Por Carolina Vásquez Araya: Chile
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 20 septiembre, 2015 a las 16:55
Aún
recuerdo el gran terremoto de 1960 en el sur de Chile, el más
devastador ocurrido jamás en el planeta. Con una magnitud de 9.5
(MW) y seguido de un poderoso tsunami, arrasó ciudades, cambió el
curso de los ríos, alteró la geografía en toda la región y
ocasionó la muerte de miles de personas. Eso ocurrió el 21 de mayo,
una fecha histórica opacada por esta enorme devastación cuyos
efectos marcaron toda una década. Para tener una idea de su
intensidad, vale mencionar que el terremoto de 1976 en Guatemala tuvo
una magnitud de 7.4 grados.
La
cartilla sísmica de Chile es impresionante. Solo durante el presente
siglo, del que apenas llevamos tres lustros, han ocurrido 18 eventos,
de los cuales 14 superan los 7 grados. Enclavado en el Gran Cinturón
de Fuego del Pacífico, Chile posee una geografía marcada por su
pronunciada vulnerabilidad a los movimientos de las placas Antártica,
Sudamericana y de Nazca, cuya presión hacia el continente transforma
constantemente el perfil costero con las naturales consecuencias para
la población que habita en esas zonas.
La
costa del Norte Chico, en donde acaba de producirse el jueves el
terremoto de 8.4 grados, dejando una grave devastación, es una de
las zonas turísticas más ricas e importantes de Chile. Sus playas
de arena blanca, el imponente paisaje del desierto de Atacama, sus
parques nacionales, observatorios astronómicos y exclusivos resorts
le han dado fama a nivel internacional. El golpe de la naturaleza
también afectó los planes de celebración de las fiestas de
independencia, ocasión aprovechada por miles de capitalinos para
escapar de las últimas heladas invernales y disfrutar por algunos
días del sol nortino y las fiestas tradicionales, generosamente
regadas con el pisco de la zona, vinos y empanadas, bailes y folclor.
El
impacto en la psiquis y la economía de los lugareños, muchos de los
cuales han perdido todos sus bienes, ha sido tremendo. Quienes hemos
visto las imágenes por televisión difícilmente podemos medir el
alcance del impacto sufrido por esos pobladores la mayoría,
pescadores o propietarios de restaurantes del borde costero y el
desafío que les espera en su afán por recuperar algo de lo perdido.
Sin
embargo, a pesar del dolor por la tragedia, es importante destacar el
increíble espíritu de superación del pueblo chileno, su capacidad
para soportar uno tras otro los duros golpes de esa geografía
caprichosa y extremadamente bella, pero intensa en sus arrebatos.
Disciplinada, solidaria y experta en su manera de reaccionar ante la
adversidad y las emergencias, la población logró reducir al máximo
los riesgos humanos. Las autoridades fueron precisas y atentas en la
evacuación de más de un millón de personas en el lapso de un par
de horas, un récord impresionante, considerando la magnitud del
desastre.
Es
casi inevitable preguntarse por qué un país tan bello sufre tan
violentos cataclismos. Pero así se cobra la naturaleza sus
privilegios, cuya variedad de paisajes y riquezas naturales proviene
de esos grandes episodios geológicos inevitables y repentinos. Así
es el Chile de mis amores.
elquintopatio@gmail.com
Fuente:
Prensa Libre
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