Por Carolina Vásquez Araya : Un pasito, nada más
Enviado por Barometro
Internacional el lunes, 09 noviembre, 2015 a las 9:32
Pasada
la euforia por la aprobación del Decreto 8-2015 sobre las reformas
al Código Civil, que elevan la edad del matrimonio a 18 años para
hombres y mujeres por igual, es el momento de iniciar un proceso de
reflexión sobre la norma y sus implicaciones en el futuro inmediato.
Esta victoria de las organizaciones encargadas de velar por los
derechos de la niñez sobre una asamblea legislativa, cuya actitud no
parecía proclive a aceptar un cambio tan radical del estatus actual,
es solo el paso inicial en la consolidación de una transformación
sustancial en la vida de niñas y mujeres.
Este
avance no ha dejado satisfechos a todos los seguidores del tema. Por
supuesto, los legisladores se cuidaron muy bien de mantener algunas
opciones abiertas, las cuales podrían ser utilizadas para evadir el
mandato legal y continuar con tradiciones machistas y
discriminatorias características de la sociedad actual. Sin embargo,
también representa una esperanza de cambio al limitar de manera
estricta la costumbre ancestral de casar a las niñas con hombres
adultos en una práctica de trato de personas humillante y perversa.
Durante
la sesión en la cual se aprobó de urgencia nacional el Decreto
8-2015, fueron 15 los diputados opuestos al cambio que favorece a las
niñas de Guatemala. Estos diputados, cuyos intereses parecen haberse
desviado de objetivo, pertenecen a los bloques del PP, Líder,
Podemos, Creo y UNE. Algo que llamó la atención fue el voto de
rechazo de dos mujeres: Beatriz Canastuj y Daniela Beltranena, a
quien aparentemente no le importa quedar inscrita en los anales por
esta desafortunada y única participación.
En
la historia del país, las oportunidades de las mujeres para optar a
cargos de elección popular o posiciones políticas relevantes han
sido mínimas y llenas de obstáculos. Los temas fundamentales de
discusión, no obstante, tocan aspectos de enorme trascendencia para
el sector femenino, el cual se encuentra subrepresentado en todas las
instancias de decisión.
Por
ello es decepcionante observar, en las pocas mujeres que han tenido
acceso a esas instancias, actitudes abiertamente discriminatorias
contra su propio género, a sabiendas de que esas decisiones
significarán un retroceso en los escasos avances alcanzados con
mucha dificultad a través de los años. La ley que fijaba la edad de
matrimonio en 14 años para las niñas y 16 para los niños no solo
era inconstitucional por ser discriminatoria, sino atentaba contra la
integridad física y emocional de un sector carente de poder de
decisión sobre su propio futuro y constituía una amenaza para las
perspectivas de desarrollo social de la nación, por lo cual su
aprobación era un acto de justicia.
Las
reformas decretadas no serán la panacea y el acuciante problema de
violaciones, embarazos de niñas y adolescentes, explotación sexual
y trata, continuarán existiendo como una de las peores lacras de
esta sociedad. Pero también se abren las posibilidades de iniciar
una labor de toma de conciencia y educación ya con base en una ley
que establece los límites—, cuyos alcances y resultados podrían
ser determinantes para un cambio de vida de miles de niñas
actualmente en riesgo.
elquintopatio@gmail.com
Fuente:
Prensa Libre
Blog
personal: El Quinto Patio
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