Por Julio A. Louis: Victoria de Vázquez, crisis de la derecha y de la izquierda
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 09 diciembre, 2014 a las 14:54
Fundación Constituyente XXI (Chile)
A
días del balotaje que confirmará la victoria de la fórmula
Vázquez-Sendic es útil valorar la situación y los avances
del pueblo, comprender en qué etapa de maduración de su conciencia
está, y las crisis ideológicas y políticas presentes y futuras
cercanas. A fines del siglo XIX y principios del XX, Eduardo
Berstein enfrenta la teoría elaborada por Marx y Engels, en un
período de auge del capitalismo, durante el cual las mejoras que
experimenta el proletariado europeo son posibles por la explotación
despiadada a los pueblos coloniales y dependientes. La mejoría de
los salarios y de las condiciones de vida y de trabajo del
proletariado no afectan las ganancias de la burguesía. El
reformismo, que entraña el revisionismo de Berstein, calma las
aguas turbulentas capaces de conducir a la revolución.
Uruguay
es–como otros países de la región- dependiente, y no explota a
nadie, y por ende, su realidad presente no es comparable a las
metrópolis imperialistas. No obstante, en un aspecto guarda
similitud: goza de un período económico excepcional debido a los
altos precios pagados por las materias primas, y debido a que la
región se ha vuelto menos dependiente del imperialismo merced
a los gobiernos progresistas, expresión de las luchas.
Populares.
Menos dependientes sí, pero aún vulnerables en extremo. Por ende
la opción es que el bloque popular profundiza la lucha debilitando
al sistema o la reacción, conocedora que el auge económico no será
permanente, terminará restaurando el pasado neoliberal. Pero por sí
sola ni esta región, ni otras pueden vencer al imperialismo y
al sistema capitalista, sin la interacción prolongada de los
diversos pueblos y regiones del mundo, con una acrecentada visión
internacionalista.
La
clase trabajadora y el conjunto de las clases y sectores populares
(el pueblo) que ha mejorado merced a los gobiernos del Frente
Amplio, también ha avanzado en el desarrollo de su conciencia, lo
que le ha permitido sepultar las aspiraciones reaccionarias en estas
elecciones. No obstante, el avance de su conciencia política se ve
limitado, pues sufre un huracán devastador de influencia
cultural destructora de valores clasistas, por la vía de los
medios masivos, las iglesias, algunas organizaciones no
gubernamentales, las teorías pos-modernas, etc. -fenómeno similar
al de nuestros vecinos- mientras que paralelamente, la acción
política clasista de las organizaciones políticas y sociales
populares ha perdido vigor. Ni los tradicionales “partidos de la
clase” tienen escuelas de formación de cuadros, o sea, de
individuos solventes teóricamente y capaces de influir donde
actúan.
El
relativo avance de la conciencia popular se constata, por ejemplo,
en el hecho que es en los departamentos del norte –los más pobres
del país- donde más ha crecido el Frente Amplio. O que en todos
los barrios de Montevideo –excepto la zona residencial de
Carrasco- ha vencido el F. A. y en particular la 609 de Mujica,
convertida en la mejor expresión de cierto nivel primario de
conciencia de clase.
La
actual victoria del F. A. –con un candidato presidencial corrido
al social-liberalismo, a la cooperación con Estados Unidos, a
expresar posiciones del Opus Dei- empuja a muchos blancos y
principalmente colorados a cuestionar la ya anticuada
concepción del Dr. Sanguinetti de “las familias ideológicas”,
base de los acuerdos entre los partidos tradicionales. Anticuada, en
tanto parte del F.A. ha dejado de ser el enemigo que se guía por la
lucha de clases o que denuncia al sistema capitalista. De allí que,
en la medida que sus gobiernos se han limitado a reformas al sistema
de dominación sin cuestionarlo, muchos batllistas y wilsonistas no
encuentran diferencias sustanciales con la praxis de José
Batlle y Ordóñez o de Wilson Ferreira. Y en todo caso, para el
balotaje es más prometedor apostar a ganador que a seguro perdedor.
Por eso la crisis, sobre todo del Partido Colorado, cuya razón
de ser se pierde en el cajón de los recuerdos.
Pero
esa elevación de la conciencia popular todavía no llega a la
capacidad de distinguir con nitidez entre el crecimiento
económico con las pautas del sistema capitalista, principalmente
merced a las inversiones extranjeras (papeleras, sojeras,
mineras, etc.) o el desarrollo puesto al servicio de la nación
y del pueblo, que supone la transformación radical de las
estructuras. Es decir, la revolución agraria contra la gran
propiedad terrateniente (en parte en manos de las trasnacionales),
el avance productivo y social integral basado en el
conocimiento, la ciencia y la tecnología y el
fortalecimiento de la integración nuestro-americana. Esa
elevación de conciencia no distingue con nitidez entre reformas que
no cuestionan los fundamentos del sistema y transformaciones
que modifican la propiedad y la gestión de los medios de producción
y de cambio, eliminando o reduciendo los privilegios del gran
capital financiero y trasnacional. Y no distingue con nitidez entre
una democracia liberal - acotada por el tutelaje de las Fuerzas
Armadas y la actitud del Poder Judicial en manos de jueces
nacidos y apuntalados por la dictadura- de una democracia
participativa, como ha intentado tímidamente la ley de
descentralización, cuya aplicación dista mucho de la presencia
activa popular.
Mientras
tanto, en el F. A. conviven los partidarios del crecimiento
económico con los partidarios del desarrollo en clave
anti-imperialista, los reformistas del sistema y los
socialistas que enfrentan al capitalismo, los liberales y demócratas
burgueses y los que pretenden modificar el contenido de clase de la
democracia y del Estado.
II
¿Qué
futuro avizoramos? Somos optimistas a mediano y a largo plazo, pero
no a corto plazo, como los que fundamentan con que se cuenta con una
bancada parlamentaria más de “izquierda”. Es cierto que hubo
magra votación de los sectores más tibiamente reformistas del F.A.
Y que ha surgido la 711 de Sendic como expresión nueva de un
conglomerado poco definido. Y que ha surgido la Casa Grande,
promotora de Constanza Moreira, una fuerza prometedora. Y que los
socialistas “ortodoxos” o no reformistas han impuesto sus
diputados en Montevideo. No obstante, no nos ilusionamos con
que los que han propuesto a la presidencia al Dr. Vázquez después
de sus sucesivos renunciamientos a la “biblia” del programa, se
atrevan a enfrentarse al Dr. Vázquez fortalecido. Esperamos
sí, en cambio, que el “giro a la izquierda” patrocinado por las
fuerzas que apuntalan a la Senadora Moreira se haga presente para
que la Casa Grande simplemente no haya oficiado de rastrillo
de izquierda de Vázquez y sea consecuente con su trayectoria,
como el ala “ortodoxa” del Partido Socialista.
Se
verá muy pronto el comportamiento colectivo e individual de todos,
no bien el Dr. Vázquez continúe con la política económica
permisiva hacia los capitales trasnacionales o,- peor- que
robustezca lazos militares con Estados Unidos, o que busque el
ingreso pleno de Uruguay a la Alianza del Pacífico como desea el Cr
Danilo Astori. Entonces se verá quiénes desde el Parlamento
distinguen la esencial unidad para la liberación de la unidad al
servicio de contemplar al bloque de poder dominante. Quienes
se atreven a defender principios por encima de llamados a la
disciplina, haciendo objeción de conciencia, valedera cuando se
trata de defender principios, como ha hecho Guillermo Chifflet
(ex diputado socialista al renunciar a su banca) y objetable cuando
contraviene posiciones previas al ejercicio del gobierno adoptadas
por la fuerza política, como ha hecho el Dr. Vázquez vetando
la ley de salud sexual y reproductiva.
De
manera que, si desde noviembre hay crisis de la derecha,
palpable en el Partido Colorado, desde marzo se vislumbra una crisis
de definición para la izquierda antiimperialista y anticapitalista.
Y de ella se saldrá –como en toda crisis- ubicándose unos
sumisamente en las filas oficialistas y otros levantando
teorías y prácticas que reconstruyan a la izquierda, capacitándola
para enfrentar al sistema, como sucede en otras partes del mundo.
Reiteramos
lo ya escrito: el 26 de octubre: el primer muro de contención
contra la avalancha reaccionaria ha sido exitoso. El segundo muro
será reconstruir a la izquierda clasista y antiimperialista, y
redoblar la movilización popular, para impedir que la tendencia
pragmática y transigente con el gran capital trasnacional triunfe.
Si así obra la izquierda uruguaya no estará aislada y cuenta con
compañías de peso. Tarso Genro –destacado dirigente del Partido
de los Trabajadores de Brasil- ha expuesto que la unidad de la
izquierda no es solo contra la victoria de la derecha, sino también
“de la derecha que integra la base parlamentaria de su propio
gobierno”. Y propone un frente de izquierda integrado por
personalidades de varios partidos, sectores partidarios, académicos,
líderes de la sociedad civil y de los movimientos sociales e
intelectuales, para lanzar en 2018 “un candidato vinculado con
esos compromisos”. También los movimientos sociales brasileños
se plantean la movilización para obligar al gobierno a avanzar
hacia la izquierda. La tendencia al reagrupamiento de la
izquierda –que solo es tal si es anticapitalista- se observa en
Chile a través del “Frente Amplio-Asamblea Constituyente”. O en
España, o en Grecia, o en Francia.
Uruguay
parece seguir en el estribo de Brasil, un caballo de marcha
insegura. Sepamos que nos salvaremos junto a la tropa
nuestro-americana o perderemos todos. Los conservadores defensores
del capitalismo, muy especialmente, los imperialistas
norteamericanos, cada día dan mayores muestras de impaciencia
y de temor contra la persistencia de un progresismo que pueda dar el
salto de calidad para transformarse en revolucionario, ampliando el
área del “socialismo del siglo XXI”.
jlui@adinet.com.uy
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