Reflexión después de la salida de Joaquim Levy del Ministerio de la Economía de Brasil
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Crisis
en el país de los defraudadores impositivos
Por
Bruno Lima Rocha
El
viernes 18 de diciembre, concluyo una de las más tensas semanas, de
la historia reciente de Brasil, terminó con la salida del ministro
de la Hacienda (de Economía), Joaquim Levy. En su lugar asumió lo
hasta entonces ministro de la Planificación, Nelson Barbosa. Podemos
apostar que a pesar de ese cambio de ministros, aunque el
ex-titular del ministerio de la Planificación venga de otra escuela
de pensamiento económico (sería “desarrollista” o casi),
seguiremos gobernados por el sistema financiero, al menos con algún
discurso disonante.
Reconozco
que intercambiar el ministro del Bradesco (el ministro de la Economía
brasileña, era alto ejecutivo del mayor banco mayorista del país)
es relevante. Es siempre importante analizar, que ese tipo de
personaje, en cualquiera gobierno, habla de democracia (aunque sea,
de democracia liberal e indirecta) porque la presencia de Chicago
Boys, como titulares de ministerios es algo tan terrible y horrorosa,
como la simbología de la nueva derecha.
Estos
convocaron actos públicos, para la misma fecha que
implicó el golpe dentro del golpe (fecha del Acto Institucional de
número 5, en 13 de diciembre de 1968). Barbosa comienza
jugando para la hinchada, pateando para las tribunas, anunciando el
compromiso con el ajuste fiscal y la meta de superávit, pero debe,
si hacer alguna inflexión distinta – no tan monetarista – aunque
tímida. Sabemos que quién va a imponer – o no – una nueva
política económica para Brasil, es la lucha del pueblo y no la
correa de transmisión de centrales sindicales gubernistas. En este
sentido, estamos bastante fragilizados. Veamos en la esfera de la
lucha económica de la lucha de clases y popular y como está la
correlación de fuerzas en esta arena.
Según
el Departamento Inter sindical, del Acompañamiento Parlamentario
(DIAP) la correlación de fuerzas aquí en el plan sindical es:
“La
Central Única de los Trabajadores (CUT) lidera el índice con 33,67%
de representatividad, seguida por la Fuerza Sindical (FS), con
12,33%, la Unión General de los Trabajadores (UGT), con 11,67%, la
Central de los Trabajadores y Trabajadoras de Brasil (*CTB), con
9,13%, la Nueva Central Sindical de Trabajadores (NCST), con 7,84% y
la Central de los Sindicatos Brasileños (CSB), con 7,43%.”
O
sea, estamos años luz del momento vivido, en la mitad de los años
’80, cuando entonces la CUT aún representaba el sindicalismo
clasista – aun operando como corriente sindical del partido
reformista radical, entonces el PT – en oposición al pacto
entreguista-estalinista-laboral aún dentro de la antigua CGT y
después formalizando el tal “sindicalismo de resultados” en la
Fuerza Sindical. Hoy, vivimos el periodo de un largo reflujo
sindical, después de 12 años de pacto por la gobernabilidad, en la
base del fallo de tipo *stalinista: rigor y bajada de línea para la
base social movilizada y flexibilidad y margen de maniobra para
negociar con el ex-enemigo.
Aún
sin presión social intensa, la salida de Joaquim Levy es la
oportunidad para Dilma salvar su gobierno, delante del llamado
austericidio, que estaba minando la baja legitimidad, dentro de sus
propios electores. Yo sinceramente entiendo, que no hay inflexión
para el desarrollo que resista a la visión rentista. El problema es
que la movilización para frenar el impeachment (impedimento
parlamentario del mandato presidencial) – ya parcialmente
victoriosa delante del resultado positivo en la sesión de la
Suprema Corte (STF) en el 17 de diciembre de 2015 – no va a
andar junto, a un programa reivindicativo aguerrido.
Puede
ser que el cogobierno (la alianza del PT con sectores de la
derecha política y grandes industriales brasileños) logre una
sobrevida con los capitales operando en Brasil, y frene la furia
golpista de la Federación de Industrias del Estado de San Pablo
(FIESP). Si la poderosa Federación Brasileña de los Bancos
(Febraban), defiende la salida de Dilma – aún más después de la
salida de su hombre de confianza – es probable que tengamos un
ataque aún más fuerte a través del alza del dólar (como ya está
ocurriendo en los primeros días de enero de 2016, pasando 1 dólar
de 4 reales), como ya viene ocurriendo en la volcada de 2015 para
2016. Pero, es preciso reconocer que estamos delante de una nueva
etapa de este gobierno.
Algunos
datos para comprender el grado de manipulación, de conciencia e
información impuestas a los brasileños
Veamos
estos datos de cuanto la élite empresarial y
financiera de Brasil, como los capitales transnacionales, que
operan en Brasil no pagan impuestos. Según la ABCF (Asociación
de los Beneficiarios del Cemig Salud y Forluz) “Han presionado para
recortar gastos y generar superávit para pagar intereses, el
gobierno federal, podría cubrir el presupuesto, se recibiera sólo
parte de lo que han defraudado, diversas empresas brasileñas. En
total, la Unión tiene a recibir R$ 1,46 mil billones (cálculo hecho
hasta julio de 2015) en deudas. Hasta el final de 2015, ese valor
debe llegar a R$ 1,54 mil billones. Los datos son de la
Procuraduría-General de la Hacienda Nacional y de la revista Carta
Capital. Acordando que el presupuesto de la Unión para 2016 prevé
un déficit de 120 mil millones. O sea, una fracción de eso
cubriría, con sobras, el déficit previsto.”
Aún
según el portal de la ACBF, “Los sectores que más deben a la
Unión son bancos, empresas de minería y de energía eléctrica. De
estos, 90% son grandes empresas. Más que eso: dos tercios de los
valores debidos a la Unión están concentrados en 1% de los
deudores. Los mayores deudores son la industria (R$ 236,5 mil
millones), el comercio (163,5 mil millones) y el sistema financiero
(R$ 89,3 mil millones). También deben a la Unión empresas de medios
de comunicación (R$ 10,8 mil millones), educación (R$ 10,5 mil
millones) y extracción de bienes naturales (R$ 44,1 mil millones)”.
Para
concluir, observa el portal de la *ACBF que: “La Deuda Activa de la
Unión es compuesta por R$ 1,014 mil billones en deuda tributaria, R$
313 mil mil millones en aportes para el Bienestar y Previsión Social
y 94,2 mil millones de deuda no tributaria. Los mayores
deudores (65% de ellos) están concentrados en São Paulo (R$ 339,9
mil millones) y Río de Janeiro (R$ 158,7 mil millones)”.
De
ahí se comprende el porqué de la Operación Zelotes (operación de
la Policía Federal, al perdón de deudas por grandes empresas) tener
visibilidad limitada y sólo informar al gran público, cuando pueden
generar un titular interesante, en la disputa intra oligárquica,
entre élites dirigentes que hoy se pelean dentro del Palacio del
Planalto (Dilma Rousseff presidenta y Michel Temer, vicepresidente) o
del Congreso (el presidente del Senado Renan Calheiros y el
presidente de la Cámara de los Diputados, Eduardo Cunha, ambos del
mismo partido, PMDB, el mismo partido del vicepresidente de la
república).
Posponer
esta deuda impositiva, buscar lo que sea posible dentro del Consejo
Administrativo de Recursos Fiscales (CARF – lo que fuera denunciado
a través de la Operación Zelotes, se convirtió en un tribunal de
excepción donde la Unión siempre pierde – y también el estilo
del defraudador, cuando los empresarios aguardan la decisión
judicial, recurren vía CARF y después renegocian todo lo que da,
Este es la realidad real de capitalismo brasileño y también por eso
a través de un pacto mediocre, con los grupos mayoritarios de
medios de comunicación, el aparato de Estado es criticado cuando
acota – al menos en parte – la libertad de movimiento del
capital, y no cuando favorece el piso de cima en todos los sentidos.
Para
escapar al león, el alto empresariado recurre a la llamada
“planificación tributaria”, recomponiendo deudas y utilizando
todas las posibilidades recursivas, que el Poder Judicial posibilita
en Brasil, para quien tiene condiciones de financiar una poderosa
banca de defensa. Empujando todos los plazos legales, prefieren la
corrección al pago inmediato o al beso del vampiro si recurran a
préstamos en el sistema financiero privado.
El
estructural en Brasil es recomponer la capacidad de presión de la
mayoría
Después
de 12 años de decisiones sin fin entre los dirigentes
“responsables”, insistiendo en la afirmación absurda de
“gobierno en disputa”, o en la tensión aparente y nunca llevada
a las debidas consecuencias entre el PT y el Palacio del Planalto
(sede del gobierno federal brasileño, con Lula o con Dilma).
La única forma de combatir las medidas de “agrado al mercado”,
que vendrán es el enfrentamiento con independencia y autonomía de
los intereses de clase. De lo contrario, todo lo que sea hecho va a
parecer para la mayoría de que se trata de una correa de transmisión
del gobierno, haciendo un juego de escena en la calle para negociar
lo que sería innegociable bajo cualquier perspectiva de los
trabajadores.
El
apetito de los defraudadores-deudores y del tal del mercado es tamaña
que la FIESP – que apoyó el acto de la derecha que no es
gobierno realizado en 13 de diciembre de 2015 – defiende la
disminución de la carga tributaria y nada habla de cuánto se
defrauda. Dieron un tiro en el oscuro cuando decidieron por defender
el impedimento presidencial y ahora van a intentar presionar el nuevo
ministro a no tomar “medidas populistas”.
Obviamente,
los medios de comunicación corporativa ayudan en la trampa, al
afirmar que el aumento del salario mínimo para R$ 880,00 va a ayudar
a incidir decisivamente, en el rombo de la Unión (dato absurdo!). La
medida más acertada sería dar un aviso a Nelson Barbosa y a su
gobierno carcomido – casi cae-cae – inmediatamente de cara -.
Infelizmente del sindicalismo que mostramos arriba, nada se puede
esperar, a no ser – a veces – algunas tímidas medidas de
lucha, para no perder la propia base social ya muy fragilizada. La
salida para la política económica recesiva es el poder de presión
de la mayoría traducido en política directa y acción con poder de
veto delante del desgobierno hecho por arrepentidos para adular el
piso de arriba de la pirámide social que no los quieren como élite
dirigente.
(www.estrategiaeanaliseblog.wordpress.com
– blimarocha@gmail.com)
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