Por Ricardo Daher: La crisis de la prensa de izquierda
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 15 noviembre, 2015 a las 15:34
Ante el posible cierre del Diario La
República de Uruguay
La
grave situación en el diario La República, prácticamente al borde
del cierre, ha tenido muy pocas reacciones de parte de otros medios y
de los dirigentes de izquierda que por más de 20 años supieron
aprovechar la apertura de sus páginas para trasmitir sus mensajes.
Por
otra parte, los comentarios en las redes sociales y en portales, ha
sido de burla y hasta llegaron al extremo de dudar de la difícil
situación del diario, recurriendo a la parábola del pastor
mentiroso.
En
primer lugar desconcierta la indiferencia de los dirigentes de
izquierda ante la posibilidad de que un medio que les dio vida, se
termine. La mayoría, por no decir todos, conocían la situación del
diario desde hace años. Quizás tienen el prejuicio de
considerar que la prensa de izquierda es panfleto, que quienes
trabajan en ella son militantes y que siempre habrá quien ocupe ese
lugar.
Prefieren
disponer recursos y contratar espacios, y hasta trabajos de imprenta
en los medios que siempre los han cuestionado y que saben lo seguirán
haciendo. Tienen la tendencia infantil de pensar que podrán
“comprar” cierto silencio, disminuir las críticas, y aparecer
como amplios.
Hace
poco se hizo una tormenta por la pauta publicitaria de 5.000 dólares
en una radio del interior en formación contratada por Ancap, pero
nadie preguntó cuánto de los recursos destinados por esa empresa a
publicidad terminaron en los diarios y canales de televisión
conservadores. Sin números a la vista, es fácil asegurar que fueron
la mayoría.
El
gobierno de izquierda, desde 2005 a la fecha, a ignorado los
departamentos de comunicación de sus ministerios y empresas, para
tercerizar y hacer que la publicidad que contrata pase por
determinadas agencias, la mayoría, controlada por personas que
abiertamente se manifiestan opositores al gobierno.
Como
advertencia vale recordar que por ejemplo el Partido Socialdemócrata
de Suecia, a principios de los 90, tras el asesinato de su líder
Olof Palme, abandonó sus periódicos, y en pocos años perdió el
gobierno, y apenas recuperó parte del mismo, aliado con la derecha
el pasado año.
La
derecha en cambio, posee los medios, los usa como herramienta para
generar plusvalía, pero también para extender su ideología,
organizar su pensamiento, y hasta orientar políticamente a los
partidos. El ex director de Le Monde, Ignacio Ramonet,
considera que los grandes medios de comunicación se han transformado
en agencias de publicidad de empresas y conductores políticos en
aquellos países en que el desprestigio redujo el poder de los
partidos conservadores.
Esta
prensa de derecha no se ruboriza por hacer panfletos, por
tergiversar, mentir y hacer campañas asociadas a otros medios
internacionales. Basta recordar los reportajes falsos publicados por
Búsqueda y El Observador, o los numerosos desmentidos que han
soportando en silencio en estos años. Otros han llegado a extremos
de musicalizar las noticias policiales para incrementar la sensación
de inseguridad, y cuando no tienen nada lo suficientemente grave para
trasmitir, recuerdan que hace tantos días pasó tal cosa.
Estos
medios no se avergüenzan de partidizar sus páginas. En sus
editoriales convocan abiertamente a votar por determinado partido o
candidato, y esa posición implica una presión a sus periodistas que
no tienen el poder de editar.
En
sus años de existencia La República, como los demás periódicos,
cometió errores, aunque se le debe rescatar que cuando tuvo que
elegir, fue siempre del lado de las mayorías, del pueblo. No tuvo
tampoco coherencia entre su prédica y la relación con sus
empleados. Para todo ello faltó involucramientos de quienes más se
beneficiaron de la publicación.
No
se trata en todo caso de salvar a empresarios que apuestan a los
medios para hacer negocios, lo hacen todos sin excepciones, y quizás
tampoco solo de salvar puestos de trabajos hoy tan escasos, sino más
bien de sostener una voz diferente, guste o no, entre los medios de
comunicación. La democracia que se reclama públicamente, quedará
recortada si los medios de comunicación quedan bajo el monopolio de
un sector de la sociedad, que ya parece haber logrado ganar una
batalla al congelar la llamada ley de medios.
Los
cambios que Uruguay necesitan pasan en gran parte por la difusión de
viejos y nuevos valores. No se educa solo en las aulas, también en
los hogares, y allí los medios de comunicación de masas juegan un
papel, aunque no determinantes.
Las
pujas internas en el Frente Amplio han hecho imposible el surgimiento
de una prensa partidaria institucional, y esas mismas diferencias
harán que sea imposible que desde la coalición de izquierda
desde el gobierno se intente ayudar a salvar el diario La República.
ricardher@gmail.com
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