América Latina: vuelta a la oposición de la derecha y estratégica
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Por Bruno Lima Rocha
Somos un continente o en parte dominado, por una herencia sangrienta colonial, a través de las familias europeas, criollismo de vice-reinados, cuyo ejemplo más radical es Brasil, donde los restos de esta elite, tiene poca o ninguna identificación con nuestra gente, porque la opción permanente es el Eurocentrismo y específicamente el anglo- Sajón del mundo contemporáneo.
En
Brasil, esto crea complejos en la sociedad y entreguismo empedernido.
Las salidas estructurales implican prácticas poscoloniales en lugar
de reimpresiones de colocado por vía periférica en el capitalismo
del siglo XXI.
En
los últimos seis meses, América Latina ha estado sufriendo, un
nuevo giro a la derecha, dirigida por súbditos del Pos-Consenso de
Washington, e ideológicamente, hacia el eje financiero entre Nueva
York y Londres. El eterno contrapunto en nuestro continente, en dos
posturas visibles, que en el texto, no coincide con la identidad
colectiva y las opciones allí establecidas.
El
primer contrapunto que tenemos aquí, deriva del hecho de que estamos
totalmente o parcialmente dominadas por una herencia sangrienta
colonial. Que conforma parte modelo en las manifestaciones de
la derecha, incluso de corte liberal (demócrata liberal) y en la
formación de fracciones de clase dominante, que no duda en liquidar
activos, negándose a ser clase dominante de los países emergentes o
llamando a potencia media (como es el caso de Brasil).
El
segundo contrapunto es más reivindicativo, aunque ha agotado su
ciclo y, en términos de estrategia económica y teoría del
desarrollo, vienen teniendo vuelos y maximizando la herencia todavía
colonial. Me refiero, obviamente, llamar giro democrático iniciado
con la elección de Hugo Chávez como Presidente de Venezuela (en
diciembre de 1998) y cuyo final de ciclo se nota en el país hoy
gobernado por Nicolás Maduro.
Así
como en la elección de un menemista de la Casa Rosada en Argentina
(Mauricio Macri) y la crisis política brasileña que no termina.
Brasil (a través de la lulista Pacto), Argentina (con Kirchner y la
reconfiguración de un peronismo “nacionalista”), Paraguay (que
tenía el golpe blanco), Venezuela (Bolivariana chavista y poco).
Honduras (que también pasa por un golpe de estado blanco), Chile
(cuyo cumplimiento el modelo siempre fue parcial), Nicaragua (con la
elección de la alineación de Ortega y el chino y el ruso), El
Salvador (con el FMLN, transformado en partido socialdemócrata
tímido) , Uruguay (con el amplio frontal coqueteando con un
Tratado de libre comercio con Estados Unidos), Perú (con falso
alvaradismo de Ollanta Humala) y Bolivia (con el Evo) y Ecuador (con
Correa).
Esta
aplicación de las reformas constitucionales para emitir los mandatos
permanentes, son prueba viviente de que nuestros países no han
completado aún una institucionalización republicana incluyente, sea
solo capaz de ejercer una política soberana, en gran parte de sus
propios recursos estratégicos a partir de minerales y recursos
hídricos.
Insisto
en este segundo contrapunto, porque da la ilusión del ejercicio del
poder ejecutivo y la necesidad de cumplir con una élite gobernante,
con un pasado en el campo nacional popular, y que deseen servir a una
clase dominante con vocación latinoamericanista. No existe tal
sector de la clase política, y sosteniendo el relato de la
geopolitik
como gag reflex real
politik internacionales
y las variables del realismo.
Esta
visión acabada de forma total o parcial, que se adhieren a los
siguientes conceptos erróneos: políticas a corto plazo de reforzar
la exploración de la salud; alineación con el eje de los BRICS (que
en general es correcto), pero sin una proyección distinta más allá
de la promoción de las empresas transnacionales (ETN), de origen
brasileño con un vínculo, económica en nuevas fronteras
(como en África). Falta de coordinación estratégica para
reducir la dependencia financiera y también política legal, con el
capital parasitario, erosionando la mayoría de las características
de nuestros países (véase el caso de la nueva inflexión de Guido
Mantega, adelante mezcla de granja en el primer gobierno de Dilma y
el presupuesto limitado sobre el gasto con el booty rentista).
Si
añadimos estas opciones del Ejecutivo dirigido por militantes del
ex-Izquierda (al menos así eran en la Bi-polaridad o
democratización), más la derecha ideológica al posicionamiento en
América Latina, se encuentra el reto del capitalismo periférico en
nuestros países, es precisamente la necesidad de una planificación
estratégica y la concertación entre las élites gobernantes,
tecnocracia y sectores de la clase gobernante dispuesto a confrontar
su política e ideológica matrices-legal “oeste”.
Es
justo en este sentido, que las teorías del desarrollo, en mayor o
menor medida, corren en el dilema de la dependencia y sus
restricciones en la colocación de la planta superior de la pirámide
social y la presencia de grupos de empresas transnacionales
latinoamericanas interdependencia cada vez más profunda y la pérdida
de poder de decisión por parte de los gobiernos. En otras palabras,
salidas estructurales implican prácticas poscoloniales en lugar de
reimpresiones de colocado por vía periférica en el capitalismo del
siglo XXI.
Así,
el contrapunto de la tercera dimensión, es la ausencia de lo que
decimos aquí. La única posibilidad para pasar a una segunda
independencia es conquistar más espacios de participación política
y la expansión de la experimentación institucional, radicalizar
nuestras democracias, superando el formalismo y el arreglo entre los
poderes republicanos ya establecidos.
Así,
lo que dije anteriormente, como segundo contrapunto no es consistente
con la capacidad de realización. Por ejemplo, en Bolivia, la
Constitución de pós-Evo dispone de formas comunitarias de justicia,
pero este logro depende necesariamente de la permanencia del MAS y el
propio Morales en el centro del poder político. Obviamente, si la
longevidad de las instituciones conduce a su mejora, lo mismo ocurre
también con la institucionalidad que nace del poder del pueblo,
especialmente si esto tiene raíces en la resistencia anticolonial de
América Latina.
El
ejemplo anterior puede ser universalizada, en el desafío de proteger
territorios y crear otras formas de vida, a tomar sobre la base de
nuestras sociedades, las poderosas organizaciones con poder de veto
sobre el sistema jurídico y político, creando una correlación de
fuerzas distinta de la actual, donde legitimidad de la legalidad, a
partir del modelo de democracia y burgués escribe partes con
intermediarios profesionales y aguantar carreras políticas.