Por Leandro Albani: ?Propuestas del PKK están rompiendo moldes intocables en Medio Oriente?
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 07 abril, 2015 a las 20:23
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presidente ruso Valdimir Putin barómetro
Cómo
puede afectar la situación del Kurdistán
Las
propuestas del PKK están rompiendo moldes que parecían intocables
no solo en Turquía y Siria, sino en otras sociedades musulmanas de
Oriente Medio. La participación de miles de mujeres jóvenes en las
milicias armadas de Rojava está pulverizando el mito de que la mujer
debe quedar en un segundo plano social y político. Lo mismo se
podría decir del papel secundario que la religión debe jugar en la
lucha política y el estricto respeto a la pluralidad cultural,
lingüística y étnica. Pero también hay que recordar que tal
cambio de mentalidad lleva décadas produciéndose en la amplia
sociedad kurda de Turquía, donde, por ejemplo, debido a la acción
del PKK está desapareciendo la ancestral enemistad entre kurdos
suníes y alevis, y donde, desde hace años, la mujer joven y de
mediana edad ocupa cargos políticos de primer rango igual que los
hombres.
Lo
mismo se podría decir de otras zonas del Kurdistán, como la iraní
y la iraquí, donde organizaciones progresistas como el PDKI, Komala,
UPK o Goran, realizan un trabajo semejante. Se trata de un espejo en
el que, necesariamente, tienen que mirarse muchas conciencias de
Oriente Medio. El verdadero reto para el PKK, en tanto fuerza
indiscutible en Rojava y el Kurdistán turco, es que todo ello derive
en un modelo realmente democrático y no caiga en la tentación de
imponer un sistema de hegemonía política.
Periodista
e historiador, Manuel Martorell (Navarra, 1953) es uno de los
analistas más lúcidos a la hora de hablar sobre Kurdistán y Medio
Oriente. Un sinfín de artículos sobre el tema y sus libros “Los
kurdos. Historia de una resistencia” y “Kurdistán. Viaje al país
prohibido”, intentan armar un rompecabezas que en los últimos años
parece profundizarse.
En
este diálogo con Resumen Latinoamericano, Martorell centrará sus
reflexiones en Rojava (Kurdistán sirio) y el proceso político y
social que ahí se viene gestando desde hace años. La fortaleza del
Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), las nuevas formas
de organización aplicadas, las tensiones con los gobiernos de Bashar
Al Assad en Siria y Recep Tayyip Erdogan en Turquía, son algunos de
los temas en esta entrevista.
¿El
proceso que hoy se desarrolla en el Kurdistán sirio, en la cual la
guerrilla y el pueblo tomaron el control de la zona, ¿se podría
denominar como revolución?
Lo
que comenzó en Rojava, en el Kurdistán de Siria, como un movimiento
de autodefensa en el marco de una guerra civil está adquiriendo un
carácter revolucionario en distintas facetas, aunque el valor más
llamativo para la opinión pública mundial sea el destacado
protagonismo de la mujer en esta lucha. Lo mismo se podría decir de
la propuesta para la administración autogestionaria de pueblos y
ciudades, y de esa concepción según la cual el futuro sistema
político de Siria debe basarse en el respeto constitucional a las
distintas religiones, culturas y lenguas. Todo esto está suponiendo
un revolucionario cambio de mentalidad que afecta fundamentalmente a
las capas jóvenes de la sociedad kurda, pero que también está
modificando la forma de pensar de las personas mayores, además de
convertirse en una referencia o modelo para toda la sociedad siria.
¿Cómo
ve la postura del gobierno de Bashar Al Assad con respecto a la
situación en el Kurdistán sirio?
Igual
que ocurre, salvo excepciones, con el resto de fuerzas de la
oposición siria y con los gobiernos de la zona, especialmente
Turquía, Irán e Irak, el gobierno de Assad acepta lo que está
ocurriendo en el Kurdistán sirio forzado por las circunstancias. Eso
no quiere decir que, una vez superada la actual crisis, acepte el
proyecto político kurdo. Por lo tanto, no hay que descartar que,
concluida la guerra civil, esos países, incluso conjuntamente, se
pongan de acuerdo para destruir la revolución kurda, algo que
siempre ha ocurrido en la historia reciente. Todos estos países han
sido enemigos entre sí pero, incluso en los momentos de mayor
tensión recíproca, se han puesto de acuerdo para controlar el
problema kurdo. En esta situación, resulta imprescindible una
garantía o respaldo internacional a los proceso de cambio que se
están viviendo en el conjunto del Kurdistán.
¿Cómo
puede afectar la situación del Kurdistán sirio con respecto a las
propuestas del PKK para iniciar los diálogos de paz con el Estado
turco?
Turquía
ha intentado, y todavía lo sigue haciendo, impedir el surgimiento de
una autonomía kurda en Siria porque sabe perfectamente que eso
supondrá un reforzamiento del PKK, como de hecho está ocurriendo.
Por eso, al principio, puso todas las facilidades que pudo para que
el Estado Islámico, el Frente Al Nusra, el Frente Islámico o el
Ejército Libre de Siria, ocuparan las zonas kurdas y neutralizaran
al PYD, una organización “hermana” del PKK. Después buscó, sin
conseguirlo, apoyo norteamericano para crear en esas mismas zonas una
franja de seguridad bajo control del ejército turco y ahora dice que
no va a tolerar la creación de una autonomía kurda en Siria. Pero
el problema de Turquía, tanto del actual gobierno como los
anteriores, es que siempre va a remolque de los acontecimientos y
cuando reconoce una realidad y realiza algunas concesiones, las
exigencias de la población kurda ya han subido un peldaño más.
Por
eso es incongruente que Erdogán afirme que no aceptará una
autonomía cuando esa autonomía no solamente ya existe, sino que
está vinculando su destino a la situación del Kurdistán Norte
(turco). Esta situación ha consolidado la fuerza alcanzada por el
PKK no solo nacional sino también internacionalmente. Por mucho que
Erdogán vuelva a decir que en Turquía “no hay un problema kurdo”,
la realidad es que no tendrá más remedio que llegar a un acuerdo
con el PKK, a no ser que prefiera hacer frente a una división “de
facto” del país o arriesgarse a volver a la política de represión
pura y dura, es decir limpieza étnica, ejecuciones, torturas y
detenciones indiscriminadas, un escenario difícilmente factible en
la actual coyuntura internacional.
¿Cómo
observa las posiciones y movimientos que están teniendo con respecto
a lo que sucede en Rojava las potencias hegemónicas, tanto Estados
Unidos como Rusia principalmente?
Como
es sabido, el presidente ruso Valdimir Putin está reproduciendo los
esquemas de la Guerra Fría y está volviendo a tender puentes con
los regímenes autoritarios de la zona, como el sirio o el iraní y
aprovechando, con el mismo objetivo, las tensiones entre Ankara,
Bagdad y Washington. En este sentido, la actitud de Rusia ante lo que
está ocurriendo en Rojava no será distinta de esos regímenes y
mucho menos se debe esperar un apoyo a ese proyecto político. La
administración Obama parece haber entendido el riesgo que, para la
estabilidad de la zona, tiene seguir apostando por modelos
islamistas, como ya hizo en Afganistán y recientemente en Siria e
Irak, y, por el contrario, la oportunidad de apoyarse en otras
fuerzas locales contrarias al islamismo, como pueden ser los kurdos.
No hay que olvidar tampoco que Francia ha jugado en este cambio de
actitud, defendiendo explícitamente el apoyo aéreo a las YPG para
impedir que Kobani cayera en manos del Estado Islámico. Se trata de
una confluencia de intereses que, indudablemente, sería necesario
que se prolongara en el tiempo para garantizar internacionalmente la
consolidación de estos trascendentales cambios en la región.
¿Cuáles
cree que son los principales aportes que en la actualidad realiza el
PKK para un cambio profundo en Medio Oriente?
Las
propuestas del PKK están rompiendo moldes que parecían intocables
no solo en Turquía y Siria, sino en otras sociedades musulmanas de
Oriente Medio. La participación de miles de mujeres jóvenes en las
milicias armadas de Rojava está pulverizando el mito de que la mujer
debe quedar en un segundo plano social y político. Lo mismo se
podría decir del papel secundario que la religión debe jugar en la
lucha política y el estricto respeto a la pluralidad cultural,
lingüística y étnica. Pero también hay que recordar que tal
cambio de mentalidad lleva décadas produciéndose en la amplia
sociedad kurda de Turquía, donde, por ejemplo, debido a la acción
del PKK está desapareciendo la ancestral enemistad entre kurdos
suníes y alevis, y donde, desde hace años, la mujer joven y de
mediana edad ocupa cargos políticos de primer rango igual que los
hombres. Lo mismo se podría decir de otras zonas del Kurdistán,
como la iraní y la iraquí, donde organizaciones progresistas como
el PDKI, Komala, UPK o Goran, realizan un trabajo semejante. Se trata
de un espejo en el que, necesariamente, tienen que mirarse muchas
conciencias de Oriente Medio. El verdadero reto para el PKK, en tanto
fuerza indiscutible en Rojava y el Kurdistán turco, es que todo ello
derive en un modelo realmente democrático y no caiga en la tentación
de imponer un sistema de hegemonía política.
leanalbani@hotmail.com
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