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Un crimen que cambió la evolución de Suecia
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30 años del asesinato de Olof Palme
Por
Ricardo Daher
El
28 de febrero de 1986, era asesinado de un disparo el primer ministro
de Suecia, Olof Palme. A 30 años del crimen que cambió la evolución
de Suecia no existe ninguna certeza de quien o quienes fueron sus
autores materiales o intelectuales. Un equipo especial de
investigación de la Policía prosigue repasando datos y buscando
nuevas pistas. En un documental para la televisión, uno de sus
investigadores sostuvo que manejan actualmente unas cinco pistas.
Todos
coinciden que la actuación policial en los primeros momentos tras el
asesinato y en los días sucesivos, fue escandalosamente mala, lo que
incentivó una de las hipótesis que involucraba a un grupo interno
de la policía de Estocolmo en el crimen.
En
las primeras etapas de investigación surgieron diversas
hipótesis, desde una potencia extranjera, servicios secretos
sudafricanos, chilenos, guerrilleros kurdos, un loco, un fanático de
extrema derecha local, iraníes, mercenarios contratados por una
empresa de armamentos, entre las más mencionadas.
El
jueves, en una entrevista para canal 4, incluida en un documental
sobre las últimas horas de Palme, el entonces ministro de Economía,
Kjell Olof Feldt, confesó que en ese momento pensó en un “golpe
de Estado”.
Palme
era objeto de un odio exacerbado por parte de la derecha y tenía
enemigos internos en las fuerzas armadas. Ese mismo año había
ordenado un brutal recorte del presupuesto militar.
Tampoco
era muy querido por su papel internacional a favor de la paz. Siendo
un joven ministro encabezó en 1968 una marcha contra la guerra en
Vietnam, visitó oficialmente Cuba y la Nicaragua sandinista, además
de encabezar el boicot contra la Sudáfrica del apartheid. Abrió las
puertas a decenas de miles de refugiados latinoamericanos, y fue de
los pocos líderes de Estado que llamó al general Augusto Pinochet
“asesino” públicamente.
Antes
del asesinato de Olof Palme, el Partido Socialdemócrata que
encabezaba, no bajaba del 40% de los votos y era lejos la principal
fuerza política del país. Hoy a 30 años del suceso es el tercer
partido con menos del 20% de los votos, superados por los dos
partidos de derecha, Conservador (Moderata) y Demócratas de
Suecia(extrema derecha neonazi) que es hoy el mayor partido con más
del 25% de los votos.
Consultado
sobre la diferencia entre aquella Suecia y esta, el escritor Jan
Guillot resumió claramente: “aquella generación de
socialdemócratas estaba muy a la izquierda de la actual”.
Tras
la muerte de Palme se fue haciendo más difícil diferenciar la
Socialdemocracia de los partidos del llamado “Bloque Burgués”
constituido por los partidos de derecha, al tiempo que el minúsculo
partido neonazi abandonaba las botas y las camperas por el traje y
corbata y pasar de una votación que nunca superaba el 3% a ser el
mayor partido sueco.
Después
de 1986 las autoridades suecas comenzaron a desmontar parte del
llamado “sistema de bienestar” que construyó la Socialdemocracia
durante décadas. Llegaron las privatizaciones, el ingreso a la Unión
Europea con sus compromisos neoliberales, una colaboración más
estrecha con la OTAN y el abandono de la política activa
internacional sobre derechos humanos y ayuda a los países
subdesarrollados, aunque ha mantenido una política abierta de
recepción de refugiados.
El
asesinato de Palme terminó también con un ciclo de una
socialdemocracia europea que se plantaba como una alternativa al polo
dominador de Estados Unidos en la escena mundial yal bloque
soviético, para ser hoy un aliado de segundo nivel de Estados
Unidos.
Tras
la muerte de Palme se dio también la renuncia de Bruno Kreisky
canciller socialdemócrata austríaco, y ya había ocurrido la
renuncia de Willy Brandt en Alemania (curiosamente dos ex refugiados
en Suecia durante la Segunda Guerra Mundial) que marcaban el paso de
la socialdemocracia internacional.
Las
figuras que siguieron en la llamada Segunda Internacional en Europa
provocaron decepción entre sus ciudadanos, como el fracaso de la
“tercera opción” de Tony Blair, o el socialismo de Felipe
González, que terminaron abrazados al aparato militar
norteamericano.
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