miércoles, 6 de agosto de 2014

GAZA: ‘Pogromo’ palestino y ser mujer bajo el Gran Muro

Nazanín Armanian*
 
¡Matad a todas las madres palestinas para que dejen de parir “pequeñas serpientes”!, propone Ayelet Shaked, la diputada israelí, ignorando que las “soluciones finales” nunca lo han sido y que suelen estallarse en la cara de sus idearios. Antes de los nazis, en la Rusia de 1880 también se incitó el pogrom «linchamiento» de las familias judías y el expolio de sus bienes. Los palestinos, al igual que los judíos, sobrevivieron a esta y a otras rondas de exterminio, a pesar de esta señora o del rabino Dov Lior, quien ha lanzado una fatwa legitimando la masacre de los palestinos. Afortunadamente, éstos, al igual que Buko Haram, Taliban o Bin Laden, no representan la ética de millones de personas a las que afirman representar. Si tales barbaridades las hubiera dicho un líder político o religioso palestino contra los israelíes, ahora estaría en uno de los Guantánamos acusado de la incitación al odio y terrorismo, y su tierra arrasada por la aviación de la OTAN en nombre de la civilización.
El triple desafío de la mujer palestina

1. Como nativas de una tierra enfrentada a una agresión imperialista-colonial, ocupada y sometida a una limpieza étnica sistemática, las palestinas, incluso en los tiempos de paz, sufren el bloqueo más largo de la historia, que prohíbe la entrada de los siguientes artículos al gueto en Gaza:
Lentejas, pasta, especias, galletas, dulces y chocolate entre otros alimentos, causando la desnutrición de 4 de cada 5 niños y la mitad de las mujeres; libros, lápices de colores, papel y ordenadores; balones de fútbol e instrumentos musicales; papel higiénico, ropa, vasos, cubiertos, vajilla, nevera, lavadora, bombillas de luz, agujas, sábanas, mantas, zapatos, colchones; cuerdas de pescar , varillas y criaderos de peces; piezas de repuesto para coches y sillas de ruedas, entre otros objetos.
Mientras:
 - Demuelen con bulldozer las viviendas: unas 20.000 desde el año 2000. Aplastaron bajo sus máquinas, en el 2003, a Rachel Corrie de 23 años, activista estadounidense del Movimiento Internacional de Solidaridad (ISM) cuando impedía la destrucción de una casa palestina.
- Cometen “Ecocidia”: han arrancado de cuajo 1,4 millones de árboles frutales, entre 2000 y 2006. Han matado y golpeado a decenas de mujeres y hombres campesinos.
- Les cortan la electricidad y el agua durante horas o días, y a través de decenas de puestos de control, les impiden la libre circulación (ver: http://www.palestinalibre.org), dificultándoles acudir a sus trabajos, centros académicos e incluso a hospitales. Según Amnistía Internacional (AI), a Rula Ashtiya, embarazada que de madrugada iba a un ambulatorio para dar a luz acompañada de su marido, le impidieron el paso, siendo obligada a tirarse al suelo y parir delante de ellos mismos. El bebé murió minutos después y sólo entonces le dejaron ir a pie al hospital en Nablus, con su hijo muerto en los brazos. En el caso de Maysoon Saleh Nayef, a punto de dar a luz, su coche fue parado por estos controles y nada más arrancar fue tiroteado por los soldados. Mataron a su marido y a ella la hirieron en un hombro. En estado de shock, la sacaron del coche, le obligaron a quitarse la ropa ¡para cachearla!, y luego la dejaron desnuda tirada en el suelo, negándole además algo para cubrirse. Después, llamaron a una ambulancia —¿para mostrar que no eran tan inhumanos, quizás?—, y ella dio a luz a Fida, su niña huérfana. Maysoon, para colmo, no podía regresar a la casa conyugal, ya que sus suegros le hacían responsable de la muerte de su hijo (más casos en los informes de AI y el articulo “y los gemelos murieron”
And The Twins Died— del periodista israelí Gideon Levy).
Un conjunto de situaciones de terror y malas condiciones de vida que hicieron disparar los abortos involuntarios en Cisjordania en un 58% en 2012.

Con tales restricciones sobre el libre movimiento y la escasez de medios en los hospitales sería un disparate hablar de pruebas de prevención de enfermedades como el cáncer. Jahr de Jan Yunis, de 38 años y madre de cuatro hijos, consiguió viajar a Egipto para el tratamiento del cáncer de mama, pero no le dejaron regresar a Gaza, a su casa, mientras entre el 70% y 75% de sus hermanas israelíes se curan en su mismo país.

Fabricar palestinos enfermos, mutilados, incapaces durante las próximas décadas para defender sus derechos sobre su tierra es una estrategia política. Que quitándole el pan, agua, luz, libros, y seguridad a toda una nación, se tenga la indecencia de preguntar “por qué no hay grandes científicos entre los palestinos mientras decenas de judíos son premios Nobel” es indignante.

2. Como ciudadana discriminada por leyes teocráticas de los gobiernos de Gaza y de Cisjordania: ella necesita un tutor varón para realizar muchas gestiones, como si se tratase de una menor o incapacitada mental; la poligamia y el matrimonio infantil son legales. La falta de oportunidades laborales y un seguro social les arrebata el derecho a emanciparse. Ante las exigencias de las feministas, el Gobierno recién formado de la Unidad Nacional ha incluido a tres mujeres en su gabinete, como un intento de cambiar las leyes. Israel, que pretende impedir un Estado palestino a toda costa, canceló los permisos de viaje de los ministros palestinos entre Cisjordania y Gaza días antes del ataque.

3. Como mujer, por estar sometida a las tradiciones y una cultura profundamente patriarcal que le reducen en el “honor” de la familia, negándole su identidad independiente y el derecho a dirigir su vida. El desempleo masivo de los hombres, que ha destruido el tejido tradicional de la familia perturbando los roles, ha propiciado el trabajo de la mujer fuera del hogar, sin que ello haya supuesto su liberación, ya que se han convertido en mano de obra barata de los colonos judíos que han ocupado sus tierras agrícolas, y encima su propia comunidad les acusa de traidoras. Según el movimiento feminista palestino “Assiwar”, unas 40 mujeres murieron en 2013 a mano de sus familiares varones por este maldito honor. Sin apoyo institucional y con un cultura de resignación y aguante, algunas renuncian a ejercer los pocos derechos que tienen a beneficio de los hombres del grupo a cambio de ser protegidas por ellos, y a otras, las subversivas, se las chantajea, recomendándoles posponer sus reivindicaciones feministas para después de ganar la batalla nacional, si no quieren ser acusadas de antipatrióticas.

Y tres desafíos de la mujer israelí
1. “No en mi nombre” ha sido una de las consignas de cientos de mujeres y hombres judíos que han protestado contra los crímenes cometidos por su Gobierno en los territorios ocupados. Aunque desde 1948 el Movimiento de Mujeres Democráticas, fundado por militantes árabes y judías del Partido Comunista de Israel, y otras organizaciones progresistas habían trabajado en circunstancias muy difíciles por la igualdad de la mujer, las minorías étnicas, la separación entre religión y Estado y una paz justa entre ambos pueblos, las feministas judías empiezan a conocer el sufrimiento palestino tras la primera Intifada en 1987, que es cuando además asumen el arriesgado papel de ser la transmisora de esta realidad a la sociedad israelí sometida, según ellas, a un sofisticado lavado de cerebro. El proyecto “Enlace Jerusalén” o “Mujeres de Negro” han sido parte de esta compleja alianza, que a pesar de la asimetría en la relación —unas son ricas y pertenecen a la nación ocupante, y las otras pobres y colonizadas como pueblo—, sigue adelante con sus altibajos.

2. Como ciudadana de un Estado semiteocrático, que no les considera iguales ante la ley. El Gran Rabinato que controla la Ley de Familia las discrimina por su género: ella, por ejemplo, no conseguirá el divorcio si el esposo se niega a dárselo, condenándole así a ser “agunah” (anclada, encadenada) de forma indefinida, e impidiéndole que se case de nuevo o tener hijos “legítimos”. Éstos serán registrados como bastardos y sólo podrán casarse con personas de una lista. Ellas, al contrario de las musulmanas, no pueden incluir sus condiciones en el contrato matrimonial y librarse de estas normas prehistóricas.

Las israelíes van asestando golpes en la estructura patriarcal-religiosa de su sociedad y toman posición: Dorit Beinisch es presidenta de la Corte Suprema, y el 22% de los parlamentarios son mujeres (en Ruanda el porcentaje es de 64%, y en Pakistán, del 20%), y no todas son como Ayelet Shaked.

3. Como mujer “intocable” y despreciada por los poderosos grupos fundamentalistas. La batalla de las “Rosa Parks” israelíes contra la segregación en algunas líneas de autobuses ha dado “medio resultado”: esta ofensa será ilegal, aunque los conductores pueden pedir a las mujeres que ocupen los asientos traseros. ¡Menuda solución para atajar la mentalidad discriminatoria! Las “Patrullas del recato” de los extremistas Haredi, aunque no llegan a actuar como los Taliban, acosan a las mujeres por su vestimenta e incluso por rezar en voz alta.

La mirada sexual a la mujer que recorre los textos sagrados de las religiones abrahámicas fortalece la estructura patriarcal de la sociedad (ver: De dioses y genitales humanos). Así, el 76% de las judías y el 79% de las árabes israelíes temen un asalto sexual. Entre 2003 y 2010 estas agresiones aumentaron de forma espectacular. El ex presidente del país, Moshe Kasave, está en prisión por violación. Según la Organización Internacional sionista (WIZO), el año pasado, unas 200.000 mujeres fueron víctimas de la violencia de género y 600.000 niños fueron testigos de las agresiones. Y eso que tan sólo se denuncia el 20% de los casos. A diferencia de las palestinas, ellas y sus hijos disponen de numerosos centros de atención y casas de acogida.

Un movimiento feminista de izquierda palestino-israelí es clave para la consecución de la paz. Las mujeres tienen derecho a estar en la mesa de negociaciones para conseguir una solución que no sea militar, sino progresista y justa.

*Nazanín Armanian es iraní, residente en Barcelona desde 1983, fecha en la que se exilió de su país. Licenciada en Ciencias Políticas. Imparte clases en los cursos on-line de la Universidad de Barcelona. Columnista del diario on-line Publico.es.

martes, 5 de agosto de 2014

ISRAEL OFENDE A LA HUMANIDAD


Israel ofende a la humanidad

05 ago 2014
Marcos Roitman RosenmannSociólogo y analista político
Los noticieros abren su programación con la cifra de muertos en Gaza; a continuación desagregan las víctimas entre población civil, niños y objetivos militares abatidos por el ejército israelí, suma y sigue, y acaban señalando las observaciones del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, los exhortos de Obama pidiendo a Israel un alto al fuego y la inacción de Europa. Así, día tras día. Ninguna sanción, bloqueo de cuentas, retirada de embajadores, suspensión de créditos o una condena formal al Gobierno de Israel por trasgredir la convención de Ginebra. Meros llamados de atención y recomendaciones.

La sensación de vivir en un mundo donde bombardear hospitales, escuelas, centros culturales, bibliotecas, guarderías, lanzar obuses y disparar contra la población civil queda impune es de impotencia. ¿Cual es el límite a la barbarie? El argumento para justificar los crímenes de guerra cometidos por Israel y regurgitado por sus aliados occidentales es simple: “El pueblo judío ha sufrido siglos de persecución, debemos ser comprensivos. Ahora les toca defender su territorio agredido por terroristas que les impiden vivir en paz”. ¿Alguien en su sano juicio puede creer que el Estado de Israel está en peligro?

Israel tiene derecho a defenderse, sí, como cualquier otro país que sea atacado militarmente y sus invasores pretendan aducir el derecho de conquista para someter a su población y esclavizarla. Pero no es el caso. La autoridad palestina no pretende anexionarse Israel, como hizo Alemania con Austria en marzo de 1938. Tampoco parece probable que los palestinos invadan territorio israelita, cuyos límites, por el contrario, suman tierra conquistada al pueblo palestino tras la guerra de los seis días en 1967 y la guerra de Yom Kipur en 1973. En dichos territorios, Israel ha establecido colonias y asentamientos ilegales, construido un muro, el de la vergüenza, y sometido a control político-militar a la población en Gaza y Cisjordania. Asimismo, con el argumento de vivir continuamente en guerra, Israel incrementa su potencial bélico, posee la bomba atómica, tiene armamento de última generación, drones, misiles de largo alcance y una fuerza aérea y naval sobredimensionada. En contraposición, la Autoridad Palestina tiene milicias, cuerpos policiales, un arsenal militar obsoleto y de corto alcance. La asimetría es total. No hay donde perderse, no existe guerra ni hay razón para atacar a la población de Gaza con el odio y la inmisericordia de la que hace gala Israel.

Si los crímenes del nazi-fascismo ofendieron a la humanidad y fueron juzgados por un tribunal ad hoc, Nuremberg, Israel toma el relevo y nos ofende. Tal vez sea la hora de imputar a los dirigentes israelitas como responsables de crímenes de lesa humanidad. En este sentido, el holocausto nazi-fascista se tipificó como un agravio contra el ser humano, una negación de la dignidad, es decir una deshumanización que anulaba la condición humana. El tamaño del horror y los testimonios de la barbarie nazi levantaron la voz de un nunca jamás. La naciente comunidad internacional se comprometió a sancionar y juzgar tales crímenes donde el peligro de genocidio, etnocidio o crímenes de guerra se produjesen. Sobre ellos recaería todo el peso de la ley. Las sanciones debían ser ejemplares. Sus responsables detenidos, juzgados y condenados. Pero en su fuero interno, pareció hacer excepciones, salvo que el imputado fuese Israel y las potencias hegemónicas.

Gaza es hoy un campo de concentración y exterminio, los hornos crematorios y cámaras de gas han trasmutado en bombardeos aéreos, obuses y drones. Hoy, la “solución final” se aplica de manera velada al pueblo palestino bajo la doctrina Dahiya, que habilita al ejército israelí a considerar objetivos militares a la población civil, escuelas, hospitales y patrimonio cultural, con la finalidad de aumentar el grado de sufrimiento. Pensar que cualquier persona o infraestructura en Gaza es un objetivo militar traspasa cualquier consideración de tipo ideológico y moral, por no decir ético. ¿Cuál es el límite de sufrimiento y muerte fijado por Naciones Unidas y los países occidentales para el pueblo palestino y no llamarlo genocidio? ¿Cuál es la distancia que separa una operación de castigo de un genocidio y crímenes de guerra?

La comunidad internacional debe actuar o será cómplice de crímenes de lesa humanidad, si ya no lo es. Repito, Gaza se ha transformado en un gran campo de exterminio y muerte, un gueto, donde no hay compasión y el grado de sufrimiento es llevado al límite para crear la sensación de no ser nada, salvo despojo. Primo Levi, un sobreviviente del Holocausto, relata en su Trilogía de Auschwitz: “No hay donde mirarse, pero tenemos delante nuestra imagen, reflejada en 100 rostros lívidos, en cien peleles miserables y sórdidos… Entonces, por primera vez, nos damos cuenta de que nuestra lengua no tiene palabras para expresar esta ofensa, la destrucción de un hombre. En ese instante, con intuición casi profética, se nos ha relevado la realidad: hemos llegado al fondo. Más bajo no puede llegarse: una condición humana más miserable no existe, y no puede imaginarse. No tenemos nada nuestro: nos han quitado las ropas, los zapatos, hasta los cabellos; si hablamos no nos escucharán, y si nos escuchasen no nos entenderían. Nos quitarán hasta el nombre, y si queremos conservarlo deberemos encontrar en nosotros la fuerza de obrar de tal manera que, detrás del nombre, algo nuestro, algo de lo que hemos sido permanezca.”

Hoy, Israel aplica la misma política que las autoridades del Tercer Reich desplegaron para justificar la supremacía de la raza aria y el pueblo alemán. Sólo que lo hacen en nombre del pueblo de Sion. Nos ofenden.
Tomado de:

Dominio público

Opinión a fondo

PALESTINA

 



PALESTINA

 Luis Britto García

Sobrevuelan  aviones que bombardean calumnias. Caemos tergiversados.

Arremete la cortina de fuego de racismo. Somos limpiados étnicamente sin manchar a los asesinos.

Obuses disparan granadas de hipocresía. Morimos eufemizados.

Arremeten   tanques que  disparan silencios. Dejan  heridas sin alarido,  muertes sin solidaridad.

Zumban   drones de indiferencia. Como moscas caemos   víctimas de la apatía.

Disparan ametralladoras de insensibilidad. Agonizamos  acribillados de desprecio.

Estallan armas de destrucción masiva de la conciencia. Somos arrasados sin que quede traza de remordimientos.  

Cruzan proyectiles de  complicidad. Al estallar disuelven toda humanidad preservando apenas  componendas entre verdugos.

Desde los cuatro horizontes nos ahogan gases de olvido. Ya no recordamos qué pueblos cayeron antes que el nuestro bajo idénticas  armas, igual agonía.
SUPERMERCADO
Compras el seductor cosmético con el nombre del amor y financias los detectores electrónicos que prohíben al lugareño el acceso a su propia tierra.
Con el lápiz de labios que te untas contribuyes a la incineración de los enamorados.
Un instante te detienes ante los mostradores de comida rápida cuyas registradoras pagan la muerte acelerada.
Sorbes el refresco gaseoso, y con las burbujas que revientan pagas  bombas que estallan contra tus hermanos.

Compras la gustosa salsa para tus carbohidratos y con ella financias la termita que hierve la sangre de tu prójimo.

En la sección de modas eliges  trapos que te cubrirán elaborados por las empresas que trabajan en dejar  sin piel al congénere.
En la vitrina llamativa están las lencerías eróticas cuyo precio se traduce en mortajas de fósforo ardiente, los aceites para bebés cuyos réditos adquirirán la gasolina gelatinosa contra las escuelas.
Estimula la compra el aire acondicionado que paga  tormentas de fuego que calcinan  villorrios arrastrando párpados hacia las alturas.
Adquieres  el chip cuyas utilidades costean el fichaje de oprimidos, las redes de comunicación de invasores, los detonadores de las bombas.
Te llevas la impresora con cuyo precio alimentas la construcción de  muros para encerrar  humanos como fieras.
El centavo que pagas por la fruslería que no necesitas perfora la frente del huérfano y el vientre de la madre.

Esgrimes la tarjeta de crédito que pertenece al banco que pertenece a la trasnacional que pertenece al megagrupo que pertenece al monopolio que  financia obuses de esquirlas, bombas incendiarias, proyectiles inteligentes que incineran a tu prójimo.

Más allá  venden vísceras, tiras de piel, blusas decoradas con uñas, collares de hueso de los niños inmolados.

La máquina desodorizadora borra la putrefacción de todo lo que compras, lo que financias, lo que consumes.

NO PREGUNTES
Ningún hombre es una isla –decía John Donne- no preguntes por quién doblan las campanas, que están doblando por ti.

No supongas que el genocidio avanza sobre Gaza porque bajo su mar hay hidrocarburos –bajo la tierra que pisas siempre algo justificará que seas convertido en polvo y esparcido por los confines del mundo.

No inquieras si la guerra funciona para la economía o la economía para la guerra –en la fabricación del fósforo que arrasará tu piel está inscrito el tanto por ciento de los beneficios y la tasa de desinterés que calcinará tus huesos.

No indagues si sólo la superioridad racial da derecho a exterminar o si sólo exterminar prueba la superioridad racial –el tono de tu piel y la salinidad de tus lágrimas es la condena que ejecutará quien necesite robar tu tierra y el aire que respiras.

No calcules si tu único placer que es engendrar hijos para el sufrimiento terminará por vencer a quienes por no sufrir no engendran.

No interrogues si el gigante es invulnerable o si la Historia es el recuento de los gigantes que caen –dispara el  guijarro con tu honda ensangrentada y espera. 


(TEXTO/FOTO: LUIS BRITTO)

lunes, 4 de agosto de 2014

¿QUIÉN ES EL ENEMIGO?

  ¿Quién es el enemigo?

por Thierry Meyssan
Cada cual tiene su propia opinión para explicar las masacres que el Estado de Israel está cometiendo en Gaza. En los años 1970-1980 eran vistas como una expresión del imperialismo anglosajón. Pero hoy muchos interpretan esas matanzas como un conflicto entre judíos y árabes. Pasando en revista unos 4 siglos de Historia, Thierry Meyssan, analista y consultante de varios gobiernos, analiza el origen del sionismo, sus verdaderas ambiciones y señala el verdadero enemigo.
Red Voltaire - Damasco-Siria. -04 de agosto de 2014

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La guerra que desde hace 66 años ha venido librándose ininterrumpidamente en Palestina atraviesa una nueva etapa con las operaciones israelíes «Guardianes de nuestros hermanos» y «Roca indestructible», extrañamente traducidas en la prensa occidental como «Margen Protector».

Es evidente que Tel Aviv –que optó por explotar la desaparición de 3 jóvenes israelíes para desencadenar estas operaciones militares y «arrancar de raíz el Hamas» esperando poder explotar el gas de Gaza, conforme al plan ya enunciado en 2007 por el actual ministro de Defensa de Israel [1]– se ha visto superado por la reacción de la Resistencia palestina. La Yihad Islámica respondió disparando cohetes de alcance medio, muy difíciles de interceptar, que se agregaron a los que dispara el Hamas.
La violencia de los acontecimientos, que ya han costado la vida a más de 1 500 palestinos y a 62 israelíes (con la salvedad de que las cifras israelíes están sometidas a una férrea censura militar y probablemente son minimizadas), ha provocado una ola de protestas en el mundo entero. Además de sus 15 miembros, el Consejo de Seguridad de la ONU –reunido el 22 de julio– escuchó las intervenciones de otros 40 Estados que decidieron expresar su indignación ante el comportamiento de Tel Aviv y su «cultura de la impunidad». Al extremo que, en vez de las 2 horas habituales, la reunión del Consejo de Seguridad de la ONU sobre la «crisis de Gaza» duró 9 horas [2].

Simbólicamente, Bolivia declaró Israel «Estado terrorista» y abrogó el acuerdo de libre circulación firmado con ese país. Pero las declaraciones de protesta generalmente no vienen acompañadas de ayuda militar para los agredidos, con excepción de la de Irán y, simbólicamente, la de Siria. Estos dos países respaldan a la población palestina a través de la Yihad Islámica –la rama militar del Hamas– sin apoyar su rama política, que es miembro de la Hermandad Musulmana, y también aportan su respaldo al FPLP-CG [Frente Popular por la Liberación de Palestina-Comando General].

Al contrario de lo sucedido durante las operaciones anteriores («Plomo fundido» en 2008 y «Columna de nubes», traducida está última en Occidente como «Pilar defensivo»), los dos Estados que protegen a Israel en el Consejo de Seguridad de la ONU (Estados Unidos y el Reino Unido) facilitaron esta vez la elaboración de una declaración del presidente del Consejo de Seguridad donde se subrayan las obligaciones humanitarias de Israel [3]. Más allá de la cuestión fundamental de un conflicto que sigue sin resolver desde 1948, lo que estamos viendo es un consenso para expresar una condena mínima del uso desproporcionado de la fuerza por parte de Israel.

Sin embargo, tras este aparente consenso se esconden análisis muy diferentes: algunos autores interpretan el conflicto como una guerra de religión entre judíos y musulmanes mientras que otros lo ven como una guerra política según un esquema colonial clásico. ¿Cuál es la realidad?

¿Qué es el sionismo?

A mediados del siglo XVII, los calvinistas británicos se reagruparon alrededor de Oliver Cromwell y cuestionaron la fe y la jerarquía del régimen imperante en Gran Bretaña. Después de derrocar la monarquía anglicana, el «Lord protector» pretendió permitir al pueblo inglés alcanzar el estado de pureza moral necesario para atravesar una tribulación de 7 años, acoger el regreso de Cristo y vivir apaciblemente con él durante 1 000 años (el «Millenium». Para ello, según su interpretación de la Biblia, había que dispersar a los judíos por todo el mundo, reagruparlos después en Palestina y reconstruir allí el templo de Salomón. Bajo esa perspectiva, Oliver Cromwell instauró un régimen puritano, anuló en 1656 la medida que prohibía a los judíos instalarse en Inglaterra y anunció que su país se comprometía a crear en Palestina el Estado de Israel [4].

Al ser derrocada la secta de Cromwell, al final de la «Primera Guerra Civil Inglesa», y resultar muertos o exilados sus partidarios, se restableció la monarquía anglicana y esta abandonó el sionismo –o sea, el proyecto de creación de un Estado para los judíos. Pero resurgió en el siglo XVIII, con la «Segunda Guerra Civil Inglesa» –así se denomina en los manuales de Historia de la enseñanza secundaria del Reino Unido– que el resto del mundo conoce como la «Guerra de Independencia de los Estados Unidos» (1775-83). Contrariamente a lo que todo el mundo cree, esa guerra no se basó en los ideales de la Ilustración, que más tarde animaron la Revolución Francesa, sino que fue financiada por el rey de Francia y se libró por motivos religiosos y al grito de «¡Nuestro Rey es Jesús!».

George Washington, Thomas Jefferson y Benjamin Franklin, por sólo mencionarlos a ellos, se presentaron como los sucesores de los partidarios exilados de Oliver Cromwell. Lógicamente, Estados Unidos retomó el proyecto sionista.
En 1868, la reina Victoria designó como primer ministro de Inglaterra al judío Benjamin Disraeli, quien propuso conceder algo de democracia a los descendientes de los partidarios de Cromwell para poder apoyarse sobre todo el pueblo y extender por el mundo el poder de la Corona. Sobre todo propuso una alianza con la diáspora judía como medio de aplicar una política imperialista cuya vanguardia sería precisamente esa diáspora. En 1878, el propio Disraeli incluyó «la restauración de Israel» en el orden del día del Congreso de Berlín sobre la nueva repartición del mundo.

Fue sobre esa base sionista que el Reino Unido restableció relaciones con sus ex colonias de América, ya convertidas en Estados Unidos, al término de la «Tercera Guerra Civil Inglesa», denominada en Estados Unidos como «American Civil War» y en Europa continental como la «Guerra de Secesión» (1861-1865), en la que salieron vencedores los WASP (White Anglo-Saxon Puritans) sucesores de los partidarios de Cromwell [5]. También en este caso es de manera totalmente errónea que se presenta esa guerra como una lucha contra la esclavitud sin tener en cuenta que 5 Estados del norte todavía seguían practicando esa forma de explotación.

O sea, casi hasta el final del siglo XIX, el sionismo es un proyecto exclusivamente puritano y anglosajón al que se suma sólo una élite judía. Pero es firmemente condenado por los rabinos, quienes interpretan la Torah como una alegoría y no como un plan político.

Entre las consecuencias actuales de esos hechos históricos está el que haya que reconocer que el sionismo, además de plantear como objetivo la creación de un Estado para los judíos, también sirvió de base a la fundación de Estados Unidos. A partir de esa conclusión, la cuestión de saber si las decisiones políticas de ese conjunto se toman en Washington o en Tel Aviv deja de tener relevancia. La misma ideología controla el poder en ambos países. Por otro lado, al ser el sionismo el elemento que permitió la reconciliación entre Londres y Washington cuestionarlo es atacar la base misma de esa alianza, la más poderosa del mundo.

La adhesión del pueblo judío al sionismo anglosajón

En la historia oficial actual generalmente se pasa por alto el periodo del siglo XVII al siglo XIX y se presenta a Theodor Herzl como el fundador del sionismo. Sin embargo, según las publicaciones internas de la Organización Sionista Mundial, eso también es falso.
El verdadero fundador del sionismo contemporáneo no es un judío sino un cristiano dispensionalista. El reverendo William E. Blackstone era un predicador estadounidense que consideraba que los verdaderos cristianos no tendrían que sufrir las duras pruebas del fin de los tiempos. Predicaba que los verdaderos cristianos serían sustraídos a la batalla final y enviados al cielo (el llamado «arrebatamiento de la Iglesia», en inglés «the rapture»). Para el reverendo Blackstone, los judíos librarían esa batalla, de la que saldrían además convertidos a la fe del Cristo victorioso.

Es la teología del reverendo Blackstone lo que sirvió de base al inquebrantable apoyo de Washington a la creación de Israel. Y eso sucedió muchos antes de la creación del AIPAC y de que ese grupo de presión proisraelí tomara el control del Congreso de Estados Unidos. En realidad, el poder de ese grupo de presión no reside tanto en su dinero y su capacidad para financiar campañas electorales como en esa ideología, que aún sigue vigente en Estados Unidos [6].

Por muy estúpida que pueda parecer, la teología del «arrebatamiento» es hoy en día muy poderosa en Estados Unidos. Incluso se ha convertido en un fenómeno de librería y ha llegado a las pantallas cinematográficas (Ver el film Left Behind, con Nicolas Cage, cuyo estreno está programado para el mes de octubre).

Theodor Herzl era un admirador del comerciante de diamantes Cecil Rhodes, el teórico del imperialismo británico y fundador de Sudáfrica, de Rhodesia (a la que incluso dio su nombre) y de Zambia (ex Rhodesia del Norte). Herzl no era israelita y ni siquiera le había hecho la circuncisión a su hijo. Ateo, como muchos burgueses europeos de su época, Herzl recomendó al principio la asimilación de los judíos, estimando incluso que debían convertirse al cristianismo. Sin embargo, retomando la teoría de Disraeli, Herzl concluyó que la mejor solución era hacerlos participar en el colonialismo británico creando un Estado judío, en la actual Uganda o en Argentina, así que siguió el ejemplo de Cecil Rhodes con la compra de tierras y con la creación de la Agencia Judía.

Blackstone logró convencer a Herzl de que debía vincular las preocupaciones de los dispensionalistas con las de los colonialistas. Para eso bastaba con estipular que la creación de Israel debía ser en Palestina y justificarla con referencias bíblicas. Gracias a esa idea bastante simple Blackstone y Herzl lograron que la mayoría de los judíos se sumara a su proyecto. Hoy en día Herzl está enterrado en Israel –en la cima del Monte Herzl– y el Estado israelí puso en su ataúd la Biblia anotada que Blackstone le había regalado.

Así que el objetivo del sionismo nunca fue «salvar al pueblo judío dándole una patria» sino hacer triunfar el imperialismo anglosajón asociando los judíos a esa empresa. Además, no sólo el sionismo no es un producto de la cultura judía sino que la mayoría de los sionistas nunca fueron judíos, mientras que la mayoría de los judíos sionistas no son israelitas [7]. Las referencias bíblicas, omnipresentes en el discurso oficial israelí, sólo reflejan el pensamiento del sector creyente del país y su principal función no es otra que convencer a la población estadounidense.

Fue durante ese periodo cuando se inventó el mito del pueblo judío. Hasta aquel momento los judíos se habían considerado como personas pertenecientes a una religión y reconocían que sus correligionarios europeos no eran descendientes de los judíos de Palestina sino de otras poblaciones que se habían convertido a esa religión durante el transcurso de la Historia [8].

 Blackstone y Herzl fabricaron artificialmente la idea según la cual todos los judíos del mundo serían descendientes de los antiguos judíos de Palestina. A partir de ese momento el término «judío» comienza a aplicarse no sólo a la religión israelita sino que pasa a designar también una etnia. Basándose en una lectura literal de la Biblia, todos los judíos pasan así a ser beneficiarios de una promesa divina sobre la tierra palestina.

El pacto anglosajón para la creación de Israel en Palestina

La decisión de crear un Estado judío en Palestina fue tomada conjuntamente por los gobiernos de Gran Bretaña y Estados Unidos. La negoció el primer juez judío de la Corte Suprema estadounidense, Louis Brandela, bajo los auspicios del reverendo Blackstone, y fue aprobada tanto por el presidente estadounidense Woodrow Wilson como por el primer ministro británico David Lloyd George después de los acuerdos franco-británicos Sykes-Picot, en los que Francia y Gran Bretaña se repartían el «Medio Oriente». Este acuerdo sólo se hizo público de forma paulatina.

Al futuro secretario de Estado británico para las Colonias Leo Amery se le confió la tarea de instruir a los veteranos del «Cuerpo de Muleros de Sión» para crear, con los agentes británicos Ze’ev Jabotinsky y Chaim Weizmann, la «Legión Judía» en el seno del ejército británico.

El 2 de noviembre de 1917, el ministro británico de Relaciones Exteriores, Lord Balfour, envió a Lord Walter Rotschild una carta abierta en la que se comprometía a crear un «hogar nacional judío» en Palestina. El presidente estadounidense Woodrow Wilson incluyó la creación de Israel entre sus objetivos de guerra oficialmente reconocidos (es el n° 12 de los 14 puntos presentados al Congreso de Estados Unidos el 8 de enero de 1918) [9].

Todo ello demuestra que la decisión de crear el Estado de Israel no tiene nada que ver con la masacre contra los judíos desatada 20 años después en Europa, durante la Segunda Guerra Mundial.

El 3 de enero de 1919, durante la conferencia de paz de París, el emir Faisal –hijo del sharif de la Meca y futuro rey del Irak británico– firmó con la Organización Sionista Mundial un acuerdo donde se comprometía a respaldar la decisión anglosajona.

Así que la creación del Estado de Israel, concretada en contra de la población de Palestina, también contó con la complicidad de las monarquías árabes. En aquella época, el sharif de la Meca Husein ben Ali no interpretaba el Corán como lo hace el Hamas, no pensaba que «una tierra musulmana no puede ser gobernada por no musulmanes».

La creación jurídica del Estado de Israel

En mayo de 1942, las organizaciones sionistas realizaron su congreso en el hotel Biltmore de Nueva York. Los participantes decidieron convertir el «hogar nacional judío» de Palestina en el «Commonwealth judío» (referencia al Commonwealth brevemente instaurado por Cromwell en lugar de la monarquía británica) y autorizar la inmigración masiva de los judíos hacia Palestina. En un documento secreto se fijaron 3 objetivos muy precisos:
- «(1) El Estado judío abarcaría la totalidad de Palestina y probablemente la Transjordania;
- (2) el desplazamiento de la población árabe a Irak y
- (3) el control por parte de los judíos de todos los sectores de desarrollo y control de la economía en todo el Medio Oriente.»
En aquel momento, casi todos los participantes en el congreso de Nueva York ignoraban que la «solución final de la cuestión judía» (die Endlösung der Judenfrage) acaba de entrar en aplicación secretamente en Europa.

En definitiva, cuando los británicos ya no hallaban qué hacer para complacer simultáneamente a los judíos y los árabes, la ONU –que sólo contaba entonces con 46 Estados miembros– propuso un plan de partición de Palestina a partir de las indicaciones que le habían proporcionado… los británicos. Debía crearse un Estado binacional conformado por un Estado judío, un Estado árabe y una zona «bajo régimen internacional especial» para administrar los lugares sagrados (Jerusalén y Belén). El proyecto fue adoptado mediante la Resolución 181 de la Asamblea General de la ONU [10].

Sin esperar por la continuación de las negociones, el presidente de la Agencia Judía, David Ben Gurión, proclama unilateralmente el Estado de Israel, inmediatamente reconocido por Estados Unidos. Los árabes que vivían en territorio israelí se vieron sometidos a un régimen de ley marcial, se limitaron sus desplazamientos y sus pasaportes fueron confiscados. Los países árabes que acababan de alcanzar la independencia decidieron intervenir pero, al no disponer de ejércitos ya conformados, fueron rápidamente derrotados. Durante aquella guerra, Israel procedió a una limpieza étnica y obligó no menos de 700 000 árabes a huir de sus hogares.

La ONU envió como mediador al conde Folke Bernadotte, diplomático sueco que había salvado miles de judíos durante la Segunda Guerra Mundial. El conde Bernadotte comprobó que los datos demográficos transmitidos por las autoridades británicas eran falsos y exigió que se aplicara plenamente el plan de partición previsto para Palestina. No está de más recordar en este punto que la Resolución 181 implica el regreso de los 700 000 árabes expulsados de sus tierras, la creación de un Estado árabe y la internacionalización de Jerusalén.
El conde Folke Bernadotte, enviado especial de la ONU, fue asesinado el 17 de septiembre de 1948, por orden del futuro primer ministro de Israel, Yitzhak Shamir.

La Asamblea General de la ONU reaccionó adoptando la Resolución 194, que reafirma los principios ya enunciados en la Resolución 181 y proclama además el derecho inalienable de los palestinos a regresar a su tierra y a ser indemnizados por los perjuicios sufridos [11].

Sin embargo, Israel –que mientras tanto había arrestado, juzgado y condenado a los asesinos de Bernadotte– fue admitido como miembro de la ONU, después de comprometerse también a respetar y aplicar sus resoluciones. Inmediatamente después de la admisión de Israel como Estado miembro de la ONU, los asesinos del enviado de la ONU fueron amnistiados y el individuo que había disparado sobre el conde se convirtió en guardaespaldas personal del primer ministro israelí David Ben Gurión.

Desde su admisión en la ONU, Israel ha violado constantemente las sucesivas resoluciones de la Asamblea General y del Consejo de Seguridad sobre la cuestión israelo-palestina. Sus vínculos orgánicos con dos de los miembros del Consejo de Seguridad con derecho de veto han mantenido a Israel fuera del alcance del derecho internacional. Israel se ha convertido así en un Estado offshore gracias al cual Estados Unidos y el Reino Unido pueden darse el lujo de fingir ser Estados que respetan el derecho internacional, cuando en realidad lo violan a través de ese seudo Estado.

Creer que la cuestión de Israel es un problema exclusivo del Medio Oriente es un error total y absoluto. Hoy en día, Israel opera militarmente en todo el mundo, como agente del imperialismo anglosajón. En Latinoamérica fueron agentes israelíes quienes organizaron la represión durante el intento de golpe de Estado contra el presidente de Venezuela Hugo Chávez, en 2002, y también en Honduras durante el derrocamiento del presidente Manuel Zelaya, en 2009. En África, había agentes israelíes por todos lados durante la guerra de los Grandes Lagos y fueron ellos quienes organizaron la captura de Muammar el-Kadhafi. En Asia, agentes israelíes dirigieron el asalto y masacre contra los Tigres Tamiles, en 2009, etc. En cada ocasión, Londres y Washington juran que nada tienen que ver con lo sucedido. Por otro lado, Israel controla numerosas instituciones mediáticas y financieras, como la Reserva Federal estadounidense.

La lucha contra el imperialismo

Hasta el momento de la disolución de la URSS era evidente que la cuestión israelí está vinculada a la lucha contra el imperialismo. Todos los antiimperialistas del mundo –incluyendo el Ejército Rojo japonés– apoyaban la causa palestina e incluso luchaban junto a los palestinos en el Medio Oriente.
Hoy en día, la globalización de la sociedad de consumo y la pérdida de valores que esta ha provocado han traído una pérdida de conciencia sobre el carácter colonial del Estado hebreo. Árabes y musulmanes son los únicos que siguen sintiéndose implicados en la causa palestina y dan pruebas de empatía con el destino de los palestinos, pero ignoran los crímenes israelíes cometidos en el resto del mundo y no reaccionan ante los demás crímenes del imperialismo.
Sin embargo, en 1979, el ayatola Ruholla Khomeini explicaba a sus seguidores iraníes que Israel no era más que una marioneta en manos de los imperialistas y que el único verdadero enemigo era la alianza entre Estados Unidos y el Reino Unido. Por el sólo hecho de haber expresado esa simple verdad, Khomeini fue caricaturizado en Occidente y los chiitas fueron presentados como herejes en Oriente. Hoy en día, Irán es el único Estado del mundo que envía armas y consejeros a la Resistencia palestina mientras que los regímenes sionistas árabes debaten amablemente con el presidente israelí por videoconferencia en medio de las reuniones del Consejo de Seguridad del Golfo [12].
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[1] «Extendiendo la guerra del gas en el Levante», por Thierry Meyssan, Al-Watan / Red Voltaire, 21 de julio de 2014.
[3] «Declaración de la Presidencia del Consejo de Seguridad sobre Gaza», Red Voltaire, 28 de julio de 2014.
[4] Sobre la historia del sionismo, el lector puede remitirse al capítulo «Israel y los anglosajones» de mi libro L’Effroyable imposture 2, Manipulations et désinformations, Edition Alphée, 2007. Los lectores encontrarán numerosas referencias bibliográficas en ese texto.
[5] The Cousins’ Wars: Religion, Politics, Civil Warfare and the Triumph of Anglo-America, por Kevin Phillips, Basic Books (1999).
[6] Ver principalmente American Theocracy (2006) de Kevin Phillips, excepcional historiador que fue consejero de Richard Nixon.
[7] Es importante recordar en este punto que el término «israelita» designa fundamentalmente a los hebreos seguidores de la ley de Moisés mientras que el término «israelí» es simplemente el gentilicio utilizado para designar a los ciudadanos de Israel. Nota de la «Red Voltaire».
[8] El lector interesado podrá consultar una interesante síntesis de los trabajos históricos sobre ese tema titulada Comment le peuple juif fut inventé (en español, “Cómo se inventó el pueblo judío”), por Shlomo Sand, Fayard, 2008.
[9] La formulación del punto 12 es particularmente oscura. Durante la conferencia de paz de París, en 1919, el emir Faisal invocó ese punto para reclamar el derecho de los pueblos que habían vivido bajo el yugo otomano a disponer de sí mismos. Y le respondieron que podía escoger entre una Siria bajo uno o varios mandatos. Para sorpresa de la delegación estadounidense, la delegación sionista argumentó por su parte que en el punto 12 el presidente Wilson se había comprometido a respaldar el Commonwealth judío. En definitiva, Wilson confirmó por escrito que había que interpretar el punto 12 como un compromiso de Washington a favor de la creación de la creación de Israel y de la restauración de Armenia. Ver «Les quatorze points du président Wilson», Réseau Voltaire, 8 de enero de 1918.
[10] «Résolution 181 de l’Assemblée générale de l’Onu», Réseau Voltaire, 29 de noviembre de 1947.
[11] «Résolution 194 de l’Assemblée générale de l’ONU», Réseau Voltaire, 11 de diciembre de 1948.






domingo, 3 de agosto de 2014

FONDOS BUITRES SOBRE VENEZUELA

domingo, 3 de agosto de 2014

FONDOS BUITRES SOBRE VENEZUELA

Luis Britto García

·        Denuncia el presidente Nicolás Maduro que sesenta mil millones de dólares a tasa preferencial otorgados a empresas de maletín fueron dilapidados por éstas en importaciones fantasmas.
·        Afirma también el Presidente que para subsanar el faltante no se recurrirá al Fondo Monetario Internacional.
·        Antes que crear nueva deuda pública externa, que acarrea onerosos pagos y puede ser revendida a fondos buitres, logremos que  nuestro sistema hacendístico genere los ingresos indispensables para enjugar el déficit y cubrir la inversión social.
·        Primero,  embargar  bienes y  prohibir trabajar en el sector público o contratar con el Estado a empresas o personas naturales incursas en el fraude cambiario.
·        Cobrar sin dilaciones a los deudores morosos del Fisco lo que deben en créditos liquidados y no cancelados.
·        Reformar la Ley de Impuesto sobre la Renta elevando su tasa tope de 34% de tributación, y habilitar mecanismos para que, además de pechar esencialmente a los asalariados, se aplique en forma real y efectiva a todas las actividades productoras de ganancia.
·        Pechar con altas tasas tributarias productos nocivos para la salud, como el tabaco y el alcohol, o actividades perjudiciales a la sociedad, como el juego en todas sus formas.
·        Reestructurar integralmente el sistema de recaudación y control del IVA, que cobran sin falta al consumidor unos comerciantes que sólo entregan al Fisco menos del 20% de lo recibido.
·        Crear impuestos patrimoniales para las altas concentraciones de propiedad.
·        Imponer tributos proporcionales a su monto a las transacciones financieras.
·        Elevar  tasas de tributación al capital financiero y bancario.
·        Retirar la inmunidad tributaria a las fundaciones y otros entes “sin fines de lucro” que en realidad operen como bancos y agencias de inversión de los grandes capitales.
·        Instaurar una razonable alza del precio de la gasolina, que disminuya el oneroso subsidio que todos aportamos al transporte automotriz.
·        Controlar el contrabando de extracción, que según el Presidente desaparece por nuestras fronteras el 40% de lo que producimos o importamos.
·        Erradicar la explotación ilegal de oro y otros minerales preciosos y la devastación ecológica que tales actividades provocan.
·        Reimplantar el control previo del gasto público, complementarlo con un control posterior sobre su resultado, y extenderlos eficazmente a la administración  nacional, estadal, municipal, comunal, centralizada, descentralizada, autónoma, de empresas y de fundaciones públicas.
·        Ejercer  riguroso control de la legalidad, eficacia y resultado de todas las variedades del gasto social.
·        Legislar rigurosas sanciones para malversadores, desfalcadores, corruptos, evasores tributarios y enriquecidos ilícitamente, y aplicarlas en forma ejemplar.
·        Informatizar la administración tributaria con registros de los contribuyentes, sus patrimonios y la relación entre éstos y las cantidades que tributan.
·        Denunciar la conjura de las calificadoras de riesgo, por cuyos diagnósticos nuestra Deuda Externa paga 16% de interés, mientras que cancelan sólo 3%  países con medio siglo en guerra civil.
·        Rescindir los Infames Tratados contra la Doble Tributación, por los cuales las transnacionales no pagan impuestos sobre las ganancias que obtienen en Venezuela.
·        Eliminar la inmoral exención de dichos Tratados por la cual los usureros beneficiarios de la Deuda Pública no tributan un céntimo como impuesto por las ganancias que les aportamos.
·        Denunciar los Infames Tratados de Promoción y Protección de Inversiones, que permiten inmunizar mediante contrato a los contribuyentes ricos contra las reformas tributarias, y someten sus controversias a tribunales extranjeros.
·        La culpa no la tiene el buitre, sino quien se le somete.
(FOTO/TEXTO: LUIS BRITTO)

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