Por Leandro Albani: Luego del terror en París, Francia redobla su política guerrerista
Enviado por Barometro
Internacional el miércoles, 18 noviembre, 2015 a las 21:41
Los atentados en París desataron el
recrudecimiento de las políticas guerreristas de Francia, Estados
Unidos y sus aliados. La respuesta del gobierno galo son los
bombardeos que ya se sienten en Siria.
El
zumbido cortó el aire desde las alturas y cientos de kilos de bombas
cayeron sobre territorio sirio. La aviación francesa cumplió al pie
de la letra los llamados de venganza del gobierno de Francois
Hollande y los ataques este domingo fueron descargados sobre la
ciudad de Al Raqqa, el bastión y capital del autodenominado Estado
Islámico (EI) en Siria.
Otra
vez, los bombardeos que estremecen al pueblo sirio. Bombardeos que no
tienen la aprobación del Consejo de Seguridad de la Organización de
Naciones Unidas (ONU) y mucho menos del gobierno de Damasco.
Bombardeos que son la respuesta del Ejecutivo francés al masivo
atentado del viernes pasado que dejó 128 muertos en París y una
nueva ola de paranoia, a 10 meses del ataque contra la revista
satírica Charlie Hebdo.
No
caben dudas que el Estado Islámico es la nueva fuerza a combatir. El
enfrentamiento contra los mercenarios regenteados por Abu Bakr
al-Baghdadi (líder del EI) lo llevan adelante diariamente el
Ejército sirio, las milicias kurdas YPG/YPJ, los Peshmergas de Irak
y las células de la organización libanesa Hezbolá. Porque poco ha
hecho Francia y sus aliados de la Organización del Tratado del
Atlántico Norte (OTAN) para contrarrestar las masacres cometidas por
el EI. Y ahora, ante el horror mundial, Francia, la nación golpeada
por el propio Estado Islámico, se atribuye el derecho a bombardear
los países que “sospeche” son cómplices de los grupos
terroristas.
Tanto
desde el gobierno francés como de su principal aliado, Estados
Unidos, existe una capacidad admirable para generar confusión y
paranoia. Las pruebas presentadas por Siria sobre la vinculación de
esos dos países con los grupos terroristas todavía duermen sobre
los escritorios en los despachos de la ONU. Investigaciones
periodísticas revelaron hace bastante tiempo que Francia arma y
financia a las organizaciones irregulares en Siria, con la salvedad
de que las considera “moderadas”, como es el casi extinto
Ejército Libre Sirio (ELS).
¿Pero
en la nación árabe existen estas agrupaciones “moderadas”? De
ninguna manera. Con el avance del Estado Islámico, decenas de grupos
terroristas menores fueron asumiendo el liderazgo de Al Baghdadi, por
lo cual la “ayuda” a esos sectores termina en las arcas del
Estado Islámico. Es común también que los mercenarios vayan
cambiando de grupos, por lo cual el envío de armas y dinero por
parte de Washington y París nunca se sabe públicamente a manos de
quiénes van a parar.
La
historia de los “enemigos” por parte de las potencias imperiales
es conocida. Estados Unidos financió, vía Pakistán, a los
muyahidines afganos para derrotar a las tropas soviéticas que se
encontraban en el país. Alcanzado este objetivo, la Casa Blanca
solventó con dinero y armamento a los talibanes para que derroquen a
los comandantes muyahidines que controlaban Kabul.
Francia,
más cerca en el tiempo, se había convertido en un importante socio
de la Libia de Muammar Al Gaddafi. Pero al mismo Estado francés no
le tembló la mano para enviar oficiales, dinero y armamentos a las
milicias islamistas que, junto a la OTAN, asesinaron a Gaddafi y en
apenas ocho meses destruyeron a una de las principales potencias
económicas y sociales de África. Hoy Libia es campo de
entrenamiento y reclutamiento del Estado Islámico y de otros grupos
terroristas.
En
octubre de 2012, el canciller sirio Walid Al Moualem denunció en el
seno de la ONU que Estados Unidos, Francia, Qatar, Arabia Saudita y
Turquía incentivaban el conflicto en el país, además de respaldar
a los grupos irregulares “con armas, dinero y combatientes
extranjeros”. “Bajo el pretexto de conceptos como la
‘responsabilidad de proteger’, resuenan los tambores de la
guerra, y la sedición y la insurgencia se están expandiendo y
dañando la estructura de sociedades nacionales”, expresó en ese
momento el funcionario. Moualem agregó que “lo peor de todo es ver
a miembros permanentes del Consejo de Seguridad (de Naciones Unidas),
que lanzaron guerras bajo el pretexto de combatir el terrorismo,
ahora respaldando al terrorismo en mi país”. Las definiciones del
canciller sirio de hace más de tres años son exactas e
inobjetables.
Ahora
Francia sufre los horrores producidos por los propios terroristas que
financió y respaldó. Tanto el gobierno del ex presidente Nicolas
Sarkozy como la actual administración de Hollande no escatimaron
recursos para impulsar la desestabilización de Libia, Mali, Siria e
Irak.
El
futuro que surge desde Francia, lamentablemente, se intuye en las
palabras del primer ministro Manuel Valls. Emulando a George W. Bush,
el premier aseguró que el contraataque de la nación gala se situará
“al mismo nivel” que los atentados de terroristas en París.
Valls aseveró que Francia “está en guerra” contra el terrorismo
y que el país responderá “golpe a golpe para destruir al Estado
Islámico y a ese ejército terrorista”.
La
frágil incógnita es si las declaraciones de Valls se cumplirán en
la realidad. La Coalición Internacional (CI), encabezada por
Washington, que bombardea suelo sirio para acabar con el EI queda
cada día más en evidencia por su ineficacia. Los sangrientos
recuerdos de Afganistán e Irak se encuentran demasiado latentes. Las
invasiones a esos países para “perseguir hasta el último rincón
del planeta” a los terroristas fueron, simplemente, las
herramientas para controlar el petróleo y sostener una constante
política de desestabilización en Medio Oriente, la cual es
impulsada, hasta estos días, por Estados Unidos, Francia y sus
aliados.
leandroalbani@gmail.com
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