lunes, 29 de febrero de 2016

Por Ricardo Daher: Un crimen que cambió la evolución de Suecia


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Un crimen que cambió la evolución de Suecia

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30 años del asesinato de Olof Palme
Por Ricardo Daher
El 28 de febrero de 1986, era asesinado de un disparo el primer ministro de Suecia, Olof Palme. A 30 años del crimen que cambió la evolución de Suecia no existe ninguna certeza de quien o quienes fueron sus autores materiales o intelectuales. Un equipo especial de investigación de la Policía prosigue repasando datos y buscando nuevas pistas. En un documental para la televisión, uno de sus investigadores sostuvo que manejan actualmente unas cinco pistas.

Todos coinciden que la actuación policial en los primeros momentos tras el asesinato y en los días sucesivos, fue escandalosamente mala, lo que incentivó una de las hipótesis que involucraba a un grupo interno de la policía de Estocolmo en el crimen.

En las primeras etapas de investigación surgieron diversas  hipótesis, desde una potencia extranjera, servicios secretos sudafricanos, chilenos, guerrilleros kurdos, un loco, un fanático de extrema derecha local, iraníes, mercenarios contratados por una empresa de armamentos, entre las más mencionadas.
El jueves, en una entrevista para canal 4, incluida en un documental sobre las últimas horas de Palme, el entonces ministro de Economía, Kjell Olof Feldt, confesó que en ese momento pensó en un “golpe de Estado”.

Palme era objeto de un odio exacerbado por parte de la derecha y tenía enemigos internos en las fuerzas armadas. Ese mismo año había ordenado un brutal recorte del presupuesto militar.

Tampoco era muy querido por su papel internacional a favor de la paz. Siendo un joven ministro encabezó en 1968 una marcha contra la guerra en Vietnam, visitó oficialmente Cuba y la Nicaragua sandinista, además de encabezar el boicot contra la Sudáfrica del apartheid. Abrió las puertas a decenas de miles de refugiados latinoamericanos, y fue de los pocos líderes de Estado que llamó al general Augusto Pinochet “asesino” públicamente.

Antes del asesinato de Olof Palme, el Partido Socialdemócrata que encabezaba, no bajaba del 40% de los votos y era lejos la principal fuerza política del país. Hoy a 30 años del suceso es el tercer partido con menos del 20% de los votos, superados por los dos partidos de derecha, Conservador (Moderata) y Demócratas de Suecia(extrema derecha neonazi) que es hoy el mayor partido con más del 25% de los votos.

Consultado sobre la diferencia entre aquella Suecia y esta, el escritor Jan Guillot resumió claramente: “aquella generación de socialdemócratas estaba muy a la izquierda de la actual”.
Tras la muerte de Palme se fue haciendo más difícil diferenciar la Socialdemocracia de los partidos del llamado “Bloque Burgués” constituido por los partidos de derecha, al tiempo que el minúsculo partido neonazi abandonaba las botas y las camperas por el traje y corbata y pasar de una votación que nunca superaba el 3% a ser el mayor partido sueco.

Después de 1986 las autoridades suecas comenzaron a desmontar parte del llamado “sistema de bienestar” que construyó la Socialdemocracia durante décadas. Llegaron las privatizaciones, el ingreso a la Unión Europea con sus compromisos neoliberales, una colaboración más estrecha con la OTAN y el abandono de la política activa internacional sobre derechos humanos y ayuda a los países subdesarrollados, aunque ha mantenido una política abierta de recepción de refugiados.

El asesinato de Palme terminó también con un ciclo de una socialdemocracia europea que se plantaba como una alternativa al polo dominador de Estados Unidos en la escena mundial yal bloque soviético, para ser hoy un aliado de segundo nivel de Estados Unidos.

Tras la muerte de Palme se dio también la renuncia de Bruno Kreisky canciller socialdemócrata austríaco, y ya había ocurrido la renuncia de Willy Brandt en Alemania (curiosamente dos ex refugiados en Suecia durante la Segunda Guerra Mundial) que marcaban el paso de la socialdemocracia internacional.

Las figuras que siguieron en la llamada Segunda Internacional en Europa provocaron decepción entre sus ciudadanos, como el fracaso de la “tercera opción” de Tony Blair, o el socialismo de Felipe González, que terminaron abrazados al aparato militar norteamericano.

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