Charlie Hebdo como pretexto
por Thierry Meyssan
Sin vacilación, millones de franceses acaban de
salir a las calles en defensa de la libertad de expresión y de
culto mientras que los políticos y la prensa, violadores
de esas libertades, explotan esa reacción popular para redorar
su propia imagen pública. Thierry Meyssan estima que el
gobierno de Francia ha orquestado una manipulación de gran
envergadura para exhibirse a la cabeza de una gran manifestación
popular precisamente en momentos en que busca cómo justificar una
nueva operación militar en Libia.
Red Voltaire | Hong-Kong (Chine) | 13 de enero de 2015
- Unos 50 jefes de Estado y de gobierno participaron en la manifestación de París.
En 3 días, un grupo de 4 o 5 personas que dijeron
actuar en nombre de al-Qaeda en Yemen y del Emirato Islámico (Daesh)
masacró en Francia a los miembros de la redacción del
semanario satírico Charlie Hebdo y asesinó después a una
agente de la policía municipal así como varios rehenes, en
3 acciones diferentes.
Francia,
que no había conocido hechos de tanta violencia desde la época
de los atentados de la OAS [1],
hace más de 50 años, reaccionó proclamando «¡Todos
somos Charlie!», abatiendo a 3 de los
terroristas y organizando una gran manifestación de varios millones
de personas.
El presidente
la República, Francois Hollande, recibió a los jefes de los
partidos políticos representados en la Asamblea Nacional, lanzó un
llamado a la unidad nacional y participó personalmente en la
manifestación acompañado de unos 50 jefes de Estado y de
gobierno extranjeros.
En
un artículo anterior [2],
observé que el modus operandi
de los terroristas no tenía nada que ver con el comportamiento
habitual de los yihadistas sino más bien con el de un comando
militar. A partir de lo cual señalé que poco importa
quiénes fueron los ejecutores y que lo único verdaderamente
importante es saber quién está detrás de ellos. Ahora quisiera, en
este segundo artículo, referirme a las reacciones que esos hechos
están suscitando.
Suspensión del derecho a organizar manifestaciones
Inmediatamente
después del anuncio de la masacre perpetrada en las oficinas de
Charlie Hebdo, hacia el mediodía del 7 de enero de 2015,
el primer ministro francés Manuel Valls decidió implantar el Plan
Vigipirate-atentados en toda la región parisina. Este plan incluye
un centenar de medidas de aplicación automática y unas 200 medidas
opcionales. Entre las medidas, el ministerio del Interior
anunciaba la suspensión de todas las manifestaciones
ya autorizadas. Las autoridades temían que los terroristas
disparasen contra la multitud.
Pero un
partido de extrema izquierda llamaba a manifestar de inmediato
en señal de respaldo a Charlie Hebdo. Luego de
varias horas de vacilación, el prefecto de policía autorizaba una
manifestación en la que habrían de participar unas 100 000
personas. Más extraño aún, el primer ministro declaraba una
jornada de duelo nacional para el día siguiente, 8 de enero.
Las autoridades locales organizaron numerosos mítines para
observar un minuto de silencio. Y, todavía más sorprendente,
el Partido Socialista llamaba a la realización –el domingo
11– de una gran manifestación nacional que reuniría más de
2 millones de personas en París.
O sea, el
gobierno prohibió las manifestaciones por considerar que podían ser
peligrosas para los participantes. Pero los miembros de ese
mismo gobierno organizaron una manifestación gigantesca e invitaron
además a jefes de Estado y de gobierno extranjeros sin plantearse
ningún tipo de inquietud por cuestiones de seguridad.
Esta
manipulación demuestra que, al contrario de lo que declaró
públicamente, el gobierno conocía con precisión la verdadera
importancia de la amenaza y sabía que no había peligro para
las manifestaciones.
De todo esto,
optaremos por retener la extraordinaria muestra de entusiasmo
popular por la libertad.
Unión nacional
En esta
situación de crisis, la derecha y la izquierda se pusieron de
acuerdo para participar juntas en una manifestación nacional. Pero
¿para manifestarse a favor de qué y contra quién?
Nos enteramos
así de que tanto los dirigentes de derecha como los de la izquierda
compartían los valores antirreligiosos, antinacionales y
antimilitaristas del muy izquierdista semanario Charlie Hebdo
. Ya se sabía que el fundador de la publicación, Philippe
Val, era amigo de Sarkozy. Ahora nos enteramos súbitamente
de que Charb, el nuevo director del semanario, estaba involucrado
sentimentalmente con una ex ministra de derecha, Jeannette
Bougrab.
Esta última
fue invitada al noticiero del canal francés de televisión TF1. Muy
emocionada, habló de su relación sentimental con el caricaturista.
Luego presentó las convicciones antirreligiosas de Charb como un
compromiso laico contra el islamismo para compararlo después
con Jean Moulin y pedir que el caricaturista sea inhumado en el
Panteón –como el gran héroe de la Resistencia francesa contra la
ocupación nazi que fue Jean Moulin. Jeannette Bougrab terminó
revelando que ella y Charb habían pensado en irse de Francia y
rehacer sus vidas en otra parte. En pocas palabras, la ex ministra
de derecha acaba de mostrar su desprecio por sus propios
conciudadanos, de asimilar el laicismo a la lucha contra la
religión y de poner un humorista antinacional al mismo
nivel que el fundador del Consejo Nacional de la Resistencia. Por
mucho que proteste la familia de Charb, Jeannette Bougrab ha
sembrado la duda.
Y para que se
entienda bien en qué consiste la «unión nacional» de
la que nos hablan la derecha y la izquierda, varios líderes
socialistas declaran que el Frente Nacional será excluido de la
manifestación «republicana». ¿Acaso se ha entendido bien
la enormidad de ese anuncio? Los líderes políticos del país
invocan la República para excluir a sus propios rivales. Finalmente,
el FN se unió a las manifestaciones realizadas en diferentes
ciudades del interior de Francia.
Unión internacional
El presidente
de Francia quiso dar solemnidad a la manifestación de París
invitando a ella a todo tipo de jefes de Estado y de gobierno.
Entre los que
vinieron a la manifestación de París pudimos ver a David Cameron y
Benyamin Netanyahu, cuyos países gozan de una censura militar
omnipotente; al secretario de Justicia estadounidense Eric Holder,
cuyo país es tan amante de la libertad de prensa que ha bombardeado
y destruido numerosas estaciones de televisión, desde la de Belgrado
–en la ex Yugoslavia– hasta las de Libia–; al primer ministro
de Turquía, Ahmet Davutoglu, cuyo país prohíbe la construcción de
iglesias cristianas (aunque ahora parece dispuesto a autorizar una).
Y tampoco podemos olvidar que hace poco Netanyahu
felicitaba personalmente a los heridos de al-Qaeda que reciben
cuidados en hospitales israelíes y que los países de
Eric Holder, Ahmet Davutoglu y la Jordania rey Abdallah
reorganizaron el Estado Islámico en enero de 2014.
¿Qué hacían
entonces estos personajes en París? En todo caso no estaban
defendiendo la libertad de expresión ni la libertad de culto, que
sus países combaten activamente.
La libertad de expresión
No fueron los
políticos los únicos que trataron de mejorar su imagen
exhibiéndose en la manifestación de París. También lo hizo la
prensa, que ve en Charlie Hebdo un ejemplo de la libertad
que ella misma pisotea constantemente con su permanente autocensura y
mostrándose cada vez más solidaria con los crímenes que el
gobierno comete en el extranjero.
Es verdad que
son numerosos los medios de prensa existentes en Francia. Pero
también es cierto que se trata de una prensa
extremadamente conformista y, por consiguiente, nada pluralista.
Esto se refleja incluso en la unanimidad de esa prensa
al presentar el semanario satírico ya que, al contrario
de lo que afirma esa prensa, Charlie Hebdo se oponía
a la libertad de expresión cuando abogaba por la ilegalización del
Frente Nacional o militaba a favor de la censura de internet.
En todo caso,
no podemos más que regocijarnos al ver la prensa retomar
¡por fin! la defensa de quienes son víctimas de ataques
por lo que han dicho o escrito.
Sobre la pista yihadista
Prosiguiendo
su investigación tras la pista equivocada, la prensa francesa traza
el perfil de los terroristas y se olvida de tratar de encontrar a los
que les dieron las órdenes. Y nos dice, con la mayor seriedad,
que esta ola de atentados se debe a una colaboración entre al-Qaeda
en Yemen y el Emirato Islámico, olvidando que esas dos
organizaciones están en guerra entre sí desde hace más
de un año, una guerra feroz que ya cuenta más de 3 000
víctimas en ambos bandos.
Son por lo
tanto sorprendentes tales referencias, y es probable que dentro
de poco aparezca algo –algún hecho o noticia– que vincule los
hechos de París con Libia. En efecto, si Francois Hollande
sigue los pasos de George W. Bush, bien pudiera decidir una
intervención en Yemen, a pesar de que algo así no sería
de interés para Francia. En todo caso, el general Puga, jefe del
estado mayor particular de Hollande, está preparando actualmente una
nueva intervención militar en Libia.
Esta
última sería un blanco mucho más lógico ya que Francia podría
esperar obtener ahora los dividendos que nunca llegaron en el momento
de su primera intervención en Libia. Francia culminaría así
el proyecto estadounidense de rediseño del «Medio
Oriente ampliado», correspondiente a lo
publicado en el New York Times
por la periodista Robin Wright en septiembre de 2013 [3],
proyecto que el Emirato Islámico ya está concretando en Irak y
en Siria.
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[1]
La Organización del Ejército Secreto, OAS según sus siglas en
francés, fue creada en 1961 en el marco de la guerra sucia
de Francia contra el movimiento de liberación de Argelia.
[2]
«¿Quién
está detrás del atentado contra Charlie Hebdo? », por
Thierry Meyssan, Red Voltaire, 8 de enero de 2015.
[3]
“Imagining
a Remapped Middle East”, Robin Wright, The New York Times
Sunday Review, 28 de septiembre de 2013.
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