Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: El contexto internacional de la agresión a Venezuela
Enviado por Barometro
Internacional el sábado, 14 marzo, 2015 a las 22:48
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EEUU
Petrocaribe
En
noviembre de 2008, el triunfo de Barack Obama en las elecciones
presidenciales de Estados Unidos echó las campanas a volar para una
serie de personalidades. Renombrados políticos y reconocidos
periodistas cantaron loas al primer negro que era designado para
administrar el gobierno de Estados Unidos. Suponían un cambio
radical por el sólo hecho de pasar de un ordinario Bush, a un
renombrado académico de Harvard; de un blanco texano, a un negro
descendiente de africanos de generaciones muy recientes; de un
republicano recalcitrante, a quien suponían un civilizado demócrata;
hasta llegaron a decir que su “bella esposa alumbraría la Casa
Blanca”.
Con
el transcurrir de los meses iniciales del nuevo gobierno
estadounidense, me llamó la atención que el Comandante Fidel Castro
dedicara cinco reflexiones seguidas al cambio de gobierno en Estados
Unidos y me sentí en la obligación de escribir un largo artículo
que titulé “No existe un imperio bueno”. En el mismo decía que
“La lucha por la paz y la democracia no nos puede llevar al desarme
político e ideológico frente a un imperio que pareciera estar a la
defensiva como fiera herida en su crisis, pero que no ha alterado un
ápice su voluntad guerrerista y agresiva. No podemos
confiarnos en un régimen que avala y apoya la agresión sionista a
Gaza, que pretende sacar sus soldados de Irak…sólo para mandarlos
a Afganistán, que mantiene su belicosa política contra Venezuela…”
La
historia ha demostrado una vez más que en política exterior no hay
diferencias entre demócratas y republicanos, frente a sus intereses
nacionales funcionan como un solo partido y que este presidente
demócrata ha expuesto la esencia agresiva del imperialismo, sin
variar las decisiones tomadas por su antecesor republicano, más bien
ampliándolas y profundizándolas. Sin embargo, en esta ocasión, me
parece que la decisión tomada respecto de Venezuela, más que ser
expresión de fortaleza, es una manifestación de debilidad extrema
del presidente Obama, al llegar a niveles de irracionalidad inauditos
que transforman las medidas determinadas a partir de diciembre, en
revelación de que el establishment político de Estados Unidos se
encuentra en condiciones de asumir acciones de suma peligrosidad para
Venezuela y para el mundo.
Estados
Unidos, en su soberbia imperial nos tiene acostumbrados a sanciones
unilaterales a particulares. Eso no significa ninguna primicia de los
últimos años, lo novedoso es el involucramiento directo del
presidente de Estados Unidos y el consenso logrado en medio de
profundas contradicciones entre el ejecutivo y el legislativo de ese
país. Trasluce que en este caso (el de Venezuela), la causa de tales
acciones agresivas tienen un carácter más de política interna que
internacional y que Venezuela ha sido la “moneda de cambio” que
Obama ha entregado a la ultra derecha republicana después de
quitarle Cuba como objeto de agresión principal (léase cuerpo de
negocios que aporta recursos millonarios para campañas electorales a
fin de llevar al parlamento millonarios que sostengan los intereses
de las grandes corporaciones).
El
aislamiento de Obama en Washington es tal que el Senado, dominado por
una mayoría republicana se da el lujo de invitar al primer Ministro
israelí Benjamín Netanyahu, a pesar que el inquilino de la Casa
Blanca había manifestado su molestia y su decisión de no recibir al
líder sionista. Netanyahu, no conforme con visitar Washington y
acceder a la tribuna más importante de la nación, pronunció un
discurso humillante para la figura presidencial del país anfitrión.
La incapacidad de Obama por lograr éxitos en su confrontación (no
bélica) con China y Rusia y de solventar los problemas económicos
internos, más allá que el discurso oficial intente mostrar
supuestos avances en la solución de la crisis económica, lo
ha llevado a niveles muy bajos de popularidad. El presidente
estadounidense fracasó en su tentativa de hacer aprobar la ley de
inmigración que fue rechazada en el Congreso por la mayoría
republicana, lo cual le indujo a manejar la agenda cubana y las
decisiones que tomó sobre ella, sólo rodeado de sus más íntimos
colaboradores.
En
ese contexto, parece suponer que Obama considera que Venezuela es el
eslabón más débil de la cadena que ha hecho avanzar los procesos
de integración regional, lo que no le permite impulsar acciones
generales para lo cual ha comenzado nuevamente a recurrir a su vieja
estrategia de “divide y vencerás”. Después de crear la Alianza
del Pacífico, contando para ello con el desprestigiado ex presidente
peruano Alan García (que por cierto amenaza con volver a la más
alta magistratura de su país) y secundado por los gobiernos de
derecha de Chile , Colombia y México, Estados Unidos ha creado
una punta de lanza para desbaratar el ideal de integración
bolivariano. Más recientemente, a través del vicepresidente Joseph
Biden ha procurado, a través de la ancestral política del “garrote
y la zanahoria” atraer bajo amenaza a los países caribeños y, en
fecha más cercana ha buscado “encantar” falsamente a los países
del triángulo del norte centroamericano a fin de desarrollar
“políticas conjuntas” respecto de la migración y el
narcotráfico en la subregión.
En
este contexto, las amenazas a Venezuela se insertan en un momento de
extrema agresividad contra lo que el propio Biden, rememorando el
discurso estadounidense del siglo XIX, ha vuelto a llamar
su”patio trasero”, término remachado por el senador ultra
derechista Marcos Rubio en su alocución en la Cámara Alta del
Congreso de su país cuando se discutía el tema Venezuela.
En
cualquier caso, Estados Unidos no ha podido conseguir el consenso
regional para lograr una base apoyo que le permita ir escalando la
agresión. Al rechazo de la Alba, Unasur, Celac, Mercosur y
Petrocaribe a las acciones unilaterales de Estados Unidos, se ha
agregado que ni siquiera su hija putativa, la OEA pudo reunir su
Consejo Permanente para aprobar una declaración en contra de
Venezuela. El Secretario General Insulza, buscando los votos de la
derecha de la coalición de gobierno de su país, utiliza el
organismo regional para alimentar sus opciones presidenciales en
Chile. Otro tanto ha hecho la patética hija del Presidente Allende y
por los mismos motivos. Que una hija del presidente mártir sea
promotora de acciones desestabilizadora en un país hermano no deja
de ser una acción deleznable que la derecha internacional ha
aplaudido efusivamente. Sin embargo, Venezuela ha contado con el
amistoso y solidario apoyo de los pueblos de la región que han
reaccionado de inmediato exigiendo a Estados Unidos sacar sus manos
de nuestro país.
Así
mismo, Venezuela ha recibido el apoyo explícito del Movimiento de
Países No Alineados, del Grupo de los 77+ China, de Rusia y China y
manifestaciones de solidaridad inmensa de los pueblos de Asia, África
y Europa.
No
hay argumentos posibles, solo la irracionalidad puede ser causa de
las acciones emprendidas por la administración estadounidense. El
comunicado de rechazo a tal declaración por la oposición
venezolana, da cuenta que Obama no los consideró a tal efecto y que
desde ahora estarán obligados a actuar a partir de los hechos
consumados. Atrapados entre la espada y la pared, se ha puesto en
evidencia que el control de las operaciones fueron asumidas en
Washington y que solo una actitud consumadamente rastrera les puede
dar un espacio en el Olimpo del imperio. O actúan en los marcos
democráticos que señala la Constitución Nacional o se atendrán a
las consecuencias de actuar al servicio de una potencia extranjera
que amenaza a la Patria y que está señalando un camino distinto al
que imponen las normas internacionales, la convivencia pacífica, y
el respeto a la auto determinación del sistema político y de
gobierno que los pueblos se han dado.
Finalizo
de la misma manera que lo hice en el artículo antes mencionado
escrito hace 6 años, “Hoy Estados Unidos ha inventado nuevos
fantasmas, todos creados por su política imperial de exclusión,
agresión y ultraje contra nuestros pueblos, (…) Obama aún tiene
que demostrar si será un negro como Colin Powell y Condoleezza Rice
o como Martin Luther King, quien tenía un sueño. Nosotros, en
Nuestra América también teníamos un sueño, sólo que se
transformó en proyecto, hoy comienza a ser realidad y no hay imperio
que pueda impedirlo”.
sergioro07@hotmail.com
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