Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: La balanza de poder. Dos miradas para una misma idea
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 17 mayo, 2015 a las 22:15
En
abril del año pasado se presentó en Santiago, la edición chilena
de mi libro más reciente “La balanza de poder. Las razones del
equilibrio del sistema internacional”. En agosto se comenzó
a distribuir la edición argentina de la misma obra. El libro ha
despertado cierto interés en espacios de discusión y debates
académicos como me lo han hecho saber algunos lectores a través de
comunicaciones en las que dan a conocer oportunas opiniones e
interesantes ideas que habría que considerar para una eventual
segunda edición. Casi todos los correos han sido muy sugestivos,
sobre todo aquellos que provienen de personas no vinculadas a las
relaciones internacionales en forma profesional, lo cual ha
evidenciado el cumplimiento del objetivo propuesto de escribir una
obra al alcance de todos.
Debo
decir, sin embargo, que la reacción más acentuada de aquellos que
leyeron el libro, ha sido el escepticismo respecto de la propuesta.
La idea de que el mundo avanza hacia la estructuración de un sistema
multipolar ante la incapacidad de Estados Unidos de sostener la
unipolaridad se ha sembrado en la mayoría de las ciudadanos. Buena
cantidad de centros de investigación, analistas y decisores
vinculados a las relaciones internacionales y la política exterior
coinciden en apreciar tal situación de la que yo difiero. Por
cierto, pienso que para nosotros, ubicados en el sur y en América
Latina, tal opción sería la más deseable, pero no creo que sea en
lo que están pensando los centros de poder mundial.
El
libro intenta responder a la pregunta sobre cuál será la nueva
estructura del sistema internacional, sus actores, las posibles
alianzas y, sobre todo, la agenda que prevalecerá en un futuro que
se torna convulso y complejo, se trata de abordar las posibilidades y
las capacidades de los actores que optan por desempeñar un papel
protagónico en el sistema internacional del futuro. Para entender el
mapa actual y la emergencia de las nuevas potencias se precisa
caracterizarlas y reconocerlas.
Se
han planteado varias hipótesis, a saber, que en un futuro próximo
el mundo mantenga la unipolaridad; se redefina en una bipolaridad
ahora con Estados Unidos y China como polos de poder; o se establezca
la multipolaridad con varios actores globales capaces, pero desde mi
punto de vista, lo más probable es que se implante un sistema
internacional de balance de poder. Esta convicción surge de la
observación de que, a pesar del conflicto, en los últimos años ha
primado el acuerdo para que se respeten las áreas de influencia de
las potencias y se proceda a la repartición del mundo, en particular
de sus riquezas energéticas y minerales. Lo que está ocurriendo en
Ucrania, y particularmente lo acaecido en Crimea es prueba fehaciente
de ello.
En
este sentido, concluyo diciendo que los conflictos del futuro serán
de las potencias contra los países del sur, nunca entre ellas. Por
lo cual, para América Latina y el Caribe, avanzar en el proceso de
integración es la única posibilidad para sobrevivir y tener una
presencia activa en el mundo del mañana, caracterizado por el
equilibrio de poder entre las potencias. Mi opinión viene desde el
sur y para el sur, desde Nuestra América y para Nuestra América y
es –modestamente- un alerta para los países de América Latina y
el Caribe
Desde
la acera contraria, en días recientes, se ha anunciado la próxima
publicación del libro “World order” (Orden mundial)
escrito por Henry Kissinger quien se desempeñó como Consejero
de Seguridad Nacional del gobierno de Estados Unidos entre 1969 y
1975, y como secretario de Estado entre 1973 y 1977, ambos cargos
durante las presidencias de los republicanos Richard Nixon y Gerald
Ford. Un adelanto de la obra fue dada a conocer a través de un
artículo aparecido en la influyente revista Foreign Affairs del mes
de abril. Kissinger, a quien el Washington Post caracteriza como “
uno de los hombres más fuertes y polémicos en la historia de la
diplomacia estadounidense” y “una figura irónica de la
Guerra Fría”, afirma que para abordar los retos del siglo
XXI, Estados Unidos necesita , en primer lugar, una estrategia
puntual y luego, un cambio de táctica para llegar a los resultados
previstos.
Sin
cambiar la dirección, ni los objetivos a obtener en el plano
diplomático, como por ejemplo en relación a Irán, Occidente
debería acoplarse a la realidad, partiendo de lo cual, tendría
que trabajar con extremo cuidado en la atención de las doctrinas que
tienen aquellos países que consideran como adversarios y que poseen
sistemas políticos y visiones distintas a las propias, lo cual no
implicaría obligatoriamente conciliar desde su perspectiva, es
decir “mediante la diplomacia de la sucesiva presentación de
propuestas y contraofertas para resolver una disputa”, según la
opinión de Federico Gaon. Este analista internacional argentino
expone en “Escenarios XXI”, una revista digital
especializada en temas relativos a las relaciones internacionales que
“Como bien lo justifica Kissinger, en las culturas orientales este
camino es interpretado como debilidad. Ergo, lo que realmente está
discutiendo, es que la consecución de un orden mundial dependerá
del grado de flexibilidad que las regiones o países con
cosmovisiones características puedan articular para encontrar puntos
medios entre sus diferencias”.
Todo
esto lleva a Kissinger a proponer una revaloración de lo que Gaon
llama “la vieja práctica que en el pasado supo conducir (para bien
o para mal) desde Washington”. En este marco, el anciano, pero
omnipresente político estadounidense de origen judío, propone
revisar el concepto de balance de poder, a partir del hecho de que
los acuerdos no pueden ser estáticos sino que deben ser estudiados
en permanente movimiento.
La
diferencia entre mi planteamiento y el de Kissinger, es que él
visualiza la balanza de poder desde la necesidad de Estados Unidos de
seguir manteniendo su liderazgo global, en esa medida, le concede, el
papel de preservador del sistema. Con ello, viola una de las normas
fundamentales que propone el investigador estadounidense Morton
Kaplan como garantía de funcionamiento de la balanza. Una de ellas,
es que ningún actor esencial pueda ubicarse por encima del resto, so
riesgo de que el equilibrio se rompa produciéndose un quiebre del
sistema. No obstante, Kissinger expone que, en el contexto
internacional actual, solo la balanze de poder tendrá capacidad de
garantizar la paz en el mundo.
En
el trasfondo del conflicto en el Medio Oriente y el norte de África,
así como la emergencia de China y su proceso de transformación en
primera potencia del planeta, Kissinger, expone que para alcanzar un
orden mundial legítimo, los actores del sistema internacional
deberán aprender a coexistir con aquellas culturas diferentes a la
occidental, toda vez que son portadoras de un sistema de valores y
principios disímil. La comprensión de este fenómeno, debería ser
la base de la estructura de un nuevo sistema internacional, que debe
dar pie a un orden jurídico que considere esta diversidad global.
Agrega que “En este momento en la historia esto sería una
modernización del sistema westfaliano de acuerdo a las realidades
contemporáneas” y concluye afirmando que el objetivo de nuestra
era, “debe ser alcanzar dicho equilibrio, restringiendo mientras
tanto a los perros de la guerra”.
sergioro07@hotmail.com
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