Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: Ecos y resonancias de la Cumbre de la OEA+Cuba.
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 12 abril, 2015 a las 14:29
Etiquetas: el
apoyo afectuoso y solidario de los pueblos y gobiernos de América
Latina y el Caribe barometro
bi
la
VII Cumbre de las Américas
Los
preparativos de la VII Cumbre de las Américas se caracterizaron más
por los aprestos agresivos, -desde Estados Unidos de manera
principal, aunque contando con el apoyo de las cavernarias derechas
del continente- que por una reunión distinguida por la amistad y la
cooperación.
La
amenaza por quien dice sentirse amenazado, además del chantaje y la
presión fue el signo unívoco de los prolegómenos de esta magna
reunión. Ya desde el encuentro del vice presidente Biden con los
países de Caricom, cuando les anunció que al gobierno de Nicolás
Maduro “le quedaba poco” y que debían aceptar la propuesta
energética que su país ofrecía, hasta la más reciente reunión
del mismo vicepresidente con los países del Triángulo del Norte de
Centroamérica, en la cual obtuvo la ampliación de la presencia
militar estadounidense en la base de Palmerola en Honduras, se
anunciaban vientos de tormenta en Panamá. En esa lógica, el 9 de
marzo el presidente Obama emitió una orden ejecutiva intentando
intimidar a Venezuela, buscando de esa manera polarizar la región
presionando a los países más pequeños a fin de llegar a la Cumbre
con América Latina y el Caribe desunida, para hacerla presa fácil
de sus políticas imperiales.
Tras
la “decepción” que según la subsecretaria de Estado Roberta S.
Jacobson significó que ningún país de la región apoyara la
decisión de Estados Unidos respecto de Venezuela, el presidente
Obama viajó el pasado jueves 9 de abril a Jamaica a “torcer
el brazo” a los países de Caricom, por no hacer “lo que Estados
Unidos quiere”, de acuerdo a sus propias palabras. En la isla
caribeña, el presidente estadounidense ofreció 20 millones de
dólares para sustituir a Petrocaribe, es decir el país más
poderoso de la tierra le ofreció a los ciudadanos de los países del
Caricom, que son 18 millones, 1.1 dólar por persona para solucionar
su demanda energética. Esos 20 millones representan la quinta parte
de lo que vale un solo avión F-18 Hornet, de los cuales Estados
Unidos tiene cientos en sus portaviones alrededor del mundo.
En
este ámbito de amenazas y chantajes y ante el apoyo del FMLN de El
Salvador a Venezuela, el cual se manifestó a través de miles de
firmas de rechazo al decreto presidencial de Obama, la Embajadora de
ese país en la nación centroamericana Mari Carmen Aponte, en
clara expresión injerencista expuso que “el apoyo que el FMLN ha
mostrado a la derogación del decreto de Barack Obama contra
Venezuela dificulta la obtención de fondos estadounidenses para El
Salvador”. Chantajes como ese, propios del siglo XIX, parecían
desvanecidos en la región, pero la administración demócrata se ha
esforzado por traernos a la realidad sobre la persistencia de la
política exterior imperialista hacia América Latina.
Con
ese marco comenzó la Cumbre de Panamá, arropados en 5000 efectivos
de seguridad, la ocupación de la base Howard por la Fuerza Aérea de
Estados Unidos y el anclaje de un portavión de la Armada de ese país
en la Bahía de Panamá, según informó el destacado académico e
investigador panameño Marco A. Gandásegui h. La previa Cumbre de
los pueblos que nadie sabe quién organizó, (si la presidencia de
Panamá, la OEA o la NED y la USAID), estuvo caracterizada por la
exclusión del movimiento social cubano y los intentos de dar
protagonismo a mercenarios y terroristas que por lo visto tienen
derechos que se les pretenden conculcar a los pueblos. No podía ser
de otra manera cuando se acude a una cita convocada por la OEA a fin
de seguir prolongando la idea panamericana creada bajo el paradigma
monroista de integración continental, el cual, desde el mismo
momento de su concepción en 1823, recibió el contundente rechazo
del Libertador Simón Bolívar como lo atestigua la convocatoria al
Congreso Anfictiónico de Panamá, escrita en fecha tan temprana como
el 7 de diciembre de 1824.
A
pesar de esto, uno de los hechos más importantes del evento fue la
Cumbre de los pueblos, su desarrollo y consolidación es lo único
que apunta al verdadero afianzamiento de los procesos de integración
para darles a estos un carácter irreversible. En la medida que
nuestros pueblos, a través de sus organizaciones, se encuentren, se
conozcan, debatan e intercambian experiencias, se hagan diagnósticos
sobre la situación de la región y se propongan medidas para
solventar los problemas podrán generarse mecanismos de participación
real que conduzcan a que los ciudadanos sean los actores protagónicos
de los procesos de transformación fecundando una práctica que dará
piso político y sustento estructural a las luchas por la liberación
definitiva.
En
el ámbito de la Cumbre de los Jefes de Estado y gobierno, el
carácter histórico de esta cita viene dado por dos hechos
fundamentales: en primer lugar la presencia de Cuba que como dijo la
presidente argentina Cristina Fernández estaba en Panamá “por la
dignidad de su pueblo en más de 50 años de resistencia”. El apoyo
unánime de los países de América Latina y el Caribe para el
regreso formal de Cuba a una reunión de jefes de Estado y de
gobierno del continente fue un elemento esencial que obligó a la OEA
a convocar al presidente cubano a estar presente en igualdad de
condiciones en la magna reunión. El discurso de Raúl Castro expresó
el pensamiento y el sentimiento de dignidad y valor de un pueblo
contenido de hablar en este tipo de reuniones, que sin embargo, nunca
perdió el contacto solidario y fraterno con sus hermanos de toda la
región. Resistencia, dignidad, honor y valentía resumen el regreso
de Cuba a este tipo de eventos.
Por
otro lado, vale destacar la contundencia de las intervenciones de los
jefes de Estado o gobierno de Ecuador, Argentina, Venezuela, Bolivia,
Trinidad y Tobago, Jamaica y San Vicente y las Granadinas entre otros
mostrando una región en la que, la manera de relacionarse con la
potencia hegemónica ha cambiado. La cobardía del presidente
estadounidense lo llevo a huir de la sala plenaria antes de seguir
escuchando los reclamos bicentenarios. ¿Qué se puede esperar de un
estadista que como avestruz mete la cabeza en el hueco ante las
evidencias de una historia repulsiva de agresiones e intervenciones
de la que contrariamente a lo que dijo Raúl Castro, él también es
responsable? Incluso con Cuba, porque la imposibilidad de que la
misión cubana en Washington pueda utilizar cuentas bancarias en
Estados Unidos es una decisión tomada durante el gobierno de Obama
bajo las reglas del bloqueo a la isla.
En
el tema de Venezuela, la opinión de los países de la región fue
concluyente y definitiva, el apoyo unánime no sólo fue manifestado
de manera previa a la reunión en sendas declaraciones de
Unasur y Celac, sino que en los discursos de los participantes se
dejó sentir un punto de vista abarcador, sólo diferenciado del de
Estados Unidos y una insignificante Canadá que se ha asumido como
provincia estadounidense acompañando a su vecino en todas sus
aventuras intervencionistas a lo largo y ancho del mundo.
Otros
temas relevantes para América Latina y el Caribe fueron obviados por
Estados Unidos, entre ellos las ocupaciones ilegales y de carácter
colonial de Puerto Rico y Malvinas por parte de Estados Unidos y Gran
Bretaña respectivamente. Así mismo, una declaración final fue
imposible por la negativa de las dos potencias anglosajonas de
Norteamérica que se negaron a declarar la salud como un derecho del
pueblo y no aceptaron rechazar el armamentismo y el espionaje y
escucha ilegales.
Panamá
ha significado una nueva victoria de los pueblos de América Latina,
aunque los corifeos imperiales se apresuren a cantar una melodía
distinta cuya partitura fue elaborada en Washington por lo que sin
duda será, -como ya es costumbre- vomitada profusamente por los
mercenarios de las comunicaciones a través de sus transnacionales.
Al
finalizar la Cumbre, vale preguntarse sin embargo, qué importancia
puede tener un foro en el que por segunda vez (lo cual marca una
tendencia) no se puede consensar una declaración final que si es
posible lograr en el ámbito de América Latina y el Caribe bajo el
paraguas de CELAC, también surge la interrogante de hasta cuando
América Latina y el Caribe va a seguir aceptando ser convocada por
la OEA, un instrumento de la idea panamericana y monroista, aunque
como señalara el propio Comandante Chávez ya no es el “ministerio
de colonias” de Estados Unidos.
Sigo
pensando que es incongruente continuar sosteniendo una idea contraria
al ideal bolivariano de integración, idea que hoy tiene su
manifestación organizativa en la OEA y en esas Cumbres a las que los
jefes de Estado y gobierno asisten para no ponerse de acuerdo en
nada. Si como región hemos logrado ser reconocidos como bloque por
otras potencias mundiales como China, Rusia e incluso la Unión
Europea, que han aceptado reunirse con nosotros a partir de la magna
organización que nos hemos dado, qué sentido puede tener, seguir
asistiendo a estas asambleas, a partir del interés de Estados Unidos
de vernos las caras individualmente, para saber a quién le “quiebra
el brazo” y a quién atrae a su regazo tentador y diabólico.
Le
damos una emocionante bienvenida Cuba a la unión de nuestras
naciones, agradecemos el apoyo afectuoso y solidario de los pueblos y
gobiernos de América Latina y el Caribe ante la amenaza imperial,
pero nuestro camino de futuro no transita por esa vía. Nuestro
amanecer de segunda independencia debe recorrer la ruta trazada por
el Libertador. Su alerta debe estar siempre presente, queremos un
futuro de paz y amistad, con todos incluso con Estados Unidos y su
pueblo, pero no debemos olvidar que Bolívar con su infinita visión
de futuro nos previniera: "…los Estados Unidos parecen
destinados por la providencia para plagar la América de miseria en
nombre de la libertad". Que yo sepa, eso no ha cambiado.
sergioro07@hotmail.com