Por: Sergio Rodríguez Gelfenstein: En Kobane se defienda mucho más que la identidad kurda (I)
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 11 noviembre, 2014 a las 1:55
A
Miguel Guaglianone, hermano y compañero de luchas y de sueños
Sin
embargo, tras bambalinas, las acciones en Kobane son expresión de la
multiplicidad de factores que están presentes en el conflicto del
Medio Oriente, los intereses de los países que participan
directamente en las acciones y de las potencias que han intervenido
militarmente en los hechos.
En
un primer momento, Estados Unidos, minimizó el potencial terrorista
del EI. Ello permitió su crecimiento y expansión sin cortapisas de
ningún tipo. Así mismo, las acciones de esta banda extremista
han puesto sobre el tapete el papel tenebroso que siempre ha jugado
Turquía en el escenario de las acciones. Su discurso y accionar han
sido contradictorios, por una parte ha suministrado armas y apoyo al
EI para que éste elimine la resistencia kurda y al mismo tiempo
envía señales difusas en cuanto a su involucramiento en las
acciones.
El
ex canciller y actual primer ministro Ahmet Davutoglu anunció el
pasado 3 de octubre que su país no iba a permitir que Kobane cayera
en manos del EI. No obstante, el propio Presidente Recep Tayyip
Erdogan lo refutó cuando afirmó pocos días después que Turquía
se involucraría en la defensa de Kobane bajo ciertas condiciones: el
establecimiento de una zona de exclusión aérea, la posibilidad de
entrenamiento de las fuerzas de lo que llama “oposición moderada
siria” y una estrategia directa que conduzca al derrocamiento del
presidente sirio Bashar el Assad. Días después la propia OTAN y las
potencias occidentales rechazaron tales condiciones.
Turquía
a su vez, objetó el apoyo bélico de Estados Unidos a los kurdos que
resisten en Kobane, bajo el argumento de que se está fortaleciendo
al Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), organización
considerada como terrorista por este país. Vale decir que, los
ataques aéreos y suministros logísticos que Estados Unidos
está ejecutando en la región se realizan en el marco de la
ambigüedad típica de la potencia cuando interviene militarmente,
sin objetivos claros que cumplir. Así, se hizo aparecer como un
error que ciertos pertrechos hechos llegar por vía aérea a los
kurdos, cayeran en manos del EI, lo cual deja muchas dudas al
respecto.
La
coalición creada para combatir al EI ha gastado alrededor de 1000
millones de dólares en tres meses de acciones. En ese período han
realizado un número cercano a 1800 incursiones aéreas, de las
cuales 1100 han sido ataques misilísticos. De esa cantidad, Estados
Unidos ha aportado 467 millones de dólares. Estas cantidades son
ínfimas si se les compara con otras acciones realizadas por la
potencia norteamericana en el pasado reciente, por ejemplo en
Afganistán e Irak. Vale decir que la cantidad de misiles
lanzados en 3 meses por la coalición liderada por estados Unidos es
el equivalente a lo que las fuerzas armadas de Israel usaron en 2
días durante el asedio inhumano contra Gaza el pasado mes de julio.
Voceros
estadounidenses autorizados han informado que se necesitarán al
menos 3 años de acciones directas para lograr debilitar al EI. Eso
es mucho tiempo si se compra con las acometidas fulminantes que
llevaron a la derrota de los talibanes en Afganistán en 2001 y de
Saddam Hussein en Irak en 2003. En este contexto, sería válido
preguntarse a qué obedece este cambio en el pensamiento estratégico
estadounidense. Resulta curiosa la argumentación para explicar la
negativa de utilizar tropas terrestres en las operaciones. Contrario
a lo que se pudiera afirmar, la opinión pública de Estados Unidos
estaría de acuerdo en apoyar una incursión terrestre de sus fuerzas
armadas. Los medios de comunicación, sempiternos aliados del
Complejo Militar Industrial se han encargado de ello, mostrando de
manera grotesca y alejada de cualquier racionalidad las
decapitaciones de ciudadanos occidentales y árabes realizadas por el
EI. Vale recordar que estas bárbaras muestras de violencia fueron
expuestas a la ciudadanía estadounidense justo el 11 de septiembre
estableciendo un simbolismo en la preparación sicológica de la
ciudadanía que no deja lugar a dudas en torno de a donde conduciría
una eventual escalada del conflicto.
¿Qué
se vislumbra en el trasfondo? En primer lugar, hay que decir que la
suposición de que se puede derrotar al EI sin la participación de
las Fuerzas Armadas de Siria o dejando al margen a Irán son quimeras
construidas por los analistas de estrategia que asesoran al
Presidente Obama. Hay otros elementos detrás de este talante.
En
el transcurso de este siglo, la política de Estados Unidos en el
Medio Oriente y el norte de África ha sido un total fracaso, no han
podido vencer a los talibanes en Afganistán, salieron derrotados de
Irak, dejando en el poder un gobierno de mayoría chiita aliado de
Irán, eliminando de paso el ejército sunita de Saddam Hussein que
era uno de los más sólidos de la región.
En
Libia, después de la destitución y posterior asesinato de Muamar
Gadafi, el país ha devenido en una anárquica guerra tribal, por lo
cual las grandes trasnacionales energéticas no han podido igualar ni
siquiera la menor producción petrolera previa a la invasión de la
OTAN. Los Hermanos Musulmanes, organización pro occidental
extremista de la derecha árabe creada por las agencias de
inteligencia británicas ha sido desalojado del poder en Túnez y
Egipto, perdiendo Estados Unidos y Turquía su más firme aliado en
la región. Los houthis, grupo chiita de Yemen ha comenzando a
controlar ese país casi en sus totalidad poniendo presión en el
paso de Bab el Mandeb, el cual junto a Ormuz bajo inspección iraní,
conforman el dúo de estrechos que permiten la navegación de
los súper tanqueros desde el Golfo Pérsico al Golfo de Adén en el
Océano Índico y de éste al Mar Rojo. Así mismo, los chiitas,
mayoritarios en Bahréin ejercen cada vez mayor presión contra la
monarquía sunita de ese reino en el que tiene su sede la 5ta. Flota
de la Armada de Estados Unidos.
En
Siria, las fuerzas mercenarias y terroristas no ha podido consolidar
sus posiciones, mucho menos estar cerca del derrocamiento del
presidente Bashar el –Assad, a pesar de todo el apoyo financiero,
bélico y logístico de las monarquías sunitas y de la OTAN.
Finalmente, Israel, a pesar de su enorme operación terrorista contra
Gaza no pudo lograr los objetivos propuestos. Al contrario la
diplomacia palestina ha logrado resonantes victorias al obtener el
reconocimiento político de Suecia y el voto favorable en ese sentido
de los parlamentos de Gran Bretaña e Irlanda.
sergioro07@hotmail.com
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