Por Carolina Vázquez Araya: La frontera
La
frontera entre México y Guatemala tiene cerca de mil kilómetros de longitud,
cruzando de uno a otro océano (Guatemala sobre el Pacífico y Belice sobre el
Atlántico) y entre sus dos lados existe una completa similitud étnica, de
cultura y costumbres. De hecho, muchos habitantes de esas áreas trabajan en un
país y viven en el otro. Los puestos fronterizos, por lo tanto, no son más que
la presencia institucional de ambos Estados con el propósito de hacer oficial
el paso entre las naciones, pero no tienen la estructura física, ni los medios
administrativos ni de personal para impedir una migración constante de personas
en sus puntos intermedios.
Por lo
tanto, en esos casi mil kilómetros que marcan la división entre los
departamentos de San Marcos, Huehuetenango, Quiché y Petén con los estados
mexicanos de Chiapas, Tabasco y Campeche, existen innumerables puntos ciegos
utilizados durante décadas, tanto por contrabandistas y traficantes como por
pobladores en busca de mejores oportunidades de trabajo.
A raíz
del espectacular escape de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo Guzmán, del penal
federal del Altiplano, una prisión de máxima seguridad situada a pocos
kilómetros de Toluca, en el estado de México, sonaron todas las alarmas y las
autoridades guatemaltecas han reforzado la vigilancia en sus pasos fronterizos
con ese país.
Sin
embargo, para comprender mejor los inagotables recursos de un personaje como el
Chapo Guzmán y su increíble poder de maniobra, es preciso conocer el Centro
Federal de Readaptación Social No. 1, más conocido como Almoloya o El
Altiplano. Este centro alberga a los principales líderes de los cárteles de
narcotráfico, como el Beltrán Leyva, Los Caballeros Templarios, Los Zetas, el
Cartel de Tijuana, de Guadalajara, del Golfo y de Sinaloa. Actualmente se
encuentra también en sus instalaciones el ex presidente municipal de
Ayotzinapa, José Luis Abarca, acusado de ser el autor intelectual de la
desaparición de 43 estudiantes en septiembre del 2014.
El
edificio tiene muros reforzados de un metro de espesor y sistemas de extrema
vigilancia que cubren 20 kilómetros a la redonda. Sin embargo, el túnel de mil
500 metros de longitud, cavado supuestamente por ingenieros a las órdenes de
Guzmán, llegaba hasta una construcción semi abandonada visible desde las torres
de vigilancia, la cual aparentemente no despertó la menor sospecha.
El
escape de este peligroso líder no resulta ajeno a la seguridad de Guatemala.
Las fuertes ramificaciones de su organización cruzan el país de lado a lado
—probablemente utilizando distintas rutas— y tienen un impacto real en las
operaciones de tráfico que comprometen a varios países centroamericanos,
tránsito obligado para la droga proveniente de Sudamérica.
Por
ello resulta preocupante la falta de capacidad operativa de las instituciones
de seguridad de este lado de la frontera las cuales, aun cuando quisieran,
difícilmente podrían impedir el paso de este hombre, cuyo poder táctico y
económico constituye un desafío aparentemente insuperable, y quien ha dejado en
ridículo a las instituciones de seguridad del país vecino.
Elquintopatio@gmail.com
Fuente:
Prensa Libre.
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