeza para sus promotores, ya que no sólo desarrolló una
agenda propia a mediano y largo plazo que incluye la instalación de
un Califato al estilo de los antiguos imperios árabes, sino que
respalda esa intención con sucesivos éxitos militares (frente a
combatientes poderosos como el ejército de Siria que hace varios
años viene derrotando a los mercenarios y grupos fundamentalistas
que intentan derrocarlo con el apoyo de EEUU, o las milicias kurdas
en Irak, que fueron capaces de resistir el propio Saddam Hussein en
la cima de su poder) y con la progresiva anexión de territorios
para su expansión y consolidación.
Parafraseando
a Don Juan, “Los monstruos que vos creáis, gozan de buena salud”
Esquizofrenia
y disociación
Algunas
formas de la esquizofrenia, y el Trastorno de Identidad Disociativo,
–graves enfermedades mentales– se caracterizan por desarrollar
en los individuos una doble o múltiple personalidad. Una persona
puede ser a la vez dos personas diferentes, con conductas, ideas y
visiones del mundo distintas. El poder central en los EEUU hace
tiempo viene sufriendo una enfermedad de este tipo. En la actualidad
el mejor representante de ello es el propio presidente Barak Obama.
Por
un lado este personaje tiene una “personalidad mediática” que
lo muestra a través de las cadenas corporativas de medios como un
“humanista progresista”, convencido de que los Estados Unidos
tienen un Destino Manifiesto que los obliga a intervenir en el resto
del mundo para llevar a los “pueblos bárbaros” los valores
civilizados de la Democracia y los Derechos Humanos. Ese hombre
tiene un discurso de muy clara dicción y de imagen razonable y
comprensiva y se presenta como un adalid del progreso de la
Humanidad y la búsqueda de un mundo mejor. Al mejor estilo
esquizofrénico, define siempre un mundo presente que no es el real,
sino aquel que se ajusta a sus intenciones y propósitos.
Por
otro lado está el Barak Obama que señala en una lista que le
proporcionan sus Agencias de Inteligencia a quienes serán el blanco
de “asesinatos selectivos”, el que envía drones a atacar países
que no son enemigos y que siempre dejan bajas civiles inocentes
(“daños colaterales” inevitables en la defensa de los intereses
de los EEUU). El mismo hombre que contempla por TV desde la Casa
Blanca el asesinato de Bin Laden y su familia como si fuera un
“reality show” cualquiera y sale muy complacido; el que respalda
automáticamente el genocidio que el Estado de Israel realiza en la
Franja de Gaza; el que da la orden directa a su aviación de
bombardear poblaciones civiles; o en forma más indirecta ordena a
su “brazo armado” de la OTAN devastar un país o llevarnos a
todos a una nueva posibilidad de guerra nuclear con la intervención
en Ucrania y el cerco progresivo a la Federación Rusa.
Incompetencia
En
el año 1969 el Dr. Laurence J. Peter escribió su libro “El
Principio de Peter” donde, estudiando las estructuras jerárquicas
del poder, mostró en forma muy clara y amena como “En una
jerarquía, todo integrante asciende hasta llegar a su nivel de
Incompetencia (la nata sube hasta cortarse)”. Sus corolarios
llegaban a conclusiones inquietantes, uno de ellos sobre todo
mostraba como toda jerarquía tiende inevitablemente a estar
manejada por incompetentes.
Esto
parece estar pasando hoy en los gobiernos de los Estados Unidos,
sobre todo en los últimos de George W. Bush y Barak Obama.
Pareciera que a la primera magistratura de la gran potencia han
llegado finalmente personas con un alto nivel de incompetencia, sin
importar cual sea su imagen pública. Esto se trasluce en las
sucesivas “metidas de pata” que los gobiernos de la Casa Blanca
vienen realizando recurrentemente en los últimos tiempos.
Ejemplos
sobran y en lo que respecta a guerras, los éxitos de las
intervenciones armadas que EEUU realizó en todo el mundo a partir
del fin de la Segunda Guerra Mundial empezaron a convertirse en
fracasos a partir de la derrota en Vietnam y vienen haciéndose
sistemáticos. Las “guerras nunca ganadas” de Afganistán e Irak
son paradigmas al respecto. Los fiascos en las intervenciones de
nuevo tipo pueden ejemplificarse con Libia, donde aún hoy el
objetivo de apoderarse de su petróleo no ha podido ser cumplido (lo
que queda de Libia solo produce el 20% del crudo que producía
cuando Kaddafi). Sólo la balcanización y el caos ha sido el
resultado de sus intervenciones, como en la propia Libia, en Ucrania
o en Irak. En los dos primeros casos, cualquier análisis político
previo serio mostraba que no era posible provocar rupturas
institucionales en estos Estados-nación sometidos a grandes
tensiones internas, sin provocar inevitablemente su balcanización.
Hacer desaparecer a Kadaffi y a Yanukovich, que eran los factores
estabilizadores de esas tensiones, provocó un efecto centrífugo
que cualquiera con “dos dedos de frente” o un mínimo de
competencia hubiera previsto fácilmente. La incompetencia también
se muestra en la imposición de gobiernos “títeres” sin ningún
tipo de apoyo interno, destinados al fracaso. En otras épocas los
EEUU buscaban en las sociedades que intervenían a factores de poder
internos que pudieran mantener “gobiernos amigos” estables, hoy
no sólo no son capaces de lograrlo, sino que muestran que ni
siquiera lo tienen en cuenta antes de actuar.
Violencia
sin sentido y caos
Todas
las acciones anteriores provocan unos resultados finales terribles.
Los Estados Unidos desatan con brutalidad sobre el mundo actual una
violencia sin sentido que no solo no concreta sus planes de
dominación, sino que provoca un caos generalizado y deja detrás
solamente una secuela de muerte y destrucción e imprevistos
“efectos dominó”. El “elefante en una cristalería” o el
“mono con una hojilla de afeitar” parecen ser las metáforas
indicadas (con el perdón de los elefantes y los monos). Las
consecuencias las pagamos todos los habitantes del planeta, un
planeta tan globalizado e interdependiente que los muertos en Irak o
Palestina golpean de inmediato en Latinoamérica o en la Polinesia.
Todo el sistema parece estar en estado caótico, con las
impredecibles consecuencias que esto implica.
¿Por
qué?
Lo
que hay detrás de estas erráticas estrategias pareciera ser un
cierto sentido de desesperación e impotencia. La caída de la
influencia de los EEUU en el mundo y el surgimiento de nuevos
actores en la escena geopolítica parecen inevitables. Esto llega a
provocarles un comportamiento compulsivo, repitiendo monótonamente
la brutalidad y la violencia en un clásico ejemplo de “huída
hacia delante”.
La
historia nos muestra que cuando los Imperios entran en su fase de
desintegración este comportamiento errático es característico.
Basta estudiar los sucesos del Imperio Romano entre el 250 y el 350
D.C. (con la breve excepción del período de Adriano) para
encontrarnos con esa violencia sin sentido como única respuesta a
la pérdida del poder interno y externo. Este ejemplo se repite
cuando estudiamos los colapsos y desintegraciones de otros Imperios.
Lamentablemente
este análisis nos lleva a nuestro futuro inmediato. La
desintegración de los imperios ha sido siempre seguida por oscuros
períodos de terror y caos sin control, que los historiadores llaman
interregnos. Estos períodos pueden llegar a ser prolongados, hasta
que comienzan a aparecer nuevas estructuras de poder e instituciones
que restauran los procesos sociales y políticos desaparecidos. Todo
parece indicar que estamos dirigiéndonos hacia allí. Corremos el
riesgo que el colapso nos arrastre a todos.
Por
eso la tarea consiste hoy en prepararnos para resistir la
dispersión. Consolidar las nuevas estructuras sociopolíticas de
poder nacientes y promover las visiones culturales propias y los
sistemas de valores alternativos que surgen del seno de nuestros
pueblos emergentes, como las armas más adecuadas para enfrentar la
situación.
miguelguaglianone@gmail.com
No hay comentarios:
Publicar un comentario