Por
Rafael Ugalde Quirós: Aires para la OEA
Enviado por Barometro
Internacional el domingo, 29 marzo, 2015 a las 20:37
“Soy
un convencido de que el tiempo de una OEA discursiva, burocrática,
alejada de las preocupaciones de los pueblos, anclada en los
paradigmas del pasado, está definitivamente dando un paso a una OEA
del siglo XXI”, Así resumió el nuevo Secretario General de la
Organización de Estados Americanos, el ex canciller uruguayo, Luis
Almagro Lemes, el futuro de esa instancia, venida a menos en los
últimos años por su inclinación histórica hacia Washington. El
gobierno del presidente norteamericano Barack Obama pretende llegar a
la VII cumbre de las Américas en Panamá, el próximo mes
abril, con una cajita de sorpresas ya abierta y un discurso,
supuestamente renovado, en cuanto a la región, que ha dado pasos de
gigantes en procura de independencia política y económica, respecto
a la Casa Blanca.
Almagro
Lemes plantea para Venezuela “dialogo” y el respeto a la
“institucionalidad democrática” de la nación bolivariana, por
encima de los intentos golpistas contra el gobierno del presidente
Nicolás Maduro y la declaratoria hecha por Obama de “amenaza”
para la seguridad estadounidense, la cual concatena plenamente con
los intereses de la reacción venezolana, de afuera y de adentro.
El
nuevo secretario de la OEA, más realista que su removido colega, el
chileno José Miguel Insulza, sabe que la región dinamizó
instancias como la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños
(CELAC), la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América
(ALBA) y la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) que sirven hoy
plenamente para dirimir contradicciones lógicas dentro de la gran
familia latinoamericana, sin participación de intrusos vecinos
y extraños “ángeles de la guarda”, con antecedentes no muy
benditos.
Aunque
los Estados Unidos asisten a este cumbre con el único fin de imponer
una agenda productiva para canalizar la llamada “competitividad”,
el control y producción de energía y medios para evitar un
mayor descarrilamiento de inmensas masas de jóvenes excluidos por
las políticas neoliberales, no está descartada la posibilidad que
utilice el inicio del dialogo con Cuba como una especie de “trapito
dominguero” y una “mea culpa” por medio siglo de acoso
contra la Revolución Cubana.
Lo
que sí parece claro es que el gobierno de Obama no evitará, a
pesar de la ayuda que prestarán sus aliados en la región- que cada
vez son menos-, los reclamos por su participación en los intentos
golpistas en Venezuela, la situación de Argentina con los llamados
fondos buitres, catalizador sin duda usado por Washington para buscar
la salida del poder del “kirchnerismo”, así como los
esfuerzos tendientes de meter a la llamada “Latinoamérica no
mediterránea” en la Alianza del Pacífico.
El
gobierno de Obama posiblemente soportará las críticas con paciencia
franciscana, enarbolará como avance suyo el dialogo con La Habana y
apoyará los diálogos de paz entre la guerrilla colombiana y el
gobierno de su compinche Juan Manuel Santos. Esconderá así sus
preocupaciones de fondo: la presencia de China y Rusia en América
Latina, su tradicional patio trasero, cuyas relaciones las calentó
Washington con este último país bajo la premisa de que ya no hay
“guerra fría”. Solo Obama lo cree.
La
primera frase de un informe llamado Tendencias globales hacia 2030,
emitido por el Consejo Nacional de Inteligencia de Estados Unidos en
2012, destaca que en 2030 el mundo habrá sufrido cambios radicales y
que ningún país ostentará la hegemonía global. El quinto informe
de la agencia concluye que el poder se ha desplazado hacia el este y
el sur y que el espacio económico y estratégico asiático habrá
superado al de Europa y Estados Unidos juntos. Estamos en plena
transición hacia ese mundo.
Igual
que el científico brasileño José Luis Fiori, pienso que
diversos sectores estadounidenses guerreristas siguen aferrados a las
tesis de su principal geoestratega, Nicholas Spykman ( ver: America’s
strategy in world politics, publicada en 1942), de separar a la
llamada América Latina mediterránea del resto, que incluye México,
Centroamérica, el Caribe, Colombia y Venezuela, como una zona donde
la supremacía de Estados Unidos no es cuestionada, un mar que ellos
cierran y cuyas llaves pertenecen a Washington. Ese sueño Obama lo
conoce para estos lados, y Marco Aurelio, en la Roma antigua, lo amó
por aquellos tiempos.
rafaelangelu@yahoo.com
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