Por Niko Schvarz: A 50 años de la invasión de los ?marines?
Enviado por Barometro
Internacional el martes, 28 abril, 2015 a las 20:57
República
Dominica
Acaban
de cumplirse 50 años, medio siglo exacto, de la invasión de los
“marines” yanquis a la República Dominicana, iniciada el 24 de
abril de 1965, una de las múltiples agresiones directas perpetradas
por el imperialismo yanqui contra los países de la América Latina y
caribeña desde el siglo XIX. Lo mismo haría en Los Chorrillos,
Panamá, en diciembre de 1989, para citar un ejemplo. En el caso
dominicano, el objetivo era impedir el retorno al gobierno del
presidente constitucional Juan Bosch y colocar en su lugar a Joaquín
Balaguer, un incondicional del dictador Rafael Leónidas Trujillo,
que asaltó el poder en 1930 y gobernó durante todo el período
siguiente, a la orden y con el apoyo de Estados Unidos. En la
invasión participaron 35 mil “marines”, que convirtieron la
región oriental de la isla en un lago de sangre.
La
República Dominicana comparte con Haití la isla que Cristóbal
Colón denominó La Española cuando desembarcó allí en diciembre
de 1492. Los restos del descubridor reposan en Santo Domingo, la
capital. Por allí anduvo también el pirata inglés Francis Drake.
Cuando desde fines del siglo XIX y comienzos del siglo XX el naciente
imperialismo norteamericano inició su expansión, invadió la
República Dominicana en 1916 y le impuso un protectorado hasta 1924.
Otro tanto hizo en Haití. En 1930 Rafael Leónidas Trujillo, jefe
del Estado Mayor de la Guardia Nacional, creada y entrenada por las
fuerzas de ocupación, asalta el poder y se mantiene (directamente o
por intermediarios) durante 30 años.
Lo
mismo que Somoza en Nicaragua. Trujillo fue el típico dictador
sanguinario sostenido por los sucesivos gobiernos de Estados Unidos,
que se adueñó del poder absoluto. Todos los detalles de su
trayectoria pueden leerse en “La fiesta del chivo”, de Mario
Vargas Llosa. Era propietario del 71% de la tierra cultivable del
país y del 90% de su industria. En mayo de 1961 fue asesinado, y
todas las versiones coinciden en señalar que la autoría del crimen
corresponde a la propia CIA. Un estudio dice que “sus crímenes
fueron tantos y tan ostensibles que finalmente se volvió molesto
para los propios Estados Unidos”. No sería el único caso, por
cierto.
En
1963, en las primeras elecciones democráticas en República
Dominicana resultó electo el escritor Juan Bosch, con ideas de
izquierda y partidario de la revolución cubana, triunfante desde el
1º de enero de 1959. Siete meses después, el gobierno de Bosch fue
derribado por un golpe de estado que restauró en el poder a
militares trujillistas. En abril de 1965 el coronel Francisco Caamaño
Deñó encabezó una rebelión constitucionalista con el objetivo de
reinstalar en su cargo al presidente legítimo Juan Bosch. Fue hacia
fines de ese mes que se produjo la invasión de los 35 mil marines
yanquis, para frustrar ese objetivo. Estados Unidos alegó como
justificativo que las fuerzas nacionalistas albergaban simpatías
“castro-comunistas”, slogan que repitió en múltiples otras
intervenciones armadas.
Los
combates fueron encarnizados y prolongados. Recuerdo un discurso de
Fidel Castro, en días previos a la celebración del 1º de Mayo en
Cuba, en que dijo que las balas también penetraban en el
cuerpo de los “marines” norteamericanos. Pero el levantamiento
militar y popular fue aplastado. Al retirarse, Estados Unidos dejó
en el poder a un trujillista de pura cepa, Joaquín Balaguer. En
retribución, éste abrió el país a la explotación de las
transnacionales norteamericanas. La Gulf and Western pasó a
controlar la industria azucarera, adquirió intereses en bancos,
hoteles y agroindustrias, pasando a una posición dominante en el
país.
Siguiendo
la escuela de Trujillo, Joaquín Balaguer se hizo reelegir
fraudulentamente siete veces. También en este caso, personalmente o
a un adepto suyo. En la mayoría de estas elecciones se denunciaron
(y se probaron) fraudes escandalosos. Durante esos gobiernos, desde
territorio dominicano se facilitaron las maniobras y las armas a las
bandas de los tontons macoutes, herencia de las dictaduras de los
Duvalier, para reorganizarse e ingresar al fronterizo Haití,
donde acometieron depredaciones de todo tipo en el intento de
apoderarse del poder.
La
situación se revirtió recién en el año 1996, en que fue electo
para la presidencia dominicana Leonel Fernández Reyna, del Partido
de la Liberación Dominicana (PLD), que era precisamente el partido
de Juan Bosch. Saltando las etapas, consignamos que Leonel Fernández
fue reelecto en mayo de 2004, y su primer gesto fue rendir homenaje a
Juan Bosch, del cual había sido discípulo. Celebradas el domingo 16
de mayo de 2004, estas elecciones tuvieron lugar en medio de una
crisis económica provocada por la quiebra de tres de los bancos más
importantes del país: Baninter, Bancrédito y Banco Mercantil de la
República Dominicana. La participación fue del 74% de más de 5
millones de ciudadanos inscritos, incluyendo también, por primera
vez, a los residentes en el exterior.
La
fórmula del Partido de la Liberación Dominicana (PLD), conformada
por Leonel Fernández Reyna como presidente y Rafael Alburquerque
como vicepresidente, triunfó con 2:063.871 votos, el 57,11%, frente
a la fórmula del Partido Revolucionario Dominicano (PRD), integrada
por Hipólito Mejía (entonces presidente, y que vio frustradas sus
aspiraciones reeleccionistas) y Fello Suberví a la vicepresidencia,
que obtuvieron 1:215.928 votos, el 33.65%. Previamente Mejía había
logrado establecer, mediante una reforma de la Constitución, la
posibilidad de la reelección presidencial, que por otra parte
contradecía los principios de su partido, pero fracasó en el
intento. En esta elección, el partido de Joaquín Balaguer (Partido
Reformista Social Cristiano, PRSC), entró tercero y último, con
apenas 8,65% de los votos (312.493) y Eduardo Estrella como
candidato.
Dicho
acto electoral siguió en pocas semanas a la victoria de Martín
Torrijos en Panamá, y confirmó el avance de las fuerzas
progresistas y de izquierda en la América Latina y caribeña y su
acceso a los respectivos gobiernos, etapa abierta por Hugo Chávez en
la Venezuela bolivariana en el gozne de los dos siglos. Se ha escrito
que “la elección panameña se integra a los cambios en América
Latina como fruto del combate de sus pueblos, reflejados también en
el plano electoral y en el acceso a los respectivos gobiernos, y en
ese plano se inserta también la elección dominicana”.
Volviendo
al tema inicial: la invasión de los “marines” a la República
Dominicana, medio siglo atrás, tuvo inmensa repercusión en la
América Latina y caribeña y en el mundo entero. El gran historiador
y periodista argentino Gregorio Selser lo incluyó en lugar destacado
en su trabajo póstumo, que enumera en forma pormenorizada la lista
de intervenciones del imperialismo norteamericano contra nuestros
pueblos desde el siglo XIX y en plena aplicación de la “doctrina
Monroe”, que se traduce en “América para los americanos… del
norte”. Hechos relevantes en esta materia fueron la invasión a
Cuba en Playa Girón en abril de 1961 y que fue recordada por el Che
Guevara en la conferencia del CIES en Punta del Este en agosto de ese
año; la invasión a la isla de Granada, las intervenciones múltiples
contra la revolución sandinista en Nicaragua y contra los gobiernos
del FMLN en El Salvador, además de la ya recordada invasión a la
zona de Los Chorrillos en la capital de la república de Panamá.
Estos hechos, y muchos más de la misma categoría, integran el
entramado de la historia de Nuestra América y de su enfrentamiento
al imperio del norte, como acaba de confirmarse en la VII Cumbre de
las Américas efectuada este mes precisamente en Panamá.
nikomar@adinet.com.uy
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