Norte América NOTICIAS
Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: Estados Unidos, ¿una nación excepcional?
Barómetro Internacional america, barometro, barometro internacional, bi, estados unidos, opinion, pueblo, sergio rodriguez
Desde
un tiempo hacia acá, la prepotencia imperial ha cobrado nuevos
impulsos. Este marco da pie al carácter grotesco que significan
algunos hechos de la cotidianidad. Durante el mandato del
primer presidente negro de Estados Unidos, se ha producido la mayor
oleada de asesinatos de carácter racista de la historia
reciente de ese país.
Hasta
el sacro santo Hollywood ha comenzado a hacerse eco del rechazo a la
segregación nuevamente desbordada de la sociedad, el destacado
director Spike Lee y los afamados actores Jada Pinkett y Will Smith
han dicho que no van a asistir a la entrega de los Premios Oscar en
protesta por el racismo presente en la industria del cine. En la
consumación de la idea, el crítico argentino Diego Lerer opina que
“Los
ejecutivos de marketing piensan que las películas para ‘minorías’
son las de acción y las comedias y las de prestigio son las
otras: Room, Brooklyn y Spotlight,
por ejemplo, y que son blancas como la nieve”.
Ese
mismo presidente que para vergüenza del comité noruego recibió el
Premio Nobel de la Paz ha involucrado directa o indirectamente a su
país en más conflagraciones y conflictos que todos sus antecesores
desde la segunda guerra mundial. Su hipocresía y dotes histriónicas
lo llevaron a derramar lágrimas cuando presentaba sus propuestas
respecto del control de armas en un Congreso de mayoría republicana
que ha rechazado una y otra vez tales medidas. Debería aceptar que
las dos cámaras del parlamento estadounidense cayeron en manos de
los sectores más reaccionarios y retrógrados del país,
precisamente por la ambigüedad característica de sus decisiones.
Estos
elementos de análisis solo sirven como punto de partida para
intentar entender la soberbia del mandatario estadounidense cuando el
16 de septiembre pasado durante
una Mesa Redonda de Negocios que reunió a los jefes de las mayores
corporaciones de su país, expresara que “No hay ningún país,
incluida China, que nos mire sin envidia en este momento”. Me
pregunto ¿De qué podemos sentir envidia?, ¿de su espíritu racista
y asesino?, ¿de su idolatría por las armas y la violencia?, ¿de su
afán guerrerista y destructivo?
En
el trasfondo, persiste en la elite estadounidense una acendrada idea
respecto de una supuesta “excepcionalidad” de su país en torno a
la cual, demócratas y republicanos no se diferencian. Hace
cincuenta años el sociólogo y profesor emérito de la Universidad
de California en Berkeley, Robert Bellah explicaba que la separación
de iglesia y Estado en su país, no ha privado a la clase política
de una dimensión religiosa que hace que Estados Unidos sienta la
obligación de “materializar la meta trascendente de hacer valer la
voluntad de Dios en le Tierra”. La Declaración de Independencia
contiene cuatro referencias a Dios y el primer discurso de George
Washington como presidente está invadido de terminología religiosa,
sin hacer referencia a ningún culto en particular, ni siquiera al
cristiano.
En
ese sentido, la “religión estadounidense consiste en cumplir
una misión”, que según ellos sería hacer posible un mundo mejor,
de lo cual deriva la idea de que para los ciudadanos de ese país la
nación vino a sustituir el papel que juega la religión. La nación
es una religión en sí misma. Dicho de otra manera, mientras para la
mayoría de los habitantes del planeta, la nacionalidad está
vinculada a una historia común, cultura y costumbres similares, para
los estadounidenses es una cuestión ideológica-religiosa.
Esto
es lo que explica que el tema se haya transformado en ámbito de
debate entre las potencias. Estados Unidos pretende sustentar su
supremacía en esa “excepcionalidad divina” que le permite
identificarse a sí mismo, pero sin lograr que el mundo lo acepte
como superior. En esa necesidad de auto afirmación, el presidente
Obama, acaba de aseverar en su discurso ante el Congreso, el pasado
12 de enero, que “la gente en el mundo no busca en Moscú o
Beijing un liderazgo, nos mira a nosotros”. Antes, en septiembre de
2013 al acusar al gobierno de Siria de usar armas químicas ilegales,
lo cual como casi siempre nunca pudo demostrar dijo que “…cuando
con modesto esfuerzo y riesgo, podemos lograr que los niños dejen de
ser atacados con gas hasta la muerte y poner a nuestros propios hijos
más seguros a largo plazo, creo que debemos actuar. Eso es lo que
hace diferente a Estados Unidos. Eso es lo que nos hace
excepcionales”. Nunca la idea de excepcionalidad ha venido de
opiniones externas, sino de autoalabanzas propias de mentes
religiosas extremistas y fanáticas, que solo sirven para justificar
la invasión, la destrucción y el exterminio de países y pueblos en
todo el mundo.
En
aquella ocasión, su demencial alocución fue respondida por el
Presidente ruso Vladimir Putin, quien en un artículo publicado en el
New York Times en fecha tan simbólica como el 11 de septiembre de
ese año 2013, señalaba su desacuerdo con la idea de excepcionalidad
estadounidense manifestada por Obama. A juicio de Putin, “es
extremadamente peligroso animar a la gente a verse como algo
excepcional, sea cual sea la motivación”. Putin recordó que “Hay
países grandes y pequeños, ricos y pobres, los que tienen una larga
tradición democrática y aquellos que aún están buscando su camino
hacia esa democracia. Sus políticas son diferentes también. Todos
somos diferentes pero cuando pedimos la bendición de Dios no debemos
olvidar que nos creó a todos iguales”.
Exponiendo
el pensamiento ultra conservador y racista predominante en Estados
Unidos el analista Rich Tucker de la Fundación Heritage de
Washington, explica con talante propio la idea de excepcionalidad al
afirmar que, “A grandes rasgos, al decir que Estados Unidos es
´excepcional´ los americanos no afirman ser mejores que
otros pueblos. Sin embargo, el país está
dedicado a los principios universales de la libertad humana y se
fundamenta en la verdad de que todos los hombres (no sólo los
americanos, sino todos y en todas partes) han sido creados iguales y
dotados de los mismos derechos. De modo que Estados
Unidos es claramente distinto a otras naciones
que no se definen sobre la base de la igualdad”.
Putin
volvió al tema durante su discurso en el 70° período de sesiones
de la Asamblea General de la ONU en octubre del año pasado al
refutar la opinión de su colega estadounidense en ese mismo
escenario cuando exaltó el papel de Estados Unidos en Ucrania, Libia
y Siria, países en los que la presencia directa o indirecta de
Estados Unidos ha gestado verdaderos desastres humanitarios de
consecuencias aún incalculables. El presidente ruso dijo que
no podía evitar preguntarle a quienes causaron esa situación si se
daban cuenta lo que habían hecho, y él mismo se respondía
“…me temo que nadie va a contestar eso. En realidad, las
políticas fundamentadas en la vanidad y la creencia en la
excepcionalidad e impunidad (…) nunca han sido abandonadas”.
Por
su parte el canciller ruso Serguei Lavrov también ha hecho alusión
al tema. El ministro de relaciones exteriores de Rusia recordó que
“la excepcionalidad de Estados Unidos condujo a la humanidad a
horribles catástrofes”, toda vez que esa supuesta condición ha
sido utilizada como herramienta de su política exterior. Lavrov
señaló que particularmente el presidente Obama ha convertido la
excepcionalidad en su “lema principal”.
En
América Latina y el Caribe se conoce de sobra y se ha sufrido la
excepcionalidad de Estados Unidos o lo que Tucker denomina
“principios fundamentales de la libertad humana”. Ellos han
venido acompañados de intervenciones militares y apoyo a golpes de
Estado con su consabida secuela, de muertos, desaparecidos,
torturados y exiliados. Su soporte ha sido la aplicación de modelos
neoliberales que han conducido a extraordinarios procesos de
exclusión y deterioro social. En realidad Estados Unidos ha
fomentado la idea de ser un país excepcional para actuar ilegalmente
fuera de sus fronteras amparado en una supuesta misión celestial que
nadie le ha dado. Eso explica que en su visión infinita, hace casi
doscientos años el Libertador Simón Bolívar nos alertara con su
premonición “Los Estados Unidos parecen destinados por la
providencia para plagar la América de miseria en nombre de la
libertad”.
No hay comentarios:
Publicar un comentario