Por Sergio Rodríguez Gelfenstein:Crónica de amor por La Habana
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 20 septiembre, 2015 a las 16:25
Por
invitación de la Asociación de Historiadores de Latinoamérica y
el Caribe (Adhilac) y la Cátedra Simón Bolívar de la Universidad
de La Habana asistí en la capital cubana al Coloquio Internacional
“La integración en América Latina y el Caribe: alternativas
históricas y proyección actual, a 200 años de la carta de Jamaica
de Simón Bolívar”.
El
evento contó con la participación de 130 destacados expositores de
casi todos los países de América Latina, así como de Estados
Unidos y Europa. El acto de inauguración del evento, realizado ante
el monumento al Libertador en la Habana Vieja, y a un costado de la
casa que lleva su nombre en esa ciudad, contó con palabras de
bienvenida del Doctor Sergio Guerra Vilaboy, presidente de Adhilac,
del historiador venezolano Lionel Muñoz y cerró con la ya
tradicional magnificencia intelectual del Historiador de la Ciudad
de la Habana Eusebio Leal Spengler, quien contextualizó respecto de
las condiciones en las que Bolívar llegó a Jamaica y escribió la
carta que pasaría a conocerse con tal nombre y que se inscribiría
en los anales de la historia como el documento fundacional del
pensamiento integrador latinoamericano.
Bajo
el “paraguas” de la carta de Jamaica, los panelistas y
participantes se “pasearon” por los debates acerca de la
trascendencia histórica del documento, el pensamiento de los
libertadores, la construcción del plan integracionista y la idea de
América Latina, para proyectarlo en la actualidad a través de las
propuestas recientes en relación al tema, pasando por los vínculos
más novedosos referidos a las relaciones de Cuba con América
Latina y con Estados Unidos, incluyendo hasta las de de China con
América Latina y el Caribe entre otros ámbitos, lo que da cuenta
de una amplia y rica gama de discusiones que apuntan a generar
propuestas en conexión con la realidad actual de la región y su
futuro en materia del acercamiento posible que propicia el momento
actual cuando se ha llegado a la segunda centuria del trascendente
documento escrito por el Libertador.
Pero,
más allá de los magníficos edificios reconstruidos en la Habana
Vieja que gentilmente la Oficina del Historiador cedió para la
realización del cónclave: las casas de Simón Bolívar, de Benito
Juárez, de los Árabes y la de Guayasamín, la vida en la
ciudad seguía transcurriendo bajo un calor sofocante que incluso
llegó a los 38° centígrados.
Los
cubanos debatían acerca de tres temas ligados pero que cada uno de
ellos entraña realidades y retos que la pasión y la retórica
efusiva de los ciudadanos de la isla, arropan bajo emotivas e
interminables discusiones. Son ellos: el persistente bloqueo de
Estados Unidos, el restablecimiento de las relaciones con ese país
y la visita del Papa Francisco, quien estará en Cuba cuando estas
líneas sean publicadas.
Como
es habitual en una sociedad diversa como la de cualquier país de
América Latina, que no excluye a Cuba, los ciudadanos opinan en un
rango tan amplio que va desde los que creen que el restablecimiento
de relaciones es la panacea que solucionará todos los problemas,
hasta aquellos que son absolutamente escépticos y que juzgan que
nada cambiará, por el contrario, suponen que el enemigo acecha
desde más cerca.
Lo
cierto es que, el pasado 11 de septiembre, fecha fatídica para
América Latina y para Estados Unidos, el presidente Obama
renovó por un año más la llamada Ley de Comercio con el
Enemigo, el estatuto que desde 1917 sustenta el bloqueo económico
impuesto a Cuba. Un alto funcionario del gobierno estadounidense que
declinó identificarse explicó a la agencia española EFE que tal
prórroga “implica que Obama sigue manteniendo su autoridad y
´flexibilidad`¬¬¬ para relajar el bloqueo a Cuba mediante
decretos ejecutivos”. Obama contaba con plazo hasta el 14 de
septiembre para decidir si detenía o prolongaba el bloqueo a Cuba
como han hecho durante 53 años los últimos 9 presidentes
estadounidenses. A la luz de los acontecimientos actuales, tal
medida ha sido infructuosa para doblar la voluntad del pueblo
cubano, aunque esto pareciera comenzar a ser entendido por la
administración de ese país.
Según
el mismo funcionario antes mencionado, la “renovación” de la
Ley de Comercio con el Enemigo “maximiza la flexibilidad del
presidente para administrar el embargo a Cuba y autorizar
determinadas transacciones”, agregando que esa flexibilidad “es
fundamental” para “el compromiso” del Gobierno de Obama de
ayudar al pueblo cubano “a determinar libremente su propio
futuro”. En otras palabras, más de lo mismo, pero con otra cara.
Algo típico de los gobiernos estadounidenses.
Pero,
es evidente que “normalización de relaciones” no significa fin
del bloqueo y eso lo ha entendido el gobierno cubano desarrollando
una brillante diplomacia que le ha permitido “bloquear”
internacionalmente a Estados Unidos, dejándolo ridículamente
aislado, con el solitario acompañamiento de Israel en las
votaciones anuales en la ONU. Otra evidencia del fracaso de su
política exterior.
En
este sentido, el pasado 16 de septiembre, el gobierno cubano dio
inicio a la divulgación de un nuevo informe sobre el tema el
cual se ha denominado “Necesidad de poner fin al bloqueo
económico, comercial y financiero impuesto por los Estados Unidos
de América contra Cuba”. En él se recuerda que “A pesar del
nuevo escenario, (…) se ha mantenido el recrudecimiento del
bloqueo en su dimensión financiera y extraterritorial…”
El
informe agrega más adelante que “Muchas de las limitaciones que
impone el bloqueo contra Cuba pudieran desaparecer, si el Presidente
de EE.UU. aplicara con determinación las amplias facultades
ejecutivas que tiene para ello, aún cuando el desmantelamiento
total de esta política requiere de una decisión congresional”.
En
octubre, una nueva votación en la Asamblea General de la ONU
evidenciará el repudio universal a tan inhumana medida imperial
contra un pueblo pequeño y digno, que ha sabido resistir durante
más de cinco décadas y salir airoso del trance más heroico que
país alguno de América Latina le ha tocado vivir en la historia.
En
ese contexto, la visita del papa Francisco a Cuba, va a reforzar el
apoyo de la Santa Sede al fin del bloqueo. El pasado jueves 17 de
septiembre, el Secretario de Estado del Vaticano, Pietro Parolin,
pidió que se levante el bloqueo que le impone Estados Unidos al
pueblo de Cuba. En una entrevista con el canal televisivo del
Vaticano, Parolin dijo que ese tipo de sanciones provoca sufrimiento
en las poblaciones a las que se aplica y enfatizó en la necesidad
de que se eliminen las medidas punitivas contra la mayor isla de las
Antillas.
Todos
estos acontecimientos van preparando las condiciones para la
realización durante el próximo mes de abril de 2016 del VII
Congreso del Partido Comunista de Cuba en el que se realizará una
evaluación del cumplimiento de lo que en Cuba se llama
“Lineamientos para la actualización del modelo económico,
político y social” que es el plan que ha emprendido el país
para reformar su economía y adaptarla a los nuevos tiempos. Este
Congreso será trascendental pues supondrá el fin del ciclo de
conducción del país por la generación histórica que lo ha
dirigido desde el triunfo revolucionario de 1959.
Todos
estos hechos suponen una intensa dinámica de la vida cotidiana de
los cubanos de la que difícilmente pueda sustraerse un visitante
extranjero interesado e involucrado de diferentes maneras con los
avatares de la isla. Pero, como la vida sigue su curso y la
cotidianidad del cubano no abandona jamás su alegría y su vínculo
emocional con la música que lo identifica y lo hace palpitar en
cada instante, aprovechamos la oportunidad que significaba un nuevo
concierto de Silvio Rodríguez en los barrios para conocer la
inédita experiencia del mayor y mejor trovador cubano dando a
conocer su música y su poesía directamente en las calles de la
capital.
El
jueves 10 de septiembre, puntualmente a las 7 de la tarde, en la
explanada situada detrás de los edificios de 12 pisos ubicados en
un sector cercano a la Plaza de la Revolución, Silvio dio inicio al
Concierto N° 68 desde que los mismos comenzaron justo 5 años atrás
el 9 de septiembre de 2010.
Normalmente,
cuando se quiere asistir a un evento cultural de cualquier tipo, hay
que desplazarse al lugar donde se realiza el mismo. Lo novedoso del
modelo musical creado por Silvio, es que él, los músicos que lo
acompañan y los invitados -que en esta ocasión fueron el
extraordinario intérprete cubano-estadounidense Pablo Menéndez y
el Grupo Mezcla- acuden a la inmediatez que significa el entorno
natural donde residen los ciudadanos quienes bajaban de los
edificios y se acercaban desde calles adyacentes para escuchar la
voz insurrecta de Silvio y el melodioso sonido de canciones que han
marcado la vida de varias generaciones presentes, que coreaban una y
otra tonada del repertorio. Acercar la música a la comunidad, al
barrio, a la puerta de la casa, ha sido el objetivo cumplido de
Silvio y cuando le preguntaron qué pasaría si se terminarán los
barrios recorridos, contestó casi sin pensar “Comenzaríamos de
nuevo”. Mujeres con niños en brazos, abuelos acompañados de sus
nietos y familias enteras se agolpaban emocionadas en torno a los
sagrados sones de una música que ha ayudado a conformar la
identidad cultural y cotidiana de los cubanos y porque no decirlo de
los latinoamericanos.
Escuchar
nuevamente y de viva voz “El reparador de sueños” o las nunca
perecederas “El necio” y “Ojalá” junto a otras decenas de
canciones del pasado y del presente, revitaliza una comunión de
amores con Cuba y su pueblo. González López, el colega y amigo
catalán con quien asistí al Concierto, entrañablemente
emocionado, mirando el entorno de multitudes que nos rodeaba y que
entonaba junto a Silvio las canciones que brotaban de su voz y su
guitarra, me preguntaba, ¿es posible esto en algún otro lugar del
mundo? Y le respondí: “No, sólo en Cuba, en La Habana en esta
Habana a la que cada día le renuevo mi amor”.
sergioro07@hotmail.com
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