Por Leandro Albani: Represión y terror: la alianza que le permitió el triunfo a Erdogan
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 04 noviembre, 2015 a las 20:36
Kurdistan, Turquía
La
represión permanente, el encarcelamiento de militantes de
izquierda, el cierre de medios de comunicación opositores en apenas
cuatro días, el asesinato de ciudadanos kurdos -periodistas
incluidos-, el asedio y ataque de las fuerzas de seguridad a
poblados y aldeas en el sureste del país, un atentado en Ankara que
dejó más de 100 muertos y el despliegue del terror y la psicosis
entre los pobladores, fueron las acciones que el presidente Recep
Tayyip Erdogan y su partido, el AKP, aplicaron y utilizaron desde
junio pasado cuando las urnas se habían cerrado ante ellos.
Desesperado
por mantenerse en el poder, el presidente turco no dudó en la
estrategia a seguir frente al revés electoral: militarizar el país,
generar miedo en la población y llevar a la República turca al
borde del colapso interno. Desde junio hasta ayer, Erdogan no aplicó
un plan organizado desde una cabeza perversa, sino un minucioso y
clásico manual que los sectores de derecha, a nivel mundial, han
sabido construir en todas estas décadas. Porque el objetivo del
mandatario turco es profundizar sus políticas neoliberales, tender
redes con los grupos más conservadores dentro del mundo musulmán y
combatir todo rasgo de progresismo en Medio Oriente.
Las
elecciones de este domingo en Turquía, en las cuales el AKP obtuvo
la mayoría, no resistirían la avalancha de críticas si hubieran
ocurrido en otro país. Pero en Turquía, cuyo gobierno busca a toda
costa avanzar con su proyecto de control sobre Medio Oriente y
barrer a la oposición interna, los comicios fueron saludados por
Estados Unidos y la Unión Europea. Aunque detrás de estas
elecciones un tendal de muertos y heridos lleven la marca de
Erdogan, el frenético dirigente islamista que pretende hacer de su
tierra un nuevo Imperio Otomano.
Con
el 97% del escrutinio completo, el partido gobernante obtuvo 49,35
por ciento de los votos, superando con creces el magro resultado de
los comicios de junio pasado. De esta forma, la agrupación
comandada por Erdogan logró 316 diputados y la posibilidad de
conformar un nuevo gobierno sin convocar a las principales fuerzas
políticas. En las elecciones pasadas, el AKP discutió una posible
administración de coalición con el MHP (ultraderecha) y CHP
(socialdemócrata), pero echó por tierra esta posibilidad.
Abocado
a conseguir el control total, Erdogan desplegó una política de
terror, principalmente en la región del Kurdistán turco, donde se
levanta la principal resistencia a su gobierno. Con la excusa de
combatir al “terrorismo”, el AKP cometió atentados, como en la
ciudad de Suruc, y acusó al Partido de los Trabajadores del
Kurdistán (PKK) de ser el responsable de absolutamente todos los
males de Turquía. Mientras tanto, dejó el terreno libre para que
los mercenarios del Estado Islámico (EI) utilizaran la frontera con
Siria como retaguardia y vía para el reabastecimiento de armas y
tráfico de petróleo.
Aunque
el AKP obtuvo la mayoría parlamentaria, al gobierno de Erdogan no
le alcanza esa cifra para reformar la constitución de forma
directa, una de sus principales propuestas, que tiene un fuerte
rechazo en la sociedad.
En
segundo lugar en los comicios quedó CHP, que mantiene el 24,7% de
los votos y un total de 134 parlamentarios. El tercer partido que
tendrá representación parlamentaria es el HDP (Partido Democrático
de los Pueblos, conformado por el movimiento kurdo, sectores de la
izquierda turca y movimientos sociales), con el 10,3% de los votos y
59 escaños. Por último, el MHP tuvo un retroceso del 16,29 al
11,97%, obteniendo 41 diputados.
Conocidos
los resultados de los comicios, el co-presidente del HDP, Selahattin
Demirtas, aseguró que no se trató de una votación en igualdad de
condiciones. El dirigente denunció que su partido no pudo hacer una
campaña normal a raíz de los ataques sufridos. “El pueblo turco
no recibe estos resultados con alegría –agregó Demirtas-,
incluso si un partido político ha recibido el 50 por ciento de los
votos. ¿Por qué? Porque muchas personas en Turquía, en la
actualidad, viven con miedo. Nadie sabe hasta dónde puede llegar el
partido gobernante”.
En
la jornada electoral no faltaron inconvenientes, denuncias y fuerzas
de seguridad con órdenes de reprimir
El
diario turco Hurriyet Daily News denunció que varios de los
observadores electorales en Ankara y en Estambul denunciaron las
presiones del gobierno para firmar reportes en blanco sobre la
situación en sus centros de votación. Por su parte, la delegación
catalana de observadores invitada por el HDP reveló que la policía
turca les impidió el acceso a los colegios electorales. Eulàlia
Reguant, diputada catalana de la CUP, declaró “que las
autoridades solo dejaron acceder a los observadores del OSCE
(Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa),
invitados por el gobierno y que son 40 personas para todo el país”.
En
Diyarbakir, capital del Kurdistán turco, la policía no perdió el
tiempo y cuando los pobladores salían a las calles para festejar
los resultados obtenidos por el HDP, arremetió con gases
lacrimógenos para dispersar a las personas. En la localidad de Van,
las fuerzas de seguridad atacaron a quienes esperaban para ejercer
su derecho al voto, según informó la agencia ANF. Al cierre de
esta edición, una explosión en la ciudad de Mardin había dejado
como saldo 25 personas heridas, cuatro de ellas de gravedad.
Mientras
esto sucedía, Erdogan disfrutaba de los resultados que lo
confirmaban como presidente, pero también como uno de los peligros
más latentes para todo Medio Oriente
leandroalbani@gmail.com
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