El racismo de Trump que nos refleja como humanidad
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Por
Ilka Oliva Corado.
El
discurso de aceptación de Trump en la Convención Republicana fue
todo un ultraje a la paz y la democracia, fue en sí un llamado a la
violencia y a la continuidad de políticas racistas e
injerencistas.Al comienzo de la carrera por la presidencia muchos lo
tacharon de loco como desprestigio, no, los locos son otra cosa,
Trump es la ejemplificación del pensamiento ultraconservador que
rige los cimientos de este país: a su sociedad y su sistema. Trump
lo único que he hecho es decir en voz alta lo que la mayoría en
esta sociedad habla atrás de las puertas.
No
voy a decir, “los republicanos” porque los demócratas son
idénticos solo que lo manejan por el lado camaleónico y utilizan la
doble moral a su conveniencia, los republicanos van directo a la
yugular y escupen en la cara, mientras que los demócratas dan la
mano en un gesto de conciliación y en las mismas pegan la puñalada
por la espalda. Podríamos hacer un repaso por la política externa
en tiempo de gobernantes demócratas y veremos la injerencia, el
terror y muerte que ha dejado a su paso. El ejemplo más reciente:
Obama que no tiene nada que envidiarle a los Bush.
El
que hoy Trump sea el candidato oficial del Partido Republicano es
responsabilidad absoluta de la mediatización que lo puso ahí, como
contragolpe a Hillary Clinton (invisibilizando a Sanders en todo
momento) los medios de comunicación jugaron en todo momento del lado
de Trump, públicamente, pero estratégicamente del lado de Clinton.
Sabían que tocando la yugular del Ku klux klan lograrían la
reacción en masa que beneficiara a Clinton.
Desde
los inicios sabían muy bien que el objetivo era crear un monstruo
que evidenciara el racismo y xenofobia de la sociedad estadounidense
y para eso tenían que darle el mayor eco posible a los discursos
segregacionistas de Trump. ¿La finalidad? Despertar el temor lo más
temprano posible para que las masas vieran en Hillary Clinton la
única salida. Y lo peor es que lo lograron. Lo que le espera al
mundo con una presidenta como ella. Porque muchos ciudadanos darán
su voto a Clinton, no porque los represente pero como castigo hacia
Trump. De una u otra manera el sistema tiene a las masas donde las
quería.
Cualquiera
así a ojo de buen cubero dirá que es mejor Clinton que Trump,
cuidado, que Clinton representa al capital no es ninguna pera en
dulce.
Vendrá
entonces en la Convención Demócrata con un discurso
conciliador y bajado de tono, perfectamente bien estructurado para
pegar fuerte en las mentes de los aún indecisos y fortalecer a sus
seguidores y así asegurar el voto. Su mejor estrategia es hacerse
pasar como feminista y mujer de valores morales: en una sociedad de
doble moral eso es el tiro de gracia.
Trump
expresó con claridad su odio hacia los inmigrantes indocumentados
que al referirse a la frontera sur del país, habla de los
latinoamericanos, quiere hacer un muro, ¿qué dice de la injerencia
de su país en Latinoamérica que es la causante principal de la
migración forzada? Si su país dejara la injerencia la migración
forzada no existiera. ¿Por qué no promete con el mismo ahínco que
su país dejará de invadir países y asesinar multitudes en su
política externa?
No
es sorpresa que la Patrulla Fronteriza apoye a Trump, pues es
xenófoba. No sorprende que ningún indocumentado quiera denunciar lo
que sucede en la frontera, pues nunca será escuchado y al contrario
será encarcelado y deportado. Es el sistema completo contra la
inmigración indocumentada; desde la Patrulla Fronteriza, pasando por
quien toma la denuncia y el juez que la desestima y ordena cárcel
para el “terrorista”. Porque en Estados Unidos es tan terrorista
un indocumentado por el hecho de no tener papeles y un musulmán solo
por su religión o país de nacimiento. Cuando todos sabemos quiénes
son los verdaderos terroristas y el capital que los crea y los
mantiene.
Existe
una película extraordinaria que es la mejor producción que se ha
podido hacer en este país referente al sistema y la migración
indocumentada, se llama, “Machete”. Parece sarcasmo pero
evidencia en absoluto lo que hace este sistema con los indocumentados
en todos los niveles, desde que pasan la línea fronteriza. Ahí se
ve a gente de la política, muy poderosa, disparando a indocumentados
en las cacerías nocturnas. Cosas ya comunes que realizan actores de
Hollywood como Steven Seagal que con metralleta en mano es cazador de
inmigrantes en la frontera. ¿Qué dice la sociedad de esto, los
religiosos, los demócratas? Ni pío.
El
problema nunca ha sido Trump porque cualquier candidato presidencial
tiene el derecho a su ideología y a la libre expresión del
pensamiento, aquí el cuestionamiento es hacia la parte de la
sociedad que lo apoya: en ella hay maestros, doctores, ingenieros,
padres de familia, deportistas. Un vecino cualquiera, un comensal
cualquiera en cualquier restaurante, cualquier artista, en cualquier
lugar pulula la xenofobia y el racismo. ¿Qué es lo que tenemos que
decirles a ellos que no son personajes públicos? ¿Qué es lo que
este país tiene que cuestionarse como sociedad? Un padre racista
cría hijos racistas, una comunidad racista tiene residentes
racistas, un maestro racista educa alumnos racistas y así, y así…,
a excepciones pero son tan pocas y no estoy estereotipando.
¿Por
qué son tantos los seguidores de Trump que lo vitorean cada vez que
habla de emparejarse con Israel y los países aliados para acabar con
Siria, Palestina y el mundo musulmán? Que habla desde una
superioridad blanca caucásica vid del Ku klux klan y el fascismo al
mejor estilo hitleriano.
¿Por
qué son tantos los afro descendientes y latinos los que lo apoyan?
Bastedad de asiáticos. ¿Se les olvidó lo de Hiroshima? Esos
latinos que niegan su raíz, su sangre, su herencia milenaria,
latinos que odian Latinoamérica. Negros que viven y actúan bajo el
estándar del hombre blanco anglosajón, que no se reconocen desde su
identidad africana, ¿se les olvidó la esclavitud a la que fueron
sometidos sus ancestros? ¿Desconocen las muertes de negros en manos
de policías blancos caucásicos en crímenes de odio racial? ¿Se
les olvidó la lucha por los Derechos Civiles y sus tantos
mártires?
Esos
negros tienen hijos negros que son discriminados en escuelas de
blancos, ¿y apoyan un candidato como Trump? Y estos negros
discriminan a la comunidad afro porque se creen superiores. Igual con
los latinos, se creen anglos porque tienen documentos o porque
nacieron aquí, pero ni naciendo aquí se les borrará del gen su
herencia milenaria latinoamericana. Así resulten traidores como Cruz
y Rubio.
Y
como pieza importante para cualquier estudio sociocultural que se
quiera hacer de este país, hay que tomar en cuenta que esta sociedad
está conformada por inmigrantes de todas partes del mundo. Que
tienen hijos aquí de herencia asiática, latinoamericana, europea y
africana.
No
podemos lapidar a la sociedad estadunidense basándonos en
estereotipos de colores y similares porque ella tiene tanto de
nosotros. Entonces queda preguntarnos, ¿nosotros en nuestros países
de origen qué tan racistas y xenófobos somos? ¿Cuántos
pronunciamos también discursos de odio racial como los de Trump?
¿Cuántos somos homofóbicos, clasistas, racistas, misóginos y
patriarcales? ¿Fanáticos religiosos?
¿Cuántos
en nuestros países de origen hemos dado nuestro voto a personajes
dantescos como Trump? Que manejan las mismas políticas contra su
propia gente. ¿Cuántos hemos dando nuestro voto por estructuras
neoliberales como las que ofrece Clinton? ¿Cuántos por nuestro
color de piel, grado de escolaridad o estatus social hemos
discriminado a otros? Si ahondamos un poquito más las respuestas nos
van a sorprender. Veremos que somos tan o peor que el discurso de
odio que promulgan Trump y sus seguidores.
No
olvidemos que todo lo que sucede en Estados Unidos, por ser potencia
mundial es el reflejo inmediato de lo que nosotros somos como
humanidad. Cada vez que pensemos en el discurso de odio de Trump que
nos sirva para auto analizarnos y cuestionarnos de nuestro papel en
la sociedad y si nuestra doble moral da para continuar con el mismo
discurso solapado en la conciliación y valores patriarcales como el
que maneja Hillary Clinton desde su falso feminismo.