Por Sergio Rodríguez Gelfenstein Irán, resistencia
y confianza en la victoria
Enviado por Barometro
Internacional el lunes, 20 julio, 2015 a las 16:44
El 11
de febrero de 1979, el pueblo iraní irrumpió en el palacio imperial que había
ocupado el Sha Mohammed Reza Pahlevi. Después de casi dos años de continuas
manifestaciones en su contra, el mayor sátrapa del Medio Oriente había huido.
Con su fuga, Estados Unidos había perdido su principal bastión en la región y
el mejor aliado que poseía en ella para su lucha contra la Unión Soviética.
El
modelo implantado por la revolución islámica, -desde un principio- se tornó
contrario a Occidente, generando verdadero fervor entre los pueblos de la
región. El país persa, ahora liberado de las ataduras monárquicas inició un
camino de desarrollo y prosperidad que se sustentó no sólo en la explotación
petrolera, su principal producto de exportación, sino que incluyó la industria,
la agricultura y la electricidad a partir de avances tecnológicos
surgidos de su propio talento científico. Eso le permitió aumentar su
prestigio, consiguiendo dar promoción a la visión chiita del islam que profesa
desde el año 1501.
Esta
situación, vino a cambiar la correlación de fuerzas en toda la región. Por
primera vez en la historia moderna, las monarquías sunitas, en primer lugar la
gobernante en Arabia Saudita comenzó a percibir un resquebrajamiento de su
hegemonía entre los países musulmanes y árabes, lo cual vino a transformar para
siempre el conflicto milenario “árabe-israelí”, surgido artificialmente como un
subproducto de la guerra fría a partir del el siglo XX. La presión de Occidente
y en particular de Estados Unidos condujo al acercamiento de los otrora
”enemigos”. Desaparecida la Unión Soviética, principal apoyo de los pueblos
árabes en su lucha por la auto determinación, Israel y las monarquías sunitas
comenzaron a “cantar en el mismo coro” bajo la batuta de Estados Unidos,
dejando a los palestinos a su suerte, como rehenes visibles de una situación
neocolonial.
En esas
condiciones, Irán asumió como nunca antes, la responsabilidad principal de
apoyar al pueblo palestino y a otros países de la región que vivían bajo la
permanente amenaza del Estado sionista, el cual actuando sin contemplaciones,
bajo el alero protector de Occidente cometía toda clase de desmanes en países
vecinos. Esto hizo que el natural rechazo cultivado por las potencias
occidentales contra Irán se acrecentara aún más, toda vez que éste se
transformó en el principal escollo para las aventuras imperiales de Estados
Unidos en la región. Así, en enero de 2002, el presidente George W. Bush expuso
que Irán, junto a Irak y la República Popular de Corea configuraban lo que
denominó “el eje del mal” y se propuso exterminarlo. Ese fue el origen de la
invasión a Irak del año 2003, suponiendo la existencia de armas nucleares en
poder del gobierno de ese país árabe, todo lo que resultó una nueva mentira del
gobierno de Estados Unidos, lo cual ya es habitual como se demostró
posteriormente.
En
septiembre de ese mismo año 2003, el gobierno iraní anunció la construcción de
un primer reactor nuclear como parte de su programa de desarrollo de la
industria eléctrica. Este fue el argumento utilizado por Estados Unidos para
tomar una serie de medidas de restricción de la economía y el comercio de la
nación persa. El gobierno iraní aceptó el ingreso de inspectores de la ONU,
quienes certificaron que el programa atómico de ese país no perseguía fines
militares. Sin embargo, la agresión ya estaba en marcha. En junio de 2004 un
grupo de inspectores británicos, franceses y alemanes elaboraron un documento
en el que denunciaban que Teherán no había cooperado en la investigación sobre
su programa nuclear. Aunque el mismo fue utilizado como base para afirmar que
Irán desplegaba un programa secreto de desarrollo de armas nucleares, el
documento ni siquiera fue enviado al Consejo de Seguridad (CS) de la ONU por la
Organización Internacional de energía Atómica (OIEA), limitándose a emitir
algunas recomendaciones que Irán debía cumplir en fecha establecida.
A fin
de evitar el recrudecimiento del conflicto, Irán decidió suspender, -en
noviembre de 2004- la mayor parte de su programa de enriquecimiento de uranio,
siguiendo las recomendaciones de los organismos internacionales. A pesar que en
enero de 2005 el gobierno permitió una inspección a una importante instalación
militar, la que,-según Estados Unidos- jugaba un papel determinante en el
proceso de construcción del armamento nuclear, Bush no estaba dispuesto en
soltar el dogal que aprisionaba al país del Medio Oriente.
En esas
condiciones, en las elecciones presidenciales de junio de 2005, obtuvo la
victoria Mahmoud Ahmadinejad con un aplastante 61,8% de los votos. Siguiendo un
clamor popular, Teherán anunció la reanudación de su programa nuclear pacífico,
lo que llevó a que en 2006, la OIEA, -organismo que nunca en su historia ha
realizado inspecciones a las instalaciones nucleares de Israel y jamás ha
elaborado un dictamen sobre la ilegal posesión de armas atómicas por parte del
Estado sionista- denunciara a Irán ante el Consejo de Seguridad de la ONU. El 23
de diciembre, éste emite la resolución 1737 que impone sanciones a Irán.
Posteriormente, el 24 de marzo de 2007 (a través de la resolución 1747) y
el 3 de marzo de 2008 el CS impone nuevas sanciones.
Durante
el año 2010 y tras constatar la imposibilidad de obligar a Irán por vía de la
amenaza y el chantaje, surgen una serie de iniciativas para resolver el
conflicto a través de negociaciones. El propio presidente Obama se ofrece a
dialogar con Irán, así mismo se llega a un acuerdo entre la potencia norteamericana
y China para cooperar en el marco de la ONU en la búsqueda de un procedimiento
pacífico del diferendo. El 12 de abril de ese año, el Pentágono aseguró que
Irán no tenía capacidad para construir armas nucleares, develando con esto el
carácter político de las sanciones y las intimidaciones contra Irán. La
propuesta más exitosa para encontrar una salida provino de la decisión conjunta
del presidente de Brasil Lula Da Silva y el primer ministro de Turquía, Recep
Tayyip Erdogan quienes obtuvieron un compromiso de Irán para encontrar una
solución negociada al conflicto. Esta iniciativa fue rechazada por el Consejo
de Seguridad, toda vez que dejaba en evidencia su incapacidad como parte
interesada en encontrar una salida aceptable para todas las partes.
Durante
todo este período la máquina mediática había operado con fuerza para demonizar
a Irán como peligro para la paz mundial. Así mismo, el proceso de sanciones se
fue incrementando, particularmente a partir del año 2012 cuando las mismas se
endurecen niveles jamás alcanzados, al tomarse medidas sin precedentes en este
ámbito. Durante estos años, Irán aceptó visitas de los inspectores de la ONU en
enero de 2011, enero, febrero y mayo de 2012.
Antes,
en noviembre de 2011 fue divulgado por el Washington Post un informe en el que
se aseguraba que Irán estaba a punto de conseguir el arma nuclear. Esto generó
aprestos bélicos de ambas partes al llevarse la situación a un estado de
tensión nunca antes visto. El 10 de noviembre el líder supremo iraní Alí
Jamenei advirtió que su país respondería “con puño de hierro” ante cualquier
agresión. Vale decir que informes de este tipo han sido habituales
durante los últimos 12 años. La infamia mediática apostaba y apuesta al
conflicto obteniendo pingües ganancias de la posibilidad del mismo y la
creación de un estado de tensión global que favorezca el incremento en la venta
de armas.
El 19
de septiembre de 2013, el nuevo presidente de Irán, Hasan Rohani, aseguró en
una entrevista en NBC News que "Irán no desarrollará armas nucleares bajo
ninguna circunstancia" y que buscaría resolver el conflicto con Occidente.
Estas declaraciones allanaron el camino para el inicio de negociaciones, que se
iniciaron el 15 de octubre de ese año y concluyeron con un acuerdo el pasado 14
de julio.
A
diferencia de lo ocurrido con Grecia, Occidente no le pudo “quebrar el brazo”
(utilizando palabras del presidente Obama) a Irán. La resistencia, la fortaleza
de espíritu y su convicción en la victoria, después de 12 años de asedio y
amenazas han logrado sembrar un olivo para la paz de la región y del planeta.
Se ha hecho sin menoscabar la dignidad del pueblo y sin aceptar intromisiones a
su soberanía. El gobierno y la diplomacia iraní han demostrado que se pueden
obtener triunfos, incluso al oponerse a los designios de los poderes mundiales,
cuando se tienen prístinos objetivos estratégicos y una confianza plena en la
capacidad de resistencia de los ciudadanos que hoy celebran con júbilo este
laurel.
sergioro07@hotmail.com