Debate
Tras Berlín proliferan los muros de la vergüenza
© Vicky Peláez
13:02 13/11/2014Vicky Peláez
Los muros
fronterizos son un reflejo del miedo de los pueblos y una forma de
hacer geografía que fomente en primer lugar la violencia (Yves
Lacoste)
Los actos de conmemoración por
el 25 aniversario de la caída del Muro de Berlín hicieron olvidar
por un momento a los europeos, en especial a los alemanes, los
estragos de la recesión que está afectando a la Unión Europea (UE)
pues estaban contagiados por la euforia del triunfo que terminó con
la división de Alemania aquel histórico 9 de noviembre de 1989.
En su discurso de conciliación,
la canciller alemana, Angela Merkel, afirmó que “el ser humano
puede cambiar el mundo para mejor” y sin violencia. Y que la
“experiencia de Berlín envía un mensaje de confianza en que se
podrán tumbar también otros muros”.
Lo que evitó decir la líder del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) fue que la unificación de su país y el desmantelamiento del campo socialista no solamente no terminaron con la división del mundo sino lo fragmentaron aún más y uno de los ejecutores principales de este proceso diseñado por EEUU ha sido Alemania.
Lo que evitó decir la líder del partido Unión Demócrata Cristiana (CDU) fue que la unificación de su país y el desmantelamiento del campo socialista no solamente no terminaron con la división del mundo sino lo fragmentaron aún más y uno de los ejecutores principales de este proceso diseñado por EEUU ha sido Alemania.
Llamando a Irak, Siria y Ucrania
a derribar los muros, Angela Merkel evitó mencionar que después de
la caída del Muro de Berlín el mundo se llenó de vallas y muros y
que actualmente Alemania está auspiciando la construcción de un
muro como el que hubo en Berlín en la frontera entre Ucrania y
Rusia.
Tampoco aclaró que la
unificación no fue una integración de iguales sino una absorción
voluntaria de la Alemania socialista por la capitalista imponiéndose
valores políticos, sociales y económicos occidentales. Fue un
proceso difícil, penoso y costoso.
Según un estudio de la
Universidad Libre de Berlín, la reunificación ha costado dos
millones de millones de euros y hasta ahora no se ha podido erradicar
las diferencias económicas entre el este y oeste. El Instituto de
Estudios Económicos de Berlín (DIN) publicó hace poco un ensayo
donde indicó que en 2005 el índice de desempleo en la Alemania del
este era 20, 6 por ciento y actualmente es de 9,1 mientras en el
oeste es de 5,8 por ciento. Cada alemán occidental tiene un
patrimonio de 183.000 euros mientras que los alemanes del Este
disponen en promedio de 67.400 euros por ciudadano.
La razón principal para la
construcción del Muro de Berlín en 1961 por la República
Democrática de Alemania (RDA) era de orden político ideológico
casi igual como la causa de su desmantelamiento 28 años después con
un agregado geopolítico.
El 12 de junio de 1987 el
presidente Ronald Reagan pronunció ante la puerta del Brandenburgo
su ya legendaria frase: “Señor Gorbachov, derribe el muro, señor
Gorbachov, abra la puerta”. El ministro de Relaciones Exteriores de
la URSS, Eduard Shevardnadze y el presidente Mijaíl Gorbachov ya
estaban listos para cumplir lo pactado con Reagan, sin embargo lo
impedía hacer el líder de la RDA, Erich Honecker.
En realidad, los primeros
ensayos con las “revoluciones a colores” comenzaron en Alemania
en forma de un bien organizado descontento popular, desórdenes y una
fuga masiva de alemanes. Honecker fue destituido, se refugió en la
embajada de Chile, posteriormente fue detenido y exiliado a Chile,
país que acogió miles de chilenos para salvarlos de las garras del
régimen de Pinochet. Allí murió en 1994.
Después de la caída del Muro
de Berlín en 1989 nadie imaginó que la saga de los muros seguiría
adelante pero así resultó y en los años posteriores, en diferentes
rincones del mundo fueron edificados varios muros llamados por el ex
alcalde social demócrata del Berlín Oeste, Willi Brandt, el “Muro
de la Vergüenza”.
El presidente Bill Clinton,
inspirado en la experiencia de la RDA, decidió aplicarla en los
EEUU y así construyó en 1994 una gigantesca valla sofisticada
en la zona de Tijuana para regular el flujo de migrantes
indocumentados. En 20 años este muro ha crecido hasta 400 kilómetros
abarcando los estados de California, Arizona, Nuevo México y Texas.
Posteriormente en el 2006, el
presidente George W. Bush firmó la Ley de la Frontera Segura para la
construcción en la frontera con México de un muro más sofisticado
de 1.126 kilómetros. El gobierno de Barack Obama puso en marcha este
proyecto edificando en el 2013 una valla de 1.078 kilómetros que le
costó 2,4 mil millones de dólares, gastando además otros mil
millones en el muro virtual. Sin embargo ni estas medidas, ni 22.000
guardias fronterizas han detenido el flujo de los inmigrantes
indocumentados que entran a EE.UU. en un promedio de 500.000 personas
al año expuestos a todo tipo de peligros en búsqueda de un futuro
mejor.
De acuerdo a la Organización
Internacional de Migración, 6.000 personas murieron en la frontera
México-Estados Unidos desde el año 2000 y, en total, desde 1994
más de 10.000 han muerto. Pero en los últimos 20 años nadie sabe
exactamente cuántos seres humanos simplemente desaparecieron en los
desiertos fronterizos.
La diferencia con el Muro de
Berlín en este aspecto es abismal, pues según el Centro de
investigación Histórica de Potsdam, durante los 28 años de
existencia del Muro de Berlín unas 136 personas perdieron su vida
tratando de refugiarse en la parte oeste de la ciudad.
El otro país aficionado al Muro
de la Vergüenza es Israel. La barrera israelí de Cisjordania de 721
kilómetros, de los cuales 409 kilómetros ya están construidos,
consiste en un sistema de vallas alambradas y de un muro de hormigón
de 7 metros de altura. La barrera está construida de tal forma que
según la Autoridad Palestina, “deja a los territorios palestinos
como islas flotantes en el mar de las colonias israelíes, algo
parecido al queso suizo, por todos sitios agujereado. De esta forma
se evita el establecimiento del Estado Palestino”.
Israel justifica la existencia
de este muro como una necesidad vital para proteger su población de
los ataques terroristas. Sin embargo, la realidad es diferente. Tanto
en la Franja de Gaza como en Cisjordania hay abundantes recursos
hídricos y energéticos. En la Franja de Gaza existen dos
yacimientos de gas que ya está explotando British Gas (BG) para el
uso exclusivo de Israel durante 30 años. Su valor es más de cuatro
mil millones de dólares.
En Cisjordania están ubicados
el Acuífero de la Montaña y el Acuífero del Oeste, siendo el
último el más importante en la región cuya capacidad es de 36
millones de metros cúbicos. Mientras Israel consume el 90 por ciento
de su capacidad, a los palestinos les toca menos de un 10 por ciento.
De acuerdo a la Organización Mundial de Salud (OMS), la cantidad
mínima para el consumo humano debe ser de 100 litros por habitante
al día. Resulta que los palestinos, dueños de acuíferos consumen
entre 30 a 78 litros por persona al día, mientras que los habitantes
de Israel disfrutan de 350 litros.
Las razones geoeconómicas están
detrás de la construcción por Marruecos de un muro de 2.720
kilómetros en Sahara Occidental en cuyo territorio están ubicadas
las minas fosfatos más grandes del mundo. También la fachada
atlántica de Sahara occidental se considera una de las regiones más
ricas del planeta en pesca. Si agregamos sus posibles yacimientos de
petróleo estaría claro las razones de la valla que edificó
Marruecos con la anuencia de las grandes potencias.
A medida que el neoliberalismo
avanza se incrementa cada vez la posibilidad de crear unos nuevos
muros utilizando diferentes pretextos según la imaginación de los
gobernantes. El presidente Poroshenko de Ucrania sueña con construir
un nuevo Muro de Berlín en la frontera con Rusia con el dinero de
Alemania dizque para protegerse del “imperialismo de Putin”. Por
otro lado las autoridades locales de Eslovaquia han edificado 14
muros para aislar a los barrios gitanos.
Al paso que vamos se aleja
más el día de un mundo sin fronteras y sin muros de la vergüenza.