Y las opciones presidenciales de los EUA
El atentado de Orlando
Por Bruno Lima Rocha
El atentado de Orlando, estado de
Florida (EEUU), realizado en la madrugada de domingo, 12 de junio,
congrega lo que de peor tenemos hoy en términos de amenaza visible para
la idea de democracia de masas. La acción terrorista y de crimen de odio
aproxima extremos sectarios, generando tanto una onda de islamofobia
así como visibilidad de la homofobia en escala de pavor societario.
También caracteriza un momento donde la
política interna de Estados Unidos consigue se mundializar, a través de
redes cibernéticas, generando efectos de lealtades ideológicas donde la
América Latina reproduce, por la vía de élites económico y mediáticas
marcadas por los vende patrias y gorilas, las peores especificaciones
de la derecha republicana, de los ultra liberales y neoconservadores
orientados por el marco religioso.
Volviendo al ataque homofóbico y de
intención totalitaria, vamos al relato. Un joven estadunidense de origen
afgana, Omar Mir Sediq Matteen, 29 años, nacido en Nueva York (NYC),
hijo de refugiados del territorio invadido por los EUA en 2001 y antes
ocupado por la extinta Unión Soviética en 1979, ataca una casa nocturna
de público LGBT. El resultado fueron 49 muertos y 53 heridos; el
ciudadano que cometió el @ato terrorista, también terminó muerto,
resultando en el quincuagésimo óbito en la fatídica madrugada. Matteen
actuó alegando estar inspirado en el Estado Islámico (ISIS) y,
obviamente, también simpático la causas conservadoras y abusando del
derecho al uso de armas personales.
En medio del tiroteo, el ciudadano
estadunidense que trabajaba como seguridad privado, realizó algunas
conexiones para la policía, dando énfasis mayor al acto, y,
simultáneamente, cayendo en seguidas contradicciones. De forma
oportunista, en la mañana siguiente, el ISIS reivindica la acción de
tipo lobo solitario, aunque el discurso del autor del ataque fuera muy,
muy contradictorio.
El oportunismo de Trump y el juego de dos caras de Hillary Clinton
La masacre de Orlando polariza aún más
las elecciones presidenciales de los EUA, a ser realizadas el mes de
noviembre, con dos candidatos portando discursos opuestos. Hillary
Clinton, 68 años, candidata por el Partido Demócrata y contando con el
apoyo del actual presidente Barack Hussein Obama, va a reforzar el
debate por la restricción al porte y compraventa de armas – y en
especial armas largas y fusiles de asalto – en el país.
Donald Trump, 69 años, candidato por el
Partido Republicano, va a tener la oportunidad de aumentar la marca
sectaria de su campaña, apostando en la islamofobia y una postura
ofensiva contra las amenazas de terrorismo, en especial en el nivel
doméstico.
Vale destacar que Omar Matteen trabajaba
como seguridad particular, guardia de valores, empleado en la empresa
G4S y con puesto fijo. Las armas utilizadas en el ataque, dos, fueron
compradas legalmente por el ciudadano estadunidense. Menos de 24 horas
después de la masacre, tenemos un choque de interpretaciones entre las
dos candidaturas. Hillary Clinton alega que el bloqueo republicano para
el cambio en el estatuto legal de la compraventa de armas de uso
personal impide la seguridad en el territorio de los EUA, expuestos a
tiroteos y crímenes de odio e intolerancia regularmente. Ya Donald
Trump alega que la administración Obama tiene la “mano leve” y se niega a
endurecer contra el “islam radical”.
El ataque en la Pulse Night-club puede
inclusive, volver a unificar el discurso del Partido Republicano, que
hasta sexta pasada, preparaba uno desembarque masivo de la campaña de
Trump, liberando sus bases para no adherir o aún recomendar el apoyo a
Hillary.
Aunque ataques con armas automáticas
sean un fenómeno regular en los EUA, el atentado contra a Pulse,
alcanzando mayoritariamente latino-americanos y descendientes viviendo
en Orlando y región, fue la peor masacre doméstica desde el 11 de
septiembre de 2001. Ocurriendo en junio, faltando poco más de un mes
para las convenciones nacionales de los dos partidos mayoritarios de los
EUA, a buen seguro el acto de terror individual – tipo lobo solitario –
radicaliza posiciones, amplia prejuicios y da energía para la insana
campaña de Trump. El millonario, presentador y con vena de comediante
entra como franco tirador en la carrera presidencial y si consiga
retirar el elemento de racionalidad de los debates, puede incomodar
bastante en una disputa que, hipotéticamente, según la mayor parte de
los análisis previos, ya estaría resuelta en pro de Hillary Clinton aún
antes del inicio de la campaña mayoritaria.
La dimensión doméstica de las elecciones estadunidenses no condiciona el accionar internacional
El juego de dos caras de la
ex-secretaria de Estado ultrapasa también el sensu de ridículo en escala
internacional. El gobierno del Demócrata Barack Hussein Obama a dos
patas en Oriente Medio con vínculos directos para con el jihadismo
sunita. Primero, por jamás amenazar siquiera punir las monarquías árabes
conservadoras, lideradas por Arabia Saudí, y seguidas por Omán,
Bahrein, Kuwait, Qatar y EAU. Son los emires del petróleo los
ordenadores de gasto y controladores de las redes de inteligencia a
aprovisionar los “rebeldes” sunitas en la Guerra de la Siria. En otras
palabras, los EUA y su vasta red de espionaje y control, nada hacen para
frenar la acción del Frente Al Nusra, alimentadas y financiadas por
sauditas y aliados, no por casualidad, también aliados de los EUA en el
Grande Oriente Medio y Mundo Árabe. ¡Ya el único país miembro de la OTAN
y de mayoría islámica, a Turquía, corresponde al segundo mayor
contingente de la Alianza y es quien aprovisiona toda la logística del
ISIS!
Se trata de una farsa absurda asociar la
candidatura de Hillary Clinton a una postura “humanista y tolerante” en
el ámbito internacional. Afirmo que no hay diferencia cualitativa entre
la gestión de la candidata Demócrata y a de su sucesor John Kerry al
frente del Departamento de Estado en lo que concierne al patrón de
alianzas entre la superpotencia y sus aliados regionales en Oriente
Medio y, por consecuencia, las líneas logísticas del jihadismo sunita,
tanto de la Al Qaeda como de su concurrente, el ISIS.
Luego, la islamofobia *profanada por
Donald Trump, aunque ofensiva, no altera la correlación de fuerzas en el
escenario conflagrado, donde quién realmente combate el jihadismo
sunita, el PKK y su guardia-lluvia de organizaciones sociales, aún está
bajo la rúbrica de “terrorista” por el Departamento de Defensa de
Estados Unidos. Si en escala mundial no comprendamos esta hipocresía
estructural, apodada de cálculo “realista”, simplemente estaremos aun
mimetizando la polarización entre Demócratas y Republicanos, sin
comprender los intereses estratégicos para latino-americanos y pueblos
del mundo que son blanco de las políticas imperiales de la
Superpotencia.
Publicación Barómetro 20-06-16