jueves, 28 de abril de 2011

Joaquín Pérez Becerra y el sentido común…


Henry Escalante

El mundo de la diplomacia tiene sus vericuetos y formalidades que la hacen compleja y como complicada para el común de los  venezolanos/venezolanas. El Camarada Chávez con su forma muy particular  de tratar las cosas la ha vuelto más sencilla para quienes  compartimos con él este rincón del planeta que llamamos Patria. Un  ejemplo que bien merece analizar es el caso, ocurrido con el ciudadano Joaquín Pérez Becerra, quien hasta donde han difundido los medios de comunicación, es un sobreviviente del genocidio cometido contra la militancia de un grupo político de izquierda que  existió en la República hermana de Colombia, la Unión Patriótica.

Huyendo de esa matanza, Pérez Becerra, fue a parar a Suecia, país que  lo protegió y le dio una nueva nacionalidad, desde el año 2000. Allí  volvió a rehacer su vida, sin abandonar sus posturas de izquierda, se  dedicó de lleno al ejercicio de  la comunicación social como editor de  ANNCOL, Agencia de Noticias que da cobertura en todo el planeta. Colombiano de origen que es, además de hombre de izquierda, a través de  la agencia de noticias nos permite a todos y todas, informarnos entre  otras noticias, de las emanadas desde la selva colombiana, por parte de  los grupos insurgentes en armas contra el gobierno colombiano. Eso en  fin de cuentas es, nada más y nada menos que: Libertad de Expresión.
La obsesiva política anti insurgente de los gobiernos de la burguesía colombiana, reacias a considerar la más mínima posibilidad de diálogo, los ha llevado a tomar la vía del exterminio del contrario; al desarrollo de una política guerrerista, consiguiendo para tal fin, el apoyo irrestricto del imperio norteamericano, tanto en lo político como  en lo financiero. De hecho, el ciudadano Joaquín Pérez Becerra, es uno  de los pocos sobrevivientes de esa política genocida desarrollada por el Estado colombiano.

Los hechos que nos hemos propuesto analizar, se concretan en el marco  del restablecimiento de las turbias relaciones diplomáticas entre nuestro gobierno revolucionario y los derechistas gobiernos del narco  gobernante Álvaro Uribe y ahora su sucesor Juan Manuel Santos. En una de  las entrevistas Santos-Chávez, el Camarada Hugo Chávez fue enfático con  Santos en su mensaje de no permitir que nadie los lleve, de nuevo, por  los caminos de la confrontación que, en el caso de Uribe llegó hasta la ruptura de relaciones diplomáticas, incluyendo ruptura de relaciones  comerciales.

Nuestro gobierno ha tenido una conducta recta e indeclinable ante el  Estado colombiano, integrarlo al concierto de naciones sudamericanas  mediante su incorporación a Unasur, y por esa vía, alejarlo un tantito  de sus pretensiones de ocupar una estrella más, de las naciones  colonizadas por el imperio norteamericano. De allí, los llamados del Camarada Chávez a las fuerzas insurgentes colombianas de procurar  caminos para la paz en Colombia, dejar el lenguaje de las balas, para  que la política sea la que mande en la realidad de la hermana República.  Postura que, en todo caso, fue tiroteada tanto desde las posturas de la  derecha colombiana, como desde la izquierda insurgente; la presencia de  Joaquín Pérez Becerra en nuestra Patria la analizamos como parte de ese  tiroteo, no tiene otra explicación, de hecho, desde que Santos y Chávez han comenzado a reunirse se han incrementado las detenciones de  ilegales en nuestro territorio y no precisamente estamos hablando de  paramilitares.

En resumidas cuentas, desde que nuestro gobierno ha acentuado su  política de acercamiento al gobierno y al pueblo colombiano, tanto desde  la derecha como de la izquierda en armas, se intenta boicotear y  sabotear esa intencionalidad que, en términos concretos, no persigue  otros fines sino integrar a la República de Colombia al continente  sudamericano, vía Unasur y, al hacerlo, hacerlo partícipe del clima de  paz que vive nuestra región y contagiarlo con su integración, de nuestro  virus pacifista e integracionista.

Esta aspiración que, pareciera ingenua, la ha convertido el Camarada Presidente Hugo Chávez, en política de Estado ante el gobierno y el  conflicto que vive nuestra República hermana. Como pueblo venezolano  aspiramos a la paz en Colombia, e integrada al conjunto de naciones  sudamericanas, esa es nuestra política y nuestra postura ante el  conflicto armado. Y en esa postura, como lo demuestra la deportación de  Joaquín Pérez Becerra, no moverán al Camarada Chávez en su obsesiva idea  de procurar la paz para los colombianos y colombianas, lo que en  definitiva sería nuestra paz.
Sin duda, se equivocaron quienes desde la perspectiva de la presencia  de Pérez Becerra en nuestra Patria procurarían resquebrajar las buenas relaciones que hasta ahora han alcanzado los gobiernos de Santos y  Chávez. También se equivocó el gobierno de Santos al solicitar la  extradición, y posterior detención, de un ciudadano que, en fin de  cuentas, no es un connacional, ya que Pérez Becerra, desde el año 2000,  renunció a su ciudadanía colombiana adquiriendo la sueca, lo que le está  costando al gobierno de Santos problemas diplomáticos con  el gobierno  de Suecia, que podrían obligarle en los próximos días a devolver a su país a este ciudadano europeo, so pena de poner en riesgo sus relaciones diplomáticas con la Unión Europea. Y en definitiva, también nuestra  Cancillería puso la torta, ya que si hubiesen averiguado y profundizado en sus investigaciones sobre el ciudadano que tenían retenido, su  nacionalidad, lo procedente no era enviarlo a Colombia sino a su país de  origen: Suecia. Un error que, creemos, pueda costarle el puesto al  Camarada Canciller, Nicolás Maduro, cuyas disculpas esperan impacientes,  los revolucionarios y revolucionarias de todo el mundo. En fin de  cuentas, no parece ser muy compleja la diplomacia, cuando es  transparente…

Henry  Escalante

Caracas, 27 de abril de 2011

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