Por Bruno Lima Rocha: Marchas del 15 de noviembre en el epicentro de la política brasileña
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 23 noviembre, 2014 a las 13:35
Escenario
post-electoral
El debate a
respecto del escenario post-electoral, en contra de lo que muchos
esperaban, no han disminuido. Ha aumentado la intensidad de las
protestas por la derecha, y al mismo tiempo, abre todo un abanico de
posibilidades para poner al gobierno elegido contra la pared, lo que
reduce aún más su bajo margen de maniobra. Podemos identificar
cuatro posibilidades dentro del complejo escenario donde se realizan
escenarios simultáneos de lucha.
Estos
son:
La disputa
directa generada de Aécio Neves y la dirección nacional del PSDB
antes de la reconstrucción del gobierno reelecto, su objetivo es
acumular la fuerza electoral de 2018; éstos con aliados de la
derecha, más radicales, llamando a adoptar, posiciones
similares a las de la oposición venezolana, cuestionando la
imparcialidad de las elecciones y, por extensión, su resultado
En el nivel
jurídico-político, la Comisión Parlamentar de Investigación a
respecto de la Petrobras (gestionada por el Congreso) ha clavado sus
dientes en la base del presidencialismo de coalición, atingindo PT,
PP y PMDB (los tres mayores partidos que conforman la alianza del
gobierno nacional), yendo más allá de los contratistas más grandes
del país; en este escenario, aunque corte en la carne, la federación
de las oligarquías estatales y regionales que se reúne el acrónimo
PMDB es el que puede aprovechar esta oportunidad (el vicepresidente
de la república es Michel Temer, que pertenece a este partido). Las
oligarquías ya han apuntalado a su líder en el Congreso. Este es el
diputado federal por el estado de Rio de Janeiro, Eduardo Cunha, del
PMDB
Dentro de la
disputa sin pausa alguna, hay mucha posibilidad de fuego amigo en
Petrobras IPC como un avance aún más peligroso, con la posibilidad
de la no aprobación de las cuentas de campaña de Rousseff
El paisaje
tampoco es bueno por la izquierda; la lógica se repite con una serie
de promesas incumplidas y la fragilidad de un gobierno que aún
genera cohesión en el partido de gobierno. Desde la plataforma de
movimientos sociales, donde la izquierda social está alineada al
gobierno de alguna forma, desde la central sindical del PT (la CUT) o
una agrupación más distante (como el poderoso Movimiento de los
Trabajadores Sin Techo, el MTST) hasta las agrupaciones mucho más a
la izquierda (como las que organizaron las protestas 2013). El
lulismo tiene cuentas por pagar con la militancia y al parecer sólo
se acuerda, si la presión viene de abajo hacia arriba; esta postura
puede ganar entornos de apoyo táctico (si la base social del
gobierno) o de manera tácita (si la dirección nacional del Partido
Socialismo Libertad, el PSOL, no debería dejarse funcionar como un
auxiliar de la línea del gobierno) hacia una medida concreta de las
reformas básicas.
Expuestos los
cuatro frentes donde el gobierno puede ser tanto sacudido como
prevención (caso de los movimientos incontrolados de la CPI de la
Petrobras derivados de la investigación de la Policía Federal en la
Operación llamada de Lava Jet), cabe analizar los textos que siguen
diferente en la política brasileña en la actualidad.
En el fin de
semana (Sábado, 15 de noviembre), fecha esta que coincidió con la
fiesta de la proclamación de la República (en el año de 1889), las
derechas han organizado una serie de actos públicos para volver a
intentar un clamor moralista y popular a nivel nacional. Aunque hubo
una convocatoria con un sentido común típico de la antigua UDN
(Unión Democrática Nacional, un partido pro-yankee que existía en
Brasil hasta el Golpe Militar de 1964), las protestas demostraron
cómo se dividen los conservadores. Hago hincapié en lo obvio: el
hecho de que las derechas estén divididas no hace que esto sea menos
peligroso.
Si los
demócratas liberales ven con temor los gritos de "intervención
militar", también es posible observar un uso tácito de los
altos mandos del PSDB. Estos actos de repudio a la victoria, en las
urnas de la democracia indirecta, fueron convocados desde una postura
neoliberal, en línea con la nueva derecha brasileña (como el
Instituto Millenium y sus aliados). Las protestas también afectan a
la voluntad de movilizar viudas del golpe de 1964, como el
congresista Eduardo Bolsonaro (São Paulo PSC) y sus partidarios en
el conservadurismo Pentecostal. Están representados por la leyenda
del PSC (el mismo partido del pastor homofóbico Marco Feliciano)
dirigidos por el "pastor" Everaldo, tienen una línea
política comparada a un híbrido entre el Tea Party y el NeoCon
estadounidense. Estas personas claman sin vergüenza alguna por la
defensa del orden interno, atributo constitucional del ejército,
como en última instancia, convocando la fuerza terrestre para
mantener el status quo.
El
enfrentamiento dentro de las derechas, no espero mucho tiempo en
ocurrir, ya aparece al principio del segundo gobierno Dilma. Los que
de una forma u de otra cuestionan la legitimidad, tienen presencia
difusa en las redes sociales y operan a través de figuras
mediatizadas. Lobão (un cantor de rock que era un rebelde en los
años `80), por ejemplo, se arriesga a lo que queda de su reputación
(si algo quedó ....), mezclándose con gustos con pensadores
conservadores como Olavo de Carvalho (ocupando el papel de
intelectual orgánico de la derecha, tratando de ser figura ecuménica
entre los conservadores) y compartir la calle con el diputado
estadual por São Paulo, el coronel Telhada (PSDB-SP). La fractura de
la derecha llegó incluso a abandonar el acto (ilegalmente) de São
Paulo y declarándose - a través de su cuenta personal de Twitter -
como "traicionado por la manipulación de la extrema derecha".
La "suerte"
de gobernismo es el límite de la derecha en su brío moralista. Esto
se debe a que, en la Operación Lava Jet están bajo la lupa PF los
contratistas más grandes de Brasil y la derecha neoliberal está
limitada por la crítica de los ataques bismarckismo Tropical PT en
los agentes económicos. La presidenta Dilma – desde la Australia
aún, cuando esta concurriendo a la reunión del G-20 - ya se ha
anticipado a este problema, tratando de defender los contratistas
(pidiendo a la atención de la generalización) y Petrobras. Atacar
el Estado (en particular a sus empresas de capitales mixtos, a empeza
por la mayor empresa de América Latina) a partir de la estatal del
petróleo brasileño, nunca fue un problema para los
neoliberales, así como sus descendientes; pero, atacar el grande
capital nacional, siempre ha sido algo que las derechas brasileñas
evitan.
El
epicentro de la política nacional se encuentra en São Paulo
El escenario
post-electoral sigue abierto y tiene su epicentro en São Paulo en
dos conflictos simultáneos: uno, de orden táctico y buscando la
acumulación electoral, se opone a la ciudad de São Paulo, gobernada
por Fernando Haddad - alcalde del PT y ex ministro de Lula –
estando por delante el Palacio de los Bandeirantes (sede del gobierno
estadual de São Paulo, correspondente a 40% del PBI de Brasil), el
reelecto político del PSDB, Geraldo Alckmin. Mostrando los
elementos, ya citados al comienzo de este análisis, marcada por la
lucha social y con cierta participación de la izquierda política
(escenario donde el PT orgánico poco o nada se interpone) ha tomado
como meta impedir algún retroceso una vez que hay una idea
estratégica tanto de la extrema derecha como el ala neo-liberal que
en conjunto si ha identificado y aglutinado en la segunda ronda de la
campaña, y ambos sectores apuntan al candidato derrotado Aécio
Neves Henrique para ser el una espécie de Capriles brasileño.
Ahora al
concluir este análisis cuestionamiento: - ¿La unidad de la
izquierda comienza por donde, con la espera de que los sectores
cercanos al lulismo operen como apoyo crítico del pacto de clases?
¿No sería el momento para concretar una carta peleando por reformas
básicas, un programa de medidas populares, como el programa marcado
por las izquierdas no electoralistas en sus declaraciónes de
"voto" en las últimas elecciones?
Este analista
se ve obligado a apuntalar algo, cargado que están estas
palabras con los lazos con la línea libertaria, equilibrando el
texto entre mi voluntad y rigor analítico, señalando lo siguiente;
Cualquier acto o reclamo que pueda borrar el gobierno y al mismo
tiempo, dar a la lucha necesaria contra el grotesco fortalecimiento
del ala derecha, en la versión brasileña de Henrique Capriles;
cualquier acción en este sentido, es bienvenida.
Las fuerzas
políticas y sociales tienen de avanzar, para imponer su
programa (como la reforma agraria, la democracia de los medios de
comunicación, la reforma urbana, la reforma política con la
democracia directa) y jamás aparentar estar operando como línea
auxiliar de un gobierno, que aunque reelecto, ya está marcado por
una opción a la derecha como por terribles actos de corrupción. El
movimiento popular brasileño tiene de retomar su arena principal y
luego. Esto es, volver a tomas los espacios públicos y con ganar de
lucha. Esto porque, en la calle, el poder de la gente es siempre
invencible.
(www.estrategiaeanalise.com.br /
blimarocha@gmail.com)