lunes, 23 de noviembre de 2015

Por Ricardo Daher: La crisis de la prensa de izquierda


Por Ricardo Daher: La crisis de la prensa de izquierda

Enviado por Barometro Internacional el domingo, 15 noviembre, 2015 a las 15:34


Ante el posible cierre del Diario  La República de Uruguay 
La grave situación en el diario La República, prácticamente al borde del cierre, ha tenido muy pocas reacciones de parte de otros medios y de los dirigentes de izquierda que por más de 20 años supieron aprovechar la apertura de sus páginas para trasmitir sus mensajes.
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Por otra parte, los comentarios en las redes sociales y en portales, ha sido de burla y hasta llegaron al extremo de dudar de la difícil situación del diario, recurriendo a la parábola del pastor mentiroso.

En primer lugar desconcierta la indiferencia de los dirigentes de izquierda ante la posibilidad de que un medio que les dio vida, se termine. La mayoría, por no decir todos, conocían la situación del diario  desde hace años. Quizás tienen el prejuicio de considerar que la prensa de izquierda es panfleto, que quienes trabajan en ella son militantes y que siempre habrá quien ocupe ese lugar.

Prefieren disponer recursos y contratar espacios, y hasta trabajos de imprenta en los medios que siempre los han cuestionado y que saben lo seguirán haciendo. Tienen la tendencia infantil de pensar que podrán “comprar” cierto silencio, disminuir las críticas, y aparecer como amplios.

Hace poco se hizo una tormenta por la pauta publicitaria de 5.000 dólares en una radio del interior en formación contratada por Ancap, pero nadie preguntó cuánto de los recursos destinados por esa empresa a publicidad terminaron en los diarios y canales de televisión conservadores. Sin números a la vista, es fácil asegurar que fueron la mayoría.

El gobierno de izquierda, desde 2005 a la fecha, a ignorado los departamentos de comunicación de sus ministerios y empresas, para tercerizar y hacer que la publicidad que contrata pase por determinadas agencias, la mayoría, controlada por personas que abiertamente se manifiestan opositores al gobierno.

Como advertencia vale recordar que por ejemplo el Partido Socialdemócrata de Suecia, a principios de los 90, tras el asesinato de su líder Olof Palme, abandonó sus periódicos, y en pocos años perdió el gobierno, y apenas recuperó parte del mismo, aliado con la derecha el pasado año.

La derecha en cambio, posee los medios, los usa como herramienta para generar plusvalía, pero también para extender su ideología, organizar su pensamiento, y hasta orientar políticamente a los partidos.  El ex director de Le Monde, Ignacio Ramonet, considera que los grandes medios de comunicación se han transformado en agencias de publicidad de empresas y conductores políticos en aquellos países en que el desprestigio redujo el poder de los partidos conservadores.

Esta prensa de derecha no se ruboriza por hacer panfletos, por tergiversar, mentir y hacer campañas asociadas a otros medios internacionales. Basta recordar los reportajes falsos publicados por Búsqueda y El Observador, o los numerosos desmentidos que han soportando en silencio en estos años. Otros han llegado a extremos de musicalizar las noticias policiales para incrementar la sensación de inseguridad, y cuando no tienen nada lo suficientemente grave para trasmitir, recuerdan que hace tantos días pasó tal cosa.

Estos medios no se avergüenzan de partidizar sus páginas. En sus editoriales convocan abiertamente a votar por determinado partido o candidato, y esa posición implica una presión a sus periodistas que no tienen el poder de editar.

En sus años de existencia La República, como los demás periódicos, cometió errores, aunque se le debe rescatar que cuando tuvo que elegir, fue siempre del lado de las mayorías, del pueblo. No tuvo tampoco coherencia entre su prédica y la relación con sus empleados. Para todo ello faltó involucramientos de quienes más se beneficiaron de la publicación.

No se trata en todo caso de salvar a empresarios que apuestan a los medios para hacer negocios, lo hacen todos sin excepciones, y quizás tampoco solo de salvar puestos de trabajos hoy tan escasos, sino más bien de sostener una voz diferente, guste o no, entre los medios de comunicación. La democracia que se reclama públicamente, quedará recortada si los medios de comunicación quedan bajo el monopolio de un sector de la sociedad, que ya parece haber logrado ganar una batalla al congelar la llamada ley de medios.

Los cambios que Uruguay necesitan pasan en gran parte por la difusión de viejos y nuevos valores. No se educa solo en las aulas, también en los hogares, y allí los medios de comunicación de masas juegan un papel, aunque no determinantes.

Las pujas internas en el Frente Amplio han hecho imposible el surgimiento de una prensa partidaria institucional, y esas mismas diferencias harán que sea imposible que desde la coalición de izquierda  desde el gobierno se intente ayudar a salvar el diario La República.
ricardher@gmail.com 

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