viernes, 25 de septiembre de 2015

Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: ¡La patria es la América! Una lectura actual de la proclama del Libertador


Por Sergio Rodríguez Gelfenstein: ¡La patria es la América! Una lectura actual de la proclama del Libertador

Enviado por Barometro Internacional el sábado, 23 mayo, 2015 a las 17:01


El 12 de noviembre de 1814, en una proclama a los soldados de la División del general Rafael Urdaneta en Pamplona, el Libertador pronunció una frase que quedaría para la posteridad: “Para  nosotros la patria es la América” la cual, retomando el credo de Francisco de Miranda, adelantaba el eje central de las ideas que menos de un año después esbozaría en la Carta de Jamaica, la cual este año conmemora su bicentenario. Vale la pena, -en el contexto actual- intentar una proyección de esta máxima del ideario bolivariano cuando entramos raudos en el siglo XXI y la región se adentra en nuevas vicisitudes y se aproxima a inéditos retos en tiempos de globalización en el marco de la incertidumbre de un mundo que se torna agresivo y confuso.    
La_patria_es_la_Am_rica_Sergio_.jpg
En el proceso de creación de estructuras supranacionales de integración se ha ido avanzando hacia un mecanismo jurídico en el cual pueden acoplarse las instancias nacionales con las internacionales. Estas se configurarán necesariamente sobre el marco político-jurídico del Estado-nación, considerando que esta es la única instancia capaz de resolver los problemas de los ciudadanos, toda vez que si bien es cierto que los procesos se globalizan, las gestiones se localizan y la lealtad política de los ciudadanos debe recorrer un camino para ser transferido del Estado-nación a instancias supranacionales El sociólogo brasileño Renato Ortiz apunta que siendo el Estado-nación una unidad en el interior de la cual todos los individuos son ciudadanos, se puede afirmar que en el caso de América Latina “la nación aún no se completó” Debemos considerar que si es el nacionalismo el que crea la nación y no a la inversa, la identidad nacional antecede a la consolidación de la nación y por tanto la construcción nacional es anterior al proyecto nacional

En ese ámbito,  en años recientes, cuando se menciona  la crisis del orden westfaliano, se hace referencia a la pérdida de espacio de los Estados nacionales como actores únicos del sistema internacional. Al cuestionar los Estados nacionales se pretende por una parte, evidenciar los objetivos y las limitaciones que estos han acreditado para solucionar los problemas modernos de nuestro tiempo y, por otro, se pone en el tapete la existencia de un amplio espectro de temas globales que inciden en la evolución de cada país afectando las decisiones políticas que en él se tomen. Esto tiene relación con las severas limitaciones introducidas en la autonomía y capacidad de decisión en cuanto a política exterior y relaciones internacionales que han comenzado a tener los Estados en su calidad de actores internacionales que deben participar en la toma de decisión a nivel regional o global. La discusión surgida cobra validez en la medida en que hay una tendencia cada vez más presente que entiende la globalización como una expresión de universalidad. Es así, –vuelve a señalar Ortiz- como lo global, gracias a su dimensión planetaria, involucraría lo nacional y lo local, y por tanto su universalidad sería indiscutible.

El debate aparentemente circunscrito a las relaciones internacionales, cobra supremo valor desde el punto de vista de la identidad nacional, toda vez que es ella, con su entramado de valores culturales, tradiciones históricas, compatibilidades idiomáticas, religiosas o de otro tipo las que podrían dar solidez a la resistencia que los países y pueblos del sur logren dar a la globalización teledirigida desde los centros de poder en el norte del planeta. En última instancia, la fortaleza de la identidad será el elemento decisivo para salvar la nación en estos tiempos de imposiciones e intentos de uniformar y universalizar la vida desde una visión que se pretende imponer por vía de la fuerza.

En este marco,  el sociólogo y ensayista chileno Jorge Larraín expone que  la globalización afecta a la identidad desde cuatro distintas perspectivas. En primer lugar, porque “pone a individuos, grupos y naciones en contacto con una serie de nuevos ´otros` en relación con los cuales pueden definirse a sí mismos” De igual manera, en otro plano, opina que se ha acelerado el ritmo del cambio en las relaciones de todo tipo, lo que le ha hecho más difícil a los individuos entender lo que pasa, darle continuidad al pasado y al presente, de forma tal que pueda tener una visión imperecedera de sí mismo y de su actuación. En tercer lugar la globalización afecta la identidad porque los cambios que ha traído tienden  a desarraigar las identidades culturales y, por tanto, se alteran las categorías a partir de las cuáles el ciudadano construye su identidad. Esto significa que “la identidad nacional ha sido especialmente afectada debido a la erosión de la autonomía de las naciones-estados”. Finalmente, la globalización está haciendo surgir identidades desterritorializadas, que se agrupan en torno a referentes que superan los límites de los Estados-nación, integrándose en unidades de distinto tipo y que no necesariamente fijan como elemento identitario a la nación, mucho menos a los elementos de carácter local.

Desde otro punto de vista, José Sánchez-Parga esboza una relación preponderante entre globalización, cultura e identidad nacional.  Para este Doctor en filosofía y antropólogo ecuatoriano, la cultura nacional se formó como un espacio privilegiado e intenso de relaciones interculturales que posibilitó la aceptación de diferencias a partir de conferirle ciertos perfiles comunes y compartidos. Esto posibilitó el surgimiento de una cultura y una identidad nacional que ha sido siempre plural y que no supuso la inhabilitación de las culturas regionales y locales. A partir de ello, se puede asumir que la identidad nacional es el “tejido de relaciones interculturales y de las identificaciones entre ellas”

Las propuestas antes mencionadas llevan a una serie de preguntas en torno a los efectos de la globalización y las posibilidades reales de existencia que poseen las identidades regionales o locales de cara al futuro o, visto de otra manera, cuánto puede afectar la globalización a las identidades colectivas y por tanto a la Nación. 
En ese sentido, frente a las interrogantes respecto del porvenir del Estado-nación, otros analistas exteriorizan la idea de que éstos no sólo se van a  debilitar por el impacto de la globalización sino que por el surgimiento de vigorosas identidades colectivas que la desafiarán. Este es el sentir del sociólogo español Manuel Castells quien parte de una representación de identidad como construcción de sentido y experiencia del sujeto en el contexto de relaciones de poder. Castells distingue entre lo que llama identidades legitimadoras e identidades de resistencia, siendo las primeras aquellas promovidas por las instituciones dominantes de la sociedad para expandir su mandato. Las segundas, por el contrario, surgen de actores sojuzgados que emiten una forma de resistencia contra la opresión.  Este marco es el que -según este autor- ha permitido surgir, por ejemplo a las sociedades de redes que no aceptan la legitimación que disemina la globalización y genera, por el contrario, una resistencia hacia ella.
sergioro07@hotmail.com

domingo, 20 de septiembre de 2015

Por Carolina Vásquez Araya: Chile


Por Carolina Vásquez Araya: Chile

Enviado por Barometro Internacional el domingo, 20 septiembre, 2015 a las 16:55


Aún recuerdo el gran terremoto de 1960 en el sur de Chile, el más devastador ocurrido jamás en el planeta. Con una magnitud de 9.5 (MW) y seguido de un poderoso tsunami, arrasó ciudades, cambió el curso de los ríos, alteró la geografía en toda la región y ocasionó la muerte de miles de personas. Eso ocurrió el 21 de mayo, una fecha histórica opacada por esta enorme devastación cuyos efectos marcaron toda una década. Para tener una idea de su intensidad, vale mencionar que el terremoto de 1976 en Guatemala tuvo una magnitud de 7.4 grados.
Chile_Carolina.jpg
La cartilla sísmica de Chile es impresionante. Solo durante el presente siglo, del que apenas llevamos tres lustros, han ocurrido 18 eventos, de los cuales 14 superan los 7 grados. Enclavado en el Gran Cinturón de Fuego del Pacífico, Chile posee una geografía marcada por su pronunciada vulnerabilidad a los movimientos de las placas Antártica, Sudamericana y de Nazca, cuya presión hacia el continente transforma constantemente el perfil costero con las naturales consecuencias para la población que habita en esas zonas.
La costa del Norte Chico, en donde acaba de producirse el jueves el terremoto de 8.4 grados, dejando una grave devastación, es una de las zonas turísticas más ricas e importantes de Chile. Sus playas de arena blanca, el imponente paisaje del desierto de Atacama, sus parques nacionales, observatorios astronómicos y exclusivos resorts le han dado fama a nivel internacional. El golpe de la naturaleza también afectó los planes de celebración de las fiestas de independencia, ocasión aprovechada por miles de capitalinos para escapar de las últimas heladas invernales y disfrutar por algunos días del sol nortino y las fiestas tradicionales, generosamente regadas con el pisco de la zona, vinos y empanadas, bailes y folclor.
El impacto en la psiquis y la economía de los lugareños, muchos de los cuales han perdido todos sus bienes, ha sido tremendo. Quienes hemos visto las imágenes por televisión difícilmente podemos medir el alcance del impacto sufrido por esos pobladores la mayoría, pescadores o propietarios de restaurantes del borde costero y el desafío que les espera en su afán por recuperar algo de lo perdido.
Sin embargo, a pesar del dolor por la tragedia, es importante destacar el increíble espíritu de superación del pueblo chileno, su capacidad para soportar uno tras otro los duros golpes de esa geografía caprichosa y extremadamente bella, pero intensa en sus arrebatos. Disciplinada, solidaria y experta en su manera de reaccionar ante la adversidad y las emergencias, la población logró reducir al máximo los riesgos humanos. Las autoridades fueron precisas y atentas en la evacuación de más de un millón de personas en el lapso de un par de horas, un récord impresionante, considerando la magnitud del desastre.
Es casi inevitable preguntarse por qué un país tan bello sufre tan violentos cataclismos. Pero así se cobra la naturaleza sus privilegios, cuya variedad de paisajes y riquezas naturales proviene de esos grandes episodios geológicos inevitables y repentinos. Así es el Chile de mis amores.
elquintopatio@gmail.com
Fuente: Prensa Libre

Por Rafael A Ugalde Quirós* Costa Rica un país sin rumbo


Por Rafael A Ugalde Quirós* Costa Rica un país sin rumbo

Enviado por Barometro Internacional el domingo, 20 septiembre, 2015 a las 16:46


La percepción generalizada es que Costa Rica, país de poco más de cuatro millones de habitantes, ya tocó fondo y que urgen remedios para la retornar a la “gobernabilidad” dejada desde siglos atrás por próceres como Juan Rafael Mora, José María Castro Madriz, Braulio Carrillo, Ricardo Jiménez: una pléyade de hombres ilustres con estrategia y acción a la hora de ejercer el poder.
COSTA_RICA_UN_PAIS_SIN_RUMBO_Ugalde.jpg
Las más recientes encuestas de opinión (Diario Extra 8 set 2014) dan cuenta de que el 89.1% asegura que la gestión del gobernante Luis Guillermo Solís está equivocada; mientras que un 6,8% sostiene que avanza correctamente.

Para los costarricenses, vivir en el “país más feliz del mundo”, según versión mediática, no calma la preocupación por el desempleo, seguida por la situación económica, la corrupción, el costo de la vida y los problemas de seguridad ciudadana; esta última angustia de la gente a pesar de los altos presupuestos nacionales destinados a vigilancia, que en buen porcentaje está dirigido al combate del tráfico de drogas hacia Estados Unidos.

El diario citado- más los noticieros de televisión orientaron igual su información- indicó que la percepción sobre Solís desmejoró, pues en mayo pasado el 41,1% pensaba que su gestión era muy mala, mientras que en agosto se elevó a un 44,5%.

A manera de consuelo para el mandatario, cabe recordar que su antecesora, Laura Chinchilla (2010-2014), a sus tres años de gestión fue calificada como la peor gobernante de las últimas seis administraciones. Según el conservador diario La Nación (www.nacion.com/…/Chinchilla-saca-peor-ultimos-gobiernos_0_1352464780. html; 8 de julio 2013) solo nueve de cada 100 encuestados por la empresa Unimer creían que la administración Chinchilla era buena o muy buena.

Que entendemos por País
Para entender qué nos quieren decir los medios de comunicación o los gestores de opinión cuando hablan que Costa Rica tocó fondo por la falta de gobernabilidad hay primero que indagar qué entendemos por “país”. El ultraconservador periódico La Nación ahora también en la cola Telenoticias y Noticias Repretel, con menos gracia, pero el mismo fin- ofrece todos los días una noción de “país”, desde que el actual gobierno tuvo la ocurrencia de amenazar con una reforma fiscal que buscara aminorar la enorme brecha social.

Palabras menos, palabras más, para estos tres medios, a los que se unió una larga lista de diputados y pseudos analistas locales, el “país” recuperaría su pujanza si el Ejecutivo costarricense eliminase a los trabajadores una serie de privilegios, que los hay en las altas jerarquías de la Administración Pública local, a fin de que cuente con más recursos para los distintos sectores privados, desde hace 30 años disfrutando de la victoria incuestionable por la “canonización” del libre mercado.

De este manera, los “ángeles” del “país” dejan la sensación de que un salario en la administración pública que permita reponer las calorías diaria necesarias del empleado, así como que alcance para comprar pañales u otros productos requeridos para la reproducción de sus genes, es más que suficiente, dada la crisis del déficit fiscal.

Posiblemente por la dinámica que impone el ejercicio directo del poder en su “país”, estos sectores olvidaron que gracias a que el desempleo se disparó a casi un 9%, el porcentaje más alto en todos sus gobiernos neoliberales, cuentan hoy con una reserva de mano de obra barata.

No se percatan que gracias a que, según ellos, si se imponía el neoliberalismo, la seguridad social sería más barata, eficaz y competitiva; hoy hay cientos de “ticos” que se mueren esperando salud.

La educación pública elemental es un hazmerreír; más de un millón de personas no tienen techo o sus casas están deterioradas; su “país” tiene las peores vías de Centroamérica y nadie puede negar el tráfico de influencias, bajo el alero de un empequeñecido Estado que ya casi nada controla, y ellos mismos disminuyeron para que el vaso se rebalsara y todos “seamos prósperos”.

La realidad es que las proyecciones de riqueza solo salieron para unos pocos que en nombre del “país” evidencian su crisis moral, política, ideológica y estratégica. El prócer Juan Rafael Mora gobernó con dos Constituciones Políticas, un grupo importante de sucias familias en su contra y en la adversidad forjó la identidad latinoamericanista en la frontera con Nicaragua desde 1856.

En Mora había integridad, estrategia y acción en el ejercicio del poder, el cual en un 99 por ciento, señores, su contenido es de índole moral.

rafaelangelu@yahoo.com